Sir Connor
Excelentisimo Sir
Italia se ha quedado sin gobierno a 72 pulsaciones por minuto. Esta era la frecuencia cardiaca que marcaba el reloj digital del primer ministro Mario Draghi, según aparece en algunas fotografías de la sesión de ayer en el Senado romano. Es posible que, más tarde, cuando el primer ministro supo que todo estaba perdido, esa frecuencia aumentase. Draghi es un hombre flemático, hermético, con un alto concepto de sí mismo. Hay en ese carácter sin fisuras una cicatriz que más adelante nos ayudará a entender lo que acaba de pasar. Hay una herida en el dragón (pocas veces un apellido se adapta tan bien al curso de la historia) que quizás lo explique todo. Después hablaremos de ella. Ahora quedémonos con una imagen. Draghi sale del hemiciclo, sabiendo que ha fracasado el llamamiento a recomponer la unidad nacional alrededor de su persona . Los periodistas le preguntan, ansiosos: “¿Va usted al Quirinal?”. (El palacio del Quirinal es la sede de la presidencia de la República). “No, ahora voy a coger el ascensor”, responde, hierático y distante.
Lee tambiénItalia se dirige hacia las elecciones anticipadas al perder Draghi a sus socios
Anna Buj
Draghi cae con muy pocos votos en contra en el Senado. Esto también lo explicarán los libros de historia. Lo han apiolado sin querer mancharse las manos de sangre. No hay túnicas empapadas de rojo en el foro romano. El primer ministro ganó ayer la moción de confianza con 95 votos a favor frente a 38 en contra. 123 senadores se ausentaron de la sesión y otros 59 permanecieron en el aula sin votar. Es un resultado humillante para el hombre que dirigió el Banco Central Europeo y al que se le atribuye la salvación del euro en el momento más fatídico de la gran crisis económica y financiera iniciada en el 2008.
© ANDREAS SOLARO / AFPHorizontal
El país clave del sur de Europa se rompe políticamente
La caída de Draghi puede acabar rompiendo la unidad de la UE ante la guerra de Ucrania: es la mayor victoria estratégica de pilinguin
Sólo 95 votos a favor de un Senado con 315 escaños. En las salas doradas del Kremlin se descorcharon anoche botellas de champagne francés. Se acaba de abrir una fisura en el sur de Europa que puede acabar rompiendo la cohesión de la UE ante la guerra de Ucrania. Cinco meses después del inicio de la oleada turística rusa, estamos seguramente ante la mayor victoria estratégica de Vladímir pilinguin. Roma vale más que la acería Azovstal de Mariupol. El país clave del sur de Europa se rompe políticamente en el momento que debía prepararse para un invierno difícil. Las elecciones legislativas italianas se celebrarán en octubre, con injerencias externas de alta intensidad y amenazas de un inminente corte del suministro de gas. (Italia es uno de los países energéticamente más dependientes de Rusia, junto con Alemania). Un escenario óptimo para los estrategas rusos de la guerra híbrida. Los italianos irán a votar con miedo, hartazgo y amargura. Cae Draghi, garante de la fidelidad de Italia al pacto atlántico. Se va, humillado, el reputado tecnócrata que contenía a los frugales del norte de Europa cuando se ponían sobre la mesa las cifras de la deuda pública en el Mediterráneo. Cae Draghi, horas antes de que se reúna el Banco Central Europeo para decidir una subida de tipos de interés.
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Se agota la solución tecnócrata, tan admirada por los círculos conservadores españoles, que hace apenas unos meses aún suspiraban por un Draghi español. Se cierra un paréntesis. “Se acaba un tiempo dorado de Italia, vuelve el caos”, escribe hoy The Wall Street Journal. La derecha italiana se ha pasado por el forro los mensajes en favor de la estabilidad lanzados en los últimos días por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y la mayoría de los dirigentes europeos, incluido el presidente español, Pedro Sánchez, que publicó un artículo a favor de la continuidad de Draghi en la revista Politico.
