Pegatinas que marcan a los acusados de violencia machista antes de ser juzgados
Los abogados claman contra la medida de dos juzgados de Bilbao por vulnerar la presunción de inocencia
Gerard Bono
Corresponsal en Bilbao
28/08/2024 a las 04:08h.
A finales del mes de julio Íñigo Urien recibe una llamada. Como abogado, con veinte años de carrera a sus espaldas, tiene que acompañar a un cliente que ha sido citado a declarar en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer Nº1 de Bilbao. Su sorpresa llega cuando a la entrada le indican que deben ponerse una pegatina.
Para él de tonalidad azul.
Naranja para su defendido, el presunto agresor. Y
verde para los dos testigos que le acompañan. Un nuevo protocolo que, en palabras de este letrado, además de ser «ridículo e innecesario» vulnera la presunción de inocencia: «La Inquisición te colocaba el sambenito, pero al menos cuando ya te había condenado. Yo me siento allí, veo una pegatina, ¿y ya tengo que saber que alguien es un presunto agresor?». Finalmente, su cliente quedó absuelto.
La idea, tras*formada en medida y que ha empezado a aplicarse únicamente en los Juzgados 1 y 2 de la capital vizcaína, cuenta con agraviados, muchos profesionales de la abogacía, que se sienten ridiculizados, y sus defendidos, pero no con un autor claro. Fuentes del Gobierno vasco manifiestan que no conocen todavía de dónde procede exactamente la iniciativa, aunque el hecho de ponerla en práctica proviene de los propios juzgados. Entienden que se ha tomado buscando la protección de las víctimas, pero que «podría afectar a los derechos de los denunciados», por lo que están observando el tema de cerca para tomar una decisión al respecto.
De acuerdo con las explicaciones que le dieron a Íñigo en la propia sede judicial, la distinción con las pegatinas llegó tras un enfrentamiento que se habría dado entre las partes de un pleito dentro de las propias instalaciones, ubicadas en la zona del Arenal, al lado de la ría de Bilbao. Algo que, según defiende, no habrían evitado unas pegatinas. «Soy el agresor, me la quito, me pongo la de mi abogado y me voy contra la víctima», comenta. Además, da la casualidad de que en este recinto se han realizado unas obras recientemente, de forma que las víctimas en un caso de violencia de género se encuentran en una planta
superior, separadas de los acusados. También cuentan con guardias de seguridad privados.
«En veinte años no he vivido una situación que pudiera justificar esta medida. Los problemas con los agresores siempre los tienes en la calle», afirma, y explica que hay otros juzgados con peores condiciones que el de Bilbao si la decisión responde a la protección de las víctimas: «¿Y si no me la pongo? ¿Cuál es la sanción? ¿Me van a impedir asistir a la declaración de obligado cumplimiento de mi cliente?».
Las asociaciones, en contra
Es por eso que, desde que se dio a conocer, el caso ha causado revuelo y el rechazo de las asociaciones profesionales de abogados. El mismo Colegio de la Abogacía de Vizcaya, que recibió noticias del protocolo apenas una semana antes de que Íñigo se enterara en primera persona, ha presentado una queja ante el Tribunal de Justicia del País Vasco (TSJPV), exigiendo la supresión con carácter inmediato, al ser una «pena de banquillo adelantada» contraria a los principios de un Estado de derecho. Ayer fue el propio Consejo General de la Abogacía Española quien se sumó a la denuncia. Defienden que la obligación de ponerse la pegatina «atenta contra la dignidad de la profesión», ya que no se impone a todos los profesionales jurídicos y los abogados ya cuentan con un carnet identificativo que deben presentar a la entrada de los juzgados.
Además, recuerdan que la exhibición pública de una persona con la condición de investigado por violencia de género «compromete claramente la reputación personal», pasando por encima del artículo 24 de la Constitución Española (CE), que en su segundo punto establece el derecho a la presunción de inocencia. Es por esto que, como el Colegio de Abogacía de Vizcaya, piden que se dejen sin efecto las medidas acordadas «por parte de los órganos competentes».
¿Y Begoña Gómez qué?
A Íñigo le es imposible esconder alguna sonrisa, que demuestra incredulidad más que falta de preocupación, cuando expone la situación que le tocó vivir junto a su defendido hace menos de un mes. Espera que se rectifique, tal y como piden las asociaciones, y que la próxima vez que le toque acudir al Juzgado de la Violencia sobre la Mujer no tenga que seguir esta directriz que califica de «inútil».
No es un tema de risa, según él, son este tipo de cuestiones las que «poco a poco» van erosionando los principios constitucionales. Dónde se pone la vara de medir dependiendo a quién intente protegerse. «La señora Begoña Gómez (mujer del presidente Pedro Sánchez , imputada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios) entró a declarar en los juzgados de plaza de Castilla por la puerta de atrás y en un coche con los cristales blindados. ¿Por qué hay ese agravio comparativo?», indica ABC en ese sentido.
superior, separadas de los acusados. También cuentan con guardias de seguridad privados.