El Pionero
Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
No acaban de irle bien las cosas a la Galería de las Colecciones Reales, la monumental sala, proyecto de varios Gobiernos -incluso desde la II República- y que se iba a convertir en uno de los grandes museos españoles cuando fue rediseñado a principios de los 2000. Quiso ser el gran emblema cultural de la era de José María Aznar (pero no llegó), tampoco lo consiguieron ni José Luis Rodríguez Zapatero ni Mariano Rajoy y el lanzamiento le tocó finalmente a Pedro Sánchez en 2023. Pero más que un gran símbolo parece haberse convertido en un enorme dolor de cabeza.
Después de no pocos obstáculos -hasta una esa época en el 2020 de la que yo le hablo que retrasó tres años su apertura más gastos de presupuesto alcanzando un total de 173 millones de euros- este lunes su directora desde noviembre de 2020, Leticia Ruiz, anunció que lo dejaba y volvía al Prado para concluir el catálogo razonado de El Greco que había dejado inconcluso en su etapa como jefa de Departamento de Pintura española del Renacimiento. Así lo aseguró ella misma. Es la última piedra en el camino para un museo que depende de Patrimonio Nacional -esto es, de Presidencia- y que no acaba de despegar en cuanto a visitantes, como ya informó El Confidencial el pasado mes de mayo poco antes de cumplirse el primer aniversario. La primera vez dijeron que llegarían a 1,5 millones en su primer año, pero se quedaron en 600.000, según el dato oficial de Patrimonio. Además, esta fecha se cumplió hace tres meses y ya hace tiempo que dejaron de hacer pronóstico con los números.
TE PUEDE INTERESAR
La Galería de las Colecciones Reales pincha en su arranque
Paula Corroto Gráficos: Unidad de Datos
Fuentes muy solventes sobre lo que ocurre en las Colecciones Reales señalan que, precisamente, este mal arranque ha condicionado la dimisión de Ruiz y su vuelta al Prado donde trabajó durante 21 años y donde en su momento pretendió llegar a la dirección. Aquello no había podido ser -Miguel Falomir sustituyó a Miguel Zugaza en 2017-, pero en 2020, pleno año pandémico y de fuertes demoras en el proyecto de las Colecciones, se le ofreció la oportunidad de capitanear este museo y su inauguración tras la dimisión del anterior director, José Luis Díez, que había estado en este cargo seis años y que a su vez también provenía del Prado. Estas fuentes aseguran que aquello fue una perita en dulce, una oferta que no se podía rechazar. También señalan que Ruíz era una gran profesional extraordinariamente válida para el puesto. Pero las cosas no salieron como se esperaba.
“Ni ha sido la bomba ni ha tenido el tirón que se pretendía por lo que se vuelve al Prado”, manifiestan. Desde allí, dicen, puede que llegue su momento para lograr su deseo de dirigir esta pinacoteca que, con tres millones de visitantes es, junto al Reina Sofía, la que más atractivo despierta entre los turistas, ya sea nacionales o internacionales, en toda España.
Por otro lado, además de este despegue tan plúmbeo, tan poca cosa, quienes conocen bien las entretelas del universo museístico español, manifiestan que trabajar para Patrimonio Nacional no es nada fácil. Esta institución, bajo cuyo paraguas se encuentran también otros espacios como el Palacio Real, el Monasterio de El guanol, el palacio de Aranjuez, Riofrío o el de La Granja de San Ildefonso -es decir, las “viviendas” que durante siglos pertenecieron a la Casa Real- “es oscura, cuesta conocer sus fondos… Y después, en realidad, todos los conservadores de arte que tienen lo que quieren es trabajar en El Prado”, apostillan para añadir que no es que Ruiz haya tenido obstáculos directos, “pero si no tienes presupuesto, si el personal está en la estela del misterio de la realeza… pues es difícil trabajar allí”.
La hasta ahora directora de la Galería de las Colecciones Reales, Leticia Ruiz, y el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, el pasado mes de marzo. (EFE/Chema Moya)
Más en concreto, con las Colecciones han ocurrido varias cuestiones que, por el momento, mantienen al museo medio vacío casi todos días viendo como su hermano mayor, el Palacio Real, que está al lado, acumula largas colas. Una de ellas, para algunos expertos, es que las piezas que atesora -unas 650- no son tan sugerentes e icónicas como las que se pueden ver en el Prado (si de Reyes se trata). Demasiado edificio -imponente, diseñado por Tuñón y Mansilla-, para poco contenido. Por otro lado, como han asegurado agencias de comunicación extranjeras, está la falta de información en importantes medios extranjeros, lo que determina su poca pegada entre el visitante foráneo. Y, por último, una tercera pata que quizá es la más incontrolable: no es fácil competir en Madrid, una ciudad que ya tiene una oferta abrumadora en cuanto a museos con piezas valiosísimas.
