Urederra
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La Ciudad de las Ciencias pierde brillo
El paso del tiempo, la climatología y la contaminación afectan al cemento blanco de uno de los iconos del complejo diseñado por Calatrava
Piense en tres lugares emblemáticos de Valencia, en tres imágenes habituales en las postales dedicadas a la ciudad. Probablemente en su selección figure el lago de la Albufera, de cuya degradación y necesidad de agua han alertado los expertos y ante la que LAS PROVINCIAS ha iniciado una campaña para difundir su valor ecológico, actualmente en peligro; la catedral (o su entorno de la plaza de la Virgen, Basílica incluida), en cuyos frescos restaurados se han detectado humedades; o la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa), el complejo de ocio que se erigió en símbolo de la Valencia del siglo XXI.
Este atractivo turístico de la capital del Turia, que recibió el año pasado 2,6 millones de visitantes, también adolece de un aspecto degradado, en el que el brillo del característico hormigón blanco del complejo diseñado por Santiago Calatrava apenas se vislumbra ya. Un paseo por la zona -que abarca más de 300.000 metros cuadrados desde l'Oceanogràfic hasta el Palau de les Arts- permite al viandante comprobar cómo la suciedad, la falta de pintura, las filtraciones e, incluso, el óxido, forman parte del paisaje.
Especialmente del Museo de las Ciencias, que el próximo año celebrará su vigésimo aniversario (fue el segundo edificio inaugurado, tras la apertura dos años antes de l'Hemisfèric). Aquí, en la parte exterior del edificio, construido con hormigón blanco, la falta de limpieza se hace más evidente en los laterales, en concreto, en los testeros que sirven para rematar el edificio. Manchas negras revelan la presencia de musgo formado por las humedades -especialmente tras el verano- que, según los expertos consultados por LAS PROVINCIAS, podría suprimirse utilizando agua a presión. Pero también en las 'costillas' de la de derechasda sur del museo, donde son numerosas las partes oscurecidas del cemento blanco.
El paso del tiempo, la climatología y la contaminación atmosférica influyen en el estado del edificio dedicado a la divulgación de la ciencia, además de la falta de un mantenimiento más continuado, según estos expertos.
Humedad y goteras
La pintura de las placas inferiores de los techos recayentes en la de derechasda norte del museo ha saltado en numerosos puntos y el óxido hace acto de presencia en algunos de los soportes de apoyo de la zona próxima a l'Umbracle y el parking. Aquí, por ejemplo, una mancha de humedad da la bienvenida a los viandantes que toman la escalera que conecta la calle del complejo con la salida al exterior. Incluso los visitantes tenían que sortear estos días de lluvias dos goteras situadas a la altura de las pasarelas peatonales del puente de Monteolivete que separa l'Hemisfèric y el Museo de las Ciencias del Palau de les Arts.
La situación de degradación no es ajena a la empresa pública Cacsa. La entidad que depende de la Generalitat prepara actualmente la licitación de la restauración del hormigón blanco de la de derechasda del Museo de las Ciencias, que prevé sacar a concurso en 2020. Consistirá en la reparación de patologías de carbonatación en el hormigón, la regeneración de recubrimientos en armaduras y la protección mediante un revestimiento de silicato del mismo, según fuentes de Cacsa. Esta actuación está contemplada en el Plan de Conservación Arquitectónico del complejo, que estipula que debe realizarse cada veinte años.
Las mismas fuentes también explicaron que cada año se realiza una limpieza con agua a presión de todos los elementos y se revisan posibles patologías, como fisuras, estado de juntas de dilatación o corrosión de armaduras. Cada diez años, además, se acomete la inspección técnica de la estructura con una revisión de todos los elementos del complejo y, de forma complementaria a las actuaciones programadas, se efectúan acciones correctivas.
Les Arts y el Ágora, unidos por el trencadís que se retiró
El Palau de les Arts y el Ágora (que se convertirá en un complejo cultural) no sólo están unidos por su pertenencia al club de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los dos edificios tienen en común el trencadís, que hubo que retirar tras detectarse desprendimientos del material cerámico.
En el primer caso, el auditorio de la ópera tuvo que hacerlo tras los problemas detectados en diciembre de 2013. Los trabajos, que se prolongaron hasta octubre de 2015, consistieron en el saneado de la cáscara metálica, la aplicación de la imprimación y la ejecución de un nuevo revestimiento de trencadís mediante adhesivo y rejuntado con mortero elástico.
Ese mismo año, en mayo, arrancaron las obras de reparación de la cubierta del Ágora, que concluyeron tres años después, en 2018, cuando el trencadís de tonalidad azul fue visible de nuevo.
