Vlad_Empalador
Será en Octubre
Alerta de un inicio de año «muy duro», al acabarse las ayudas y el periodo de carencia de los fondos ICO, sin el colchón que le suponía la Navidad
MARCO MENÉNDEZGIJÓN.Jueves, 30 diciembre 2021, 00:17
Sin fiestas de Nochevieja y con un horario de cierre establecido a la una de la madrugada, la hostelería de Gijón afronta unos momentos muy duros. Quienes habían organizado cenas y cotillones ya habían adquirido la mercancía. El mayor problema lo presenta la perecedera para confeccionar los menús. Pero, ante la anulación de esas fiestas, hay que sumar también la devolución de entradas, el pago a los artistas que se habían contratado y un largo etcétera de gastos difíciles de recuperar. Además, hay que añadir que todo eso repercute sobre el empleo y no solo en los propios locales de hostelería, sino también en la larga cadena de proveedores y distribuidores que trabajan con el sector.
Paco García es uno de los responsables del Grupo La Buena Vida-La Tonada, compuesto por una decena de establecimientos. Sus pérdidas estas navidades son cuantiosas, pues han dejado de dar más de 1.500 cenas. «En Pinocho lo teníamos reservado entero y nos anularon todas las mesas», lamenta. Pero no solo han perdido la Nochevieja, sino también «muchas cenas de empresa que eran grandes». En resumen, diciembre está teniendo un resultado «como noviembre». «Estas fiestas eran un colchón para aguantar enero y febrero, que tradicionalmente son meses muy malos en Asturias».
García explica que la actividad «ya estaba muy penalizada desde noviembre, pero cuando vuelva a abrir el sector será un cadáver». Por eso, considera que los hosteleros no tendrán otro remedio que «meter a la gente en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), porque tenemos que reducir trabajadores». Pero habrán de esperar a enero, pues una de las ayudas por las que este grupo recibirá unos 12.000 euros tenía como condición que a 31 de diciembre las empresas tuvieran el mismo número de trabajadores que en agosto, «aunque hayamos vendido menos de la mitad». Eso supondrá que de los 240 trabajadores con que cuentan en todo el grupo solo se podrán quedar con poco más de un centenar. «¿No podían haber esperado al 2 de enero para adoptar estas medidas tan restrictivas? Es un desastre», asegura.
A estos problemas hay que añadir otro que explica Ángel Lorenzo, del Grupo Gavia, como es que a partir de los meses de marzo y abril «llegan los ICO». Es decir, los hosteleros que recibieron este tipo de ayudas al inicio de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo tenían dos años de carencia para devolverlos, pero ese periodo de gracia está a punto de terminar. «Eran ayudas para tapar el agujero que supuso el cierre por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Las previsiones son muy duras, al menos hasta mayo o junio. La Navidad siempre fue para nosotros un colchón muy importante para soportar el inicio del año, pero este año no lo vamos a tener y los gastos son mayores».
Mantener las cenas
El Grupo Gavia también ha sido muy golpeado por las medidas anti-el bichito para estas fiestas. Han tenido que anular la cena y cotillón de Nochevieja en el Bellavista, mientras que en el Dindurra solo mantendrán la cena y cerrarán a la una de la madrugada. También tratarán de mantener las cenas en Mamáguaja y Gepetto. «Es una hecatombe, porque tenemos que cancelar con toda la mercancía ya comprada, mucha de ella perecedera», reconoce Ángel Lorenzo, que apunta que desde que el grupo se hizo con la gestión del Bellavista en 2005 tenían entre 250 y 270 personas en Nochevieja. Si en un principio tenían previsto contratar personal extra para estas fiestas, las circunstancias les obligarán a «reordenar todo el empleo. En los locales de ocio nocturno sí que tendremos que realizar un ERTE».
Estos últimos establecimientos se enfrentan, además, a otro problema, como es que cuando se les permita reabrir lo tendrán que hacer con unas restricciones más severas que las del resto de la hostelería, como no poder utilizar las barras, que no haya pista de baile y que todos los clientes estén en mesas. El desánimo en la hostelería gijonesa es patente y Ángel Lorenzo apunta que «se nota que hay tristeza en la calle y que la gente tiene miedo al contagio», pero lamenta que su sector sea la principal víctima de las medidas restrictivas que se toman desde el Principado.
