unoquepasa
Madmaxista
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En 10 días una operación con objetivos militares confusos, un riesgo enorme y un desarrollo incierto en territorio hostil le está dando la vuelta a la guerra. Aunque la estrategia, milimétrica hasta ahora, pertenece al equipo del general Olexander Syrsky y al jefe del servicio secreto ucraniano, Kirilo Budanov, la idea viene de más arriba: Volodimir Zelenski. En su apuesta más audaz, el presidente aprovechó su buena relación con Syrsky para plantearle una ofensiva out of the box, como dicen los británicos, totalmente fuera de cualquier plan esperado por Rusia. Tras meses de silencio y preparación, llegó un golpe que Rusia aún no ha sido capaz de detener.
En la historia militar, lo más parecido a esto quizá sea la llamada «incursión Doolittle». Tras el devastador bombardeo japonés de Pearl Harbor y una serie de derrotas encadenadas por Estados Unidos en el Pacífico, en Washington necesitaban una victoria que levantara una jovenlandesal que se resentía. El propio presidente Roosevelt compró la idea del oficial de submarinos Francis S. Low para embarcar bombarderos en un portaaviones, algo no visto antes, y lanzarlos sobre Tokio aunque eso supusiera la pérdida de los aparatos y de los pilotos. La misión fue encomendada al teniente coronel James H. Doolittle.
Una daga sobre Tokio
El 18 de abril de 1942, 16 aparatos lanzaron sus bombas sobre cinco ciudades japonesas, incluyendo las cercanías del propio palacio del emperador Hirohito. Con sólo 16 aviones, los objetivos militares eran secundarios. Pero la incursión tuvo un fuerte impacto psicológico. Fue como clavar una daga en el corazón del régimen nipón, mientras que para EEUU supuso un primer paso sobre el que edificar una victoria. Todos los aviones se perdieron al aterrizar en China o en la URSS. De los 80 hombres, murieron o fueron hechos prisioneros 16 de ellos. Unas pérdidas escasas para la magnitud del golpe propinado.
En el caso de Ucrania, su incursión Doolittle lleva ya 10 días de avances en territorio enemigo. El tercer día, el jefe del estado mayor ruso, Valery Gerásimov, aseguró ante un contrariado pilinguin que habían detenido la incursión y que habían destruido a los ucranianos. Una semana después de aquello, la brecha ya es de más de 1.150 kilómetros cuadrados y 85 kilómetros de ancho y los avances dejan humillantes rendiciones de cientos de prisioneros, compañías enteras de adolescentes rusos sin armas pesadas que levantan las manos sin luchar ante un puñado de sorprendidos militares ucranianos que lo filman todo. Si esto es lo que Rusia piensa enviar para echar a las tropas de Kiev, no parece estar funcionando.
La analista militar Patricia Marins asegura que Rusia «necesitará al menos 50.000 soldados y de uno a tres meses para expulsar a los ucranianos de su territorio». ¡Para el Instituto de Estudio de la Guerra, «Las debilidades del Kremlin incluyen su incapacidad para pivotar rápidamente, la dependencia de otros para que Rusia pueda sostener la guerra y años de acumulación de riesgos que el presidente ruso, Vladimir pilinguin, aún no ha podido afrontar».
Desatasco
Si la guerra estaba atascada y los avances se habían limitado a penosos y sangrientos 100 metros al día en villorrios destruidos como Avdivka, Toresk o Niu York, ¿cómo es posible que ahora se produzca un avance tan rápido? La región del Donbás lleva en guerra desde 2014. Su frente está lleno de búnkers, capas de trincheras, fortificaciones y puntos de observación, pero en esta frontera no había nada de eso. Los ucranianos lo sabían, pero ellos mismos se sorprendieron de no encontrar un segundo escalón de defensas. Había sido presupuestado por las autoridades rusas, pero jamás se hizo.
Ucrania ayer alcanzó las 82 poblaciones conquistadas (se unen Myrne, Bondarivka y Mykhailivka), casi todas ellas con unidades pequeñas y muy móviles, capaces de aparecer entre las compañías rusas y tras las líneas enemigas. El pánico de verse cercados hace que muchos defensores se entreguen sin luchar. En una de las cuñas de penetración, los rusos ordenaron la evacuación de Glushkovo. Se trata de la primera de una cadena de cuatro poblaciones que dependen de un puente. Ese puente está siendo bombardeado por Ucrania. Si consiguen derribarlo, sus guarniciones quedarán aisladas y, por tanto, incapaces de recibir munición, gasolina o comida. No es la única zona con tropas de la Z al borde del embolsamiento.
No funciona la comunicación por Starlink y nadie quiere usar tarjetas SIM de compañías rusas, así que los ucranianos han vuelto a la radio, una solución de la vieja escuela que requiere de una encriptación en código para que el enemigo no entienda los mensajes. Además, los cazas ucranianos operan en la zona sin derribos, señal de que la aviación rusa no puede acercarse, quizá por la presencia, según dicen algunas fuentes, de una batería Patriot que crea un paraguas antiaéreo en toda la zona.
