Delaney20
Madmaxista
- Desde
- 5 Ago 2013
- Mensajes
- 1.210
- Reputación
- 7.040
El video, para los que sepan inglés:
Hoy estoy aquí para "celebrar la diversidad." Estoy totalmente por ello. Creo que el mundo necesita mucha más: diversidad étnica, diversidad religiosa, diversidad cultural. Diversidad auténtica viva y pujante en el presente. No estancados, reciclados, esterilizados artefactos del pasado. Otras personas dicen que quieren "celebrar la diversidad", pero demasiado a menudo sólo están repitiendo consignas que les hacen sentir bien, y que en última instancia, facilitan entidades y patrones de pensamiento que únicamente pueden destruir la "diversidad".
Hace unos años, pasaba por delante de un televisor y estaban emitiendo la Copa del Mundo de Fútbol. Antes de que empezara el partido, los dos equipos salieron corriendo al campo. Jugadores neցros, blancos, pardoes, gente de izquierdas y amarillos acabaron reunidos juntos en el centro y ambos equipos sostuvieron una pancarta gigante que decía: "DI NO AL RACISMO".
Pero, en lo que reparé de inmediato, es que en esos dos equipos de diferentes colores, de diferentes naciones, todos llevaban uniformes Nike. Y esa precisa imagen captura para mí tanto el interés que los comerciantes y corporaciones globales tienen en la promoción de lo que llamamos "diversidad", como la medida en que a esa "diversidad" se le permite ser significativa.
Un grupo de atletas compitiendo vestidos con uniformes hechos por la misma compañía, promocionando el fin de las barreras raciales, demuestra la capacidad de la marca global de trascender y socavar raza, tribu, cultura y nación. Podéis ser neցros, blancos, pardoes, gente de izquierdas o amarillos. Podéis ser de diferentes países, y podéis competir unos contra otros, pero no importa quién gane, Nike gana.
Esa imagen de todos los jugadores allí con los mismos logotipos en sus uniformes me recordó un clásico anuncio de Coca-Cola; ese en que personas de toda raza y nacionalidad cantan en perfecta armonía sobre una bebida azucarada que hace que te vuelvas rellenito y te provoca diabetes. Ese anuncio fue hecho en 1971, tres años antes de que yo naciera.
La gente culpa a los académicos comunistoides, a los maestros de escuela hippies, a los políticos progresistas y sus cómplices izquierdistas en los medios de comunicación del desarraigo de los europeos y eurodescendientes. . . y (añado yo) del desarraigo de casi todos los demás, también. Pero tengo por costumbre dudar de los talentos conspirativos de hippies y académicos e incluso de los de los políticos, aunque todos ellos tengan sus momentos. Siempre parece más plausible para mí confiar en la debilidad, la ineptitud, la dejadez, el egoísmo, la miopía y la avaricia humanas a la hora de obtener una explicación de los asuntos humanos del día a día.
He trabajado para pequeñas empresas y para grandes corporaciones, y una ideología buenista, "démonos las manos todo el mundo" sirve muy a menudo como una fácil racionalización personal para tomar el camino de menor resistencia, para mejorar un balance o justificar el próximo aumento de sueldo. Las pequeñas empresas contratan a pagapensiones ilegales para poder hacer más dinero. Las grandes empresas tienen políticas contra la discriminación para evitar la responsabilidad penal, pero tal vez más importante aún, porque sus intereses están en todas partes, y sus clientes son todo el mundo.
Las grandes corporaciones no tienen interés en alienar a potenciales clientes. Ellos no sirven a nadie, porque sirven a todo el mundo. Al igual que Nike, las empresas quieren jugar en todos los equipos. Ellos no ven "nosotros" y "ellos". Las empresas ven mercados existentes y mercados emergentes. Por supuesto, hippies, comunistas, maestros, periodistas, activistas y políticos progresistas pueden haber dado un empujón a lo que llamamos "multiculturalismo", y siguen siendo sus mejores partidarios a la hora de hacer sentadas y sostener carteles, pero la idea funciona, se propaga, es viable, porque en última instancia, es rentable.
