Excelente y valiente artículo.
Es largo os pego el comienzo
Una amiga, muy progresista y del mundo de la cultura, donde parecer la leche de progresista es más importante que serlo, soltó una bomba. Hablábamos de volver a casa borrachos porque estábamos borrachos y era hora de volver a casa. Uno le preguntó si le daba miedo ir sola. Yo creo que intentaba acompañarla a casa, pero no se atrevía a plantearlo abiertamente. Pues bien: ella estaba lo bastante borracha para responder, cogiendo por sorpresa a todo Cristo, que lo que le da miedo es cruzarse por el Raval con la típica pandilla de "jovenlandeses jóvenes".
Las caras, ¡graba las caras! Contorsiones faciales, rictus estirado, miradas a la puerta: óleo sobre lienzo. Como en El ángel exterminador, ahora nadie sabía cómo salir de la situación. Ella se dio cuenta, titubeó y empezó a disculparse: "¡me siento fatal, la verdad!" Nos explicó que, en su opinión, quizás le han comido el coco los que manejan el miedo, los fascistas. "Igual la ultraderecha nos está metiendo miedos artificiales en la cabeza", dijo "pero el caso es que me acojono a veces". El resto se quedó entonces más tranquilo con eso. No sé si el tipo la acompañó a casa.
Semanas atrás, unos amigos (votantes arquetípicos de Sumar) habían confesado que matricularon a su hijo en un colegio y no otro porque en el primero había "demasiada inmi gración, y claro…" Y días después, en el Gabinete de Julia Otero, se me ocurrió decir que la inmi gración es un problema. Estábamos hablando como de costumbre del auge de la ultraderecha. Yo dije que cuanto antes aborden este problema todas las opciones políticas y presenten soluciones alternativas a las del nacionalismo, antes se frenará el crecimiento de ciertos partidos.
Es largo os pego el comienzo
Una amiga, muy progresista y del mundo de la cultura, donde parecer la leche de progresista es más importante que serlo, soltó una bomba. Hablábamos de volver a casa borrachos porque estábamos borrachos y era hora de volver a casa. Uno le preguntó si le daba miedo ir sola. Yo creo que intentaba acompañarla a casa, pero no se atrevía a plantearlo abiertamente. Pues bien: ella estaba lo bastante borracha para responder, cogiendo por sorpresa a todo Cristo, que lo que le da miedo es cruzarse por el Raval con la típica pandilla de "jovenlandeses jóvenes".
Las caras, ¡graba las caras! Contorsiones faciales, rictus estirado, miradas a la puerta: óleo sobre lienzo. Como en El ángel exterminador, ahora nadie sabía cómo salir de la situación. Ella se dio cuenta, titubeó y empezó a disculparse: "¡me siento fatal, la verdad!" Nos explicó que, en su opinión, quizás le han comido el coco los que manejan el miedo, los fascistas. "Igual la ultraderecha nos está metiendo miedos artificiales en la cabeza", dijo "pero el caso es que me acojono a veces". El resto se quedó entonces más tranquilo con eso. No sé si el tipo la acompañó a casa.
Semanas atrás, unos amigos (votantes arquetípicos de Sumar) habían confesado que matricularon a su hijo en un colegio y no otro porque en el primero había "demasiada inmi gración, y claro…" Y días después, en el Gabinete de Julia Otero, se me ocurrió decir que la inmi gración es un problema. Estábamos hablando como de costumbre del auge de la ultraderecha. Yo dije que cuanto antes aborden este problema todas las opciones políticas y presenten soluciones alternativas a las del nacionalismo, antes se frenará el crecimiento de ciertos partidos.
La inmigración es un problema, no tengas miedo de admitirlo
El derecho a migrar para buscar una vida mejor me parece inalterable, siempre que no quede por encima del derecho de una persona a vivir en su barrio con normalidad
www.elconfidencial.com