rush81
Madmaxista
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La Iglesia Católica alemana desaconseja el voto a la extrema derecha
Ha hecho este llamamiento a los trece millones de alemanes que elegirán a sus representantes en parlamentos regionales, ante el temor del ascenso del partido de extrema derecha y xenófobo Alternativa para Alemania (AfD)
Cerca de trece millones de alemanes están llamados hoy a las urnas para elegir a sus representantes en los parlamentos regionales (Bundesländer) de los estados federados de Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt, donde los colegios electorales han abierto sus puertas a las ocho de la mañana, hora peninsular española.
Los comicios son considerados como un examen a la gran coalición de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) vigente en Alemania desde finales de 2013 y a la gestión de la crisis de los refugiados por parte de la canciller, Angela Merkel, foco de las críticas en los últimos meses. Pero también están caracterizados por el temor de que el partido de extrema derecha y xenófobo alemán Alternativa para Alemania (AfD), quede hoy como tercera o incluso segunda fuerza política en alguno de los tres Bundesländer que celebran elecciones regionales
Este partido ha tratado de abanderar el voto cristiano, alzándose en defensa de valores como la familia y contraponiendo la cultura islámica a la nacional cristiana. El presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Reihard Marx, advierte hoy sin embargo que «los cristianos no pueden votar por el repruebo», en una entrevista que publica en jornada electoral el diario conservador Frankfurter Allgemeine.
«Un cristiano no puede dar su voto a nadie que propague el repruebo o que predique el racismo», afirma el Cardenal Marx, «no puede respaldar esquemas políticos o sociales excluyentes». Marx lamenta además que el debate político «se haya vuelto tan desinhibido», en referencia a las manifestaciones en los centros de varias importantes ciudades alemanas en las que se han exhibido símbolos del Tercer Reich y en las que se ha gritado sin complejos «¡Heil Hitler!», como ha sucedido esta misma semana en Leipzig.
Marx aborda también la brecha abierta entre la política de refugiados de Merkel y las posiciones surgidas desde sus propias filas, muy especialmente se refiere a declaraciones de miembros de la Unión Socialcristiana (CS), el partido hermano bávaro, de las que dice que son «cuando menos irritantes». El arzobispo de Múnich, capital de Baviera, rebate las posiciones de la CSU, explica que poner límites a la entrada de refugiados que defiende la CSU «no es una solución al problema» y sugiere que «yo preferiría que en una situación tan complicada como esta, el gobierno actuase desde la unidad y desde la confianza en el otro».
Marx se refiere también la a reciente dimisión de un sacerdote alemán de origen congoleño que se ha visto obligado a abandonar su parroquia de Zorneding, en Baviera, tras recibir reiteradas amenazas de fin a causa de su raza. «Como obispo he debido respetar su decisión, aunque lamento su marcha», dice. Reconoce que la convivencia en la parroquia había tomado un camino sin salida y que, a pesar de que se entablaron conversaciones, finalmente se optó por evitar males mayores.
Marx responde así a la creciente presencia de violencia racista en las calles de Alemania, que posiblemente se traduzca hoy en un ascenso en las urnas de AfD, el partido que aglutina un voto de protesta y descontento social al que se suman, no sin cierto oportunismo, otras corrientes políticas de tintes racistas. Su presencia se ha hecho sentir ya en el centro gubernamental de Berlín, donde ayer unos 3.000 ultras gritaron frente a la Cancillería de Merkel contra el fin de la política de asilo, que garantiza la Constitución alemana, además de insultos personales contra Angela Merkel. En sus pancartas, profusamente rodeadas de banderas alemanas, podía leerse como principal mensaje: «extranjeros fuera».
Ha hecho este llamamiento a los trece millones de alemanes que elegirán a sus representantes en parlamentos regionales, ante el temor del ascenso del partido de extrema derecha y xenófobo Alternativa para Alemania (AfD)
Cerca de trece millones de alemanes están llamados hoy a las urnas para elegir a sus representantes en los parlamentos regionales (Bundesländer) de los estados federados de Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt, donde los colegios electorales han abierto sus puertas a las ocho de la mañana, hora peninsular española.
Los comicios son considerados como un examen a la gran coalición de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) vigente en Alemania desde finales de 2013 y a la gestión de la crisis de los refugiados por parte de la canciller, Angela Merkel, foco de las críticas en los últimos meses. Pero también están caracterizados por el temor de que el partido de extrema derecha y xenófobo alemán Alternativa para Alemania (AfD), quede hoy como tercera o incluso segunda fuerza política en alguno de los tres Bundesländer que celebran elecciones regionales
Este partido ha tratado de abanderar el voto cristiano, alzándose en defensa de valores como la familia y contraponiendo la cultura islámica a la nacional cristiana. El presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Reihard Marx, advierte hoy sin embargo que «los cristianos no pueden votar por el repruebo», en una entrevista que publica en jornada electoral el diario conservador Frankfurter Allgemeine.
«Un cristiano no puede dar su voto a nadie que propague el repruebo o que predique el racismo», afirma el Cardenal Marx, «no puede respaldar esquemas políticos o sociales excluyentes». Marx lamenta además que el debate político «se haya vuelto tan desinhibido», en referencia a las manifestaciones en los centros de varias importantes ciudades alemanas en las que se han exhibido símbolos del Tercer Reich y en las que se ha gritado sin complejos «¡Heil Hitler!», como ha sucedido esta misma semana en Leipzig.
Marx aborda también la brecha abierta entre la política de refugiados de Merkel y las posiciones surgidas desde sus propias filas, muy especialmente se refiere a declaraciones de miembros de la Unión Socialcristiana (CS), el partido hermano bávaro, de las que dice que son «cuando menos irritantes». El arzobispo de Múnich, capital de Baviera, rebate las posiciones de la CSU, explica que poner límites a la entrada de refugiados que defiende la CSU «no es una solución al problema» y sugiere que «yo preferiría que en una situación tan complicada como esta, el gobierno actuase desde la unidad y desde la confianza en el otro».
Marx se refiere también la a reciente dimisión de un sacerdote alemán de origen congoleño que se ha visto obligado a abandonar su parroquia de Zorneding, en Baviera, tras recibir reiteradas amenazas de fin a causa de su raza. «Como obispo he debido respetar su decisión, aunque lamento su marcha», dice. Reconoce que la convivencia en la parroquia había tomado un camino sin salida y que, a pesar de que se entablaron conversaciones, finalmente se optó por evitar males mayores.
Marx responde así a la creciente presencia de violencia racista en las calles de Alemania, que posiblemente se traduzca hoy en un ascenso en las urnas de AfD, el partido que aglutina un voto de protesta y descontento social al que se suman, no sin cierto oportunismo, otras corrientes políticas de tintes racistas. Su presencia se ha hecho sentir ya en el centro gubernamental de Berlín, donde ayer unos 3.000 ultras gritaron frente a la Cancillería de Merkel contra el fin de la política de asilo, que garantiza la Constitución alemana, además de insultos personales contra Angela Merkel. En sus pancartas, profusamente rodeadas de banderas alemanas, podía leerse como principal mensaje: «extranjeros fuera».