La forja del tirano.

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'La Escuela de Aristóteles', por Gustav Adolph Spangenberg

'La Escuela de Aristóteles', por Gustav Adolph Spangenberg

En el pensamiento sobre política del filósofo griego, la democracia era la menos mala de las formas de gobierno «impuras»

Sócrates dijo, según Platón, que la democracia era «una forma agradable de la anarquía». Una frase que casi define por completo la situación política en España, y más con lo que se avecina. Platón fue el discípulo de Sócrates y Aristóteles fue el discípulo de atón. El último de todos ellos, de los tres más grandes filósofos de la humanidad, Aristóteles, dice que lo que diferencia una forma de gobierno «pura» de una «impura» es no gobernar para el bien común y hacerlo en beneficio exclusivo «de una parte y no del todo».

Para el pensador griego, las formas de Gobierno puras eran la monarquía, la aristocracia y la república; y las impuras la democracia, la oligarquía y la tiranía, que, en dualidades empezando por los extremos, constituyen una degradación. Lo más alejado de la monarquía, la forma de Gobierno perfecta para Aristóteles, es la tiranía, que es en lo que la propia monarquía se desvía cuando se pervierte. Del mismo modo, la aristocracia deriva en oligarquía, y la república en democracia, curiosa forma de gobierno «impura».
'Demócrito y Protágoras' (1663) de Salvator Rosa

El filósofo ateniense creía que toda desviación de las formas de gobierno puras era contra la naturaleza, lo contrario del carácter natural que le da a la política, entendida como el medio para lograr el bienestar de la sociedad. Por lo tanto, el mal uso de la política, convertida en este caso en democracia, oligarquía y tiranía, provoca el abuso de poder, violentando las normas del buen gobierno, utilizando en beneficio de uno o de unos pocos las prerrogativas del poder con lo que se rompe el ideal, la «pureza».

Por ejemplo: un presidente colonizando los tres poderes para perpetuarse a la «boliviana» para acabar de desnaturalizarlo todo (esa «forma agradable de la anarquía» que por un lado promete lealtad a la Monarquía y por otro planea el perdón político de los enemigos de la misma y del pueblo español a quien representa) en la amnistía a la que se camina con el único afán de mantenerse en el poder, haciendo volar todos los seguros de la «democracia impura».
Entre lo malo, lo mejor
De acuerdo a su clasificación, precisamente la democracia sería la menos mala de las formas de gobierno impuras, por encima de la tiranía y de la oligarquía. Es curiosa la frase de Aristóteles en su Política de que la democracia se da «cuando tienen el poder los indigentes». Naturalmente aquí la Historia y la evolución de los tiempos también ha supuesto una evolución en los conceptos como para interpretarlos literalmente en el presente. Pero no dejan de ser interesantes paradojas, aunque solo lo sean lingüísticas.
Aquí la democracia para Aristóteles es el gobierno de los pobres, quienes en el mundo de clases sociales del filósofo adquieren muy poca consideración, motivada fundamentalmente por su escasa preparación y cultura. Una motivación que en este caso sí se acerca al presente en notables y conocidos casos de gobernantes actuales.
Pero más allá incluso de la forma de Gobierno están las características de esas formas de Gobierno. Ninguna de las tres formas puras (monarquía, aristocracia y república) se pueden asociar con Pedro Sánchez, puesto que la persecución del bien común, el nexo que las une, no se da en el presidente, sino el contrario: la persecución del bien personal, del beneficio propio, la singularidad que para Aristóteles no es ni siquiera propia del demócrata (tampoco del «oligarca»), sino el rasgo distintivo del tirano.

 
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Ninguna de las tres formas puras (monarquía, aristocracia y república) se pueden asociar con Pedro Sánchez, puesto que la persecución del bien común, el nexo que las une, no se da en el presidente, sino el contrario: la persecución del bien personal, del beneficio propio, la singularidad que para Aristóteles no es ni siquiera propia del demócrata (tampoco del «oligarca»), sino el rasgo distintivo del tirano.
Es aún peor , porque los tiranos dictadores al menos no son unos traidores a su patria ni se venden al enemigo

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