Una lealtad, de cualquier tipo, necesariamente limita tus opciones. No ser leal a nadie te hace flexible y abre tus opciones. Te conviertes en un mercenario, y lo mismo ocurre con todos los demás. Una vez que se ha alcanzado un punto de inflexión y no hay elemento disuasorio social o legal a la deslealtad, se hace más rentable para todo el mundo en todos los niveles abandonar la lealtad en favor de la oportunidad. "Discriminación" entonces, se convierte en la única palabra sucia. La discriminación en este sentido (que no es sino el producto de la lealtad a un grupo), se convierte en un tabú, no porque sea algo malvado de modo innato, sino porque es simplemente no-rentable.
Predicar contra la discriminación se convierte en rentable, no importa lo que los hombres realmente crean sobre sí mismos u otras personas, ya que sin lealtad a un grupo todo el mundo es un agente libre, un auto-vendedor sin ningún otro medio de apoyo; un solitario que no puede permitirse el lujo de alienar a nadie que pudiera algún día convertirse en un empleador o un cliente. Casi todas las personas participan de buen grado (por su propio beneficio inmediato o conveniencia personal) en la erosión de sus propias fronteras culturales y étnicas, sus conexiones e identidades. A cambio, se convierten en parte de la "economía global".
Pero a medida que se ponen sus chaquetas Nike y se convierten en "ciudadanos del mundo", sus culturas mueren o se convierten en comercializadas caricaturas de sí mismos: un traje típico, una danza folclórica, un carrito de comida.
Lo que llamamos "multiculturalismo" no es tanto un reconocimiento de separación, singularidad o independencia, como es una invitación a dejar de lado las lealtades y rivalidades antiguas, mientras se mantienen algunos elementos superficiales de la vieja identidad, para ayudar a facilitar la tras*ición hacia la nueva cultura comercial mundial.
Estaba cenando en un restaurante italiano hace un par de semanas en una mesa junto a una familia de segunda y tercera generación de mexicanos. Todos los hombres de la mesa estaban hablando de la misma cosa. ¿Sabéis de lo que estaban hablando? De Marketing multinivel. Amway. Advocare. Todos estaban debatiendo apasionadamente estrategias de marketing y planes de negocios, discutiendo sobre la mejor manera de vender más productos a amigos y vecinos. Uno de ellos dijo a su hermano o primo:
Y me dije a mí mismo: "Desde luego que ya son estadounidenses ahora."
Sus abuelos pueden haber sido diferentes. Puede ser que ellos hubieran tenido una cultura diferente alguna vez. Pero estos chicos no eran diferentes ya. Eran como todos los demás en el restaurante. Tan estadounidenses como Tony Robbins, Joel Osteen, las gemelas Olsen, y PT Barnum.
Como he dicho antes, no soy proclive a utilizar teorías conspirativas para explicar lo que la naturaleza humana ya explica bastante bien. Hay élites y corporaciones con inversiones y clientes por todo el mundo, que apoyan aquello que conduzca al beneficio inmediato que deriva de una mayor fluidez en el mercado global. Muchas decisiones similares son hechas también por propietarios de pequeñas empresas, buscadores de empleo, burócratas de bajo nivel, artistas, y mandos intermedios.
Más que una conspiración, lo que veo en el horizonte me recuerda a "La Nada". Algunos de vosotros puede que seáis demasiado viejos, y otros demasiado jóvenes, pero cualquier persona que haya crecido en la década de 1980 recordará la película La historia interminable. En La historia interminable, un niño adquiere un libro del que se le ha dicho que "no es seguro".
Al ir leyendo, se va viendo envuelto en la historia de un mundo que agoniza. El mundo no está siendo conquistado por algún invasor extranjero. El mundo está simplemente desapareciendo, sucumbiendo a una fuerza conocida como "La Nada". Todas las criaturas, los pueblos, las rocas, los lagos, las montañas y los árboles van desapareciendo.
El héroe descubre que el mundo de fantasía del libro -el mundo que está desapareciendo- es el producto de los sueños humanos, y que "La Nada" es evidencia de que la gente está olvidando sus sueños. Y que el poder detrás de "La Nada" -la misteriosa fuerza que lo mueve- se alegra de que la gente esté perdiendo sus sueños porque las personas sin esperanza, sin sueños, son fáciles de dominar. Eso es lo que le está pasando a la cultura humana, a las diferencias humanas, a la "diversidad".
