Clavisto
Será en Octubre
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- 10 Sep 2013
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Se ha hecho algo en el pelo. Creo que el nombre es cardar, aunque no estoy nada seguro. No entiendo de peluquerías, tampoco de coches y motos, de tornillos y tuercas: cada vez que no me queda más remedio que apretar o desaflojar algo tengo que hacerlo en ambas direcciones. No lo recuerdo.
Pero estaba preciosa. Quizá sólo fuese su verdadero pelo.
No pude mirarla más que al dejar la primera ronda de cervezas. Ella sonrió y me dio las gracias. De vuelta a la barra decidí no mirarla en todo el tiempo que pasara en mi bar.
"No la mires, Kufisto, no la mires"
Y seguí tirando cañas mirando su espalda y el perfil de su rostro hablándole a la progenitora enferma.
Pero no la miré las dos veces que volví a salir para atender a su padre. Ella sí. Pero hoy yo no podía soportarlo.
- Tienes mala cara, Kufisto -dijo, nada más entrar, un cliente.
Fue una noche mala. Habrán noches buenas y hay noches malas.
Desperté del sueño no menos que cuatro veces. En la primera salí al salón y fumé el resto de un cigarrillo. En el sueño todo tendía a ir mal. En el sueño yo deseaba estar bien pero las cosas salían mal. Y me dormía otra vez, y soñaba otra vez y todo era semejante otra vez y nunca había descanso otra vez. Y así hasta que a eso de las seis y media de la mañana me despertaron los lastimeros maullidos de la gata tras la puerta.
Blasfemé; enfadado, salté de la cama y abrí la puerta del dormitorio decidido a darle una patada, pero ella lo sintió y salió escopetada para esconderse de mi. Miré en su dormitorio: el comedero y el bebedero no estaban vacíos. Fui al salón y subí la persiana del gran ventanal, quizá fuese eso. Volví a la cama. No se lamentó más. Miré el reloj. Apenas una hora para levantarme y ya estaba muerto.
Una larga ducha. Un buen afeitado. Las ojeras por los suelos y un poco de pomada en los eccemas.
Eché a andar. El mundo seguía siendo una cosa. El mundo siempre será una cosa.
Conecté un cable suelto al ordenador, "quizá sea este" La señal pasó al televisor y puse la película. Por unos minutos, hasta la simultánea venida del panadero y la churrera, volví a ver el inicio de la película con la que volví a acostarme ayer. Por un instante tuve ganas de bajar las persianas, cerrar el bar y ver la película de toda esta última semana en una buena pantalla con buen sonido cuadrafónico y no en mi puñetero ordenador de cosa. cosa, cosa, cosa...
- Hola, Kufisto.
- Hola, Sonia.
Pero estaba preciosa. Quizá sólo fuese su verdadero pelo.
No pude mirarla más que al dejar la primera ronda de cervezas. Ella sonrió y me dio las gracias. De vuelta a la barra decidí no mirarla en todo el tiempo que pasara en mi bar.
"No la mires, Kufisto, no la mires"
Y seguí tirando cañas mirando su espalda y el perfil de su rostro hablándole a la progenitora enferma.
Pero no la miré las dos veces que volví a salir para atender a su padre. Ella sí. Pero hoy yo no podía soportarlo.
- Tienes mala cara, Kufisto -dijo, nada más entrar, un cliente.
Fue una noche mala. Habrán noches buenas y hay noches malas.
Desperté del sueño no menos que cuatro veces. En la primera salí al salón y fumé el resto de un cigarrillo. En el sueño todo tendía a ir mal. En el sueño yo deseaba estar bien pero las cosas salían mal. Y me dormía otra vez, y soñaba otra vez y todo era semejante otra vez y nunca había descanso otra vez. Y así hasta que a eso de las seis y media de la mañana me despertaron los lastimeros maullidos de la gata tras la puerta.
Blasfemé; enfadado, salté de la cama y abrí la puerta del dormitorio decidido a darle una patada, pero ella lo sintió y salió escopetada para esconderse de mi. Miré en su dormitorio: el comedero y el bebedero no estaban vacíos. Fui al salón y subí la persiana del gran ventanal, quizá fuese eso. Volví a la cama. No se lamentó más. Miré el reloj. Apenas una hora para levantarme y ya estaba muerto.
Una larga ducha. Un buen afeitado. Las ojeras por los suelos y un poco de pomada en los eccemas.
Eché a andar. El mundo seguía siendo una cosa. El mundo siempre será una cosa.
Conecté un cable suelto al ordenador, "quizá sea este" La señal pasó al televisor y puse la película. Por unos minutos, hasta la simultánea venida del panadero y la churrera, volví a ver el inicio de la película con la que volví a acostarme ayer. Por un instante tuve ganas de bajar las persianas, cerrar el bar y ver la película de toda esta última semana en una buena pantalla con buen sonido cuadrafónico y no en mi puñetero ordenador de cosa. cosa, cosa, cosa...
- Hola, Kufisto.
- Hola, Sonia.