La ex pareja de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, ha enviado una carta a e-notícies para anunciar que abandona Catalunya porque "está muy enferma y la solución durará varias generaciones". "Yo me voy de aquí", sentencia. A continuación reproducimos la carta íntegra.
Barcelona, siento vergüenza, indignación y una pena que duele.
Barcelona, esa ciudad que fue orgullo de todos los que la vivimos, de los que podíamos salir de el Liceo con joyas y caminar por las Ramblas sin problemas. Que tenía los garitos más cool y en la que éramos y nos sentíamos libres.
Barcelona, esa ciudad que conocía todo el mundo. Que admiraban. Que era acogedora en la que el catalán y el castellano no eran un problema. Se hablaba lo que a cada cual le iba bien y nadie se enfadaba. Barcelona, esa ciudad que un día tuvo de alcalde a Trias y ahí empezó el fin.
Se empezó a arropar a los okupas, la libertad empezó a entenderse mal. Y llegó esta manada de indepes absurdos, llenos de sin razones queriendo no se sabe qué.
Todo junto y con la inestimable ayuda de Colau, han destrozado toda la esencia de esta ciudad.
La ciudad donde más agresiones sensuales hay, donde los narco pisos corren a sus anchas donde si te vas unos días, a lo mejor, te encuentras a unos indeseables destrozando tu casa y con derechos que les han dado a los delincuentes.
Pero el colmo de los colmos de la indignación, el ardor de estomago y la vergüenza ha sido ver a Laura Borràs, dando la mano a los que estaban boicoteando un homenaje a las víctimas l terrorismo yihadista.
Cataluña está muy enferma y la solución durará varias generaciones.
Yo me voy de aquí, no comparto nada de esto.
Pena y vergüenza.
Barcelona, siento vergüenza, indignación y una pena que duele.
Barcelona, esa ciudad que fue orgullo de todos los que la vivimos, de los que podíamos salir de el Liceo con joyas y caminar por las Ramblas sin problemas. Que tenía los garitos más cool y en la que éramos y nos sentíamos libres.
Barcelona, esa ciudad que conocía todo el mundo. Que admiraban. Que era acogedora en la que el catalán y el castellano no eran un problema. Se hablaba lo que a cada cual le iba bien y nadie se enfadaba. Barcelona, esa ciudad que un día tuvo de alcalde a Trias y ahí empezó el fin.
Se empezó a arropar a los okupas, la libertad empezó a entenderse mal. Y llegó esta manada de indepes absurdos, llenos de sin razones queriendo no se sabe qué.
Todo junto y con la inestimable ayuda de Colau, han destrozado toda la esencia de esta ciudad.
La ciudad donde más agresiones sensuales hay, donde los narco pisos corren a sus anchas donde si te vas unos días, a lo mejor, te encuentras a unos indeseables destrozando tu casa y con derechos que les han dado a los delincuentes.
Pero el colmo de los colmos de la indignación, el ardor de estomago y la vergüenza ha sido ver a Laura Borràs, dando la mano a los que estaban boicoteando un homenaje a las víctimas l terrorismo yihadista.
Cataluña está muy enferma y la solución durará varias generaciones.
Yo me voy de aquí, no comparto nada de esto.
Pena y vergüenza.
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