La Jauria, la obra de teatro de la Manada.

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Jauría: lo que la obra de teatro sobre La Manada revela de nuestra sociedad


Jauría: lo que la obra de teatro sobre La Manada revela de nuestra sociedad


Miguel del Arco denuncia la «cultura de la violación» en la que vivimos con un montaje documental que reproduce los testimonios de la víctima y sus cinco agresores


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No pedí auxilio porque no pensé que iba a suceder lo que luego sucedió». María Hervás encara su monólogo con la voz quebrada y los ojos acuosos. «Empecé a tener más miedo cuando me agarraron así de la mandíbula para acercarme y que le hiciera una felación». La acechan, como lobos, Álex García, Martín Rivas, Raúl Prieto, Ignacio Mateos y Fran Cantos. «Noté cómo otro me cogía de la cadera y me bajaba los leggins y el bombacha». Miguel del Arco observa inmóvil a su actriz. «Recuerdo la presión en la mandíbula, en las caderas, y alguna que otra vez un tirón en el pelo». Hace una pausa y en ese angustioso momento el tiempo parece detenerse. «No reaccioné. Quería que todo acabara y luego irme. Me daba igual lo que pasara». Cuando María cae al suelo, a los pies de sus compañeros, una de las ayudantes de Del Arco no puede reprimir las lágrimas. Estamos en un ensayo de Jauría en El Pavón Teatro Kamikaze, es 18 de diciembre y por la mañana la Policía ha encontrado el cuerpo de la profesora Laura Luelmo, de 26 años, entre unos matorrales.

Todas las frases pronunciadas por los actores son tras*cripciones literales del juicio a La Manada. El dramaturgo Jordi Casanovas las ha hilvanado para crear esta estremecedora pieza. «Los ensayos están siendo muy intensos. A veces, los chicos no han podido evitar llorar porque empatizan con ella, pero yo les digo que no, que no se pueden ir con ella», explica el director. Hervás confiesa que, cuando termina, se siente «agotada física y emocionalmente. Un día peté...».

Hoy hacen un pase completo del primer acto, en el que cada uno narra su versión de los hechos. «Yo siempre tuve claro que no iba a ser equidistante, estoy claramente posicionado con ella», explica el director. «El conflicto de la obra no está ahí, sino en lo que emana de estos hechos».

Tras el monólogo de María, comienzan a montar el segundo acto, que se centra en la declaración de ella ante el abogado de la defensa. Lo que Casanovas interpreta como una «segunda violación».

«¿En el momento en el que comienzan las relaciones, usted se encontraba, permítame la pregunta, excitada?», llegó a interrogar el abogado de la defensa.

Durante el ensayo, del Arco mueve las manos como un director de orquesta. Con energía, desgrana una a una las frase del libreto para sus actores. «Aquí, con más ironía, con sarcasmo». «En esta, suave, le está envolviendo, quiere clavársela luego, demostrar que ella se lo buscó». Ellos retoman sus diálogos o vuelven atrás, variando el tono pero manteniendo la tensión, como instrumentos afinadísimos preparados para dar la nota que el director les pida.



Para este montaje, Miguel del Arco se ha rodeado de un equipo de mujeres. «Quería una mirada femenina que hiciera de contrapeso a la mía». Le han asesorado Isabel Valdés, periodista que cubrió el caso para El País, o la abogada Lucía López, que resuelve algunas dudas judiciales de los actores durante el ensayo. «Entonces, ¿ellos no tienen la obligación de decir la verdad?», pregunta en un momento Álex García. «No, sólo los testigos». «Pues no lo entiendo», se queja el actor.

«***ándonos a una entre los 5. Jajaja. Todo lo que cuente es poco. fruta pasada de viaje. Hay vídeo». En el libreto de Jauría también se recogen los mensajes de Whatsapp de los integrantes de La Manada en su chat.

Saber que todo lo que sale de los labios de los intérpretes fue dicho por los protagonistas del caso hace que sus palabras vibren con una fuerza extraña, con una urgencia y una verdad que pocas veces se ve en escena. El director confiesa que, en cuanto supo que Casanovas estaba escribiendo el texto, quiso ponerlo en pie. No le asustó enfrentarse a uno de los casos más controvertidos de la Historia reciente de España. «Está muy bien que hubiera protestas, eso significa que no somos una sociedad pasiva. Pero creo que hay una gran falta de información. Alrededor de este caso se han vertido tantas falsas verdades que se ha convertido en algo muy peligroso. Eso de decir que La Manada lleva toga es una barbaridad. Dicen que se van a ir de rositas, pero les van a caer nueve años. Luego ya discutiremos si es abuso o agresión. En Alemania o Finlandia con una agresión sensual con violación la pena sería menor de nueve años. Nuestro código penal es mucho más estricto en ese sentido».

