M. Priede
Será en Octubre
- Desde
- 14 Sep 2011
- Mensajes
- 50.888
- Reputación
- 114.265
No sé dónde colgarlo. En cualquier sitio que lo haga, lo cambiarán, menos en Guardería, pero no quiero que esté allí; aunque quizá estuviese mejor allí que aquí.
Forma parte de la obra póstuma de Roberto Boleño, editada hace diez años pero perfectamente válida para hoy en día. No entiendo por qué nos lo venden como un cuento cuando es una durísima crítica, tan honesta como burlona, a los popes de la literatura; y también a la literatura de éxito, la de superventas. El escrito es formidable. Tiene alguna pequeña parte un poquitín tediosa pero va de menos a más.
Varios párrafos para que veáis por dónde van los tiros:
Forma parte de la obra póstuma de Roberto Boleño, editada hace diez años pero perfectamente válida para hoy en día. No entiendo por qué nos lo venden como un cuento cuando es una durísima crítica, tan honesta como burlona, a los popes de la literatura; y también a la literatura de éxito, la de superventas. El escrito es formidable. Tiene alguna pequeña parte un poquitín tediosa pero va de menos a más.
Varios párrafos para que veáis por dónde van los tiros:
"Permitidme que en esta época sombría empiece con una afirmación llena de
esperanza. ¡El estado actual de la literatura en lengua española es muy bueno!
¡Inmejorable! ¡óptimo!
Si fuera mejor incluso me daría miedo.
Tranquilicémonos, sin embargo. Es bueno, pero nadie debe temer un ataque al
corazón. No hay nada que induzca a pensar en un gran sobresalto."
"En realidad la literatura latinoamericana no es Borges ni Macedonio Fernández ni
Onetti ni Bioy ni Cortázar ni Rulfo ni Revueltas ni siquiera el dueto de machos ancianos
formado por García Márquez y Vargas Llosa. La literatura latinoamericana es Isabel
Allende, Luis Sepúlveda, Ángeles Mastretta, Sergio Ramírez, Tomás Eloy Martínez, un tal
Aguilar Camín o Comín y muchos otros nombres ilustres que en este momento no
recuerdo.
La obra de Reinaldo Arenas ya está perdida. La de Puig, la de Copi, la de Roberto
Arlt. Ya nadie lee a Ibargüengoitia. Monterroso, que perfectamente bien hubiera podido
declarar que tres de sus personajes inolvidables son Mándela, García Márquez y Vargas
Llosa, tal vez cambiando a Vargas Llosa por Bryce Echenique, no tardará en entrar de lleno
en la mecánica del olvido. Ahora es la época del escritor funcionario, del escritor matón,
del escritor que va al gimnasio, del escritor que cura sus males en Houston o en la Clínica
Mayo de Nueva York. La mejor lección de literatura que dio Vargas Llosa fue salir a hacer
jogging con las primeras luces del alba. La mejor lección de García Márquez fue recibir al
Papa de Roma en La Habana, calzado con botines de charol, García, no el Papa, que
supongo iría con sandalias, junto a Castro, que iba con botas. Aún recuerdo la sonrisa que
García Márquez, en aquella magna fiesta, no pudo disimular del todo. Los ojos
entrecerrados, la piel estirada como si acabara de hacerse un lifting, los labios ligeramente
fruncidos, labios sarracenos habría dicho Amado Nervo muerto de envidia."
"Los escritores actuales no son ya, como bien hiciera notar Pere Gimferrer, señoritos
dispuestos a fulminar la respetabilidad social ni mucho menos un hatajo de inadaptados
sino gente salida de la clase media y del proletariado dispuesta a escalar el Everest de la
respetabilidad, deseosa de respetabilidad. Son rubios y morenos hijos del pueblo de Madrid,
son gente de clase media baja que espera terminar sus días en la clase media alta. No
rechazan la respetabilidad. La buscan desesperadamente. Para llegar a ella tienen que
tras*pirar mucho. Firmar libros, sonreír, viajar a lugares desconocidos, sonreír, hacer de
augusto en los programas del corazón, sonreír mucho, sobre todo no morder la mano que les
da de comer, asistir a ferias de libros y contestar de buen talante las preguntas más cretinas,
sonreír en las peores situaciones, poner cara de inteligentes, controlar el crecimiento
demográfico, dar siempre las gracias.
