La cara oculta de España en las maniobras de la OTAN para 'cazar' submarinos rusos y chinos en el Mediterráneo
Si usted es un lector habitual del diario El Mundo o si ese día lo fue de forma ocasional pudo disfrutar el domingo 4 de marzo de una de las mejores obras de ficción de los últimos tiempos. No es que el diario haya vuelto a la costumbre de regalar obras literarias para incentivar la venta de ejemplares —que yo sepa—, tampoco se trata de la emisión de obras teatrales o cinematográficas en su página web, me refiero al artículo 'España, en la guerra submarina'. Un artículo sobre las maniobras Dynamic Manta de la OTAN que se celebraron desde el 25 de febrero al 8 de marzo en Sicilia.
España, en la guerra submarina
Nada más entrar a la noticia lo primero que llama la atención es un vídeo de un minuto y medio de duración. No está mal, lo recomiendo. Después, comienza a desgranarse el ejercicio en cuestión. Se celebra entre Italia, Grecia y Libia con nueve barcos, cuatro submarinos, aviones, 3.000 soldados y 10 países y pretende disuadir a lo que denomina como "enemigos de la coalición… Con estas maniobras, de las que sólo vemos una ligera muestra, se intentan asegurar las fronteras marítimas del sur de Europa".
Después especifica que España aporta "400 personas, con dos fragatas, la Santa María y la Blas de Lezo; el submarino Tramontana y un avión". Tras varias declaraciones de mandos militares, lo típico, se pasa a lo primero: "[la fragata F-100] aporta unos aparatos de detección más sofisticados que la mayoría de los barcos que la acompañan"; a la amenaza de riesgo en segundo lugar: "Pero no obstante, en la realidad podría ocurrir que unos enemigos muy hábiles se colaran por las profundidades del Mediterráneo"; y a la tranquilidad final que completa el 'sandwich psicológico': "Podría ocurrir, pero sería muy difícil que se introdujeran submarinos enemigos en el Mediterráneo sin que se los localice". Así pues, todo nos irá genial si gastamos lo que nos dicen que hay que gastar para que los malos malísimos no nos hagan daño.
"Este tipo de información resulta fundamental para reforzar y legitimar la política española de adquisición de armas y organización militar impuesta por la OTAN".
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Por si alguien no supiera a estas alturas cuál es el riesgo, en el primer párrafo del trabajo periodístico se aclara: "La posibilidad de que rusos y chinos un día quieran colarse por las aguas mediterráneas no se descarta en absoluto".
Percepción del lector
Desde mi punto de vista, con la información que se plantea en el texto ya comentado, el lector puede extraer una serie de conclusiones:
Las referencias omitidas
Sin embargo, si tenemos en cuenta la información existente en cuanto a submarinos, no parece que la situación real se parezca en gran medida a la planteada. Los submarinos de la clase S-80 españoles a día de hoy no se propulsan tal y como deberían (con una AIP) y sufrieron durante años problemas de flotabilidad. Por ello, se estima que:
Imagen de las maniobras de la OTAN Dynamic Manta celebradas en el mar Mediterráneo en marzo de 2017. / Antonio Parrinello / Reuters
Debido al gran fiasco del submarino S-80, el submarino español que participó en las maniobras de la OTAN mencionadas en el anterior artículo, fue el S-74 Tramontana, un submarino obsoleto perteneciente a la clase S-70 o Galerna. Este sumergible está en activo desde 1984, por lo que debería haber sido jubilado entre los años 2009 y 2014 dado que este año cumple 35 años de antigüedad. Sin embargo, todo hace indicar que esta cifra aumentará con el paso de los años, ello a pesar de haber sufrido ya un incidente en 2001 tras una colisión bajo el agua y un accidente grave en diciembre de 2008 cuando una entrada de agua mientras el submarino estaba sumergido pudo haber supuesto una tragedia para sus 60 tripulantes.
Para hacernos una idea real de la situación de España en cuanto a la guerra submarina sería conveniente recordar que el Plan Altamar, elaborado a finales de los años ochenta, establecía que los submarinos S-80 deberían haber empezado su fabricación en 1999 y estar operativos en el año 2005 para sustituir a los submarinos clase S-60, los cuales para esa fecha ya tendrían más de 25 años de servicio (casi 30 años). Y es que el ciclo de vida de los submarinos es más bajo que el de otras embarcaciones, por razones obvias de seguridad, y jamás debe superar los 25 o 30 años.
"España se enfrenta al dilema de quedarse sin submarinos hasta que lleguen los submarinos clase S-80, entre 2022 y 2030, o arriesgarse a que suceda una tragedia por alargar la vida útil de unos sumergibles que ya no deberían estar operativos".
