Segismunda
Reina de los Trolls
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Con 35 años, Karla Homolka era una mujer libre, que no tardó en casarse con un hombre recto, formar una bella familia y trabajar de voluntaria en un colegio cristiano. La reinserción social de una asesina alegra el alma y conmueve el corazón. De violar, hacer daño y apiolar adolescentes a ayudarlos y ser un ejemplo para ellos ¿Pero cómo consiguió pasar solo 12 años en la trena mientras su exmarido se tendrá que pudrir allí por toda la eternidad? Pues haciendo uso de la DEFENSA TESORITO, una de las estrategias judiciales con las que Occidente logra mantener el parrús y la accountability bien separados.
Los hechos probados contra Karla incluyen la violación, tortura y asesinato de al menos tres mujeres, tomando parte activa junto a su primer marido y grabándolo en cintas que luego conservó para satisfacerse sexualmente. Una de las víctimas era su propia hermana y todas tenían entre 14 y 15 años. Pero una defensa inteligente, una campaña política y una feliz casualidad hicieron que esta mujer se jijease ante todo su país (que dada la sordidez de lo narrado no puede ser otro que Canadá).
LA DEFENSA TESORITO
Cuando Paul Bernardo es descubierto gracias a las pruebas de ADN como el forzador de Scarborough, Karla ya ha roto con él y vive junto a unos familiares. No tarda en darse cuenta de que las investigaciones contra su todavía esposo harán que se descubran los crímenes de ambos. Es entonces cuando les dice a sus tíos «yo soy buena nena, pero tengo un pronto que agüita!» y confiesa los asesinatos. Contratan a un abogado y comienzan a trabajar en la defensa tesorito, aprovechando que Paul Bernardo tenía una denuncia por practicar full contact en la cara de su mujer. Pagan a un perito psicólogo que describe así a la Barbie de Ontario:
UNA CAMPAÑA POLÍTICA
Murray Segal, Director de la Oficina Criminal, no cree que la participación de Karla en los crímenes pueda excusarse poniendo los brazos en jarra, diciendo «esas cosas las lleva mi marido» y acompañando la frase de un cabeceo marujil. Se dispone a enchironarla con furia porcino-canadiense, pero entonces entra en escena Marion Boyd, una Charo de armas tomar. El partido socialdemócrata al que ella pertenece está gobernando la provincia y le ha encomendado que erradique la violencia de género. Marion no va a consentir que se encarcele a una víctima del machismo y ejerce toda la presión posible, especialmente para que los peritos la declaren incapacitada por holocausto patriarcal.
Dado que Ontario es una área anglófona cabe suponer que Marion Boyd terminó su alegato con un contundente AND POINT!, si bien su nombre, de origen galo, sugiere un ET PUÁ! seguido de un regüeldo autoafirmativo.
UNA FELIZ CASUALIDAD
La policía necesitaba el testimonio de Homolka para colocarle la perpetua a su marido, pues todavía no conocían las cintas de vídeo que los implicaban a ambos. Ante la dificultad para demostrar los asesinatos de Paul Bernardo, llegaron a un acuerdo: su esposa solo enfrentaría 12 años de guandoca si tiraba de la manta, le implicaba y se victimizaba. Aceptó el trato y esa misma noche dio una fiesta en la casa de sus padres donde había apiolado a su hermana. La sociedad canadiense entró en shock al descubrir que las cintas, donde se probaba la participación de Karla, fueron retenidas durante meses por diversas manos. Con esta prueba irrefutable, los dos acusados hubiesen recibido la pena máxima y el poder negociador de Homolka habría sido nulo. Por suerte para ella, abogados, jueces, fiscales y charos lucharon a brazo partido para que la defensa tesorito fuese una realidad en Canadá. Hoy es un derecho consolidado para todas las mujeres del país.
A todo el mundo le ha pasado lo de liarla parda en casa y luego tener que hacer un viaje incómodo
en coche con la mamá de morros. Pues a Karla le pasó nivel Dios.
GALERÍA DE IMÁGENES
Charuzu ha cagado el alma de Paul Bernardo. Después de décadas recibiendo enculadas pavorosas
en prisión, lo deja alopécico. Ahora no conserva intactos ni la autoestima ni el esfínter.
En cambio, la vida sonríe a la otra hermana de Karla. Se mantiene joven y bella, está casada y ha
cagado tres chiquillos: una nena y dos futuros mañacos.
El año pasado nos dejaba Marion Boyd, la mujer que luchó por una sociedad donde las hembras
sean inimputables por sus actos. Su sueño hoy es realidad.
