castguer
Madmaxista
Mientras que la jurisprudencia moderna busca defender de modo creciente el derecho a la seguridad y a la libertad sensual de las mujeres, reconociendo la violación, incluso dentro del matrimonio, como delito contra la libertad sensual, la cultura de masas y la (a menudo pseudo) cultura de élites de hoy en día se conviertan en correas de tras*misión por las que se generaliza lo que podemos llamar jovenlandesal de la tras*gresión. Podemos preguntarnos, entonces, qué significado ha de asignarse a la continua visualización recreativa de la violencia irracional* y el crimen sensual. Dicho de otra manera, ¿la tan frecuente presencia de la voluntad de aniquilación tras*gresiva en los productos de ficción (films, comics, videojuegos, etc.) esconde un deseo de mantenimiento de jerarquías arcaicas de género?
Es evidente que en una época de pérdida de los Grandes Relatos, existen intentos de un retorno alienante a las antiguas normas a través de los fundamentalismos religiosos. De diferentes maneras, se invita a que el acto gratuito y la rebeldía sin objetivo preciso sustituyan a la acción contestataria fundamentada en un proyecto. ¿La jovenlandesal de la tras*gresión batailleana que reconoce en Nietzsche y Sade a sus geniales inspiradores responde a una tras*formación del patriarcado que se hallaría actualmente en curso? ¿Su exaltación de la violencia y el crimen provendría de un sesgo de género del pensamiento? ¿Qué funciones cumple?
La jovenlandesal de la tras*gresión propuesta por Bataille es heredera confesa del inmoralismo nietzscheano. Y se alimenta de los escritos del marqués de Sade y su particular enfoque de la sexualidad humana. En sus comentarios sobre Nietzsche (Sur Nietzsche), opone la "cumbre jovenlandesal" (sommet jovenlandesal") a la "decadencia" ("déclin"). La primera se caracteriza por el gasto descontrolado de energía y la violación de la integridad de los seres, por una exuberancia que no respeta los límites proclamados por la jovenlandesal ordinaria. La decadencia, en cambio, destaca por su preocupación de conservación y enriquecimiento del ser. Es el momento de obediencia a las normas jovenlandesales propio de la pérdida de las fuerzas juveniles. La vida, valor supremo, sólo puede tener lugar por el mal. Habría una contradicción entre el reconocimiento de la existencia de los seres en tanto separados como "mal" y la definición del "bien" como respeto del interés de los otros. La vida no es sino comunicación, fluir de energía. Vivimos sólo si consentimos entrar en el juego que pone nuestro ser y el de los demás en situación de riesgo. "Sólo si sacrifico en mí y en los demás la integridad del ser, abriéndome a la comunión, accedo a la cumbre jovenlandesal. Y la cumbre no es soportar sino querer el mal. Es el acuerdo voluntario con el pecado, el crimen, el mal. Con un destino sin tregua que exige que unos mueran para que los otros vivan".......................
Demos
Es evidente que en una época de pérdida de los Grandes Relatos, existen intentos de un retorno alienante a las antiguas normas a través de los fundamentalismos religiosos. De diferentes maneras, se invita a que el acto gratuito y la rebeldía sin objetivo preciso sustituyan a la acción contestataria fundamentada en un proyecto. ¿La jovenlandesal de la tras*gresión batailleana que reconoce en Nietzsche y Sade a sus geniales inspiradores responde a una tras*formación del patriarcado que se hallaría actualmente en curso? ¿Su exaltación de la violencia y el crimen provendría de un sesgo de género del pensamiento? ¿Qué funciones cumple?
La jovenlandesal de la tras*gresión propuesta por Bataille es heredera confesa del inmoralismo nietzscheano. Y se alimenta de los escritos del marqués de Sade y su particular enfoque de la sexualidad humana. En sus comentarios sobre Nietzsche (Sur Nietzsche), opone la "cumbre jovenlandesal" (sommet jovenlandesal") a la "decadencia" ("déclin"). La primera se caracteriza por el gasto descontrolado de energía y la violación de la integridad de los seres, por una exuberancia que no respeta los límites proclamados por la jovenlandesal ordinaria. La decadencia, en cambio, destaca por su preocupación de conservación y enriquecimiento del ser. Es el momento de obediencia a las normas jovenlandesales propio de la pérdida de las fuerzas juveniles. La vida, valor supremo, sólo puede tener lugar por el mal. Habría una contradicción entre el reconocimiento de la existencia de los seres en tanto separados como "mal" y la definición del "bien" como respeto del interés de los otros. La vida no es sino comunicación, fluir de energía. Vivimos sólo si consentimos entrar en el juego que pone nuestro ser y el de los demás en situación de riesgo. "Sólo si sacrifico en mí y en los demás la integridad del ser, abriéndome a la comunión, accedo a la cumbre jovenlandesal. Y la cumbre no es soportar sino querer el mal. Es el acuerdo voluntario con el pecado, el crimen, el mal. Con un destino sin tregua que exige que unos mueran para que los otros vivan".......................
Demos