La gente está olvidando las conexiones con sus ancestros y perdiendo su sentido de pertenencia a grupos humanos. Y en lugar de sustituir las viejas identidades por otras nuevas, como así ha sido a lo largo de la historia humana, se están olvidando de la idea de identidad colectiva. Se están olvidando de la idea de lealtad, de discriminación entre "nosotros" y "ellos".
Para competir en el mecado global por trabajos desechables y bienes desechables, para protegerse de riesgos sociales y financieros, la gente alrededor del mundo están olvidando quienes son.
Está olvidando la diferenciación e individualidad de los grupos que conduce a la realización colectiva y al devenir colectivo que hace posibles auténticas culturas, vibrantes y "diversas". Están siendo asimilados y desaparecen en una masa mundial, un agolpamiento sin fin de humanidad indistinta.
Están poniéndose sus uniformes Nike y bebiendo Coca-Cola y jugando juegos sin sentido como desenraizados agentes libres a cambio de entretenimiento, ganancia, y la emoción sintética de jugar por una tribu temporal. El vacío que queda es "La Nada". Un mundo sin cultura, un mundo sin "diversidad", un mundo definido por el comercio y el consumo que puede producir solamente. . . productos.
Antes de empezar a escribir acerca de la masculinidad, asistía a una escuela de arte. Me encantan la cultura y la belleza y el arte y la pasión que envuelven. Crecí yendo a bibliotecas y desparramando libros de arte antiguo sobre las mesas. Estaba fascinado por todos los diferentes estilos, temas e ideas creadas por diferentes personas, en diferentes momentos, en diferentes lugares, con diferentes tecnologías y diferentes materiales, que hablaban diferentes idiomas y que adoraban a diferentes dioses. Estudié historia del arte y movimientos artísticos, y creo que la cultura, no simples tendencias parpadeantes o trucos de marketing, sino la cultura, es el producto de la identidad, de la diferencia, de la individualidad, de la proximidad, de la ubicación, y en cierta medida, el producto del aislamiento.
Una cultura viva es el zeitgeist de un pueblo cuyos miembros están conectados entre sí y separados, de alguna manera, de todos los demás. El florecimiento cultural es producto del tribalismo humano. Pero el anti tribalismo, el antirracismo, la intercambiabilidad humana, la globalización, el mercantilismo. . . "La Nada". . . crean un ambiente que ya no puede sustentar el crecimiento de nueva cultura.
Muchas lenguas se funden en unas pocas porque es más conveniente para el comercio y la negociación. Las gentes en todo el mundo leen las mismas noticias, entran a las mismas páginas web, escuchan la misma música, y usan las mismas computadoras en diferentes divisiones de las mismas corporaciones. Ven las mismas películas de Hollywood, practican los mismos deportes, compran en las mismas tiendas, usan ropa similar, leen los mismos libros, miran el mismo prono. Todo parece ser reciclado y carente de entusiasmo o pasión, porque es así.
Todo el mundo se convierte a inclusivas y aguadas religiones universalistas inofensivas "new age", o se convierte en su lugar en atomizados, molestos y pesados ateos que quieren que todos crean lo mismo y piensen de la misma manera. Ninguna cultura colectiva puede crecer y prosperar en un ambiente en el cual todos son intercambiables y ninguna distinción -ninguna discriminación- entre "nosotros" y "ellos" es permitida.
Existen subculturas, por supuesto, pero la mayoría de estas son, o se convierten rápidamente, en algo comercializado. No se trata realmente de grupos de personas. Se parecen más a productores y fans. Subculturas musicales, subculturas de juegos, subculturas literarias, subculturas deportivas, subculturas recreativas. Son mini-identidades, identidades desechables, identidades de consumo. Estas consumistas identidades recreacionales, fuerzan a sus miembros a mantener un pie en la generalista cultura global, para poder continuar participando y consumiendo, y los productores quieren invitar a todos y no excluir a nadie para asegurarse de que pueden permanecer en el negocio.
Muy pocos se involucran a fondo. Muy pocos pueden comprometerse por completo. Para la mayoría, esta subcultura, esta mini-identidad, es à la carte, una de muchas.
