fausal
Madmaxista
Desde Amon Göth, hasta Dorothea Binz. Los libros guardan un lugar específico para aquellos poco apreciables soldados nazis que -bajo la protección que les daba la esvástica y la Calavera de las SS- cometieron todo tipo de tropelías con los prisioneros que estaban a su cargo en los campos de concentración. Por desgracia, a la Historia también le falla la memoria y, en ocasiones, se olvida de otros tantos nombres que deberían haberse grabado a fuego en la conciencia colectiva con un único objetivo: que sus propietarios fuesen recordados siempre como los criminales que fueron.
«Debíamos permanecer quietos. Si alguién se movía, el perro enloquecía»
Uno de estos personajes fue Charlotte S., una de las más de 3.700 mujeres que, durante la Segunda Guerra Mundial, se unieron a las filas de las SS (las tropas más ideologizadas del Tercer Reich) y terminaron trabajando en las decenas de campos de concentración como «guardianas». Su caso, sin embargo, es especialmente llamativo pues –a pesar de que durante la contienda se hizo famosa por entrenar a sus perros para que mordieran los genitales de los presos- el pasado 2014 seguía viva y sin ser juzgada por sus crímenes.
Su historia ha vuelto a salir estos días a la luz debido a que guarda ciertas imilitudes con la de Oskar Grönning, el anciano más conocido como el «Contable de Auschwitz» que, hace menos de una semana, fue juzgado en Alemania por sus presuntos crímenes. Por el contrario, y mientras que este alemán ha tenido que rendir cuentas debido a su posible relación con el asesinato de más de 300.000 personas, no ha sucedido lo mismo con Charlotte, cuya historia fue desvelado el pasado año por el diario alemán «Bild». Y es que, a pesar de que seguía viva el pasado mayo, se desconoce cuál es su paradero actual o si continúa aún con vida.
Una pequeña, pero cruel historia
Poco se sabe a día de hoy sobre Charlotte S. En palabras de «Bild», hay que recurrir a documentos de la «Stasi» (uno de los cuerpos de policía soviéticos más brutales de la República Democrática Alemana) para saber que esta germana comenzó su carrera, como tantas otras mujeres alistadas en las SS, en el campo de concentración de Ravensbrück, ubicado a menos de 100 kilómetros de Berlín. Allí fue donde las miles de «aufseherin» (un rango equiparable en las féminas al de soldado raso) fueron entrenadas en el arte del dolor.
«En Ravensbrück, en lugar de enseñarles como se debía administrar un campo (cómo limpiar las cocinas, hacer que funcionase de forma efectiva el lugar o cómo tratar a los prisioneros) aprendían las diferentes formas de pegar, apalear y asesinar a los presos, además de todo lo referente al tema de los hornos crematorios. Todas las alemanas que pasaban por allí estaban destinadas a maltratar, humillar y en última instancia apiolar a cualquier preso que pasara por el campo de concentración», explicaba a ABC hace unos meses Mónica González Álvarez (periodista y escritora y autora de «Guardianas nazis. El lado femenino del mal»).
En Ravensbrück (y siempre según las palabras del «Bild») Charlotte S. comenzó su carrera como guardia y, más específicamente, como adiestradora de perros. Su periplo por esta escuela de la maldad la tuvo entretenida desde septiembre de 1941 hasta marzo de 1942. Posteriormente fue enviada a Auschwitz, el campo de concentración ubicado en Polonia en el cual fueron asesinados más de un millón de presos. Allí, esta cruel germana se hizo famosa por andar siempre junto a su pastor alemán, al que había instruido para morder los genitales de los prisioneros a una orden suya.
Según recogió en el año 2014 por la versión digital del diario «Daily Mail», varios presos narraron posteriormente el sufrimiento que debían soportar para evitar que su temible mascota les atacase: «En el campo de concentración había una mujer con una sonrisa bondadosa que enmascaraba un carácter horrible. Solía ponerse erguida frente a nosotros mientras su perro gruñía. Lo había instruido para que nos odiase. Debíamos permanecer inmóviles durante horas y, si alguien se movía por el frío o por el calor, el animal enloquecía».
A finales de 1943, y según determina «Bild», Charlotte S. fue dada de baja como guardiana del campo de concentración por maternidad. Y es que, a pesar de su crueldad, quería cuidar del retoño que acababa de tener. El marcharse relativamente pronto del lugar no evitó que fuese condenada después de la Segunda Guerra Mundial a 15 meses de prisión por vejar a prisioneros.
Entre la realidad y la ficción
Charlotte S. era, en 2014, uno de los tres supervivientes que aún permanecían el libertad sin juicio a pesar de haber sometido a todo tipo de barbaridades a los prisioneros a su cargo. Su destino contrasta con el de Grönning, quien ha pasado por un juzgado alemán y, 70 años después del final de la guerra, ha pedido disculpas a los supervivientes del campo de concentración. Eso sí, señalando siempre que él no acabó nunca con la vida de un prisionero y que únicamente se dedicaba a las labores de contabilidad del lugar.
Con todo, hay expertos en España que consideran que este tipo de historias (principalmente la de Grönning) podrían haber sido exageradas o inventadas para, con el paso de los años, ganar notoriedad. «Creo que habría que investigar historias como la del “contable de Auschwitz”. Es muy extraño que, después de tantos años, se vuelva a desvelar esta noticia y que no se aporte documentación sobre su trabajo. Habría que hablar con los archiveros alemanes, consultar si es cierto y contrastar que estos soldados –aún vivos- participaron en las labores del campo y que no buscan lograr notoriedad pública tras su relación con el Reich», añade Mónica González Álvarez a ABC.