Y, pese a todo, del Arco asevera que «vivimos en un heteropatriarcado también a la hora de impartir justicia». La función recoge el fallo del magistrado Ricardo González, quien emitió un voto discrepante de la sentencia condenatoria contra los miembros de La Manada. Según escribió, en el vídeo él apreciaba «una desinhibición total y explícitos actos sensuales en un ambiente de jolgorio y regocijo en todos ellos».

Jauría se estrena en Avilés el 25 de enero y llegará a El Pavón Teatro Kamikaze el 6 de marzo. Pese a la expectación, el autor de cumbres como La función por hacer o Misántropo asegura que apenas tienen bolos cerrados. «Yo tengo programadores que compran espectáculos míos sólo por estar dirigidos por mí y, ahora, muchos han desaparecido».

Por eso, el dramaturgo asegura que «hay miedo a hablar de algo que está en la calle, en el día a día». Del Arco se refiere al machismo infiltrado en el ADN de nuestra sociedad, al caldo de cultivo que hace posible que cinco tíos cojan a una chica, la metan en un portal, tengan relaciones con ella y luego la dejen tirada quitándole el móvil. «En ningún momento le preguntaron si se sentía agobiada, si estaba bien. Eso indica el nivel de cosificación que tienen del cuerpo de esa chica. Para ellos era un agujero en el que saciarse y se lanzan como lobos. Es una cosa que usan y a la que sólo dan órdenes. 'Sube', 'Baja', 'absorbe ahí'... Cuando se pierde la empatía de tal forma, uno se convierte en un orate».


La fiscal, a la que también da vida María Hervás, lo resumió así en su alegato final. «Varios varones con una mujer que en ningún momento mantiene una conducta activa. No hay una sonrisa, ni una mirada, ni una sola palabra. Eso es lo que se ve: Una mujer de rodillas, con cinco hombres rodeándole».

Miguel del Arco responde a las preguntas de La Esfera en una segunda sesión de trabajo, este martes. Por la mañana, los medios hablan de una nueva manada en Alicante. Otro grupo de chicos que drojaron y violaron a una joven en Nochevieja. Ninguno supera los 25 años. Son noticias, como la de la violación y asesinato de Laura Luelmo, que se suceden en los periódicos como un torrente que nadie logra contener. Por eso, el director está tan seguro de haber hecho una función «necesaria», quiere «denunciar la cultura de la violación» que existe en nuestro país y de la que este caso es una ejemplo perfecta. «Hay un antes y un después de este caso, que va a crear jurisprudencia. Pero es que es algo muy habitual, ¿no te acuerdas de ese que tenía a una chica inconsciente en un párking y decía a los que pasaban: 'Venid aquí que hay barra libre'?».

Precisamente, durante el ensayo, cuando se presentan los hechos, lo más devastador es presenciar cómo esos chicos, con tanto gracejo, simpáticos, vacilones, son capaces de abusar de una chica sin sentir un atisbo de culpa. Para el grupo, todo forma parte de la juerga. Resulta escalofriante la siniestra interpretación de Fiesta, de Rafaella Carrá, con palmas flamencas, que se marcan.

«Ellos no creen que cometieran una atrocidad. Eso es lo peor de todo», explica Hervás, «piensan que tuvieron sesso con una chica y que no fueron muy cuidadosos. Por supuesto, en absoluto creen que cometieran un delito y tampoco, y esa es la zona que a mí más me interesa indagar, que estuvieran humillando a un ser humano, que lo estuvieran tratando como un objeto. Aquí está el problema y donde nos tenemos que meter para sanear la sociedad».

«La mujer, a día de hoy», prosigue Hervás, «incluso cuando opinamos de nosotras mismas, todavía permitimos que se nos trate como un objeto. Porque ha sido así históricamente durante mucho tiempo y porque salir de ahí requiere de mucho tiempo, compromiso, amor y una alianza con el hombre. Estoy harta de ver a las feministas enervadas gritando contra los hombres. Esto es algo que tenemos que hacer todos juntos».

En ese sentido, del Arco cree que está muy bien que la función la ha haya dirigido, precisamente, un varón. «Creo que es una obligación de los hombres, ser conscientes de que esta sociedad no puede ser justa sin que sea igualitaria. Y eso no depende de cómo rasquen ellas ese ascenso, sino de que nosotros seamos consientes de que tiene que hacerse con nuestra colaboración».