Tomemos, por ejemplo, el tipo subcultural más conspicuo de los últimos veinte años; el "hipster" o gafapasta. Los hipsters no son ni siquiera un grupo. Son un anti-grupo. La palabra "hipster" es una ofensa - un insulto para jóvenes que son fundamentalmente insinceros. Toman prestados retazos de tendencias y modas de épocas más sinceras y las ponen juntas de una manera irónica y segura.
La cultura hipster es la perfecta anticultura. Es el producto natural de la asimilación y el mercantilismo globales. Es el fantasma de las culturas pasadas que resuena en el vacío creado por "La Nada". La cultura hipster es producto de personas que tienen miedo de comprometerse con cualquier cosa que no vayan a ser capaces de negar más tarde. La ironía hipster es una válvula de seguridad, una salida fácil. Es la seguridad de ser capaz de decir siempre: "No iba realmente en serio".
Salon publicó una pieza recientemente, escrita por dos artistas obviamente progresistas, titulada: "David Foster Wallace tenía razón: La ironía está arruinando nuestra cultura." Los autores escribieron:
Añadieron:
Incluso estos tipos progresistas de Salon, están empezando a darse cuenta de que la ironía y la insinceridad son máscaras para el vacío. Dicen que la ironía ha sido comercializada, pero yo diría que la cultura de la ironía es el único final posible del comercialismo global.
Otra cita de la pieza de Salon:
Estoy de acuerdo. Creo que la sinceridad es la mejor arma contra la vacuidad de la ironía y el comercialismo barato. No creo que una cultura que merezca la pena tener pueda ser producto de la triangulación política o comercial. No creo que una cultura que merezca la pena tener pueda ser producida por personas que traten de complacer a todos, o por personas que estén preocupadas de que, alguien, cualquiera, en cualquier lugar, puede sentirse ofendido. La gran cultura es el producto de la pasión y el compromiso con ella. Una cultura próspera, viva, es en si el producto del amor y del repruebo.
De acuerdo con Salon, el autor David Foster Wallace cree que cualquier persona que se separara de la cultura de la ironía hipster, "estos rebeldes de la sinceridad". . . "serían llamados atrasados, pintorescos, ingenuos, anacrónicos". Y es verdad. La sinceridad no es de esta era. La sinceridad es incompatible con lo que la gente considera como "progreso".
Pero seguimos siendo humanos, y sinceridad es lo que realmente necesitamos. No importa el coste.
Al final de La Historia interminable, el niño que lee el libro se encuentra en el vacío creado por "La Nada". Se le dice que el mundo había sido hecho con sueños, por lo que su sueño, es el de reiniciar el mundo.
Nuestro mundo se está convirtiendo en un vacío cultural. Lo que pasa por cultura hoy es un eco de culturas que están envejeciendo, moribundas o muertas, reempaquetadas para todo el mundo, sin pasión ni sinceridad, pero con una segura, vendible, mueca de ironía.
La única manera de detener el impulso destructor cultural del mercantilismo global -de "La Nada"- es establecer límites, trazar líneas, decir "no", discriminar, sea ello rentable o no. Decir: "Esto es para nosotros, no para todo el mundo". Decir: "Esto es lo que somos y nuestro modo de ser", se trate de raza, religión, ideología o cualquier otra idea unificadora. Abandonar lo universal en favor de lo tribal. Esta es la nueva rebelión - el ser "rebeldes de la sinceridad".
El tribalismo - discriminación-ismo - es la única forma de interrumpir el organigrama regularizador de "La Nada", de Nike, de esas fuerzas que deben socavar la diferencia y la identidad para continuar ampliándose y aumentando sus ganancias.
Como dije al principio, estoy aquí para "celebrar la diversidad" y la única manera honesta de "celebrar la diversidad" es asegurarse de que todavía quede cierta "diversidad" que celebrar.
Este artículo es una adaptación del discurso de Jack Donovan en la conferencia American Renaissance 2014.
