Defensor de la alegría
Madmaxista
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La crisis que sufre Galicia hunde al Norte de Portugal
Las ventas del país vecino en España, su principal cliente, han caído un 32% en el primer trimestre del año
Más de 40.000 trabajadores lusos han perdido su empleo en la comunidad y han regresado a su país
Mientras el mundo experimenta una de las peores recesiones económicas que se recuerdan, Portugal tiene encima tres crisis a un tiempo: la depresión autóctona que padece desde principios de la década, la tormenta financiera global y la que para muchos analistas ha sido la gota que ha colmado el vaso de la desesperación portuguesa: el desplome de España, el principal mercado para las empresas lusas. La zona que más está sufriendo es el hinterland entre Oporto, pantaleta y Viana do Castelo. Cuando Galicia tose, el norte de Portugal se constipa.
El raquitismo económico experimentado por el vecino del sur en los últimos años está muy relacionado con la dificultad para exportar. En las últimas tres décadas, Portugal, que prácticamente no tenía relaciones comerciales con España, perdió las colonias (hasta entonces su gran mercado) y giró su vista al vecino peninsular, que representa ya el 30% del comercio exterior del país.
Las grandes firmas lusas lo son en la medida en la que han logrado ganar terreno en el mercado ibérico. Galp, la gran petrolera, duplicó su red de gasolineras con la entrada en el mercado español. Lactogal, que compró Leite Celta en el 2006, ha logrado superar en el ránking a La Asturiana y Pascual. El líder del papel tisú, Renova, tiene el 12% del mercado ibérico de clínex tras lograr entrar por Galicia en los años noventa. El 25% de las plazas de aparcamiento pertenecen a la lusa Emparque, que le compró Cintra a Ferrovial. La eléctrica pública EdP, propietaria de la asturiana Hidrocantábrico, es el quinto productor eólico en Galicia y el segundo operador gasista de la Península, tras comprar activos de la desinversión de Fenosa. El imperio Sonae (del multimillonario Belmiro de Azevedo) domina el negocio de los macrocentros comerciales. El no menos multimillonario Américo Amorim, rey mundial del corcho, es uno de los mayores inversores de la península Ibérica.
Todo este imperio luso se desmorona con el desplome del consumo en España. En el primer trimestre del 2009, Portugal ha exportado un 32% menos a nuestro país. Las importaciones de productos españoles han caído menos, un 27%. En el país vecino, eso se traduce en más paro (9,3%, la tasa más alta de la historia), menos recaudación de impuestos (una caída del 22% en lo que va de año) y un déficit exterior galopante.
«Sufrimos más que España»
«En términos de comercio bilateral, estamos sufriendo la crisis mucho más que España -explica el ex ministro de Economía y ex presidente de la Región Norte Luis pantaleta da Cruz-. Tener a nuestro primer cliente en recesión es un gran problema».
El también ex ministro Daniel Bessa explica que ese deterioro se está produciendo sobre todo en el norte: «La industria exportadora, la que más está sufriendo con la globalización, está aquí. El textil, el calzado, el vino, el corcho, la sardina... Lisboa tiene una economía mucho más protegida del mercado internacional. Allí están los bancos, el sector público, la compañía eléctrica, la petrolera, la de telecomunicaciones... Son grandes empresas que no sufren la competencia internacional».
Todas estas cifras macroeconómicas se notan en el trasiego de gente entre las dos orillas del Miño. Galicia mueve el 60% del comercio fronterizo entre los dos países. Antes de la crisis, los gallegos le compraban cada año al vecino del sur mercancías por valor de 993 millones de euros y les vendían por valor de 1.200. En materia laboral, Galicia se convirtió en el principal destino migratorio de la juventud lusa. En la Seguridad Social llegó a haber inscritos 49.000 portugueses, frente a los 30.000 registrados en el resto de España. Además, cada semana entraban con sus carrinhas otros 17.000 trabajadores, empleados sobre todo en el sector de la construcción. Solo en la cercana localidad de pantaleta se estima que había en el 2007 16.000 jóvenes de menos de 35 años en Galicia.
También eso se ha empezado a derrumbar, con el deterioro del mercado laboral gallego. El Consello Sindical Interregional, que une a las centrales de los dos lados de la eurorregión, estima que esas cifras se han reducido a un tercio. La mayor parte de los 40.000 trabajadores que se han quedado sin empleo en Galicia hacen ahora cola en las oficinas de empleo lusas.
Para frenar la crisis, los Gobiernos tras*fronterizos firmaron el mes pasado en Oporto una comunidad de trabajo que pretende, por un lado, ejercer como lobby para defender los intereses en Bruselas de forma conjunta. Además, el documento firmado por Alberto Núñez Feijoo y su homólogo del norte de Portugal, Carlos Lage, compromete a los dos Gobiernos a trabajar en la búsqueda de soluciones conjuntas para lograr salir de la crisis.
