La importancia de llamarse Rosa

TYRELL

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Rosa María Díez González, a cuatro años de entrar en el club de los sesentones, no oculta su particular estrategia política. Su orden de prioridades es el que es y la ex europarlamentaria ha dejado claro que prefiere una España azul a reconocer los legítimos derechos de los pueblos encarcelados en el reino borbónico. Nacida en Güeñes, Díez trabajó como telefonista en la Diputación franquista de Vizcaya y se afilió al PSOE y a la UGT en 1977, con el dictador en eterno reposo y sin mayores peligros a la vista. Pronto se dio cuenta de que el centralismo era bastante más rentable que la centralita y se presentó a las elecciones de 1979 resultando elegida diputada foral y, posteriormente, vicepresidenta de las Juntas Generales. En 1986 consiguió dar el salto al Parlamento de la Comunidad Autónoma Vasca, y en 1991, en plena era Ardanza, al Gobierno de Vitoria, en el que fue titular de la Consejería de Comercio, Consumo y Turismo hasta 1998, año en que se presentó para candidata a lehendakari por el PSE-EE, siendo derrotada por Nicolás Redondo Terreros. En sus últimos tiempos en la formación socialdemócrata ejerció como europarlamentaria, aunque, tras volver a ser vencida, esta vez por José Luis Rodríguez Zapatero, en las elecciones internas a la Secretaría General del PSOE celebradas en el año 2000, comenzó a distanciarse de su partido, llegando a ingresar en la plataforma ultraderechista ¡Basta ya!. Finalmente, en septiembre de 2007, lo abandonó definitivamente para crear, con las bendiciones radiofónicas de la Conferencia Episcopal, otro de corte carpetovetónico llamado Unión Progreso y Democracia, del que actualmente es su única diputada en el Congreso.



Joaquina Rosa Aguilar Rivero, por su parte, que cumplió 51 años el día de San Fermín, ingresó en las filas del Partido Comunista de España en 1974, afiliándose a Comisiones Obreras en 1978, sindicato en el que ejerció como abogada tras licenciarse en Derecho en 1980. En 1985, junto a otros conmilitones, montó un bufete especializado en temas matrimoniales, mercantiles y laborales, que abandonó en 1987 después de ser elegida concejala del Ayuntamiento de su Córdoba natal por la coalición electoral Izquierda Unida, creada un año antes por la mayoría de los partidos integrados en la fracasada Plataforma Cívica por la salida de España de la OTAN, de los que, a día de hoy, sólo permanece el PCE. Desde entonces, Aguilar Rivero ha estado en el candelero político por ser parlamentaria andaluza (1990-1993) y diputada en el Congreso (1993-2000), pero, sobre todo, por ser, gracias al apoyo del PSOE, al que tanto debe, alcaldesa de Córdoba desde 1999. Sus inmejorables relaciones con el mundo de la socialdemocracia le ha proporcionado sabrosonas canonjías como, por ejemplo, su pluriempleo en la Cadena Ser del grupo Prisa. Miembro del Consejo Político Federal, de la Presidencia Federal y de la Ejecutiva de Izquierda Unida, de la que es responsable de relaciones institucionales, hace algunos meses se supo que había sido expulsada del PCE por no pagar las cuotas y que, en las elecciones generales del 9 de marzo, había dado su voto a la candidata del PSOE al Senado Maribel Flores. Nada extraño en quien asistió a la boda de los príncipes de Asturias luciendo un exclusivo y caro modelito de Elio Berhanyer. Por cierto, su regalo áulico consistió en un guadamecí omeya -elaborado con hilos de oro y plata- que pagaron a balcón todos los cordobeses, hombres y mujeres, monárquicos, republicanos y mediopensionistas.



Dos mujeres públicas, dos profesionales, dos Rosas de España, dos triunfadoras políticas y mediáticas que, aunque a mí me inspiran auténtico repelús, cotizan al alza. Sus discursos han calado en buena parte de la población, aunque, bien pensado, el dato no es significativo si tenemos en cuenta aquella humorada que nos animaba a incluir la coprofagia en nuestra dieta porque un millón de moscas no pueden estar equivocadas.
 
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Corregidme si me equivoco, pero ¿no estaba esta chica más a gusto en el parlamento europeo cobrando una pasta y sin hacer prácticamente nada? A mí eso de dejarse el curro e intentarlo por cuenta propia con unas posibilidades ínfimas no me casa con el perfil de una oportunista.

Cuiden sus articulaciones.
 
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