Justin Trudeau hizo blackface en 2001, cuando Karla Homolka había cumplido dos tercios de su condena. Por suerte,
la sociedad actual está concienciada y no olvida ni perdona.
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Los hechos probados contra Karla incluyen la violación, tortura y asesinato de al menos tres mujeres, tomando parte activa junto a su primer marido y grabándolo en cintas que luego conservó para satisfacerse sexualmente. Una de las víctimas era su propia hermana y todas tenían entre 14 y 15 años. Pero una defensa inteligente, una campaña política y una feliz casualidad hicieron que esta mujer se jijease ante todo su país (que dada la sordidez de lo narrado no puede ser otro que Canadá).
LA DEFENSA TESORITO
Cuando Paul Bernardo es descubierto gracias a las pruebas de ADN como el forzador de Scarborough, Karla ya ha roto con él y vive junto a unos familiares. No tarda en darse cuenta de que las investigaciones contra su todavía esposo harán que se descubran los crímenes de ambos. Es entonces cuando les dice a sus tíos «yo soy buena nena, pero tengo un pronto que agüita!» y confiesa los asesinatos. Contratan a un abogado y comienzan a trabajar en la defensa tesorito, aprovechando que Paul Bernardo tenía una denuncia por practicar full contact en la cara de su mujer. Pagan a un perito psicólogo que describe así a la Barbie de Ontario:
«El estado mental de Karla Homolka es comparable al de un superviviente de un campo de concentración nancy».
DEFENSA TESORITO: dícese de la estrategia de defensa que, como la tinta del calamar, sirve para distraer, eludiendo la responsabilidad individual de una hembra con la excusa de que un hombre malo hizo, dijo o pensó algo inapropiado, que violentó a la susodicha en general, o a su tesorito en particular.
Ver caso de Gwyneth Paltrow contra viejo tullido.
UNA CAMPAÑA POLÍTICA
Murray Segal, Director de la Oficina Criminal, no cree que la participación de Karla en los crímenes pueda excusarse poniendo los brazos en jarra, diciendo «esas cosas las lleva mi marido» y acompañando la frase de un cabeceo marujil. Se dispone a enchironarla con furia porcino-canadiense, pero entonces entra en escena Marion Boyd, una Charo de armas tomar. El partido socialdemócrata al que ella pertenece está gobernando la provincia y le ha encomendado que erradique la violencia de género. Marion no va a consentir que se encarcele a una víctima del machismo y ejerce toda la presión posible, especialmente para que los peritos la declaren incapacitada por holocausto patriarcal.
Dado que Ontario es una área anglófona cabe suponer que Marion Boyd terminó su alegato con un contundente AND POINT!, si bien su nombre, de origen galo, sugiere un ET PUÁ! seguido de un regüeldo autoafirmativo.
UNA FELIZ CASUALIDAD
La policía necesitaba el testimonio de Homolka para colocarle la perpetua a su marido, pues todavía no conocían las cintas de vídeo que los implicaban a ambos. Ante la dificultad para demostrar los asesinatos de Paul Bernardo, llegaron a un acuerdo: su esposa solo enfrentaría 12 años de guandoca si tiraba de la manta, le implicaba y se victimizaba. Aceptó el trato y esa misma noche dio una fiesta en la casa de sus padres donde había apiolado a su hermana. La sociedad canadiense entró en shock al descubrir que las cintas, donde se probaba la participación de Karla, fueron retenidas durante meses por diversas manos. Con esta prueba irrefutable, los dos acusados hubiesen recibido la pena máxima y el poder negociador de Homolka habría sido nulo. Por suerte para ella, abogados, jueces, fiscales y charos lucharon a brazo partido para que la defensa tesorito fuese una realidad en Canadá. Hoy es un derecho consolidado para todas las mujeres del país.
A todo el mundo le ha pasado lo de liarla parda en casa y luego tener que hacer un viaje incómodo
en coche con la mamá de morros. Pues a Karla le pasó nivel Dios.
GALERÍA DE IMÁGENES
Charuzu ha cagado el alma de Paul Bernardo. Después de décadas recibiendo enculadas pavorosas
en prisión, lo deja alopécico. Ahora no conserva intactos ni la autoestima ni el esfínter.
En cambio, la vida sonríe a la otra hermana de Karla. Se mantiene joven y bella, está casada y ha
cagado tres chiquillos: una nena y dos futuros mañacos.
El año pasado nos dejaba Marion Boyd, la mujer que luchó por una sociedad donde las hembras
sean inimputables por sus actos. Su sueño hoy es realidad.
Justin Trudeau hizo blackface en 2001, cuando Karla Homolka había cumplido dos tercios de su condena. Por suerte,
la sociedad actual está concienciada y no olvida ni perdona.
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