La década prodigiosa de Merkel

1. Ser subestimada: No la vieron llegar. Era una chica del este de cuota y, en lugar de tratar de destruir estos injustos cartelitos que le habían colgado, se escudó discretamente tras ellos mientras se acercaba al centro neurálgico del poder alemán y al gigante político Helmut Kohl, del que aprendió todo lo que pudo. Los barones de la CDU, que la eligieron candidata para unas elecciones que iban a perder, creyeron después vanamente que podrían utilizarla a su antojo. Ni ellos ni el SPD de Schröder supieron ver la brillante capacidad intelectual y analítica que había tras lo que les pareció solamente una carrera académica científica. Y ella se esforzó por no sacarles de su error antes de tiempo.
   
   
   
   
   
   
2. Enemigo dividido: Merkel tiene un verdadero chollo con una oposición socialdemócrata dividida por irremediables odios fratricidas que no terminarán hasta que se consume una renovación generacional. La Agenda 2000 de Gerhard Schröder rasgó por la mitad el alma de la izquierda alemana. Oskar Lafontaine dio un portazo y se llevó con él a medio partido a Die Linke (La Izquierda), dejando a Merkel sin un enemigo a su altura. ¡Así cualquiera, canciller! Y para evitar tentaciones de reconciliación del enemigo, Merkel ha construido dos grandes coaliciones con ellos que acaban en el abrazo del oso. El satírico diario TAZ ha vaticinado en portada que "el SPD está tan cómodo gobernando con Merkel que ¿para qué presentar candidato?"
   
   
   
   
   
   
3. Independencia de las familias políticas: Una vez más, Merkel ha hecho de la necesidad virtud. No pertenecía a ninguna de las familias políticas conservadoras y esto la convertía aparentemente en una outsider sin apoyos internos, pero ha sido esa independencia la que ha mantenido finalmente a toda la derecha alemana bailado al ritmo que ella marca. No tiene deudas con nadie, lo que le evita tener que colocar a compromisos de partido en cargos clave y le permite buscar colaboradores que responden siempre al perfil que busca. Y ese perfil suele coincidir siempre: buenos profesionales, entregados, gente con visión y con criterio tan independiente como el suyo propio.
   
   
   
   
   
   
4. Evitar el cortoplacismo: Merkel jamás piensa a menos de diez años vista. Cuando llegó al poder había en Alemania 5 millones de parados y, en lugar de políticas de impulso a corto plazo, se fijó como objetivo una estabilidad fiscal que pusiese al país en condiciones de controlar su deuda y de la que se beneficiará una generación de alemanes que comenzará a votar dos o tres legislaturas después. Otro ejemplo: la crisis de los refugiados. Salvando cuestiones humanitarias urgentes a las que ha dado respuesta inmediata, lo que se propone es una reforma legal que prepare a Alemania para los flujos migratorios que cabe esperar en las próximas décadas y una política fronteriza y de asilo común europea lo suficientemente sólida como para que cuando... ¿quién sabe?... quizá a los chinos... se les ocurra emprender camino hasta el reducto de libertad y bienestar europeo, contemos con una base legal que nos permita practicar una solidaridad sostenible.
   
   
   
   
   
   
5. Deshacerse de los incómodos, premiar a los leales: Merz, zu Guttenberg, Koch... hay una lista de apellidos ilustres conservadores que pudieron haberle hecho sombra a Merkel en el liderazgo interno del partido y que perecieron políticamente en el intento. Nunca le tembló la mano al segar a la altura de los tobillos las ambiciones personalistas, ni ha tenido nunca reparos en premiar las lealtades discretas.
   
   
   
   
   
   
6. Capacidad de consenso: Es una gran y tenaz negociadora. Sabe sacrificar ahora para cosechar mañana. Ha gobernado con los socialdemócratas y con los liberales. Sabe atraer al contrario con apetitosas propuestas y su capacidad de resistencia, física y psicológica, en cualquier mesa de negociación, puede con todo. Y al funcionamiento europeo le tiene perfectamente tomada la medida. Todos los jefes de gobierno de la unión peregrinan a su despacho en Berlín y con todos va amasando apoyos que después escenifica en Bruselas. Cuando aprendió desde fuera, desde la RDA comunista, lo que significaba la democracia, entendió perfectamente que el poder en este sistema político radica en la palanca para generar consenso.
   