Italia, camino a las elecciones
La derecha italiana tiene al alcance una victoria contundente en octubre
El motivo es simple: la derecha tiene a su alcance una victoria fenomenal en las elecciones del mes de octubre, si no se produce un terremoto en la sociedad italiana que corrija las tendencias que actualmente presentan los sondeos. El objetivo es claro: tomar el control de unos fondos europeos valorados en cerca 200.000 millones de euros, entre subvenciones directas y créditos. Y la ruta es confusa: esa derecha oscila entre la inflamada retórica nacionalista de Georgia Meloni y el oportunismo corsario de Matteo Salvini. Ella, Meloni, quiere aparecer como amiga de los Estados Unidos, por la ventanilla de Donald Trump. Él, Salvini, se ha fotografiado en Moscú con una camiseta con la efigie de pilinguin vestido de militar y está documentalmente demostrado que su partido, la antigua Liga Norte, ha buscado financiación en la capital rusa, mediante el cobro de comisiones en operaciones de venta de petróleo. (La Liga balizó la ruta rusa a los dirigentes del independentismo catalán que querían explicar su causa a los señores del Kremlin). Entre Meloni y Salvini, la momia de Silvio Berlusconi, depositario todavía de un 10% de los votos gracias a sus tres canales de televisión. Su partido, la marchitada Forza Italia, empezó anoche a sufrir deserciones. Algunos de sus cuadros dirigentes querían mantener en pie el Gobierno de unidad nacional.
© RICCARDO ANTIMIANI / EFESalvini, de la Liga, junto a Meloni, de Hermanos de Italia
La tentación era demasiado grande y ahora vamos a explicar por qué. Italia ha cambiado de ley electoral cuatro veces desde principios de los años noventa, cuando el proceso Manos Limpias desató una fuerte crisis política en una república apenas salida de las tensiones de la guerra fría. Cuatro leyes electorales distintas en un periodo de treinta años pueden enloquecer políticamente a un país. Eso es exactamente lo que ha ocurrido. La última ley electoral, la norma en estos momentos vigente, establece que el 37% de los diputados y senadores se elegirá por el sistema mayoritario en circunscripciones en las que sólo se elige un puesto, al estilo británico. Gana el escaño la coalición que obtenga más votos en el primer turno. El 61% de los diputados y senadores restantes se eligen por el método proporcional en circunscripciones territoriales con varios escaños en juego, a un solo turno. (El 2% corresponde a los italianos en el extranjero y también se eligen por votación proporcional).
El escenario político italiano
La derecha tiene más capacidad para tejer alianzas que un centroizquierda donde el Partido Demócrata se halla muy solo frente a las ruinas del Movimiento 5 Estrellas
La cuota mayoritaria obliga a establecer coaliciones y aquí la derecha parte con clara ventaja. Pese a sus desavenencias, que no son pocas, la Liga, Forza Italia y Hermanos de Italia están entrenados para repartirse el territorio. La Liga es fuerte en el Norte y los Hermanos de Italia son fuertes en el Sur. Forza Italia, espectro del berlusconismo rampante de los años noventa, refuerza a ambos en el norte y en el sur. La Liga tuvo unos años secesionistas que ya se han perdido en la desmemoria. Los Hermanos de Italia, nombre que apela a la primera estrofa de la letra del himno nacional, son herederos de Alianza Nacional y del antiguo Movimiento Social Italiano, el primer partido neofascista, fundado a finales de los años cuarenta. Las tres derechas unidas pueden arrasar en los colegios mayoritarios, decantando claramente el resultado de las elecciones a su favor, toda vez que la coalición de centroizquierda va a tener dificultades para constituirse.
El centroizquierda en Italia es el Partido Democrático (PD), al que pertenecen la mayoría de los alcaldes de las grandes ciudades del país. El PD, el partido mejor articulado en el territorio, con muchos cuadros en la Administración, puede ser el más votado en la elección proporcional, pero necesita aliados para vencer en los colegios mayoritarios. Y apenas los tiene: el Movimiento 5 Estrellas se acaba de hundir estrepitosamente, gracias a la insensatez táctica del ex primer ministro Giuseppe Conte, otro hombre herido.
Crisis en el sur de Europa
La gestión de los 200.000 millones de euros de los fondos europeos, eje clave de la crisis política en Italia
La coalición de centroizquierda la deberá hacer el PD con las ruinas del M5E y varios grupos de centro de corto vuelo, entre ellos el de Matteo Renzi, otro exprimer ministro herido. El Partido Democrático sólo tiene ruinas a sus alrededor. Las ruinas de la crisis social y económica del 2008. Las ruinas provocadas por la política de austeridad alemana. A menos que se produzca una gran catarsis, el centro izquierda, la coalición pro Europa, será barrida en los colegios mayoritarios. La disminución del número de diputados y senadores en la próxima legislatura puede hacer aún más intensa la victoria de la derecha. Esa es la clave principal de lo que está ocurriendo en Italia. El amago de dimisión de Draghi ha colocado a la derecha italiana ante la oportunidad de su vida. Y no la han querido desaprovechar pese a todas las advertencias sobre la gravedad de la situación geopolítica. Les importa una higa la geopolítica: hay 200.000 millones de euros esperando. Ya se repartirán los papeles: unos hablarán con Washington y los otros con Moscú.
