investigaciontrotskista
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El racismo es el opio del pueblo. Los tiranos lo difunden para utilizar chivos expiatorios y dividir, pero ni ellos mismos se lo creen.
Una interesante intrevista al historiador Isidro González
La relación de la España de Franco con el mundo hebreo fue tan ambivalente que llegó a darse la asombrosa paradoja de que uno de los empresarios ****o-españoles que colaboraron con el alzamiento fue condecorado por el caudillo «con la medalla de oro de Isabel la Católica», la reina que ordenó la expulsión de todos los sefarditas de sus reinos. Libro lleno de paradojas y curiosidades es Los judíos y la guerra civil española , del doctor en Historia leonés Isidro González, quien presentó esta nueva obra en Madrid.
-Sus investigaciones se han venido centrando en el estudio de los judíos en la España contemporánea; ¿hay aportaciones nuevas en esta obra?
-Sí, el 80% es novedoso, aunque, obviamente, gran parte del material se apoya se apoya en las investigaciones que llevo desarrollando desde hace casi 30 años. Anteriormente me había centrado en el estudio de los judíos durante la II República, me había quedado a las puertas de la guerra: ahora continúo contando su historia.
-¿Cuál fue la actitud de los judíos españoles frente al golpe de parte del ejército?
-Esa es una de las conclusiones del libro: no fue tan unánime la apuesta de los judíos por la República, ya que algunos de ellos, los más acomodados, no veían con buenos ojos las pretensiones colectivizadoras o anarquistas de diversos sectores de la izquierda, así que decidieron apoyar al bando franquista con medios y con capital.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, banqueros judíos del Norte de África como Hassán, que contribuyó con 60.000 pesetas de la época a la causa de Franco.
-¿Existen pruebas concretas de esos apoyos?
-Es curioso, pero el expediente de ese caso que te digo, bien conocido, ha desaparecido o se ha hecho desaparecer.
-¿Y desde otros países?
-La poderosa Sociedad Judía Americana lo tenía claro, estaba a favor de la República porque veía las conexiones entre la ideología franquista y los regímenes fascistas, en especial el nazismo, tan furiosamente antisemita. Otros sectores religiosos de Estados Unidos, como los católicos, apoyaron decididamente al bando «nacional». Hubo una lucha sorda entre estas dos comunidades. Así, los católicos recriminaban a los judíos que no hubieran protestado por los asesinatos de religiosos católicos en tiempo de la República.
-¿Hubo antisemitismo en la España franquista?
-Podría hablarse de un «antisemitismo estratégico». Franco siempre se sumaba al carro de los vencedores. Con las victorias fulminantes de Hitler, el acercamiento fue mayor, con la apertura del Archivo Judaico para controlar a esta población, pero cuando empezaron a perder batallas se hizo más hincapié en el carácter propio del movimiento nacional. Sólo un obispo, el leonés Carmelo Ballester, lanzó en 1938 una pastoral abiertamente antisemita. Pero lo único que hubo fueron multas fuertes, como la de 150.000 pesetas que le impuso Queipo de Llano a la comunidad judía de Sevilla. No obstante, Franco tuvo mucho que agradecer a judíos como Salomón Toledano, que le proporcionó el carburante necesario para pasar a la Península.
Una interesante intrevista al historiador Isidro González
La relación de la España de Franco con el mundo hebreo fue tan ambivalente que llegó a darse la asombrosa paradoja de que uno de los empresarios ****o-españoles que colaboraron con el alzamiento fue condecorado por el caudillo «con la medalla de oro de Isabel la Católica», la reina que ordenó la expulsión de todos los sefarditas de sus reinos. Libro lleno de paradojas y curiosidades es Los judíos y la guerra civil española , del doctor en Historia leonés Isidro González, quien presentó esta nueva obra en Madrid.
-Sus investigaciones se han venido centrando en el estudio de los judíos en la España contemporánea; ¿hay aportaciones nuevas en esta obra?
-Sí, el 80% es novedoso, aunque, obviamente, gran parte del material se apoya se apoya en las investigaciones que llevo desarrollando desde hace casi 30 años. Anteriormente me había centrado en el estudio de los judíos durante la II República, me había quedado a las puertas de la guerra: ahora continúo contando su historia.
-¿Cuál fue la actitud de los judíos españoles frente al golpe de parte del ejército?
-Esa es una de las conclusiones del libro: no fue tan unánime la apuesta de los judíos por la República, ya que algunos de ellos, los más acomodados, no veían con buenos ojos las pretensiones colectivizadoras o anarquistas de diversos sectores de la izquierda, así que decidieron apoyar al bando franquista con medios y con capital.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, banqueros judíos del Norte de África como Hassán, que contribuyó con 60.000 pesetas de la época a la causa de Franco.
-¿Existen pruebas concretas de esos apoyos?
-Es curioso, pero el expediente de ese caso que te digo, bien conocido, ha desaparecido o se ha hecho desaparecer.
-¿Y desde otros países?
-La poderosa Sociedad Judía Americana lo tenía claro, estaba a favor de la República porque veía las conexiones entre la ideología franquista y los regímenes fascistas, en especial el nazismo, tan furiosamente antisemita. Otros sectores religiosos de Estados Unidos, como los católicos, apoyaron decididamente al bando «nacional». Hubo una lucha sorda entre estas dos comunidades. Así, los católicos recriminaban a los judíos que no hubieran protestado por los asesinatos de religiosos católicos en tiempo de la República.
-¿Hubo antisemitismo en la España franquista?
-Podría hablarse de un «antisemitismo estratégico». Franco siempre se sumaba al carro de los vencedores. Con las victorias fulminantes de Hitler, el acercamiento fue mayor, con la apertura del Archivo Judaico para controlar a esta población, pero cuando empezaron a perder batallas se hizo más hincapié en el carácter propio del movimiento nacional. Sólo un obispo, el leonés Carmelo Ballester, lanzó en 1938 una pastoral abiertamente antisemita. Pero lo único que hubo fueron multas fuertes, como la de 150.000 pesetas que le impuso Queipo de Llano a la comunidad judía de Sevilla. No obstante, Franco tuvo mucho que agradecer a judíos como Salomón Toledano, que le proporcionó el carburante necesario para pasar a la Península.