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Por lo tanto, el retraso real de los submarinos S-80 no oscila entre 10 y 18 años, sino entre los 17 y los 25 años, y de continuar en activo el S-74 Tramontana en 2030 su antigüedad alcanzará los 46 años (que serían 38 años en 2022). Será un milagro que no acabe siendo noticia por algo más que su extrema longevidad.
Así pues, España se enfrenta al dilema de quedarse sin submarinos hasta que lleguen los submarinos clase S-80, entre 2022 y 2030, o arriesgarse a que suceda una tragedia por alargar la vida útil de unos sumergibles que ya no deberían estar operativos.
¿Desinformación, fake news?
Entiendo perfectamente que un diario como El Mundo necesita guardar excelentes relaciones con la cúpula militar de la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, pues de estas instituciones como de otras muchas obtiene exclusivas y facilidades para publicar, así como incluso gastos en publicidad, pero lo cierto es que relatar la participación de España en la guerra submarina sin mencionar, aunque sea brevemente, la situación de sus submarinos resulta un tanto desolador. Grotesco, si pensamos en un submarino que no flota y no se propulsa.
Puede que, efectivamente, el gran peligro para los españoles proceda de esos rusos y chinos que quieren introducir sus submarinos en el Mediterráneo nadie sabe muy bien con qué objetivo; puede que los rusos sean los que deciden los resultados electorales en todo el mundo o que la mayoría de los usuarios de las redes sociales no sean tales sino malignos bots rusos; y puede que la OTAN necesite de reportajes publicitarios para adecentar su imagen y dar algún sentido a su propia existencia; pero no parece que la publicación de noticias como la relatada en esta publicación contribuya de manera adecuada a la formación de una idea exacta de lo que son las fuerzas armadas españolas ni de la situación en la que a día de hoy se encuentra la guerra submarina. Sobre todo porque son esos mismos lectores los que luego votan en las elecciones ratificando o no la actuación de la clase política.
Falsa noticia, no sé si tanto; desinformación o reportaje a la carta, quedan pocas dudas.
Si usted es un lector habitual del diario El Mundo o si ese día lo fue de forma ocasional pudo disfrutar el domingo 4 de marzo de una de las mejores obras de ficción de los últimos tiempos. No es que el diario haya vuelto a la costumbre de regalar obras literarias para incentivar la venta de ejemplares —que yo sepa—, tampoco se trata de la emisión de obras teatrales o cinematográficas en su página web, me refiero al artículo 'España, en la guerra submarina'. Un artículo sobre las maniobras Dynamic Manta de la OTAN que se celebraron desde el 25 de febrero al 8 de marzo en Sicilia.
España, en la guerra submarina
Nada más entrar a la noticia lo primero que llama la atención es un vídeo de un minuto y medio de duración. No está mal, lo recomiendo. Después, comienza a desgranarse el ejercicio en cuestión. Se celebra entre Italia, Grecia y Libia con nueve barcos, cuatro submarinos, aviones, 3.000 soldados y 10 países y pretende disuadir a lo que denomina como "enemigos de la coalición… Con estas maniobras, de las que sólo vemos una ligera muestra, se intentan asegurar las fronteras marítimas del sur de Europa".
Después especifica que España aporta "400 personas, con dos fragatas, la Santa María y la Blas de Lezo; el submarino Tramontana y un avión". Tras varias declaraciones de mandos militares, lo típico, se pasa a lo primero: "[la fragata F-100] aporta unos aparatos de detección más sofisticados que la mayoría de los barcos que la acompañan"; a la amenaza de riesgo en segundo lugar: "Pero no obstante, en la realidad podría ocurrir que unos enemigos muy hábiles se colaran por las profundidades del Mediterráneo"; y a la tranquilidad final que completa el 'sandwich psicológico': "Podría ocurrir, pero sería muy difícil que se introdujeran submarinos enemigos en el Mediterráneo sin que se los localice". Así pues, todo nos irá genial si gastamos lo que nos dicen que hay que gastar para que los malos malísimos no nos hagan daño.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Por si alguien no supiera a estas alturas cuál es el riesgo, en el primer párrafo del trabajo periodístico se aclara: "La posibilidad de que rusos y chinos un día quieran colarse por las aguas mediterráneas no se descarta en absoluto".
Percepción del lector
Desde mi punto de vista, con la información que se plantea en el texto ya comentado, el lector puede extraer una serie de conclusiones:
- España participa de la guerra submarina y se encuentra al nivel del resto de países de la OTAN.
- Los rusos y los chinos tienen intención de "colarse" en el Mediterráneo no se sabe muy bien con qué intención, pero es de suponer que para nada bueno.
