La grandísima cosa del reguetón/trapetón de los huevones

Suelo ir al gimnasio a diario a primera hora para levantar peso, liberar tensiones y hacer que mi cuerpo me dé un buen chute de testosterona machorra. Esto me ayuda a llevar el día con más energía.

Pues bien, todos los puñeteros días hay música de cosa, pero debe de ser que la exposición constante a esos estímulos de sonido simiesco hace que te habitúes y por ello no me había dado cuenta realmente de la magnitud del ascazo que me da hasta el otro día que pusieron rock clásico y el ejercicio fue tremendamente placentero, enérgico y motivador. Hoy han vuelto a poner la sarama clónica omnipresente, para variar. No sé qué fruta cosa de lista de reproducción ponen allí pero es todo diarrea auditiva demigrante de y para monos habitacuevas. Intento no escucharla y aislarme contando repeticiones y centrándome en sentir la tensión y relajación de los músculos, pero es inevitable oír la letra asquerosa, que es una constante.

A nivel de "letra", en ninguna de estas pedazo de sarama de canciones (por llamarlas de alguna manera) falta la degeneración, la bajeza jovenlandesal, la simpleza, la dejadez, la vulgaridad ni la expresión de deseos superficiales y animalescos. La forma de "cantar" es absoluta y rechinantemente gangosa, con desgana, como si les diese pereza mover las cuerdas vocales y simplemente dejasen salir aire de sus pestilentes bocazas. Si tuviese que representarlo gráficamente, sería comparándolo con un esfínter sin tono, sin fuerza.

A nivel "música", esta fruta cosa siempre es lo mismo. Las mismas bases, el mismo ritmo exacto de apatía y bongos de la jungla electrónicos con mínimas variaciones, sin acolchamientos instrumentales, sin profundidad alguna, con la armonía que ofrece un niño de 6 años tocando la flauta dulce del cole.

Hoy, sin ir más lejos, en uno de esos momentos en los que no pude evitar escuchar la canción, pude escuchar perlas como esta fruta cosa (para encontrarla en google solo he tenido que buscar "canción no quiero que se me noten las ganas que tengo de romperte", que es una frase que recordaba):


Y son todas así. Todas así. Todas.

Lo peor de todo es que en esta "música" predomina el español. Los no hispanoparlantes también producen y escuchan esta fruta cosa (parece como si hubiese una conspiración para hacer que esta derroición auditiva sea omnipresente), pero no están tan expuestos porque la mayor parte de la producción de esta sarama viene de parte de españoles y sobre todo sudamericanos.

El panorama musical es completamente purgante. Demigrante. Desmoralizante. El reflejo de una sociedad decadente, apática, superficial, materialista (sobre todo filosóficamente hablando), hedonista, desmoralizada, bombardeada por estímulos que centran toda su atención y motivación en los genitales y el "respeto" simiesco de golpearse el pechito como un gorila: "yo soy mejor que tú, yo me ***o a las guarras de ojo ciego más rellenito, yo tengo cochazos y tengo flow, yo me visto con ropa cara y soy lo más, pero me rezuma la platano todo (o eso quiero aparentar) y por eso me ves aquí dando un flow sin esfuerzo porque es más que suficiente ya que soy un absoluto amo".

Lo curioso es que esta música tiene hipnotizado a medio occidente, cantidades ingentes de personas que uno consideraría normales a las que les encanta esta fruta cosa y la cantan, la tararean, la bailan, la gozan, la esperan y la piden.

No puedo más con esta fruta cosa de música, floreros. De verdad que no llego a entender cómo esta monumental cosa puede triunfar tan abrumadoramente como lo hace. Todo en su conjunto me tiene el cerebro taladrado, como queso gruyer.

Hasta la platano.