La Guerra Fría Cultural dirigida por la CIA norteamericana

Saturnin

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la CIA penetró e influenció a una amplia gama de organizaciones culturales, a través de los grupos que le servían de pantalla y mediante organizaciones filantrópicas amistosas como las Fundaciones Ford y Rockefeller. Frances Stonor Saunders, detalla cómo y por qué la CIA realizó congresos culturales, montó exposiciones y organizó conciertos. La CIA también publicó y tradujo a autores conocidos que seguían la línea de Washington, patrocinó el arte abstracto para contrarrestar el arte con algún contenido social y, por todo el mundo, subvencionó a periódicos que criticaban el marxismo, el comunismo y las ideas políticas revolucionarias y absolvían, o ignoraban, la política imperialista violenta y destructiva de los EE.UU. Para servir estas políticas, la CIA pudo reclutar a algunos de los exponentes occidentales más estentóreos de la libertad intelectual, llegando hasta a tener a algunos intelectuales directamente en la nómina de la CIA. Muchos se involucraron conscientemente en los "proyectos" de la CIA, y otros entraban y salían de su órbita, pretendiendo ignorar la conexión con la CIA después de que sus patrocinadores de la CIA habían sido desenmascarados a fines de los años 60 y de la guerra de Vietnam, después de que la marea política derivara hacia la izquierda.

Las publicaciones anticomunistas estadounidenses y europeas que recibían fondos directa o indirectamente incluían a Partisan Review, Kenyon Review, New Leader, Encounter y muchas otras. Entre los intelectuales que fueron financiados y promovidos por la CIA se encontraban Irving Kristol, Melvian Lasky, Isaiah Berlin, Stephen Spender, Sydney Hook, Daniel Bell, Dwight MacDonald, Robert Lowell, Hannah Arendt, Mary McCarthy, y muchos otros en los Estados Unidos y Europa. En Europa, la CIA estuvo particularmente interesada en la "Izquierda Democrática" y la promovía así como a exizquierdistas, comprendiendo a Ignacio Silone, Stephen Spender, Arthur Koestler, Raymond Arond, Anthony Crosland, Michael Josselson y George Orwell.

La CIA promovía orquestas sinfónicas, exposiciones de arte, ballet, grupos de teatro y conocidos intérpretes de jazz y ópera con el objetivo explícito de neutralizar el sentimiento antiimperialista en Europa y generar el aprecio por la cultura y el gobierno de los EE.UU. La idea detrás de esta política era exhibir la cultura de los EE.UU., para conquistar la hegemonía cultural y así apuntalar su imperio económico-militar. A la CIA le gustaba especialmente enviar artistas de tonalidad a Europa -sobre todo cantantes (como Marion Anderson), escritores, y músicos (como Louis Armstrong)- para neutralizar la hostilidad europea hacia las políticas interiores racistas de Washington. Si no se circunscribían al guión artístico estadounidense y se aventuraban a hacer críticas explícitas, se les borraba de la lista, como sucedió con el escritor Richard Wright.

Hoy en día probablemente muchos profesores universitarios e intelectuales pueden seguir en nómina de la CIA norteamericana.

Libro consultado: La CIA y la guerra fría cultural. Autora: Frances Stonor Saunders
 
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No me extrañaría nada en absoluto de que actualmente muchos profesores norteamericanos estuvieran aún en las nóminas de la CIA. Seguro que Shomsky no lo está, hasta está censurado allí en USA.
Por añadidura, está claro que el arte abstracto le hizo el juego al sistema durante la Guerra Fría, y ahora a la gente se le cae la baba con ese arte cuando tiene un antepasado muy oscuro haciendole el juego al sistema en la Guerra Fría.

Interesante respuesta
 
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