Identity Defies the Global Marketplace | American Renaissance
**********************************
Más Jack Donovan en español:
"Convertirnos en los nuevos bárbaros" - Jack Donovan - Burbuja.info - Foro de economía
Masculinidad: "La violencia es dorada", por Jack Donovan - Burbuja.info - Foro de economía
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/temas-calientes/477165-patriarcado-funciona-i.html
**********************************************************************
Hoy estoy aquí para "celebrar la diversidad." Estoy totalmente por ello. Creo que el mundo necesita mucha más: diversidad étnica, diversidad religiosa, diversidad cultural. Diversidad auténtica viva y pujante en el presente. No estancados, reciclados, esterilizados artefactos del pasado. Otras personas dicen que quieren "celebrar la diversidad", pero demasiado a menudo sólo están repitiendo consignas que les hacen sentir bien, y que en última instancia, facilitan entidades y patrones de pensamiento que únicamente pueden destruir la "diversidad".
Hace unos años, pasaba por delante de un televisor y estaban emitiendo la Copa del Mundo de Fútbol. Antes de que empezara el partido, los dos equipos salieron corriendo al campo. Jugadores neցros, blancos, pardoes, gente de izquierdas y amarillos acabaron reunidos juntos en el centro y ambos equipos sostuvieron una pancarta gigante que decía: "DI NO AL RACISMO".
Pero, en lo que reparé de inmediato, es que en esos dos equipos de diferentes colores, de diferentes naciones, todos llevaban uniformes Nike. Y esa precisa imagen captura para mí tanto el interés que los comerciantes y corporaciones globales tienen en la promoción de lo que llamamos "diversidad", como la medida en que a esa "diversidad" se le permite ser significativa.
Un grupo de atletas compitiendo vestidos con uniformes hechos por la misma compañía, promocionando el fin de las barreras raciales, demuestra la capacidad de la marca global de trascender y socavar raza, tribu, cultura y nación. Podéis ser neցros, blancos, pardoes, gente de izquierdas o amarillos. Podéis ser de diferentes países, y podéis competir unos contra otros, pero no importa quién gane, Nike gana.
Esa imagen de todos los jugadores allí con los mismos logotipos en sus uniformes me recordó un clásico anuncio de Coca-Cola; ese en que personas de toda raza y nacionalidad cantan en perfecta armonía sobre una bebida azucarada que hace que te vuelvas rellenito y te provoca diabetes. Ese anuncio fue hecho en 1971, tres años antes de que yo naciera.
La gente culpa a los académicos comunistoides, a los maestros de escuela hippies, a los políticos progresistas y sus cómplices izquierdistas en los medios de comunicación del desarraigo de los europeos y eurodescendientes. . . y (añado yo) del desarraigo de casi todos los demás, también. Pero tengo por costumbre dudar de los talentos conspirativos de hippies y académicos e incluso de los de los políticos, aunque todos ellos tengan sus momentos. Siempre parece más plausible para mí confiar en la debilidad, la ineptitud, la dejadez, el egoísmo, la miopía y la avaricia humanas a la hora de obtener una explicación de los asuntos humanos del día a día.
He trabajado para pequeñas empresas y para grandes corporaciones, y una ideología buenista, "démonos las manos todo el mundo" sirve muy a menudo como una fácil racionalización personal para tomar el camino de menor resistencia, para mejorar un balance o justificar el próximo aumento de sueldo. Las pequeñas empresas contratan a pagapensiones ilegales para poder hacer más dinero. Las grandes empresas tienen políticas contra la discriminación para evitar la responsabilidad penal, pero tal vez más importante aún, porque sus intereses están en todas partes, y sus clientes son todo el mundo.
Las grandes corporaciones no tienen interés en alienar a potenciales clientes. Ellos no sirven a nadie, porque sirven a todo el mundo. Al igual que Nike, las empresas quieren jugar en todos los equipos. Ellos no ven "nosotros" y "ellos". Las empresas ven mercados existentes y mercados emergentes. Por supuesto, hippies, comunistas, maestros, periodistas, activistas y políticos progresistas pueden haber dado un empujón a lo que llamamos "multiculturalismo", y siguen siendo sus mejores partidarios a la hora de hacer sentadas y sostener carteles, pero la idea funciona, se propaga, es viable, porque en última instancia, es rentable.