TENDENCIAS
MARCO MENÉNDEZGIJÓN.Jueves, 30 diciembre 2021, 00:17
Sin fiestas de Nochevieja y con un horario de cierre establecido a la una de la madrugada, la hostelería de Gijón afronta unos momentos muy duros. Quienes habían organizado cenas y cotillones ya habían adquirido la mercancía. El mayor problema lo presenta la perecedera para confeccionar los menús. Pero, ante la anulación de esas fiestas, hay que sumar también la devolución de entradas, el pago a los artistas que se habían contratado y un largo etcétera de gastos difíciles de recuperar. Además, hay que añadir que todo eso repercute sobre el empleo y no solo en los propios locales de hostelería, sino también en la larga cadena de proveedores y distribuidores que trabajan con el sector.
Paco García es uno de los responsables del Grupo La Buena Vida-La Tonada, compuesto por una decena de establecimientos. Sus pérdidas estas navidades son cuantiosas, pues han dejado de dar más de 1.500 cenas. «En Pinocho lo teníamos reservado entero y nos anularon todas las mesas», lamenta. Pero no solo han perdido la Nochevieja, sino también «muchas cenas de empresa que eran grandes». En resumen, diciembre está teniendo un resultado «como noviembre». «Estas fiestas eran un colchón para aguantar enero y febrero, que tradicionalmente son meses muy malos en Asturias».
García explica que la actividad «ya estaba muy penalizada desde noviembre, pero cuando vuelva a abrir el sector será un cadáver». Por eso, considera que los hosteleros no tendrán otro remedio que «meter a la gente en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), porque tenemos que reducir trabajadores». Pero habrán de esperar a enero, pues una de las ayudas por las que este grupo recibirá unos 12.000 euros tenía como condición que a 31 de diciembre las empresas tuvieran el mismo número de trabajadores que en agosto, «aunque hayamos vendido menos de la mitad». Eso supondrá que de los 240 trabajadores con que cuentan en todo el grupo solo se podrán quedar con poco más de un centenar. «¿No podían haber esperado al 2 de enero para adoptar estas medidas tan restrictivas? Es un desastre», asegura.
A estos problemas hay que añadir otro que explica Ángel Lorenzo, del Grupo Gavia, como es que a partir de los meses de marzo y abril «llegan los ICO». Es decir, los hosteleros que recibieron este tipo de ayudas al inicio de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo tenían dos años de carencia para devolverlos, pero ese periodo de gracia está a punto de terminar. «Eran ayudas para tapar el agujero que supuso el cierre por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Las previsiones son muy duras, al menos hasta mayo o junio. La Navidad siempre fue para nosotros un colchón muy importante para soportar el inicio del año, pero este año no lo vamos a tener y los gastos son mayores».
Mantener las cenas
El Grupo Gavia también ha sido muy golpeado por las medidas anti-el bichito para estas fiestas. Han tenido que anular la cena y cotillón de Nochevieja en el Bellavista, mientras que en el Dindurra solo mantendrán la cena y cerrarán a la una de la madrugada. También tratarán de mantener las cenas en Mamáguaja y Gepetto. «Es una hecatombe, porque tenemos que cancelar con toda la mercancía ya comprada, mucha de ella perecedera», reconoce Ángel Lorenzo, que apunta que desde que el grupo se hizo con la gestión del Bellavista en 2005 tenían entre 250 y 270 personas en Nochevieja. Si en un principio tenían previsto contratar personal extra para estas fiestas, las circunstancias les obligarán a «reordenar todo el empleo. En los locales de ocio nocturno sí que tendremos que realizar un ERTE».
Estos últimos establecimientos se enfrentan, además, a otro problema, como es que cuando se les permita reabrir lo tendrán que hacer con unas restricciones más severas que las del resto de la hostelería, como no poder utilizar las barras, que no haya pista de baile y que todos los clientes estén en mesas. El desánimo en la hostelería gijonesa es patente y Ángel Lorenzo apunta que «se nota que hay tristeza en la calle y que la gente tiene miedo al contagio», pero lamenta que su sector sea la principal víctima de las medidas restrictivas que se toman desde el Principado.
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