Las referencias omitidas
Sin embargo, si tenemos en cuenta la información existente en cuanto a submarinos, no parece que la situación real se parezca en gran medida a la planteada. Los submarinos de la clase S-80 españoles a día de hoy no se propulsan tal y como deberían (con una AIP) y sufrieron durante años problemas de flotabilidad. Por ello, se estima que:
- Se produzca un retraso mínimo de entre 10 y 18 años, pues el primero de los cuatro submarinos adquiridos no estará operativo hasta el año 2022 según algunas informaciones y hasta 2030 según otras, pero debería estar en servicio al menos desde 2012. Lo peor es quizás que nadie sabe ni siquiera aclarar esta cuestión.
- Los primeros submarinos no llevarán la propulsión AIP inicialmente proyectada y deberán funcionar con un motor diésel.
- El coste final de los cuatro submarinos se eleve a unos 4.000 millones de euros en total (el doble que lo que hubiera costado comprar cuatro unidades del submarino del mismo tipo más caro del mercado). Precio que supondría un sobrecoste superior a los 2.000 millones de euros (el doble del valor inicial del proyecto) entre gastos directos, los que genera el propio submarino, como indirectos, los que se derivan de aumentar la vida útil de los submarinos que ya deberían haber sido jubilados.
Imagen de las maniobras de la OTAN Dynamic Manta celebradas en el mar Mediterráneo en marzo de 2017. / Antonio Parrinello / Reuters
Debido al gran fiasco del submarino S-80, el submarino español que participó en las maniobras de la OTAN mencionadas en el anterior artículo, fue el S-74 Tramontana, un submarino obsoleto perteneciente a la clase S-70 o Galerna. Este sumergible está en activo desde 1984, por lo que debería haber sido jubilado entre los años 2009 y 2014 dado que este año cumple 35 años de antigüedad. Sin embargo, todo hace indicar que esta cifra aumentará con el paso de los años, ello a pesar de haber sufrido ya un incidente en 2001 tras una colisión bajo el agua y un accidente grave en diciembre de 2008 cuando una entrada de agua mientras el submarino estaba sumergido pudo haber supuesto una tragedia para sus 60 tripulantes.
Para hacernos una idea real de la situación de España en cuanto a la guerra submarina sería conveniente recordar que el Plan Altamar, elaborado a finales de los años ochenta, establecía que los submarinos S-80 deberían haber empezado su fabricación en 1999 y estar operativos en el año 2005 para sustituir a los submarinos clase S-60, los cuales para esa fecha ya tendrían más de 25 años de servicio (casi 30 años). Y es que el ciclo de vida de los submarinos es más bajo que el de otras embarcaciones, por razones obvias de seguridad, y jamás debe superar los 25 o 30 años.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Por lo tanto, el retraso real de los submarinos S-80 no oscila entre 10 y 18 años, sino entre los 17 y los 25 años, y de continuar en activo el S-74 Tramontana en 2030 su antigüedad alcanzará los 46 años (que serían 38 años en 2022). Será un milagro que no acabe siendo noticia por algo más que su extrema longevidad.
Así pues, España se enfrenta al dilema de quedarse sin submarinos hasta que lleguen los submarinos clase S-80, entre 2022 y 2030, o arriesgarse a que suceda una tragedia por alargar la vida útil de unos sumergibles que ya no deberían estar operativos.
¿Desinformación, fake news?
Entiendo perfectamente que un diario como El Mundo necesita guardar excelentes relaciones con la cúpula militar de la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, pues de estas instituciones como de otras muchas obtiene exclusivas y facilidades para publicar, así como incluso gastos en publicidad, pero lo cierto es que relatar la participación de España en la guerra submarina sin mencionar, aunque sea brevemente, la situación de sus submarinos resulta un tanto desolador. Grotesco, si pensamos en un submarino que no flota y no se propulsa.
Puede que, efectivamente, el gran peligro para los españoles proceda de esos rusos y chinos que quieren introducir sus submarinos en el Mediterráneo nadie sabe muy bien con qué objetivo; puede que los rusos sean los que deciden los resultados electorales en todo el mundo o que la mayoría de los usuarios de las redes sociales no sean tales sino malignos bots rusos; y puede que la OTAN necesite de reportajes publicitarios para adecentar su imagen y dar algún sentido a su propia existencia; pero no parece que la publicación de noticias como la relatada en esta publicación contribuya de manera adecuada a la formación de una idea exacta de lo que son las fuerzas armadas españolas ni de la situación en la que a día de hoy se encuentra la guerra submarina. Sobre todo porque son esos mismos lectores los que luego votan en las elecciones ratificando o no la actuación de la clase política.
Falsa noticia, no sé si tanto; desinformación o reportaje a la carta, quedan pocas dudas.