Una lealtad, de cualquier tipo, necesariamente limita tus opciones. No ser leal a nadie te hace flexible y abre tus opciones. Te conviertes en un mercenario, y lo mismo ocurre con todos los demás. Una vez que se ha alcanzado un punto de inflexión y no hay elemento disuasorio social o legal a la deslealtad, se hace más rentable para todo el mundo en todos los niveles abandonar la lealtad en favor de la oportunidad. "Discriminación" entonces, se convierte en la única palabra sucia. La discriminación en este sentido (que no es sino el producto de la lealtad a un grupo), se convierte en un tabú, no porque sea algo malvado de modo innato, sino porque es simplemente no-rentable.
Predicar contra la discriminación se convierte en rentable, no importa lo que los hombres realmente crean sobre sí mismos u otras personas, ya que sin lealtad a un grupo todo el mundo es un agente libre, un auto-vendedor sin ningún otro medio de apoyo; un solitario que no puede permitirse el lujo de alienar a nadie que pudiera algún día convertirse en un empleador o un cliente. Casi todas las personas participan de buen grado (por su propio beneficio inmediato o conveniencia personal) en la erosión de sus propias fronteras culturales y étnicas, sus conexiones e identidades. A cambio, se convierten en parte de la "economía global".
Pero a medida que se ponen sus chaquetas Nike y se convierten en "ciudadanos del mundo", sus culturas mueren o se convierten en comercializadas caricaturas de sí mismos: un traje típico, una danza folclórica, un carrito de comida.
Lo que llamamos "multiculturalismo" no es tanto un reconocimiento de separación, singularidad o independencia, como es una invitación a dejar de lado las lealtades y rivalidades antiguas, mientras se mantienen algunos elementos superficiales de la vieja identidad, para ayudar a facilitar la tras*ición hacia la nueva cultura comercial mundial.
Estaba cenando en un restaurante italiano hace un par de semanas en una mesa junto a una familia de segunda y tercera generación de mexicanos. Todos los hombres de la mesa estaban hablando de la misma cosa. ¿Sabéis de lo que estaban hablando? De Marketing multinivel. Amway. Advocare. Todos estaban debatiendo apasionadamente estrategias de marketing y planes de negocios, discutiendo sobre la mejor manera de vender más productos a amigos y vecinos. Uno de ellos dijo a su hermano o primo:
Y me dije a mí mismo: "Desde luego que ya son estadounidenses ahora."
Sus abuelos pueden haber sido diferentes. Puede ser que ellos hubieran tenido una cultura diferente alguna vez. Pero estos chicos no eran diferentes ya. Eran como todos los demás en el restaurante. Tan estadounidenses como Tony Robbins, Joel Osteen, las gemelas Olsen, y PT Barnum.
Como he dicho antes, no soy proclive a utilizar teorías conspirativas para explicar lo que la naturaleza humana ya explica bastante bien. Hay élites y corporaciones con inversiones y clientes por todo el mundo, que apoyan aquello que conduzca al beneficio inmediato que deriva de una mayor fluidez en el mercado global. Muchas decisiones similares son hechas también por propietarios de pequeñas empresas, buscadores de empleo, burócratas de bajo nivel, artistas, y mandos intermedios.
Más que una conspiración, lo que veo en el horizonte me recuerda a "La Nada". Algunos de vosotros puede que seáis demasiado viejos, y otros demasiado jóvenes, pero cualquier persona que haya crecido en la década de 1980 recordará la película La historia interminable. En La historia interminable, un niño adquiere un libro del que se le ha dicho que "no es seguro".
Al ir leyendo, se va viendo envuelto en la historia de un mundo que agoniza. El mundo no está siendo conquistado por algún invasor extranjero. El mundo está simplemente desapareciendo, sucumbiendo a una fuerza conocida como "La Nada". Todas las criaturas, los pueblos, las rocas, los lagos, las montañas y los árboles van desapareciendo.
El héroe descubre que el mundo de fantasía del libro -el mundo que está desapareciendo- es el producto de los sueños humanos, y que "La Nada" es evidencia de que la gente está olvidando sus sueños. Y que el poder detrás de "La Nada" -la misteriosa fuerza que lo mueve- se alegra de que la gente esté perdiendo sus sueños porque las personas sin esperanza, sin sueños, son fáciles de dominar. Eso es lo que le está pasando a la cultura humana, a las diferencias humanas, a la "diversidad".