La crisis que sufre Galicia hunde al Norte de Portugal
Las ventas del país vecino en España, su principal cliente, han caído un 32% en el primer trimestre del año
Más de 40.000 trabajadores lusos han perdido su empleo en la comunidad y han regresado a su país
Mientras el mundo experimenta una de las peores recesiones económicas que se recuerdan, Portugal tiene encima tres crisis a un tiempo: la depresión autóctona que padece desde principios de la década, la tormenta financiera global y la que para muchos analistas ha sido la gota que ha colmado el vaso de la desesperación portuguesa: el desplome de España, el principal mercado para las empresas lusas. La zona que más está sufriendo es el hinterland entre Oporto, pantaleta y Viana do Castelo. Cuando Galicia tose, el norte de Portugal se constipa.
El raquitismo económico experimentado por el vecino del sur en los últimos años está muy relacionado con la dificultad para exportar. En las últimas tres décadas, Portugal, que prácticamente no tenía relaciones comerciales con España, perdió las colonias (hasta entonces su gran mercado) y giró su vista al vecino peninsular, que representa ya el 30% del comercio exterior del país.
Las grandes firmas lusas lo son en la medida en la que han logrado ganar terreno en el mercado ibérico. Galp, la gran petrolera, duplicó su red de gasolineras con la entrada en el mercado español. Lactogal, que compró Leite Celta en el 2006, ha logrado superar en el ránking a La Asturiana y Pascual. El líder del papel tisú, Renova, tiene el 12% del mercado ibérico de clínex tras lograr entrar por Galicia en los años noventa. El 25% de las plazas de aparcamiento pertenecen a la lusa Emparque, que le compró Cintra a Ferrovial. La eléctrica pública EdP, propietaria de la asturiana Hidrocantábrico, es el quinto productor eólico en Galicia y el segundo operador gasista de la Península, tras comprar activos de la desinversión de Fenosa. El imperio Sonae (del multimillonario Belmiro de Azevedo) domina el negocio de los macrocentros comerciales. El no menos multimillonario Américo Amorim, rey mundial del corcho, es uno de los mayores inversores de la península Ibérica.
Todo este imperio luso se desmorona con el desplome del consumo en España. En el primer trimestre del 2009, Portugal ha exportado un 32% menos a nuestro país. Las importaciones de productos españoles han caído menos, un 27%. En el país vecino, eso se traduce en más paro (9,3%, la tasa más alta de la historia), menos recaudación de impuestos (una caída del 22% en lo que va de año) y un déficit exterior galopante.
«Sufrimos más que España»
«En términos de comercio bilateral, estamos sufriendo la crisis mucho más que España -explica el ex ministro de Economía y ex presidente de la Región Norte Luis pantaleta da Cruz-. Tener a nuestro primer cliente en recesión es un gran problema».
El también ex ministro Daniel Bessa explica que ese deterioro se está produciendo sobre todo en el norte: «La industria exportadora, la que más está sufriendo con la globalización, está aquí. El textil, el calzado, el vino, el corcho, la sardina... Lisboa tiene una economía mucho más protegida del mercado internacional. Allí están los bancos, el sector público, la compañía eléctrica, la petrolera, la de telecomunicaciones... Son grandes empresas que no sufren la competencia internacional».
Todas estas cifras macroeconómicas se notan en el trasiego de gente entre las dos orillas del Miño. Galicia mueve el 60% del comercio fronterizo entre los dos países. Antes de la crisis, los gallegos le compraban cada año al vecino del sur mercancías por valor de 993 millones de euros y les vendían por valor de 1.200. En materia laboral, Galicia se convirtió en el principal destino migratorio de la juventud lusa. En la Seguridad Social llegó a haber inscritos 49.000 portugueses, frente a los 30.000 registrados en el resto de España. Además, cada semana entraban con sus carrinhas otros 17.000 trabajadores, empleados sobre todo en el sector de la construcción. Solo en la cercana localidad de pantaleta se estima que había en el 2007 16.000 jóvenes de menos de 35 años en Galicia.
También eso se ha empezado a derrumbar, con el deterioro del mercado laboral gallego. El Consello Sindical Interregional, que une a las centrales de los dos lados de la eurorregión, estima que esas cifras se han reducido a un tercio. La mayor parte de los 40.000 trabajadores que se han quedado sin empleo en Galicia hacen ahora cola en las oficinas de empleo lusas.
Para frenar la crisis, los Gobiernos tras*fronterizos firmaron el mes pasado en Oporto una comunidad de trabajo que pretende, por un lado, ejercer como lobby para defender los intereses en Bruselas de forma conjunta. Además, el documento firmado por Alberto Núñez Feijoo y su homólogo del norte de Portugal, Carlos Lage, compromete a los dos Gobiernos a trabajar en la búsqueda de soluciones conjuntas para lograr salir de la crisis.
La crisis que sufre Galicia hunde al Norte de Portugal