The Refrescos y los 35 años del 'Aquí no hay playa': "Sólo los madrileños podrían convertir en himno una canción que criticaba a su ciudad"
Un músico gallego que llegó a la capital y añoraba la playa hizo una letra convertida en canción eterna del verano. Un tema que aún hoy guarda algún secreto
Hay dos grandes canciones fiesteras que tienen coletillas defensivas que se les han incorporado a la hora de cantarlas a coro. Por ejemplo, en la plaza de toros de
Pamplona, en mitad de
El rey, la mítica ranchera de
José Alfredo Jiménez, brotan siempre bien fuertes los «¡Y qué!» cuando se entona con nostalgia aquello de... «
No tengo trono ni reina / Ni nadie que me comprenda».
Misma respuesta nació pronto en una canción convertida en gran
contrahimno de Madrid, una creación que ahora cumple 35 años, nada más y nada menos. ¿Misma respuesta? Casi. «En Gandía, en uno de los primeros conciertos donde presentamos el
Aquí no hay playa, unos chavales madrileños del público ya soltaban
'¡Y qué, jorobar', tras cada estribillo a modo de eco chulesco. Así quedó, hasta hoy», cuenta
Bernardo Vázquez, el autor de aquel tema y líder de
The Refrescos, el grupo que, sin saberlo, en
1989 estaba lanzando una canción de verano eterna que además calaría en la capital atravesando generaciones y generaciones.
Bernardo, durante otra 'performance' sobre el escenario.EM
Hoy sigue sonando en bodas, jaranas y viajes familiares. Se han hecho un millón de versiones. Sin ir más lejos, en la radio estos días estivales de 2024 suena
el jingle de una campaña de reciclaje que no puede disimular su inspiración. Un
Aquí no hay playa 3.0. Hasta la
orquesta sinfónica de Vigo la interpretó. Una canción histórica, clavada en el
track list nacional, que incluso todavía hoy guarda un secreto. Todos lo hemos cantado, cada uno a su forma, pero... ¿Realmente qué dice la letra al principio? Ese arranque indescifrable. "¿Juliruli?", "¿Turiruri?", "¿Julijuli?"... Sigan leyendo y lo descubrirán.
GRAN MADRID ha dado en
Arganzuela con su creador, un músico y periodista vigués que se conserva tan bien como su inolvidable
hit. Un gamberro tímido que mezcló el ska con una letra imperecedera que abrazaron los madrileños, a pesar del pellizco que portaba. Para repasar la historia de este éxito musical hay que viajar hasta
1986, a una capital arrebatada por la
Movida, fascinante para el propio y el ajeno, una división siempre líquida en el Foro. «Llegué con muchas ganas y me enamoré de Madrid desde el primer día, pero es verdad que Madrid tiene sus ritmos y que tienes que hacerte a ella. Tras mi primer verano, me encantaba Madrid pero aún no me sentía de aquí. Además, al ser gallego, siempre alguno te vacilaba con que si el campo, las vacas, la lluvia y tal...».
Su
venganza se tradujo en una letra escrita a ratos, a tipo de diario personal. Madrid tenía de todo, el poder político, la marcha, tiendas, equipos de fútbol que ganaban ligas y copas, pero... «¡No había playa!, y yo pensaba 'estos se creen la bomba, tío, pero les falta lo más importante'», relata recuperando de repente un suave acento gallego. «La playa, el mar... Que somos peces, hombre, que los humanos venimos del agua. Que el mar es lo más importante. Y aquí de eso pues no había».
Los The Refrescos, en plena gira en 1989.EM
Al ser periodista, le salió natural introducir en la composición elementos de actualidad. A
Los 40 Principales, a
Barranco y
Leguina, alcalde y presidente de la Comunidad por entonces, a los triunfos del
Real Madrid de la Quinta del Buitre... Llevaba crítica, un punto de mala leche, pero su autor, por su estilo y los acordes que introdujo, la embadurnó, casi sin querer, de humor. «Me ha pasado muchas veces. Una profesora de interpretación me dijo un día 'Bernardo, intentas hacer llorar a la gente y siempre consigues lo contrario, hacerla reír. Tienes un don, aprovéchalo'".
La canción ahí quedó, en el repertorio de los grupos que Bernardo en aquella época iba formando, con nombres diversos. Así estuvieron un par de años, comprobando ya que la canción hacía cosquillas cada vez que la cantaban en los bolos en discotecas, fiestas de barrio, etc...
«Siempre alguien nos venía a decir algo, o que les molaba o que les había molestado. No dejaba indiferente». En ese Madrid enfebrecido por la Movida, la escena musical era muy cambiante, con centenares de aspirantes a pegar el pelotazo y otros tantos representantes de discográficas, managers y productores al acecho de cazar al próximo
Mecano,
Los Secretos o el
Último de la Fila. Rumbo al 89, el año de la explosión, The Refrescos empezaron a llamar la atención a varios prohombres de la industria, siempre con el
Aquí no hay playa por bandera. El tema se quedaba pegado a la oreja. Los dados estaban echados.
Bernardo Vázquez, a voz en grito en una actuación a finales de los 80.EM
«Fueron varias cosas casi a la vez. Regino, el de la canción
Todos los paletos fuera de Madrid, nos vio en el
Rock Club. Mis hermanas en el verano del 88, en la playa, se la cantaron a un amigo de mi padre que era productor, y le encantó. Casi al mismo tiempo, nos presentamos a un concurso de maquetas de la Comunidad de Madrid. ¿Sabes cómo se llamaba? Rompeolas». El aire marítimo envolvía al grupo, que ya se había bautizado como
The Refrescos. «Y de verdad que no era por el
Aquí ni hay playa, nos gustaba el nombre y ya está», aclara. «Nos querían grabar cuatro discográficas diferentes, lo sorteamos y ganó
PolyGram». De repente estaban en Primera División, pero así y todo pidieron grabar de noche el disco debut para poder seguir trabajando, en el caso de Bernardo, en el archivo del diario
Marca.