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Hacerse un estudio genealógico del ADN para conocer el pasado es tan frecuente en EEUU que da para una conversación de ascensor. ¿Quién se los hace en España?
Cristina, de padre riojano y progenitora canaria, ha localizado a unos parientes descendientes de cubanos en Miami. María, que es adoptada y está inmersa en una larga investigación en busca de sus padres biológicos, ha logrado identificar al hermano de uno de sus tatarabuelos. Y Joseph, hijo de una murciana y un catalán, cierra el círculo de su genealogía con toda una sorpresa para un hombre acostumbrado a lucir la única melena morena en una marea rubia: sus ancestros eran vikingos del sur de Suecia, su país de residencia desde hace 52 años.
Todos estos hallazgos no son obra de Facebook; lo que ata todas estas historias familiares son los resultados de los kits de tests de ADN que arrojan valiosa información genealógica. Un paquete que se pide por correo a empresas privadas -principalmente estadounidenses, suizas y suecas- por precios que no suelen superar los 100 dólares, con una pipeta para depositar una muestra de saliva o un bastoncillo para raspar la mejilla por dentro y al cabo de entre seis y ocho semanas revela datos del componente genético que pueden retrotraerse hasta 10.000 años atrás.
Resultado de las estimaciones de ADN antiguo para una persona, al compararse con muestras arcaicas.
Resultado de las estimaciones de ADN antiguo para una persona, al compararse con muestras arcaicas.
“A largo plazo, entre el tiempo que te permite ubicar la genealogía tradicional y lo que suelen aportar los análisis genéticos puede haber varios miles de años”, explica el genealogista Fernando González del Campo. Eso sí, añade, “hay que hacer análisis complementarios y en España habría que ampliar las bases de datos mucho más para llegar a las mutaciones más antiguas”. Joseph Falguera es el administrador del mayor grupo español de genealogía genética en Facebook, IBERIA ADN, conformado por más de 1.670 miembros y lo suscribe: “Necesitamos masa crítica en la península ibérica, que tiene un potencial increíble de procesos genealógicos que a veces simplificamos al máximo”.
Experimento viral "El viaje del ADN" de 2016
Sorpresas en el código genético
Su caso es un buen ejemplo. "Mañana cumplo 60 años y desde hace 52 he vivido en Suecia. Aquí empecé a entusiasmarme sobre mis orígenes, tanto en Cataluña como en Valencia y Murcia, y di varios pasos en varias direcciones", cuenta. No con la misma suerte, porque acudir a los archivos en Murcia le permitió retroceder solo hasta 1600, mientras que la distribución social de sus ancestros catalanes bajo el sistema de masías facilitaba el seguimiento del apellido de la casa y pudo rastrear su pasado paterno hasta una fecha comprendida entre los siglos XII y XIII.
"Este test me dio una sorpresa tremenda porque yo creía que todos mis ancestros eran de España pero mi haplogrupo -un grupo de personas con perfiles genéticos similares que comparten un antepasado común- resulta que se encuentra al sur de Suecia entre el 40% de los hombres actuales. Yo tengo la pinta de cualquier español, griego o italiano y mi hija mayor y mis nietas son altas y rubias, y al parecer yo también tuve un abuelo rubio con ojos azules", cuenta.
La fiebre del ADN llega a España: Mi familia es murciana pero mis ancestros son vikingos. Noticias de Ciencia
Cristina, de padre riojano y progenitora canaria, ha localizado a unos parientes descendientes de cubanos en Miami. María, que es adoptada y está inmersa en una larga investigación en busca de sus padres biológicos, ha logrado identificar al hermano de uno de sus tatarabuelos. Y Joseph, hijo de una murciana y un catalán, cierra el círculo de su genealogía con toda una sorpresa para un hombre acostumbrado a lucir la única melena morena en una marea rubia: sus ancestros eran vikingos del sur de Suecia, su país de residencia desde hace 52 años.
Todos estos hallazgos no son obra de Facebook; lo que ata todas estas historias familiares son los resultados de los kits de tests de ADN que arrojan valiosa información genealógica. Un paquete que se pide por correo a empresas privadas -principalmente estadounidenses, suizas y suecas- por precios que no suelen superar los 100 dólares, con una pipeta para depositar una muestra de saliva o un bastoncillo para raspar la mejilla por dentro y al cabo de entre seis y ocho semanas revela datos del componente genético que pueden retrotraerse hasta 10.000 años atrás.
Resultado de las estimaciones de ADN antiguo para una persona, al compararse con muestras arcaicas.
Resultado de las estimaciones de ADN antiguo para una persona, al compararse con muestras arcaicas.
“A largo plazo, entre el tiempo que te permite ubicar la genealogía tradicional y lo que suelen aportar los análisis genéticos puede haber varios miles de años”, explica el genealogista Fernando González del Campo. Eso sí, añade, “hay que hacer análisis complementarios y en España habría que ampliar las bases de datos mucho más para llegar a las mutaciones más antiguas”. Joseph Falguera es el administrador del mayor grupo español de genealogía genética en Facebook, IBERIA ADN, conformado por más de 1.670 miembros y lo suscribe: “Necesitamos masa crítica en la península ibérica, que tiene un potencial increíble de procesos genealógicos que a veces simplificamos al máximo”.
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Su caso es un buen ejemplo. "Mañana cumplo 60 años y desde hace 52 he vivido en Suecia. Aquí empecé a entusiasmarme sobre mis orígenes, tanto en Cataluña como en Valencia y Murcia, y di varios pasos en varias direcciones", cuenta. No con la misma suerte, porque acudir a los archivos en Murcia le permitió retroceder solo hasta 1600, mientras que la distribución social de sus ancestros catalanes bajo el sistema de masías facilitaba el seguimiento del apellido de la casa y pudo rastrear su pasado paterno hasta una fecha comprendida entre los siglos XII y XIII.
"Este test me dio una sorpresa tremenda porque yo creía que todos mis ancestros eran de España pero mi haplogrupo -un grupo de personas con perfiles genéticos similares que comparten un antepasado común- resulta que se encuentra al sur de Suecia entre el 40% de los hombres actuales. Yo tengo la pinta de cualquier español, griego o italiano y mi hija mayor y mis nietas son altas y rubias, y al parecer yo también tuve un abuelo rubio con ojos azules", cuenta.
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