La crisis del aceite de girasol abre una vía para que la colza vuelva a la industria alimentaria

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CAPOTILLO
La Asociación nacional de industriales envasadores refinadores de aceites comestibles (Anierac) sostiene que, de prolongarse la guerra de Ucrania, el sector debe buscar alternativas en otros aceites de semillas
12 mar 2022. Actualizado a las 05:00 h.
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«Lo que nos está diciendo la distribución es que no hay problemas de desabastecimiento de aceite de girasol, que han tomado medidas porque habían visto que había gente intentando acaparar y por eso limitaron el consumo, como medida de precaución». Estas palabras de Primitivo González, director general de la Asociación nacional de industriales envasadores y refinadores de aceites comestibles (Anierac), contrastan con la ausencia de este producto en muchos supermercados gallegos. Pero lo cierto es que todo parece indicar que está sucediendo lo mismo que con el papel higiénico durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, «que se agotaron las existencias porque hubo una avalancha de consumo» añade. Los problemas podrán llegar, asegura González, si el conflicto se alarga en el tiempo. Por eso no es descabellado aconsejar a la industria que empiece a buscar alternativas en otros aceites de semillas, que los hay. Un ejemplo es la colza, que podría aprovechar la ocasión para recuperar el prestigio del que no goza en nuestro país.
España produce al año entre 700.000 y 800.000 toneladas de pipa, «pero el rendimiento que tienen para hacer aceite está en torno al 40 %», añade González. Eso significa que de ahí salen, aproximadamente, 300.000 toneladas de aceite de girasol, una cantidad «insuficiente para el consumo que tenemos en nuestro país», explica. Porque los últimos datos hablan de que los hogares españoles utilizan al año alrededor de 350.000 toneladas de este aceite. Casi la misma cantidad que emplea la industria alimentaria. «Es un producto que tiene un consumo industrial importante: las conservas, los fritos, las galletas, las salsas... porque es un aceite de calidad que es más adecuado para elaborar esos productos», sostiene el director de Anierac.
Esto significa que el país precisa, al año, alrededor de 700.000 toneladas de este aceite, es decir, el doble de lo que produce. Pero es que, en ocasiones, es preciso importar más cantidad. «España es el país que primero produce pipa al año y, en ocasiones, hay países que vienen aquí a comprarla», añade, de ahí que estas cifras puedan variar en función de la campaña.
¿De dónde viene el aceite de girasol que importamos? Pues en su mayoría de Rusia y Ucrania, que producen entre 9,5 y diez millones de toneladas de los quince millones que se producen en todo el mundo, asegura González. Por eso, una prolongación del conflicto, podría generar problemas de abastecimiento. Pero es que, además, «hay otros países de la cuenca del Mar neցro, como Turquía o Rumanía que también son productores importantes y que tienen unas dificultades enormes para salir al mercado».
Anierac reconoce que el desbarajuste en el mercado causado por la guerra ha generado un aumento en los precios, «pero también ha subido el precio del de oliva y eso que no hay problemas de abastecimiento. Subió el precio porque, en parte, está subiendo todo». Aún así, Primitivo González reconoce que, de prolongarse la situación, la industria alimentaria española tendrá que buscar alternativas en otros aceites de semilla. «La clave está en si la situación se prolonga, que la industria va a tener que buscar otras alternativas», incide.
El responsable de Anierac explica que hay opciones de calidad al aceite de girasol: de maíz, de avellana, de soja y, como no, de colza. «Hay otros aceites vegetales de calidad, como la colza, aunque en España está muy mal vista», sostiene. Esta podría ser una oportunidad para este producto, demonizado en nuestro país tras la intoxicación de miles de personas con partidas adulteradas que causó cuantiosas muertes e incontables efectos secundarios crónicos. De todos estos aceites de semillas «hay volumen suficiente, el problema es que en España tenemos unos gustos que nos limitan bastante, aunque quizás ha llegado el momento de acostumbrarnos a otros productos», añade.
González recuerda que el problema de abastecimiento del aceite de girasol «es un problema europeo». Argumenta que, actualmente, está terminando la campaña en el hemisferio norte, de ahí que queden pocas existencias. «Dicen que queda algo en Estados Unidos y en Argentina, pero no en las cantidades que tiene Ucrania». Y es que el 68 % del aceite que importa España proviene de ese país.
El momento de plantar pipa
Castilla-La Mancha, Castilla y León y Andalucía son los principales territorios de España en los que se cultiva el girasol y empezarán en breve una nueva campaña, porque este cultivo se planta siempre alrededor del mes de marzo. El problema «es que es un cultivo de secano y lamentablemente todos sabemos que la situación climática actual es de sequía, que hay problemas con el agua», asegura González, quien reconoce que si se mantienen los precios actuales el cultivo del girasol podría ser interesante para los agricultores.
Anierac también considera que todos estos problemas de abastecimiento de ciertos productos alimentarios deberían llevar a la Unión Europea a reflexionar. «La PAC establece una serie de limitaciones al cultivo, hay mucho barbecho y mucha ambición con la producción ecológica que nos llevarán a producir menos», argumenta. Circunstancias que, en las condiciones actuales, «no nos podemos permitir. Europa debería reflexionar hacia donde deben ir sus producciones agrícolas», concluyó.
 
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