Segunda Guerra Mundial - La guardiana nancy que entrenó a su perro para arrancar los genitales a los presos - ABC.es
«Debíamos permanecer quietos. Si alguién se movía, el perro enloquecía»
Uno de estos personajes fue Charlotte S., una de las más de 3.700 mujeres que, durante la Segunda Guerra Mundial, se unieron a las filas de las SS (las tropas más ideologizadas del Tercer Reich) y terminaron trabajando en las decenas de campos de concentración como «guardianas». Su caso, sin embargo, es especialmente llamativo pues –a pesar de que durante la contienda se hizo famosa por entrenar a sus perros para que mordieran los genitales de los presos- el pasado 2014 seguía viva y sin ser juzgada por sus crímenes.
Su historia ha vuelto a salir estos días a la luz debido a que guarda ciertas imilitudes con la de Oskar Grönning, el anciano más conocido como el «Contable de Auschwitz» que, hace menos de una semana, fue juzgado en Alemania por sus presuntos crímenes. Por el contrario, y mientras que este alemán ha tenido que rendir cuentas debido a su posible relación con el asesinato de más de 300.000 personas, no ha sucedido lo mismo con Charlotte, cuya historia fue desvelado el pasado año por el diario alemán «Bild». Y es que, a pesar de que seguía viva el pasado mayo, se desconoce cuál es su paradero actual o si continúa aún con vida.
Una pequeña, pero cruel historia
Poco se sabe a día de hoy sobre Charlotte S. En palabras de «Bild», hay que recurrir a documentos de la «Stasi» (uno de los cuerpos de policía soviéticos más brutales de la República Democrática Alemana) para saber que esta germana comenzó su carrera, como tantas otras mujeres alistadas en las SS, en el campo de concentración de Ravensbrück, ubicado a menos de 100 kilómetros de Berlín. Allí fue donde las miles de «aufseherin» (un rango equiparable en las féminas al de soldado raso) fueron entrenadas en el arte del dolor.
«En Ravensbrück, en lugar de enseñarles como se debía administrar un campo (cómo limpiar las cocinas, hacer que funcionase de forma efectiva el lugar o cómo tratar a los prisioneros) aprendían las diferentes formas de pegar, apalear y asesinar a los presos, además de todo lo referente al tema de los hornos crematorios. Todas las alemanas que pasaban por allí estaban destinadas a maltratar, humillar y en última instancia apiolar a cualquier preso que pasara por el campo de concentración», explicaba a ABC hace unos meses Mónica González Álvarez (periodista y escritora y autora de «Guardianas nazis. El lado femenino del mal»).
En Ravensbrück (y siempre según las palabras del «Bild») Charlotte S. comenzó su carrera como guardia y, más específicamente, como adiestradora de perros. Su periplo por esta escuela de la maldad la tuvo entretenida desde septiembre de 1941 hasta marzo de 1942. Posteriormente fue enviada a Auschwitz, el campo de concentración ubicado en Polonia en el cual fueron asesinados más de un millón de presos. Allí, esta cruel germana se hizo famosa por andar siempre junto a su pastor alemán, al que había instruido para morder los genitales de los prisioneros a una orden suya.
Según recogió en el año 2014 por la versión digital del diario «Daily Mail», varios presos narraron posteriormente el sufrimiento que debían soportar para evitar que su temible mascota les atacase: «En el campo de concentración había una mujer con una sonrisa bondadosa que enmascaraba un carácter horrible. Solía ponerse erguida frente a nosotros mientras su perro gruñía. Lo había instruido para que nos odiase. Debíamos permanecer inmóviles durante horas y, si alguien se movía por el frío o por el calor, el animal enloquecía».
A finales de 1943, y según determina «Bild», Charlotte S. fue dada de baja como guardiana del campo de concentración por maternidad. Y es que, a pesar de su crueldad, quería cuidar del retoño que acababa de tener. El marcharse relativamente pronto del lugar no evitó que fuese condenada después de la Segunda Guerra Mundial a 15 meses de prisión por vejar a prisioneros.
Entre la realidad y la ficción
Charlotte S. era, en 2014, uno de los tres supervivientes que aún permanecían el libertad sin juicio a pesar de haber sometido a todo tipo de barbaridades a los prisioneros a su cargo. Su destino contrasta con el de Grönning, quien ha pasado por un juzgado alemán y, 70 años después del final de la guerra, ha pedido disculpas a los supervivientes del campo de concentración. Eso sí, señalando siempre que él no acabó nunca con la vida de un prisionero y que únicamente se dedicaba a las labores de contabilidad del lugar.
Con todo, hay expertos en España que consideran que este tipo de historias (principalmente la de Grönning) podrían haber sido exageradas o inventadas para, con el paso de los años, ganar notoriedad. «Creo que habría que investigar historias como la del “contable de Auschwitz”. Es muy extraño que, después de tantos años, se vuelva a desvelar esta noticia y que no se aporte documentación sobre su trabajo. Habría que hablar con los archiveros alemanes, consultar si es cierto y contrastar que estos soldados –aún vivos- participaron en las labores del campo y que no buscan lograr notoriedad pública tras su relación con el Reich», añade Mónica González Álvarez a ABC.
Segunda Guerra Mundial - La guardiana nancy que entrenó a su perro para arrancar los genitales a los presos - ABC.es