El hecho de que Kiev tenga ya una decena de cazas F16 también ha creado un efecto disuasor en el enemigo. En este caso, nadie ha visto un F16 sobre Kursk, pero quizá no haga falta ni que despeguen.
https://www.elmundo.es/internacional/20 ... b4578.html
En la historia militar, lo más parecido a esto quizá sea la llamada «incursión Doolittle». Tras el devastador bombardeo japonés de Pearl Harbor y una serie de derrotas encadenadas por Estados Unidos en el Pacífico, en Washington necesitaban una victoria que levantara una jovenlandesal que se resentía. El propio presidente Roosevelt compró la idea del oficial de submarinos Francis S. Low para embarcar bombarderos en un portaaviones, algo no visto antes, y lanzarlos sobre Tokio aunque eso supusiera la pérdida de los aparatos y de los pilotos. La misión fue encomendada al teniente coronel James H. Doolittle.
Una daga sobre Tokio
El 18 de abril de 1942, 16 aparatos lanzaron sus bombas sobre cinco ciudades japonesas, incluyendo las cercanías del propio palacio del emperador Hirohito. Con sólo 16 aviones, los objetivos militares eran secundarios. Pero la incursión tuvo un fuerte impacto psicológico. Fue como clavar una daga en el corazón del régimen nipón, mientras que para EEUU supuso un primer paso sobre el que edificar una victoria. Todos los aviones se perdieron al aterrizar en China o en la URSS. De los 80 hombres, murieron o fueron hechos prisioneros 16 de ellos. Unas pérdidas escasas para la magnitud del golpe propinado.
En el caso de Ucrania, su incursión Doolittle lleva ya 10 días de avances en territorio enemigo. El tercer día, el jefe del estado mayor ruso, Valery Gerásimov, aseguró ante un contrariado pilinguin que habían detenido la incursión y que habían destruido a los ucranianos. Una semana después de aquello, la brecha ya es de más de 1.150 kilómetros cuadrados y 85 kilómetros de ancho y los avances dejan humillantes rendiciones de cientos de prisioneros, compañías enteras de adolescentes rusos sin armas pesadas que levantan las manos sin luchar ante un puñado de sorprendidos militares ucranianos que lo filman todo. Si esto es lo que Rusia piensa enviar para echar a las tropas de Kiev, no parece estar funcionando.
La analista militar Patricia Marins asegura que Rusia «necesitará al menos 50.000 soldados y de uno a tres meses para expulsar a los ucranianos de su territorio». ¡Para el Instituto de Estudio de la Guerra, «Las debilidades del Kremlin incluyen su incapacidad para pivotar rápidamente, la dependencia de otros para que Rusia pueda sostener la guerra y años de acumulación de riesgos que el presidente ruso, Vladimir pilinguin, aún no ha podido afrontar».
Desatasco
Si la guerra estaba atascada y los avances se habían limitado a penosos y sangrientos 100 metros al día en villorrios destruidos como Avdivka, Toresk o Niu York, ¿cómo es posible que ahora se produzca un avance tan rápido? La región del Donbás lleva en guerra desde 2014. Su frente está lleno de búnkers, capas de trincheras, fortificaciones y puntos de observación, pero en esta frontera no había nada de eso. Los ucranianos lo sabían, pero ellos mismos se sorprendieron de no encontrar un segundo escalón de defensas. Había sido presupuestado por las autoridades rusas, pero jamás se hizo.
Ucrania ayer alcanzó las 82 poblaciones conquistadas (se unen Myrne, Bondarivka y Mykhailivka), casi todas ellas con unidades pequeñas y muy móviles, capaces de aparecer entre las compañías rusas y tras las líneas enemigas. El pánico de verse cercados hace que muchos defensores se entreguen sin luchar. En una de las cuñas de penetración, los rusos ordenaron la evacuación de Glushkovo. Se trata de la primera de una cadena de cuatro poblaciones que dependen de un puente. Ese puente está siendo bombardeado por Ucrania. Si consiguen derribarlo, sus guarniciones quedarán aisladas y, por tanto, incapaces de recibir munición, gasolina o comida. No es la única zona con tropas de la Z al borde del embolsamiento.
No funciona la comunicación por Starlink y nadie quiere usar tarjetas SIM de compañías rusas, así que los ucranianos han vuelto a la radio, una solución de la vieja escuela que requiere de una encriptación en código para que el enemigo no entienda los mensajes. Además, los cazas ucranianos operan en la zona sin derribos, señal de que la aviación rusa no puede acercarse, quizá por la presencia, según dicen algunas fuentes, de una batería Patriot que crea un paraguas antiaéreo en toda la zona.
El hecho de que Kiev tenga ya una decena de cazas F16 también ha creado un efecto disuasor en el enemigo. En este caso, nadie ha visto un F16 sobre Kursk, pero quizá no haga falta ni que despeguen.
https://www.elmundo.es/internacional/20 ... b4578.html