La gente está olvidando las conexiones con sus ancestros y perdiendo su sentido de pertenencia a grupos humanos. Y en lugar de sustituir las viejas identidades por otras nuevas, como así ha sido a lo largo de la historia humana, se están olvidando de la idea de identidad colectiva. Se están olvidando de la idea de lealtad, de discriminación entre "nosotros" y "ellos".
Para competir en el mecado global por trabajos desechables y bienes desechables, para protegerse de riesgos sociales y financieros, la gente alrededor del mundo están olvidando quienes son.
Está olvidando la diferenciación e individualidad de los grupos que conduce a la realización colectiva y al devenir colectivo que hace posibles auténticas culturas, vibrantes y "diversas". Están siendo asimilados y desaparecen en una masa mundial, un agolpamiento sin fin de humanidad indistinta.
Están poniéndose sus uniformes Nike y bebiendo Coca-Cola y jugando juegos sin sentido como desenraizados agentes libres a cambio de entretenimiento, ganancia, y la emoción sintética de jugar por una tribu temporal. El vacío que queda es "La Nada". Un mundo sin cultura, un mundo sin "diversidad", un mundo definido por el comercio y el consumo que puede producir solamente. . . productos.
Antes de empezar a escribir acerca de la masculinidad, asistía a una escuela de arte. Me encantan la cultura y la belleza y el arte y la pasión que envuelven. Crecí yendo a bibliotecas y desparramando libros de arte antiguo sobre las mesas. Estaba fascinado por todos los diferentes estilos, temas e ideas creadas por diferentes personas, en diferentes momentos, en diferentes lugares, con diferentes tecnologías y diferentes materiales, que hablaban diferentes idiomas y que adoraban a diferentes dioses. Estudié historia del arte y movimientos artísticos, y creo que la cultura, no simples tendencias parpadeantes o trucos de marketing, sino la cultura, es el producto de la identidad, de la diferencia, de la individualidad, de la proximidad, de la ubicación, y en cierta medida, el producto del aislamiento.
Una cultura viva es el zeitgeist de un pueblo cuyos miembros están conectados entre sí y separados, de alguna manera, de todos los demás. El florecimiento cultural es producto del tribalismo humano. Pero el anti tribalismo, el antirracismo, la intercambiabilidad humana, la globalización, el mercantilismo. . . "La Nada". . . crean un ambiente que ya no puede sustentar el crecimiento de nueva cultura.
Muchas lenguas se funden en unas pocas porque es más conveniente para el comercio y la negociación. Las gentes en todo el mundo leen las mismas noticias, entran a las mismas páginas web, escuchan la misma música, y usan las mismas computadoras en diferentes divisiones de las mismas corporaciones. Ven las mismas películas de Hollywood, practican los mismos deportes, compran en las mismas tiendas, usan ropa similar, leen los mismos libros, miran el mismo prono. Todo parece ser reciclado y carente de entusiasmo o pasión, porque es así.
Todo el mundo se convierte a inclusivas y aguadas religiones universalistas inofensivas "new age", o se convierte en su lugar en atomizados, molestos y pesados ateos que quieren que todos crean lo mismo y piensen de la misma manera. Ninguna cultura colectiva puede crecer y prosperar en un ambiente en el cual todos son intercambiables y ninguna distinción -ninguna discriminación- entre "nosotros" y "ellos" es permitida.
Existen subculturas, por supuesto, pero la mayoría de estas son, o se convierten rápidamente, en algo comercializado. No se trata realmente de grupos de personas. Se parecen más a productores y fans. Subculturas musicales, subculturas de juegos, subculturas literarias, subculturas deportivas, subculturas recreativas. Son mini-identidades, identidades desechables, identidades de consumo. Estas consumistas identidades recreacionales, fuerzan a sus miembros a mantener un pie en la generalista cultura global, para poder continuar participando y consumiendo, y los productores quieren invitar a todos y no excluir a nadie para asegurarse de que pueden permanecer en el negocio.
Muy pocos se involucran a fondo. Muy pocos pueden comprometerse por completo. Para la mayoría, esta subcultura, esta mini-identidad, es à la carte, una de muchas.
