La islamización de Francia: cada dos semanas abre una mezquita y pierde una iglesia

Israel Gracia

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'SI SEGUIMOS ASÍ, LO PERDEREMOS TODO'
Carlos Esteban02 junio 2022
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Gran mezquita de París (Francia). Reuters
La final de la Champions en Saint-Denis fue para muchos la caída del caballo, el momento de advertir sin posibilidad de apartar la mirada de lo que le espera a Europa como consecuencia de una política migratoria absolutamente suicida. Y, como contamos en nuestro último artículo, afectó a eximios y fervorosos partidarios de la globalización como el empresario tecnológico Martín Varsavsky, que estuvo presente en la caótica ocasión y dejó testimonio en la red social Twitter.
Naturalmente, sería demasiado pedir que el empresario fuera a renegar de sus posturas globalistas de ayer para hoy, pero es significativo hasta qué punto le ha abierto los ojos sufrir en carne propia las consecuencias de las políticas que defiende, tanto como para volver a Twitter y hacer referencia a un artículo aparecido en la agencia católica americana CNA, introduciéndolo con este dato: «En Francia se pierde una iglesia cada dos semanas y abre una mezquita cada dos semanas».
No es un dato meramente «religioso», aunque lo haya anunciado Edouard de Lamaze, presidente del Observatorio del Patrimonio Religioso de París. La religión cristiana ha creado Occidente, especialmente Europa, con independencia de que se crea o no en ella; es el humus de nuestra civilización, y su sustitución por el Islam supondría inevitablemente un cambio radical en nuestra concepción del mundo, con profundas consecuencias en todo lo demás, desde el papel de la mujer a las leyes y el propio paisaje urbano.
En Francia resulta especialmente significativo, porque el país es oficialmente «la hija mayor de la Iglesia», el primero de los países europeos en declararse cristiano con el rey Clodoveo.
La voz de alarma que da Lamaze se produce tras una extraña e inexplicada oleada de incendios de templos católicos que se inauguró en 2019 con el fuego que destruyó, con un simbolismo terrorífico, buena parte del tejado de Nuestra Señora de París. Según Lamaze, dos tercios de esos incendios son provocados.
«Aunque los monumentos católicos aún están por delante, se erige una mezquita cada 15 días en Francia, mientras que un edificio cristiano se destruye al mismo ritmo», dijo Lamaze. «Crea un punto de inflexión en el territorio que debe tenerse en cuenta». Lamaze cree que, en promedio, más de dos monumentos cristianos son atacados todos los días. Dos tercios de estos incidentes se refieren a robos, mientras que el tercio restante implica profanación.
Según las cifras más recientes de la unidad central de inteligencia criminal de Francia, solo en 2018 se registraron 877 ataques a lugares de culto católicos en todo el país, informa CNA. «Estas cifras se han quintuplicado en solo 10 años», asegura Lamaze, quien añade que 129 iglesias fueron destruidas en 2008.
«A principios de la década de 1970, el escritor y periodista Michel de Saint Pierre publicó un libro titulado ‘Églises en ruine, Eglise en péril’ [‘Iglesias en ruinas, Iglesia en peligro’], en el que ya daba la voz de alarma. Pero la situación se ha multiplicado por diez, o incluso por cien, desde entonces».
Lamaze explica que solo 15.000 sitios católicos están oficialmente protegidos como monumentos históricos, mientras que los otros 30.000 edificios están prácticamente en ruinas.
Aunque las catedrales francesas gozan de un estatus especial y son propiedad del Estado, no se han librado de la ola de incendios que han afectado a los lugares católicos en los últimos años. El incendio en Notre-Dame de París en 2019 fue precedido por un incendio en la Catedral Saint-Alain de Lavaur en Tarn, en el sur de Francia, y seguido por incendios en las catedrales de Rennes y Nantes en 2020.
«El actual ministro de Cultura está buscando establecer una carta de protección, pero la situación es extremadamente grave y, lamentablemente, no veo que crezca una conciencia real, ni un sentido de responsabilidad frente a este desafío crucial para nuestro patrimonio nacional», declaró Lamaze. «De hecho, más allá del aspecto religioso, es la cultura de nuestro país lo que está en juego aquí, ya que estas joyas del arte y la arquitectura son parte integral del espíritu y la grandeza de Francia. Y si seguimos así, un día nuestro patrimonio será completamente destruido. Lo perderemos todo».
 
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