La «actitud dura y ambiciosa» de Hitler que anticipó el choque en Hendaya

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La «actitud dura y ambiciosa» de Hitler que anticipó el choque en Hendaya

Franco creía que era el momento de «entrar» en el Eje, pero con garantías
jovenlandia y la falta de trigo de Alemania impidieron el acuerdo


LUIS TOGORES / CÉSAR CERVERA
16/12/2018 02:11h

La «actitud dura y ambiciosa» de Hitler que anticipó el choque en Hendaya

En vísperas del encuentro de Franco y Hitler en Hendaya, se produjo un frenético intercambio de cartas entre el dictador y su cuñado Serrano Suñer, entonces ministro de Gobernación. Como en una partida de póquer de altos vuelos, se trataba de delimitar cuánto estaba dispuesta a poner sobre la mesa Alemania a cambio de la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial. Gibraltar, Canarias, jovenlandia, la deuda entre ambos países...

En su visita del 17 al 29 de septiembre de 1940 a Berlín, el emisario franquista trasladó por carta a su cuñado la tibia disposición alemana y, tal vez, fue el primero en comprender que había una distancia insalvable entre lo que pedía y esperaba cada país ante una posible alianza.

En la carta a la que ABC ha tenido acceso, se revela que Franco tampoco mostró ningún entusiasmo hacia la oferta de Hitler de que el pago de la deuda por la ayuda prestada en la Guerra Civil se realizara a través de participaciones en sociedades españolas: «Esto ha sido rechazado por Italia por representar un perjuicio para el país y por lo tanto incompatible con los sentimientos de amistad y con el espíritu de solidaridad y confianza entre dos naciones amigas». A cambio, el jefe del Estado proponía reintegrar lo prestado en «plazos e intereses compatibles con su reconstrucción [de España] y para ello debería servir de norma los acordados en Italia, país mucho más pobre...».

Del mismo modo, Franco rechazó taxativamente los planes nazis de hacerse, a precio de saldo, con las empresas francesas y, sobre todo, británicas en suelo hispánico: «Es inaceptable la tesis en todas sus partes. Los bienes de sociedades domiciliadas en Londres o París y existentes en nuestra nación, parte en manos de españoles o de extranjeros de que España se va poco a poco librando, es una reivindicación de nuestra Patria el volver al dominio español lo que como español reconocemos».

Solo se mostró satisfecho, como buen africanista, por la promesa de Hitler y Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del Reich, de respaldar la expansión española por el Norte de África a costa de Francia. Los planes franquistas pasaban por un pequeño imperio que comenzaba junto a Argel, en el Oranesado, y acababa en la bahía del Galgo, más la ampliación de la Guinea. Como contrapartida, el Caudillo admitía la concesión en este jovenlandia español de una base nancy en la Isla de Mogador, en la costa oeste jovenlandés. No así ceder tierras o una isla de Canarias a los alemanes, puesto que «el mundo es muy grande para que España tenga que sufrir ninguna hipoteca en sus territorios...».

Franco quiere entrar
Toda una retahíla de inconvenientes a las demandas del Tercer Reich que -así lo creía Franco- no alejaba a España de la Segunda Guerra Mundial. Y es que había otros factores en juego. Hacia 1939, pocos en el régimen habían creído que Alemania pudiera ganar la guerra, pero, ya a finales de 1940, las victorias nazis en los Países Bajos y en Francia habían hecho cambiar de opinión al propio Caudillo. Franco temía que si España no tomaba ya partido se quedaría en tierra de nadie, enemistada con ambos bandos y sin recursos económicos para subsistir.

En el texto dirigido a Serrano Suñer, Franco apuntó que «no hay que olvidar nuestra grave situación interior, en abastecimientos, con una cosecha inferior a los últimos cálculos, que nos fuerza a resolver el problema del suministro por Alemania incluso ayudada por Italia, y por lo tanto nos conviene estar dentro pero no precipitar (se), cuando más se retrase la intervención sin daño para la situación del conjunto, eso hemos ganado; pero debemos estar metidas ya dentro».

Más allá de las contrapartidas políticas, lo que el régimen quería saber con urgencia era si el Tercer Reich podría cubrir a tiempo la demanda española de suministros en caso de entrar en el conflicto. España, con los almacenes vacíos y el Ejército sin los medios suficientes, necesitaba que sus futuros aliados enviaran equipamiento militar de todo tipo, además de trigo y petróleo de forma perentoria. El cauteloso dictador quería «entrar dentro» del Eje, pero con garantías.