Lee tambiénItalia se dirige hacia las elecciones anticipadas al perder Draghi a sus socios
Anna Buj
Draghi cae con muy pocos votos en contra en el Senado. Esto también lo explicarán los libros de historia. Lo han apiolado sin querer mancharse las manos de sangre. No hay túnicas empapadas de rojo en el foro romano. El primer ministro ganó ayer la moción de confianza con 95 votos a favor frente a 38 en contra. 123 senadores se ausentaron de la sesión y otros 59 permanecieron en el aula sin votar. Es un resultado humillante para el hombre que dirigió el Banco Central Europeo y al que se le atribuye la salvación del euro en el momento más fatídico de la gran crisis económica y financiera iniciada en el 2008.
© ANDREAS SOLARO / AFPHorizontal
El país clave del sur de Europa se rompe políticamente
La caída de Draghi puede acabar rompiendo la unidad de la UE ante la guerra de Ucrania: es la mayor victoria estratégica de pilinguin
Sólo 95 votos a favor de un Senado con 315 escaños. En las salas doradas del Kremlin se descorcharon anoche botellas de champagne francés. Se acaba de abrir una fisura en el sur de Europa que puede acabar rompiendo la cohesión de la UE ante la guerra de Ucrania. Cinco meses después del inicio de la oleada turística rusa, estamos seguramente ante la mayor victoria estratégica de Vladímir pilinguin. Roma vale más que la acería Azovstal de Mariupol. El país clave del sur de Europa se rompe políticamente en el momento que debía prepararse para un invierno difícil. Las elecciones legislativas italianas se celebrarán en octubre, con injerencias externas de alta intensidad y amenazas de un inminente corte del suministro de gas. (Italia es uno de los países energéticamente más dependientes de Rusia, junto con Alemania). Un escenario óptimo para los estrategas rusos de la guerra híbrida. Los italianos irán a votar con miedo, hartazgo y amargura. Cae Draghi, garante de la fidelidad de Italia al pacto atlántico. Se va, humillado, el reputado tecnócrata que contenía a los frugales del norte de Europa cuando se ponían sobre la mesa las cifras de la deuda pública en el Mediterráneo. Cae Draghi, horas antes de que se reúna el Banco Central Europeo para decidir una subida de tipos de interés.
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Se agota la solución tecnócrata, tan admirada por los círculos conservadores españoles, que hace apenas unos meses aún suspiraban por un Draghi español. Se cierra un paréntesis. “Se acaba un tiempo dorado de Italia, vuelve el caos”, escribe hoy The Wall Street Journal. La derecha italiana se ha pasado por el forro los mensajes en favor de la estabilidad lanzados en los últimos días por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y la mayoría de los dirigentes europeos, incluido el presidente español, Pedro Sánchez, que publicó un artículo a favor de la continuidad de Draghi en la revista Politico.
Italia, camino a las elecciones
La derecha italiana tiene al alcance una victoria contundente en octubre
El motivo es simple: la derecha tiene a su alcance una victoria fenomenal en las elecciones del mes de octubre, si no se produce un terremoto en la sociedad italiana que corrija las tendencias que actualmente presentan los sondeos. El objetivo es claro: tomar el control de unos fondos europeos valorados en cerca 200.000 millones de euros, entre subvenciones directas y créditos. Y la ruta es confusa: esa derecha oscila entre la inflamada retórica nacionalista de Georgia Meloni y el oportunismo corsario de Matteo Salvini. Ella, Meloni, quiere aparecer como amiga de los Estados Unidos, por la ventanilla de Donald Trump. Él, Salvini, se ha fotografiado en Moscú con una camiseta con la efigie de pilinguin vestido de militar y está documentalmente demostrado que su partido, la antigua Liga Norte, ha buscado financiación en la capital rusa, mediante el cobro de comisiones en operaciones de venta de petróleo. (La Liga balizó la ruta rusa a los dirigentes del independentismo catalán que querían explicar su causa a los señores del Kremlin). Entre Meloni y Salvini, la momia de Silvio Berlusconi, depositario todavía de un 10% de los votos gracias a sus tres canales de televisión. Su partido, la marchitada Forza Italia, empezó anoche a sufrir deserciones. Algunos de sus cuadros dirigentes querían mantener en pie el Gobierno de unidad nacional.