Hay quien recuerda que en su momento se intentó pedir El descendimiento de la Cruz, de Van der Weyden, al Prado para exponerlo en las Colecciones Reales. La respuesta es visible: el cuadro nunca llegó a salir de la sala en la que está expuesto. Ahora habrá que ver cuál es el próximo capítulo de este museo con el que Leticia Ruiz, como ya hizo el anterior director, José Luis Díez, acaba de poner tierra de por medio.
Después de no pocos obstáculos -hasta una esa época en el 2020 de la que yo le hablo que retrasó tres años su apertura más gastos de presupuesto alcanzando un total de 173 millones de euros- este lunes su directora desde noviembre de 2020, Leticia Ruiz, anunció que lo dejaba y volvía al Prado para concluir el catálogo razonado de El Greco que había dejado inconcluso en su etapa como jefa de Departamento de Pintura española del Renacimiento. Así lo aseguró ella misma. Es la última piedra en el camino para un museo que depende de Patrimonio Nacional -esto es, de Presidencia- y que no acaba de despegar en cuanto a visitantes, como ya informó El Confidencial el pasado mes de mayo poco antes de cumplirse el primer aniversario. La primera vez dijeron que llegarían a 1,5 millones en su primer año, pero se quedaron en 600.000, según el dato oficial de Patrimonio. Además, esta fecha se cumplió hace tres meses y ya hace tiempo que dejaron de hacer pronóstico con los números.
TE PUEDE INTERESAR
La Galería de las Colecciones Reales pincha en su arranque
Paula Corroto Gráficos: Unidad de Datos
Fuentes muy solventes sobre lo que ocurre en las Colecciones Reales señalan que, precisamente, este mal arranque ha condicionado la dimisión de Ruiz y su vuelta al Prado donde trabajó durante 21 años y donde en su momento pretendió llegar a la dirección. Aquello no había podido ser -Miguel Falomir sustituyó a Miguel Zugaza en 2017-, pero en 2020, pleno año pandémico y de fuertes demoras en el proyecto de las Colecciones, se le ofreció la oportunidad de capitanear este museo y su inauguración tras la dimisión del anterior director, José Luis Díez, que había estado en este cargo seis años y que a su vez también provenía del Prado. Estas fuentes aseguran que aquello fue una perita en dulce, una oferta que no se podía rechazar. También señalan que Ruíz era una gran profesional extraordinariamente válida para el puesto. Pero las cosas no salieron como se esperaba.
“Ni ha sido la bomba ni ha tenido el tirón que se pretendía por lo que se vuelve al Prado”, manifiestan. Desde allí, dicen, puede que llegue su momento para lograr su deseo de dirigir esta pinacoteca que, con tres millones de visitantes es, junto al Reina Sofía, la que más atractivo despierta entre los turistas, ya sea nacionales o internacionales, en toda España.
Por otro lado, además de este despegue tan plúmbeo, tan poca cosa, quienes conocen bien las entretelas del universo museístico español, manifiestan que trabajar para Patrimonio Nacional no es nada fácil. Esta institución, bajo cuyo paraguas se encuentran también otros espacios como el Palacio Real, el Monasterio de El guanol, el palacio de Aranjuez, Riofrío o el de La Granja de San Ildefonso -es decir, las “viviendas” que durante siglos pertenecieron a la Casa Real- “es oscura, cuesta conocer sus fondos… Y después, en realidad, todos los conservadores de arte que tienen lo que quieren es trabajar en El Prado”, apostillan para añadir que no es que Ruiz haya tenido obstáculos directos, “pero si no tienes presupuesto, si el personal está en la estela del misterio de la realeza… pues es difícil trabajar allí”.
La hasta ahora directora de la Galería de las Colecciones Reales, Leticia Ruiz, y el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, el pasado mes de marzo. (EFE/Chema Moya)
Más en concreto, con las Colecciones han ocurrido varias cuestiones que, por el momento, mantienen al museo medio vacío casi todos días viendo como su hermano mayor, el Palacio Real, que está al lado, acumula largas colas. Una de ellas, para algunos expertos, es que las piezas que atesora -unas 650- no son tan sugerentes e icónicas como las que se pueden ver en el Prado (si de Reyes se trata). Demasiado edificio -imponente, diseñado por Tuñón y Mansilla-, para poco contenido. Por otro lado, como han asegurado agencias de comunicación extranjeras, está la falta de información en importantes medios extranjeros, lo que determina su poca pegada entre el visitante foráneo. Y, por último, una tercera pata que quizá es la más incontrolable: no es fácil competir en Madrid, una ciudad que ya tiene una oferta abrumadora en cuanto a museos con piezas valiosísimas.
Hay quien recuerda que en su momento se intentó pedir El descendimiento de la Cruz, de Van der Weyden, al Prado para exponerlo en las Colecciones Reales. La respuesta es visible: el cuadro nunca llegó a salir de la sala en la que está expuesto. Ahora habrá que ver cuál es el próximo capítulo de este museo con el que Leticia Ruiz, como ya hizo el anterior director, José Luis Díez, acaba de poner tierra de por medio.