«Actitud dura y ambidiosa»
Tras recibir la carta de Franco, Serrano Suñer escribió un nuevo documento el 24 de septiembre donde narró a su cuñado las novedades en las exigencias de Hitler y del «odioso e insoportablemente cerrado y egoísta» Ribbentrop. Frente a una primera ronda de negociaciones satisfactoria, las cosas se habían enfriado con el paso de los días. «Es muy triste que los alemanes seguros de su victoria pierdan la ecuanimidad y el equilibrio [...] Dios, sobre todo, haga que todo esto no llegue a límites demasiado graves», escribió el ministro de Gobernación en un documento al que también ha accedido este diario.

Entre la carta del 18 de septiembre y la enviada días después, se aprecian la gran distancia que empezaba a abrirse entre los dirigentes de España y Alemania. En la reunión de hora y media con el Führer, Serrano prefirió dejar que hablara él para «tratar de sacar en conclusión que hay de verdad en la diferencia de tono» entre él y Ribbentrop. Con un mapa del mundo delante, Hitler le advirtió del peligro que se cernía sobre las Canarias, con intención de convencerle de lo idóneo de ceder a Alemania la construcción de una base naval en una de sus islas, y le explicó el sueño nancy del gran imperio colonial en el centro y sur de África.

Planes de expansión que chocaban con la existencia misma de Portugal, según Hitler: «El hecho de la nación vecina no tiene geográficamente explicación ninguna y era políticamente un absurdo», le aseguró el Führer al emisario franquista. No en vano, Serrano Suñer estaba convencido de que Hitler solo le estaba tanteando y jugaba a dos barajas entre Madrid y Lisboa.

A la vista de la actitud «dura y ambiciosa» de los alemanes, Serrano Suñer propuso a Franco en esta misma carta que para sacar algo en firme de su visita, sin verse obligados a un compromiso «inmediato y perjudicial», se podría al menos firmar un «protocolo de los términos» para un futuro pacto. El ministro de Gobernación presentó así una propuesta de mínimos («aunque estoy seguro de que no admitirán algo tan categórico y excluyente de toda reserva en orden a las aspiraciones de jovenlandia») sobre la que se pudiera trabajar luego en el encuentro de Hitler y Franco. Todo ello porque, según el cuñadísimo, «...de otra manera no quedaríamos dentro como tú quieres y el efecto sería penoso para luego».

El intento desesperado por sacar algo de provecho de su misión en Berlín se topó con una negativa fulminante de los mandos nazis. Solo dos días después de su anterior mensaje, Serrano Suñer comunicó el 26 de septiembre a Franco que el protocolo no iba a ser firmado porque a los alemanes les «ha parecido demasiado unilateral desde el punto favorable a España» y con excesivas cuestiones económicas en el aire. Pero, ¿por qué no propusieron los nazis sus propios términos? Según le confesó el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Galeazzo Ciano, los germanos no querían hablar de cifras concretas porque tenían falta de trigo en ese momento y porque, «con vistas a una posible prolongación de la guerra durante todo el invierno, les preocupa mucho tener que dar seis millones de quintales métricos» a un nuevo aliado.

Cuando el ministro de Gobernación partió al día siguiente hacia Roma, lo hizo con las manos vacías y la sensación de que ni la reunión en Hendaya podría salvar tales diferencias. Así sucedió.

Francisco Franco se entrevistó finalmente el 23 de octubre con Adolf Hitler en la estación de tren de esta localidad francesa. Un encuentro que no llegó a buen puerto ante la falta de entendimiento entre los dos líderes y el escaso beneficio que Alemania podía obtener de despojar a la Francia colaboracionista de posesiones en África. A Hitler le interesa tomar Gibraltar -a poder ser con tropas alemanas y no españolas- y una base en Canarias; a Franco, acceso a suministros militares y su deseado imperio africano.

Sin acuerdo posible, España no entró en la guerra y pagó un alto precio por su amistad con Berlín y Roma cuando el Eje fue derrotado, a pesar de la neutralidad benévola respecto a Inglaterra que fue reconocida de forma explícita por el propio Winston Churchill. España jugó las bazas políticas que más le interesaron en cada momento.