No es de extrañar que de golpe se sientan cansados. La lucha por la respetabilidad es
agotadora. Pero los nuevos escritores tuvieron y algunos aún tienen (y Dios se los conserve
por muchos años) padres que se agotaron y gastaron por un simple jornal de obrero y por lo
tanto saben, los nuevos escritores, que hay cosas mucho más agotadoras que sonreír
incesantemente y decirle sí al poder. Claro que hay cosas mucho más agotadoras. Y de
alguna forma es conmovedor buscar un sitio, aunque sea a codazos, en los pastizales de la
respetabilidad."
"Todo es, a final de cuentas, folclore. Somos buenos para pelear y somos malos para
la cama. ¿O tal vez era al revés, Maquieira? Ya no me acuerdo. Tiene razón Fuguet: hay
que conseguir becas y anticipos sustanciosos. Hay que venderse antes de que ellos, quienes
sean, pierdan el interés por comprarte. Los últimos latinoamericanos que supieron quién era
Jacques Vaché fueron Julio Cortázar y Mario Santiago y ambos están muertos. La novela
de Penélope Cruz en la India está a la altura de nuestros más preclaros estilistas.
Llega Pe a la India. Como le gusta el tonalidad local o lo auténtico va a comer a uno de los peores
restaurantes de Calcuta o de Bombay. Así lo dice Pe. Uno de los peores o uno de los más
baratos o uno de los más populares. En la puerta ve a un niño famélico quien a su vez no le
quita los ojos de encima. Pe se levanta y sale y le pregunta al niño qué le pasa. El niño le
dice si le puede dar un vaso de leche. Curioso, pues Pe no está bebiendo leche."
"Al cabo de unos días Pe mantiene una larga
conversación filosófica y también de orden práctico con la progenitora Teresa de Calcuta. En
determinado momento Pe le cuenta esta historia. Habla de lo necesario y de lo superfluo, de
ser y no ser, de ser con relación a y de no ser en relación ¿con qué?, ¿y cómo?, ¿y a final de
cuentas qué es eso de ser?, ¿ser tú misma?, Pe se hace un lío. La progenitora Teresa, mientras
tanto, no para de moverse como una comadreja reumática de un lado a otro de la habitación
o del porche que las cobija, mientras el sol de Calcuta, el sol balsámico y también el sol de
los muertos vivientes, espolvorea sus postreros rayos imantado ya por el oeste. Eso, eso,
dice la progenitora Teresa de Calcuta, y luego murmura algo que Pe no entiende. ¿Qué?, dice Pe
en inglés. Sé tú misma. No te preocupes por arreglar el mundo, dice la progenitora Teresa,
ayuda, ayuda, ayuda a uno, dale un vaso de leche a uno y ya será suficiente, apadrina a un
niño, sólo a uno, y ya será suficiente, dice la progenitora Teresa en italiano y con evidente mal
humor. Al caer la noche Pe vuelve al hotel. Se ducha, se cambia de ropa, se pone unas gotas
de perfume sin poder dejar de pensar en las palabras de la progenitora Teresa. A la hora de los
postres, de golpe, la iluminación."
El Malpensante.com - Los mitos de Chtulhu
esperanza. ¡El estado actual de la literatura en lengua española es muy bueno!
¡Inmejorable! ¡óptimo!
Si fuera mejor incluso me daría miedo.
Tranquilicémonos, sin embargo. Es bueno, pero nadie debe temer un ataque al
corazón. No hay nada que induzca a pensar en un gran sobresalto."
"En realidad la literatura latinoamericana no es Borges ni Macedonio Fernández ni
Onetti ni Bioy ni Cortázar ni Rulfo ni Revueltas ni siquiera el dueto de machos ancianos
formado por García Márquez y Vargas Llosa. La literatura latinoamericana es Isabel
Allende, Luis Sepúlveda, Ángeles Mastretta, Sergio Ramírez, Tomás Eloy Martínez, un tal
Aguilar Camín o Comín y muchos otros nombres ilustres que en este momento no
recuerdo.
La obra de Reinaldo Arenas ya está perdida. La de Puig, la de Copi, la de Roberto
Arlt. Ya nadie lee a Ibargüengoitia. Monterroso, que perfectamente bien hubiera podido
declarar que tres de sus personajes inolvidables son Mándela, García Márquez y Vargas
Llosa, tal vez cambiando a Vargas Llosa por Bryce Echenique, no tardará en entrar de lleno
en la mecánica del olvido. Ahora es la época del escritor funcionario, del escritor matón,
del escritor que va al gimnasio, del escritor que cura sus males en Houston o en la Clínica
Mayo de Nueva York. La mejor lección de literatura que dio Vargas Llosa fue salir a hacer
jogging con las primeras luces del alba. La mejor lección de García Márquez fue recibir al
Papa de Roma en La Habana, calzado con botines de charol, García, no el Papa, que
supongo iría con sandalias, junto a Castro, que iba con botas. Aún recuerdo la sonrisa que
García Márquez, en aquella magna fiesta, no pudo disimular del todo. Los ojos
entrecerrados, la piel estirada como si acabara de hacerse un lifting, los labios ligeramente
fruncidos, labios sarracenos habría dicho Amado Nervo muerto de envidia."
"Los escritores actuales no son ya, como bien hiciera notar Pere Gimferrer, señoritos
dispuestos a fulminar la respetabilidad social ni mucho menos un hatajo de inadaptados
sino gente salida de la clase media y del proletariado dispuesta a escalar el Everest de la
respetabilidad, deseosa de respetabilidad. Son rubios y morenos hijos del pueblo de Madrid,
son gente de clase media baja que espera terminar sus días en la clase media alta. No
rechazan la respetabilidad. La buscan desesperadamente. Para llegar a ella tienen que
tras*pirar mucho. Firmar libros, sonreír, viajar a lugares desconocidos, sonreír, hacer de
augusto en los programas del corazón, sonreír mucho, sobre todo no morder la mano que les
da de comer, asistir a ferias de libros y contestar de buen talante las preguntas más cretinas,
sonreír en las peores situaciones, poner cara de inteligentes, controlar el crecimiento
demográfico, dar siempre las gracias.
No es de extrañar que de golpe se sientan cansados. La lucha por la respetabilidad es
agotadora. Pero los nuevos escritores tuvieron y algunos aún tienen (y Dios se los conserve
por muchos años) padres que se agotaron y gastaron por un simple jornal de obrero y por lo
tanto saben, los nuevos escritores, que hay cosas mucho más agotadoras que sonreír
incesantemente y decirle sí al poder. Claro que hay cosas mucho más agotadoras. Y de
alguna forma es conmovedor buscar un sitio, aunque sea a codazos, en los pastizales de la
respetabilidad."
"Todo es, a final de cuentas, folclore. Somos buenos para pelear y somos malos para
la cama. ¿O tal vez era al revés, Maquieira? Ya no me acuerdo. Tiene razón Fuguet: hay
que conseguir becas y anticipos sustanciosos. Hay que venderse antes de que ellos, quienes
sean, pierdan el interés por comprarte. Los últimos latinoamericanos que supieron quién era
Jacques Vaché fueron Julio Cortázar y Mario Santiago y ambos están muertos. La novela
de Penélope Cruz en la India está a la altura de nuestros más preclaros estilistas.
Llega Pe a la India. Como le gusta el tonalidad local o lo auténtico va a comer a uno de los peores
restaurantes de Calcuta o de Bombay. Así lo dice Pe. Uno de los peores o uno de los más
baratos o uno de los más populares. En la puerta ve a un niño famélico quien a su vez no le
quita los ojos de encima. Pe se levanta y sale y le pregunta al niño qué le pasa. El niño le
dice si le puede dar un vaso de leche. Curioso, pues Pe no está bebiendo leche."
"Al cabo de unos días Pe mantiene una larga
conversación filosófica y también de orden práctico con la progenitora Teresa de Calcuta. En
determinado momento Pe le cuenta esta historia. Habla de lo necesario y de lo superfluo, de
ser y no ser, de ser con relación a y de no ser en relación ¿con qué?, ¿y cómo?, ¿y a final de
cuentas qué es eso de ser?, ¿ser tú misma?, Pe se hace un lío. La progenitora Teresa, mientras
tanto, no para de moverse como una comadreja reumática de un lado a otro de la habitación
o del porche que las cobija, mientras el sol de Calcuta, el sol balsámico y también el sol de
los muertos vivientes, espolvorea sus postreros rayos imantado ya por el oeste. Eso, eso,
dice la progenitora Teresa de Calcuta, y luego murmura algo que Pe no entiende. ¿Qué?, dice Pe
en inglés. Sé tú misma. No te preocupes por arreglar el mundo, dice la progenitora Teresa,
ayuda, ayuda, ayuda a uno, dale un vaso de leche a uno y ya será suficiente, apadrina a un
niño, sólo a uno, y ya será suficiente, dice la progenitora Teresa en italiano y con evidente mal
humor. Al caer la noche Pe vuelve al hotel. Se ducha, se cambia de ropa, se pone unas gotas
de perfume sin poder dejar de pensar en las palabras de la progenitora Teresa. A la hora de los
postres, de golpe, la iluminación."
El Malpensante.com - Los mitos de Chtulhu