La Ciudad de las Ciencias pierde brillo
El paso del tiempo, la climatología y la contaminación afectan al cemento blanco de uno de los iconos del complejo diseñado por Calatrava
Piense en tres lugares emblemáticos de Valencia, en tres imágenes habituales en las postales dedicadas a la ciudad. Probablemente en su selección figure el lago de la Albufera, de cuya degradación y necesidad de agua han alertado los expertos y ante la que LAS PROVINCIAS ha iniciado una campaña para difundir su valor ecológico, actualmente en peligro; la catedral (o su entorno de la plaza de la Virgen, Basílica incluida), en cuyos frescos restaurados se han detectado humedades; o la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa), el complejo de ocio que se erigió en símbolo de la Valencia del siglo XXI.
Este atractivo turístico de la capital del Turia, que recibió el año pasado 2,6 millones de visitantes, también adolece de un aspecto degradado, en el que el brillo del característico hormigón blanco del complejo diseñado por Santiago Calatrava apenas se vislumbra ya. Un paseo por la zona -que abarca más de 300.000 metros cuadrados desde l'Oceanogràfic hasta el Palau de les Arts- permite al viandante comprobar cómo la suciedad, la falta de pintura, las filtraciones e, incluso, el óxido, forman parte del paisaje.
Especialmente del Museo de las Ciencias, que el próximo año celebrará su vigésimo aniversario (fue el segundo edificio inaugurado, tras la apertura dos años antes de l'Hemisfèric). Aquí, en la parte exterior del edificio, construido con hormigón blanco, la falta de limpieza se hace más evidente en los laterales, en concreto, en los testeros que sirven para rematar el edificio. Manchas negras revelan la presencia de musgo formado por las humedades -especialmente tras el verano- que, según los expertos consultados por LAS PROVINCIAS, podría suprimirse utilizando agua a presión. Pero también en las 'costillas' de la de derechasda sur del museo, donde son numerosas las partes oscurecidas del cemento blanco.
El paso del tiempo, la climatología y la contaminación atmosférica influyen en el estado del edificio dedicado a la divulgación de la ciencia, además de la falta de un mantenimiento más continuado, según estos expertos.
Humedad y goteras
La pintura de las placas inferiores de los techos recayentes en la de derechasda norte del museo ha saltado en numerosos puntos y el óxido hace acto de presencia en algunos de los soportes de apoyo de la zona próxima a l'Umbracle y el parking. Aquí, por ejemplo, una mancha de humedad da la bienvenida a los viandantes que toman la escalera que conecta la calle del complejo con la salida al exterior. Incluso los visitantes tenían que sortear estos días de lluvias dos goteras situadas a la altura de las pasarelas peatonales del puente de Monteolivete que separa l'Hemisfèric y el Museo de las Ciencias del Palau de les Arts.
La situación de degradación no es ajena a la empresa pública Cacsa. La entidad que depende de la Generalitat prepara actualmente la licitación de la restauración del hormigón blanco de la de derechasda del Museo de las Ciencias, que prevé sacar a concurso en 2020. Consistirá en la reparación de patologías de carbonatación en el hormigón, la regeneración de recubrimientos en armaduras y la protección mediante un revestimiento de silicato del mismo, según fuentes de Cacsa. Esta actuación está contemplada en el Plan de Conservación Arquitectónico del complejo, que estipula que debe realizarse cada veinte años.
Las mismas fuentes también explicaron que cada año se realiza una limpieza con agua a presión de todos los elementos y se revisan posibles patologías, como fisuras, estado de juntas de dilatación o corrosión de armaduras. Cada diez años, además, se acomete la inspección técnica de la estructura con una revisión de todos los elementos del complejo y, de forma complementaria a las actuaciones programadas, se efectúan acciones correctivas.
Les Arts y el Ágora, unidos por el trencadís que se retiró
El Palau de les Arts y el Ágora (que se convertirá en un complejo cultural) no sólo están unidos por su pertenencia al club de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los dos edificios tienen en común el trencadís, que hubo que retirar tras detectarse desprendimientos del material cerámico.
En el primer caso, el auditorio de la ópera tuvo que hacerlo tras los problemas detectados en diciembre de 2013. Los trabajos, que se prolongaron hasta octubre de 2015, consistieron en el saneado de la cáscara metálica, la aplicación de la imprimación y la ejecución de un nuevo revestimiento de trencadís mediante adhesivo y rejuntado con mortero elástico.
Ese mismo año, en mayo, arrancaron las obras de reparación de la cubierta del Ágora, que concluyeron tres años después, en 2018, cuando el trencadís de tonalidad azul fue visible de nuevo.
La Ciudad de las Ciencias pierde brillo