   
   
   
   
   
7. Capacidad de sorprender: Después de 10 años en el gobierno, Merkel sigue sorprendiendo. Quizá su mayor explosión creativa fuese el giro radical en la política energética después del desastre de Fukushima. En cuestión de semanas legisló el abandono definitivo de la energía nuclear en Alemania en unos plazos que ni Los Verdes se habían atrevido a imaginar. Por encima del todopoderoso lobby energético alemán, que se quedó con la boca abierta. Pero no menor ha sido la sorpresa en su propio partido la semana pasada, cuando abrió de par en par las fronteras alemanas para dar entrada a la multitud que agonizaba en la frontera húngara. Jamás reniega de sus principios, pero sabe rectificar. Y cuando parece que no hay salida, se replantea la cuestión desde cero.
   
   
   
   
   
   
8. Científicamente probada: "Angela Merkel es la irrupción de las ciencias naturales en la política", definió la revista Stern en un famoso artículo que apodaba a la canciller "La física del poder", por su capacidad para calcular con rigor científico la intensidad y la velocidad de los acontecimientos, para esperar así sus resultados con la plácida certeza de un investigador que observa el desarrollo de un experimento. Lo que muchos tachan de pragmatismo es en realidad mentalidad científica. A diferencia de otras "damas de hierro" como la británica Margaret Thatcher, con la que ha sido a menudo comparada, las políticas de Merkel son como las leyes científicas: hipótesis que se mantienen por sus resultados y de las que prescinde en el momento en que demuestran ser erradas.
   
   
   
   
   
   
9. Coherencia personal: Es su carácter. Sereno, impasible, pero mucho más apasionado de lo que pudiese parecer. Coincide con el perfil que los alemanes desean para su gobierno. Le incomoda el lujo y el privilegio. No es vanidosa ni arrogante, pero posee una firmeza sobrenatural que extrae posiblemente de su fe protestante. No le interesa para nada enriquecerse y en su afán de poder hay un gran componente de vocación de servicio. Tal y como está el patio, cuesta bastante explicarse qué hace esta mujer metida en política.
   
   
   
   
   
   
10. Contacto con la vida real: Se equivocan quienes piensan que Merkel se pasa de vez en cuando por el supermercado de la calle Friedrich a comprar puerros y patatas para que le hagan fotos. Sencillamente, los viernes por la tarde suele cocinar ella. Consciente de la pobre salud política de cualquier gobernante asilado por sus asesores, que come del partido y bebe de la prensa, Merkel hace grandes esfuerzos por seguir hablando con la gente. No solamente da la cara ante neonazis que montan bronca a las puertas de un albergue de refugiados o se mezcla entre los sirios para peguntarles por qué exactamente vienen Alemania. Regularmente dedica tiempo a inestimables iniciativas como Burgerdialog (diálogo ciudadano), encuentros con ciudadanos de a pie con los que acepta charlar de cualquier tema que ellos quieran. Paga un precio, por situaciones como la de la niña que se echó a llorar porque no podrá quedarse en Alemania, pero se lleva a cambio el impagable palpitar real de la sociedad alemana, lo que le permite seguir, diez años después, con los pies en el suelo.
    
    
    

Manufacturer dijo:

Pues creo que ya se le retiró el periodo hace muchos años para actuar de forma tan caprichosa:
Ahora hago llorar a niña diciendo que el mundo es así de cruel, ahora quiero dar asilo 800000 provocando una marea humana, ahora fuerzo a los demás a comerse parte de la cosa, ahora cierro la frotera, ahora la medio abro, ahora te llamo nasi, ahora que se los quede el primero que los toque...

Para hacer de títere, dan igual los títulos, sólo importa ser fistro y someterse a los dictados de la banca.

Hacer clic para expandir...