Los Aliados pensaban que Hitler iba a dar un golpe de Estado a Franco en Canarias

Hitler, según los británicos, ejecutó una oleada turística silenciosa sobre las islas con personal militar altamente especializado. Los británicos creían que Alemania contaría con apoyo «desde dentro» de la sociedad canaria y alemanes enviados al archipiélago

Jaime Rubio
@ABC_Canarias
Las Palmas de Gran Canaria
15/07/2018 14:11h

El Gobierno del Reino Unido alertó a los Aliados que era necesario meditar mucho cualquier intervención en las islas Canarias en caso que España tomase Gibraltar en la Segunda Guerra Mundial (SGM) por una cuestión: creían que Hitler estaría meditando convertir a Canarias en un protectorado alemán. Es decir: iba a ejecutar un golpe de Estado en las islas permitido por las autoridades franquistas en las islas.

Un informe de diciembre de 1940 del Subcomité de Inteligencia del Reino Unido, al que ha tenido acceso ABC, alerta que el proceso de colaboración entre Franco y Hilter tenía algunas puertas de escape.

Una de ellas, es que en Canarias se podría producir una sublevación contra Franco con dinero y recursos humanos alemanes sin oposición de Madrid. De esa forma, Franco mantendría la neutralidad de España y Hitler accedía al control de la plataforma logística que representaban las islas en el Atlántico.

«Guardar bajo llave»
De acuerdo con un informe secreto, desclasificado y al que ha tenido acceso ABC este martes, del Ministerio del Aire británico, firmado por los agentes Cavendish, Stphens, Boyle y Hatton, enviado a un brigada de apellido Menzies, con las indicaciones de "guardar bajo llave", a Hilter no le hacía falta mandar tropas a Canarias por varias razones.


Y es que la tecnología militar en Canarias era alemana y en las islas habrían al menos 2.000 efectivos a la espera de instrucciones entre la población alemana altamente cualificada de aquella época. Buena parte de esos 2.000 alemanes, según detalla el informe británico, llegaron a las islas de incógnito en ese mismo 1940.

oleada turística silenciosa sobre Canarias
A modo de ejemplo, el informe señala que en Canarias había 50 aeronaves alemanas en la Base de Gando y en Cabo Jubi (Sáhara) unas 30 unidades formadas por bombarderos y cazas. La Guerra Civil en España terminó en 1939. Esto pudo ser producto de una extorsión de Hitler a Franco por la miseria que atravesaba España en aquella época y por determinados respaldos que Franco obtuvo del régimen nancy.

El texto de los Aliados, al que ha tenido acceso ABC, se hizo para analizar la capacidad de resistencia de España de un ataque británico sobre Canarias. Pero la Inteligencia británica rechazó esa teoría en 1940 porque observaron en las islas otra serie de complejidades.

Una de ellas, es que como Hitler no arrancó de Franco compromiso formal de apoyo en octubre de 1940 en Hendaya, el régimen nancy se guardaba la posibilidad de tomar las islas Canarias. A cambio de no seguir aldelante, planteaba la posibilidad de ocupar una isla. ¿Cuál? No se dice en el informe.

El informe que condicionó a Churchill
En el documento oficial, al que ha tenido acceso ABC, se hace una evaluación del apoyo técnico que tendría el Reino Unido en caso de atacar las islas. Siempre se había escuchado la tesis siguiente: si Franco entraba en Gibraltar, Reino Unido atacaría Canarias.

La novedad de este informe es que el Reino Unido dio un paso atrás en esa teoría porque, producto del desencuentro entre Franco y Hitler en Hendaya, había otra posibilidad: que Hiltler alentara un golpe «desde dentro» de la sociedad canaria apoyado por agentes alemanes llegados a las islas en 1940. Es decir: Hitler, según los británicos, hizo una oleada turística silenciosa sobre Canarias con personal especializado.

Cabe destacar que el dossier, al que ha tenido acceso ABC, destaca que Canarias formaba parte de la agenda de los Aliados en el oeste de África. No hay que olvidar que el régimen alemán en aquella época controlaba el puerto de Dakar (Senegal) en el África francesa y, por tanto, sería de fácil acceso por mar a las islas.

El documento británico recuerda que la aviación que disponía Franco en Canarias era alemana. Berlín hizo el mapa subterráneo de plantas de almacenamiento de armamento en Gran Canaria, búnkeres defensivos en las costas y llegada de barcos cargados de armamento para los regimientos además de piezas para la aviación que estaba en Gando.

El informe de recomendaciones sobre estrategia británica en Canarias fue elaborado unos meses después del encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya, tras el acceso por parte de los Aliados del contenido de esa reunión.
 
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