Tomemos, por ejemplo, el tipo subcultural más conspicuo de los últimos veinte años; el "hipster" o gafapasta. Los hipsters no son ni siquiera un grupo. Son un anti-grupo. La palabra "hipster" es una ofensa - un insulto para jóvenes que son fundamentalmente insinceros. Toman prestados retazos de tendencias y modas de épocas más sinceras y las ponen juntas de una manera irónica y segura.
La cultura hipster es la perfecta anticultura. Es el producto natural de la asimilación y el mercantilismo globales. Es el fantasma de las culturas pasadas que resuena en el vacío creado por "La Nada". La cultura hipster es producto de personas que tienen miedo de comprometerse con cualquier cosa que no vayan a ser capaces de negar más tarde. La ironía hipster es una válvula de seguridad, una salida fácil. Es la seguridad de ser capaz de decir siempre: "No iba realmente en serio".
Salon publicó una pieza recientemente, escrita por dos artistas obviamente progresistas, titulada: "David Foster Wallace tenía razón: La ironía está arruinando nuestra cultura." Los autores escribieron:
Añadieron:
Incluso estos tipos progresistas de Salon, están empezando a darse cuenta de que la ironía y la insinceridad son máscaras para el vacío. Dicen que la ironía ha sido comercializada, pero yo diría que la cultura de la ironía es el único final posible del comercialismo global.
Otra cita de la pieza de Salon:
Estoy de acuerdo. Creo que la sinceridad es la mejor arma contra la vacuidad de la ironía y el comercialismo barato. No creo que una cultura que merezca la pena tener pueda ser producto de la triangulación política o comercial. No creo que una cultura que merezca la pena tener pueda ser producida por personas que traten de complacer a todos, o por personas que estén preocupadas de que, alguien, cualquiera, en cualquier lugar, puede sentirse ofendido. La gran cultura es el producto de la pasión y el compromiso con ella. Una cultura próspera, viva, es en si el producto del amor y del repruebo.
De acuerdo con Salon, el autor David Foster Wallace cree que cualquier persona que se separara de la cultura de la ironía hipster, "estos rebeldes de la sinceridad". . . "serían llamados atrasados, pintorescos, ingenuos, anacrónicos". Y es verdad. La sinceridad no es de esta era. La sinceridad es incompatible con lo que la gente considera como "progreso".
Pero seguimos siendo humanos, y sinceridad es lo que realmente necesitamos. No importa el coste.
Al final de La Historia interminable, el niño que lee el libro se encuentra en el vacío creado por "La Nada". Se le dice que el mundo había sido hecho con sueños, por lo que su sueño, es el de reiniciar el mundo.
Nuestro mundo se está convirtiendo en un vacío cultural. Lo que pasa por cultura hoy es un eco de culturas que están envejeciendo, moribundas o muertas, reempaquetadas para todo el mundo, sin pasión ni sinceridad, pero con una segura, vendible, mueca de ironía.
La única manera de detener el impulso destructor cultural del mercantilismo global -de "La Nada"- es establecer límites, trazar líneas, decir "no", discriminar, sea ello rentable o no. Decir: "Esto es para nosotros, no para todo el mundo". Decir: "Esto es lo que somos y nuestro modo de ser", se trate de raza, religión, ideología o cualquier otra idea unificadora. Abandonar lo universal en favor de lo tribal. Esta es la nueva rebelión - el ser "rebeldes de la sinceridad".
El tribalismo - discriminación-ismo - es la única forma de interrumpir el organigrama regularizador de "La Nada", de Nike, de esas fuerzas que deben socavar la diferencia y la identidad para continuar ampliándose y aumentando sus ganancias.
Como dije al principio, estoy aquí para "celebrar la diversidad" y la única manera honesta de "celebrar la diversidad" es asegurarse de que todavía quede cierta "diversidad" que celebrar.
Este artículo es una adaptación del discurso de Jack Donovan en la conferencia American Renaissance 2014.
Identity Defies the Global Marketplace | American Renaissance
**********************************
Más Jack Donovan en español:
"Convertirnos en los nuevos bárbaros" - Jack Donovan - Burbuja.info - Foro de economía
Masculinidad: "La violencia es dorada", por Jack Donovan - Burbuja.info - Foro de economía
http://www.burbuja.info/inmobiliaria/temas-calientes/477165-patriarcado-funciona-i.html
Última edición:
