La alimentación augura que la llegada del tsunami inflacionista es cuestión de semanas

Vlad_Empalador

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En el bunker
as alarmas están encendidas. Llenar la cesta de la compra podría convertirse pronto en un bien de lujo. Incluso en Galicia, una comunidad donde el peso del sector primario la hace menos dependiente de la importación de alimentos. Los datos del índice de precios de origen y destino (IPOD) que elabora mensualmente COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos muestran ya una subida media en España de un 15 % o un 4,6 % en un año en alimentos de gran consumo como los tomates de ensalada o el pollo, respectivamente. Y al pisar las plazas de abastos o los supermercados de las principales ciudades y villas gallegas comienza a apreciarse también un alza de precios en productos como el pan, los kiwis o los plátanos. La carne de ternera, en cambio, está mucho más contenida.


«El pan y las harinas han subido mucho, una media de entre 15 y 30 céntimos el kilo, pero ya antes del verano», comentan en la plaza de abastos de Santiago. En la de Vilagarcía apuntan que «lo que más se ha encarecido en frutería, «con diferencia», son los tomates, mientras que consumidores de Barbanza aprecian incrementos que rondan el euro en los kiwis atlánticos o los plátanos. En Vigo, en el mercado del Progreso, los comerciantes estiman subidas de entre un 10 y 15 % en algunos productos frescos.

El incremento en pescados y mariscos responde a factores como la estacionalidad o la abundancia puntual de una especie, algo que durante esta campaña está ocurriendo también con un producto propio del otoño como son las castañas, que han experimentado un alza de cotización, por la escasez de producto.


Más allá de estos encarecimientos, el tsunami inflacionista que auguran la subida de la energía, de materias primas y del tras*porte de los últimos meses está por venir. Es cuestión de tiempo. De poco tiempo: «A partir de la semana que viene podríamos empezar a observar un incremento generalizado de precios», comentan en la plaza de abastos de Santiago.

Ese mismo presagio lo exponen en la carnicería de la plaza de Vilagarcía, donde auguran que pronto tendrán que actualizar los precios porque «los márgenes son de risa. Así no vamos a poder aguantar más tiempo. Aquí tenemos pocos clientes y beneficios cada vez más pequeños».




Una cuerda a punto de romperse

El temor a la inflación que se respira a pie de calle lo advirtió también a finales de octubre el presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), Ignacio González, durante el Congreso del sector de Gran Consumo celebrado en Barcelona: «El abastecimiento estará garantizado [...], pero cuando las compañías sufran incrementos, absorberán todo lo que puedan absorber, pero más allá de eso, estamos condenados a tener inflación». En ese mismo encuentro, Javier Dueñas, director general de Campofrío, cuya planta de Burgos se surte de buena parte del lechón de capa blanca que se cría en Galicia, avanzó que, de continuar el actual contexto alcista, tendría que replantearse el alza de tarifas.


Hasta ahora, los puestos de los mercados o la distribución han tratado de contener los precios de productos de gran consumo como la carne de ternera o el pescado, pero la cuerda está tan tensa que acabará rompiéndose. Tanto, que incluso hay empresas de elaboración y exportación pesquera que, como no cambie el viento, se plantean replegar velas, dando marcha atrás en la política de expansión internacional que tanto les ha costado desarrollar. «En el ámbito nacional la cosa no es tan grave, pero en el tras*porte internacional fletar un contenedor ha pasado de costar 2.500 dólares a 11.600», explica Conchi Blanco, de Pescados Rubén.

Productores ahogados

Las últimas protestas que están sacando a la calle a los productores de leche y carne gallegos, ahogados por la subida de costes de producción, son la prueba de que los precios van a tener que acabar siendo revisados al alza. En el caso de la leche, hay cadenas que han elevado el precio de los cartones de un litro de marca de distribución entre uno y dos céntimos, un paso que, de continuar la subida de costes, resultará insuficiente para mantener el equilibrio de la cadena láctea y la pervivencia del sector productor. Algo parecido tendrá que pasar con la carne de ternera porque los ganaderos no pueden más. La cuerda está a punto de romperse.


«Trataremos de contener los precios para que el cliente tenga una Navidad decente»
«Vamos a tratar de mantener los precios en Navidad para que los clientes puedan tener unas fiestas decentes». Beatriz, de la pollería Isabel, en la plaza de Lugo, en A Coruña, es de las que va a hacer un último esfuerzo por no incrementar los precios, pero asegura que el encarecimiento va a ser inevitable ante la situación actual: «Por este puesto de tan solo seis metros cuadrados me ha subido la factura de la luz unos 100 euros. Eso es insostenible. Además, se está incrementando el precio de los cereales y la materia prima. Como ejemplo, te diré que la harina especial que usamos para hacer las croquetas subió tres euros el kilo».

En Carnicería Vidal, Pilar Vázquez explica: «Hasta ahora también hemos tratado de mantener los precios, pero a partir de la próxima semana tendremos que subirlos en prácticamente todo».


No es muy diferente lo que ocurre en los puestos de frutería. En el mercado de Vilagarcía, las vendedoras de verduras indican que el producto que tienen es de cosecha propia y aguantan los precios «porque non se poden subir»; los que compran también los aguantan porque la situación en la plaza no es sencilla. Faltan clientes. Algo parecido ocurre también en las pescaderías, que están pisando el freno para no repercutir el incremento de costes. El problema es que ya no tienen margen para aguantar y se van a ver abocados a hacerlo.

Información elaborada por Espe Abuín, María Cedrón, Elena Silveira, Rosa Estévez, Ana Gerpe, Cristina Viu, Luis Carlos Llera, X.M. Palacios, Rocío Pérez, Carla Elías, Ignacio Carballo, Emma Araújo, A. López Penide, Rubén Novoa y M. Cuadrado.

DE LA GRANJA A LA MESA


Ganaderos de la Cooperativa A Carqueixa abrieron su propia carnicería en la plaza de Lugo

Ganaderos de la Cooperativa A Carqueixa abrieron su propia carnicería en la plaza de Lugo ALBERTO LÓPEZ


Malabarismos para cubrir costes sin espantar clientes
Los ganaderos y los agricultores pierden dinero, los distribuidores evalúan las subidas y las tiendas de barrio penden de un hilo

María Cedrón

Hace tiempo que las nubes negras sobrevuelan las cuentas de los productores de vacuno de carne, que justo antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo ya se manifestaban «por uns prezos dignos e xustos». La tormenta desatada por la subida de precios de insumos agrícolas han oscurecido también el horizonte de las explotaciones lácteas y, desde el pasado mes de marzo, esas sombras también han llegado a uno de los pocos claros que quedaban en el sector cárnico gallego: el porcino. La demanda china de lechón disparó las exportaciones, pero fue solo un espejismo que duró lo que duró: «Levamos catro meses facturando por debaixo de custes. Xaneiro, febreiro e parte de marzo foron meses moi bos, pero a partir de aí... E agarda, porque á suba de custes que xa temos, hai que engadirlle os custes de adaptarse ás normas medioambientais, os temas de benestar...», explica José Antonio Vidal, presidente de la Federación Galega de Porcino (Fegapor). Y lo que pierden no es poco: los criadores, unos 19 euros por lechón, y una integradora, (las granjas que ceban a los animales) unos 21 céntimos por kilo de lechón vivo. No falta mucho para el estallido de un aguacero que «obrigue a tomar medidas».

A las puertas del inicio de la campaña, Kiwi Atlántico, el mayor productor de esta fruta en España, posiblemente se verá afectado por el ajuste que aplicará el sector del tras*porte. «También hemos notado el encarecimiento de materiales como el cartón, entre un 15 y un 20 %, o el plástico, un 20 %. No nos va a quedar más remedio que tratar de repercutir esas subidas», explica José Carlos Vila, gerente de la compañía.

No cabe duda de que el incremento de precios de materias primas, envases, energía... están tensionando la cadena de valor. «La clave está en ver en cómo se declina ese aumento de los costos en el consumidor», explican fuentes de Vegalsa-Eroski. Al ser la distribución un eslabón más de la cadena apuntan que hay que analizar los costes desde una visión global: «En estos momentos hay muchos sectores impactados, cuya evolución condicionará la inflación de los productos». En este contexto han puesto el foco en la optimización de procesos: «Estamos centrados en mejorar la eficiencia de nuestros procesos de forma que podamos tras*ferir permanente ahorro al cliente con productos de calidad».

Las que están contra la espada y la pared son las tiendas de barrio. «No tengo capacidad para comprar diez cajas de lechugas como una cadena para que me hagan un precio mejor, tengo que comprar una que me cuesta 13,5 euros y trae una docena de lechugas. Alguna se acaba perdiendo... ¿Qué hago? ¿Tengo que poner las lechugas a 1,5 euros?», apunta Jessica, de La Huerta de Abril. Ella sabe que tiene que hilar muy fino porque no puede subir lo que debería o su clientela acabará migrando al súper. Porque los sueldos son los que son.

DEL BARCO AL PLATO


A los pescadores les pagan sus capturas casi igual que siempre y en las pescaderías los precios varían en función de la oferta demanda

A los pescadores les pagan sus capturas casi igual que siempre y en las pescaderías los precios varían en función de la oferta demanda MIGUEL VILLAR


La flota espera el golpe cuando el mayorista suelte la cuerda


Espe Abuín

Tan tensionada está la cadena de la pesca que podría acabar rompiéndose. Pablo Pombo no sabe si acabará quebrando, pero tiene claro que, si finalmente quiebra, le dará en toda la cara al productor. «Como sempre. Nós non temos posibilidade de repercutir o alza de custes subindo prezos», dice. Al contrario, el intermediario intentará resarcirse de esa mayor carestía pujando menos en lonja por la pescadilla, por el jurel, o la pota. Por el lirio, no, «porque como non hai, págano ben». Ese «ben» son 2 euros el kilo, que puede parecer poco para un producto que en el mercado ronda los 3 euros, pero es que lo normal es que se ofrezcan 50 céntimos. Y para el productor, los costes de explotación también suben. El gasoil a la cabeza, que se ha encarecido un 45 % en lo que va de año. Pombo hace un estriptis contable y muestra al desnudo su cuenta de pérdidas y ganancias. Más de aquellas que de estas. En los últimos tres años los números gente de izquierdas acumulados por los 5 barcos que explota suman 1,3 millones de euros. Cinco buques que, subraya, están todos pescando y dan sustento a 60 familias, apunta. ¿Cómo es posible seguir en pie perdiendo ese dinero? Gracias a que esta «era una empresa saneada y con un buen remanente de tesorería que le permite ir tirando en las vacas flacas», recuerda el contable de la compañía. Es decir, tirando de ahorro. Pero este agota. El estriptis contable no ha sido integral y Pombo no ha mostrado los números del primer año en que empezó a cerrar en negativo, pero hace más de tres. ¿Cuánto aguantarán? Lo que duren los ahorros. Sin posibilidad de pescar más porque no suben las cuotas, «al contrario, co que se pode ganar un peso nolo cortan» y con el gasoil desbocado, «non van facer falta despeces». Que los precios en origen no han subido lo refrenda Conchi Blanco, de Pescados Rubén. En lonja, la empresa mayorista de distribución y elaboración de producto sigue pagando lo mismo salvo en algún producto concreto. Pero los costes se han disparado por la subida de la luz, del plástico, del cartón, del tras*porte por mar... También en este eslabón de la cadena tratan de evitar el alza de precios esperando que esta situación sea pasajera. «Tentamos non subir; no caso do peixe fresco é máis fácil, pero no que necesita tras*porte, si subiu un 10 %, tratamos de asumir unha parte, pero é difícil. Agora mesmo as propostas para os clientes internacionais se dan dun día para outro» por la volatidad. Tan crítica es la situación que la firma se está replanteando su estrategia exportadora para Europa y el norte de África.

Un repliegue que no se le pasa por la cabeza a la conserva, pues no puede crecer más en su kilómetro cero. En el lineal apenas han subido, atados como están por contratos a la distribución. Otra cosas es a partir de enero, cuando se renegociarán los pactos, dice Juan Vieites, secretario general de Anfaco.
 
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