© RICCARDO ANTIMIANI / EFESalvini, de la Liga, junto a Meloni, de Hermanos de Italia
La tentación era demasiado grande y ahora vamos a explicar por qué. Italia ha cambiado de ley electoral cuatro veces desde principios de los años noventa, cuando el proceso Manos Limpias desató una fuerte crisis política en una república apenas salida de las tensiones de la guerra fría. Cuatro leyes electorales distintas en un periodo de treinta años pueden enloquecer políticamente a un país. Eso es exactamente lo que ha ocurrido. La última ley electoral, la norma en estos momentos vigente, establece que el 37% de los diputados y senadores se elegirá por el sistema mayoritario en circunscripciones en las que sólo se elige un puesto, al estilo británico. Gana el escaño la coalición que obtenga más votos en el primer turno. El 61% de los diputados y senadores restantes se eligen por el método proporcional en circunscripciones territoriales con varios escaños en juego, a un solo turno. (El 2% corresponde a los italianos en el extranjero y también se eligen por votación proporcional).
El escenario político italiano
La derecha tiene más capacidad para tejer alianzas que un centroizquierda donde el Partido Demócrata se halla muy solo frente a las ruinas del Movimiento 5 Estrellas
La cuota mayoritaria obliga a establecer coaliciones y aquí la derecha parte con clara ventaja. Pese a sus desavenencias, que no son pocas, la Liga, Forza Italia y Hermanos de Italia están entrenados para repartirse el territorio. La Liga es fuerte en el Norte y los Hermanos de Italia son fuertes en el Sur. Forza Italia, espectro del berlusconismo rampante de los años noventa, refuerza a ambos en el norte y en el sur. La Liga tuvo unos años secesionistas que ya se han perdido en la desmemoria. Los Hermanos de Italia, nombre que apela a la primera estrofa de la letra del himno nacional, son herederos de Alianza Nacional y del antiguo Movimiento Social Italiano, el primer partido neofascista, fundado a finales de los años cuarenta. Las tres derechas unidas pueden arrasar en los colegios mayoritarios, decantando claramente el resultado de las elecciones a su favor, toda vez que la coalición de centroizquierda va a tener dificultades para constituirse.
El centroizquierda en Italia es el Partido Democrático (PD), al que pertenecen la mayoría de los alcaldes de las grandes ciudades del país. El PD, el partido mejor articulado en el territorio, con muchos cuadros en la Administración, puede ser el más votado en la elección proporcional, pero necesita aliados para vencer en los colegios mayoritarios. Y apenas los tiene: el Movimiento 5 Estrellas se acaba de hundir estrepitosamente, gracias a la insensatez táctica del ex primer ministro Giuseppe Conte, otro hombre herido.
Crisis en el sur de Europa
La gestión de los 200.000 millones de euros de los fondos europeos, eje clave de la crisis política en Italia
La coalición de centroizquierda la deberá hacer el PD con las ruinas del M5E y varios grupos de centro de corto vuelo, entre ellos el de Matteo Renzi, otro exprimer ministro herido. El Partido Democrático sólo tiene ruinas a sus alrededor. Las ruinas de la crisis social y económica del 2008. Las ruinas provocadas por la política de austeridad alemana. A menos que se produzca una gran catarsis, el centro izquierda, la coalición pro Europa, será barrida en los colegios mayoritarios. La disminución del número de diputados y senadores en la próxima legislatura puede hacer aún más intensa la victoria de la derecha. Esa es la clave principal de lo que está ocurriendo en Italia. El amago de dimisión de Draghi ha colocado a la derecha italiana ante la oportunidad de su vida. Y no la han querido desaprovechar pese a todas las advertencias sobre la gravedad de la situación geopolítica. Les importa una higa la geopolítica: hay 200.000 millones de euros esperando. Ya se repartirán los papeles: unos hablarán con Washington y los otros con Moscú.