Hace apenas una semana, el 3 de enero los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, por dos votos contra uno, decidieron que los miembros de la manada sigan en libertad provisional. Al director le causa cierta repulsión ver cómo han regresado a su vida como si no hubiera pasado nada, la soberbia con la que se muestran ante las cámaras. «Hay mucha anormalidad en esa normalidad. Mi imagen de ellos era terrible y, ahora, es peor porque no han aprendido nada de esto. La carta de Guerrero en la que decía que ojalá la gente supiera lo que es enfrentarse a una falsa acusación, era demoledora. Ellos y su entorno tienen asumido que son inocentes. Guerrero dejó embarazada a su novia en un vis a vis. Sabiendo lo que había hecho su novio, que se había metido con cuatro en un portal a tirarse a una tía y luego le había robado el móvil, ¿cómo vas a la guandoca a que te deje preñada? Dan ganas de decir, pero ¿qué haces hija? Eso no puede ser amor, es otra cosa. Es el caldo de cultivo para que pasen cosas horribles».


Y, pese a todo esto, Hervás considera que de alguna forma los miembros de La Manada también son víctimas. «Estas criaturas, porque no dejo de ver el niño que hay en ellos, también son víctimas de lo social. Porque es una enfermedad que está en la sociedad. No es algo exclusivo de estos cinco chavales. Está incluso en nuestros familiares, en personas a las que queremos y respetamos. En frases que les escuchas, miradas, actitudes...».

El director confiesa que el trabajo de ensayos ha supuesto un «viajazo» para él mismo, que le ha llevado a detectar los tics que una educación machista le han dejado. «Yo, que me considero un tipo progresista y feminista, había momentos que pensaba: "Pero y esta chica por qué se besó con uno, por qué se fue con cinco tíos que no conocía". Entonces, me dije: "A ver, chato, ¿tú nunca has estado borracho? ¿Tú nunca te has levantado de una cama y has dicho: 'Ay, Dios Mío, qué es esto que me acabo de amar'? ¿No me ha pasado que, estando en una cama, me he querido ir y me han cogido de la muñeca?'. Pero yo mido 1,83. Entonces, esta chica, borracha, de noche, con cinco maromos que la meten en un portal, con las alertas bajas que produce el alcohol... ¿cómo iba a salir de ahí?».

Otro hecho terriblemente perverso que flota entorno a esta función es que lo que se muestra es una fantasía sensual para muchas personas. La web pronográfica Xhamster advirtió, tras el juicio, que centenares de españoles buscaron el vídeo en su página. «Por un lado está la fantasía, que yo no creo que se deba cercenar», explica Hervás, «El funcionamiento irracional que está en nuestras psiques va solo, no puedes hacer nada. Luego ya la cultura nos organiza. Pero el prono está haciendo flaco favor a la sexualidad en nuestra cultura y a la mujer. Ahora, los niños ven lo que creen que es el sesso, pero no. Lo que ven es prono. Si empiezas con 12 años, cuando tienes tu primera experiencia sensual, con 15 o 18, los que sean, ya quieres poner la chica a cuatro patas, que te la chupe... y que vengan luego cuatro amigos. Es una barbaridad a donde nos lleva esto».

Del Arco ha encargado una guía pedagógica al dramaturgo y docente Nando J. López. Su intención es que los institutos puedan ver Jauría. «La gente está muy asustada, pero hemos organizado un pase para varios profesores porque creo que es necesario cambiar la perspectiva desde que son niños».

A un par de semanas del estreno de Jauría en Avilés, el director asegura haber solventado muchas de las dudas que tenía con el montaje. «Creo que la función es inapelable». Tan sólo le desasosegaba poder añadir angustia a la protagonista de la historia, una chica que trata de rehacer su vida mientras ve cada día en televisión a los hombres que abusaron de ella en la calle. «Pensé mucho en eso. Le escribí una carta que le hicimos llegar a través de su abogado. Quería decirle que recogíamos el espíritu de la carta que envió a los medios, en la que decía que, si contar su historia servía para que esto no volviera a suceder bienvenido era»



Hervás no ha querido acercarse a ella. «No creo que tenga el derecho de hacerlo. Ni como ciudadana ni como actriz. La he visto en internet, porque por desgracia es fácil encontrarla si la buscas. Aún así no intento parecerme a ella. La palabra es muy poderosa y en el momento en el que la pones en boca ya te da un personaje. Sus palabras me han hecho encontrar quién es ella».

La actriz espera que, si llega a ver la función, «le ayude a sanar su herida, porque el teatro tiene ese poder. Cuando decimos que la cultura es importante, no se trata de una cosa snob, de que hay que saber ciertas cosas, no. Es porque te ayuda a comprender ideas desde la carne. Hay algo físico, no sólo intelectual. Tú y yo podemos discutir durante horas sobre La Manada, pero esa charla no te va a calar de la misma forma que si lo ves en un escenario. Porque te van a vibrar cosas que no entiendes desde la cabeza, sino desde el corazón. Eso es el teatro».
 
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