brickworld
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elespanol.com/reportajes/20180522/gueto-fresa-lepe-parezca-niger-africa-vivimos/309220351_0.html
LLORAD VAIS A LLORAR :´( :´( :´(
Dios dan ganas de quemar el puñetero pais por los puñeteros mass cosas estos
En el gueto de la fresa de Lepe (aunque parezca Níger): "Ni en África vivimos así"
EL ESPAÑOL recorre el mayor asentamiento de jornaleros jovenlandeses de Huelva. Alrededor de 600 personas residen en unas 200 chozas de plásticos, maderas y cartones. "En mis sueños más locos, nunca había imaginado vivir así", dice Mame, un senegalés que ha llegado este año por primera vez.
De jornaleras a esclavas sensuales en Huelva
23 mayo, 2018 02:30
Lepe África Senegal Agricultura
Andros Lozano Marcos Moreno
Mame saca agua de un pozo que hay debajo de un árbol. Está rodeado de abejas y el suelo embarrado, pero él parece ajeno a todo ello. Mame tira con fuerza de la cuerda varias veces, hasta ver aparecer un rebosante cubo de plástico blanco. El agua que consigue la emplea para lavar su ropa.
El asentamiento se encuentra dentro del casco urbano de Lepe (Huelva).
El asentamiento se encuentra dentro del casco urbano de Lepe (Huelva). Marcos Moreno
Mame nació en Senegal hace 44 años. Lleva una década en España trabajando como temporero del campo. Llegó a Madrid procedente de Dakar con un visado. Hoy tiene la documentación en regla. En todo este tiempo apenas le ha faltado el trabajo: ha recogido melocotones en Lérida, uva en Logroño, aceitunas en Jaén o naranjas en Valencia.
Ahora, Mame lleva dos meses en Lepe (Huelva). Es la temporada de la fresa. Está instalado en el mayor gueto de jornaleros jovenlandeses que hay en toda la provincia onubense: alrededor de 600 personas viven distribuidas en unas 200 chabolas de plástico, maderas y cartones que hay justo al lado del cementerio municipal del pueblo. A menos de 50 metros hay un McDonald’s y una tienda de Decathlon. Dos mundos separados por una carretera.
“En mis sueños más locos, nunca había imaginado vivir así”, dice Mame en un meritorio castellano. Cuando aún vivía en Dakar, estudió español durante cuatro años. “Esto de aquí yo no lo conocía. En mi país no existe nada igual. Estamos en un gueto de morenos. Ni en África vivimos así. Existen mejor condiciones en los barrios más pobres”.
Dos de los trabajadores juegan al futbolín entre las chavolas
Las chozas están levantadas con los plásticos, cartones y maderas que los pagapensiones encuentran en los invernaderos y en la calle.
Mame, senegalés, vive junto a un compatriota que conoció en Aragón.
Mame enseña a escribir y a leer en castellano a su amigo Bala. Se ayuda de esta libreta.
En el asentamiento no hay contenedores de sarama, que se acumula entre las chozas generando focos de infección.
Los asentamientos chabolistas están copados por jovenlandeses, a quienes la población local les limita el acceso al mercado del alquiler de viviendas.
Antonio Abad (derecha) junto a un jornalero africano en la puerta de Asnuci, una asociación de la que es coordinador de proyectos.
En el gueto de Lepe predominan los pagapensiones marroquíes, argelinos, malienses, costamarfileños y senegaleses.
En el gueto de Lepe predominan los pagapensiones marroquíes, argelinos, malienses, costamarfileños y senegaleses.
Hay pagapensiones que, fruto de la situación que viven, caen en adicciones como el alcoholismo.
Abderrazak cocinando en su chabola.
Los pagapensiones tienen que lavar los platos y los cubiertos en cubos de plástico. Nos ha estropeado que quieren LAVAPLATOS!!!! SI ESTAN EN EL puñetero CAMPO!!! ::
El único punto de acceso a agua potable que disponen cerca los pagapensiones es una tubería que procede del cementerio de Lepe.
En 'las chabolas del cementerio’, como se conoce al asentamiento, predominan los marroquíes, los argelinos, los senegaleses, los costamarfileños y los malienses. En la actualidad, hay tres mujeres viviendo entre sus calles de tierra. Cuando llega la época de recogida de la fresa, miles de jornaleros jovenlandeses llegan a Lepe y a otras localidades vecinas como Cartaya, Rociana o Almonte para trabajar en el campo.
Pero los jornaleros jovenlandeses tienen un problema de acceso a la vivienda: los vecinos del pueblo no les alquilan sus casas, como sí dice Mame que ocurre en otros puntos de España en los que él ha estado. Sucede pese a que el Ayuntamiento de Lepe realiza bonificaciones en los impuestos locales de urbanismo a quienes arrienden sus residencias a los pagapensiones.
"La piel de color está maldita"
“Aquí, en estas tierras, la piel de color está maldita. La gente debería darse cuenta de que tenemos sueños y un corazón como todo el mundo”. A Mame se le enrojecen los ojos cuando reflexiona acerca de su vida aquí. Sabe que quiere volver a Senegal, pero es consciente de que no es el momento. Ha de seguir mandando dinero a Dakar para su mujer y sus dos hijas, de cuatro y nueve años. En la última década, sólo ha pisado su país en cuatro ocasiones. En ese tiempo ha perdido a sus dos padres.
“Deberían ayudar a integrarnos”, dice Mame mientras nos conduce a su chabola. “Yo no quiero vivir aquí, pero tampoco se me da otra opción”. SOROS PAGA claro ::
Los propios pagapensiones han levantado sus pequeños habitáculos con maderas, plásticos y cartones que encuentran en la calle. En junio de 2017 se produjo un incendio que arrasó el asentamiento. A los pocos días, los jornaleros volvieron a rehacer sus casas.
Los propios pagapensiones han levantado sus pequeños habitáculos con maderas, plásticos y cartones que encuentran en la calle. En junio de 2017 se produjo un incendio que arrasó el asentamiento. A los pocos días, los jornaleros volvieron a rehacer sus casas. Marcos Moreno
En la chabola de Bala
Mame vive junto a otro senegalés amigo suyo. Se llama Bala. Cuando Mame llegó a Lepe, Bala le ofreció instalarse en su chabola durante el tiempo que necesitara. El compatriota de Mame no tiene papeles. Sin embargo, como a él, no le falta el trabajo en el campo.
En este gueto, los subsaharianos con los papeles en regla les prestan sus documentos de identidad a los irregulares cuando una empresa temporal los quiere contratar para ir al campo. Como es una fotocopia en blanco y neցro de un hombre de piel de color, el engaño es sencillo.
“A veces se nos pide 50 euros. Otras, 100. Es lógico, es la única forma de trabajar”, dice Bala, que tiene 35 años. Bala lleva 12 años en España. No tiene papeles. En Lepe reside algo más de un año. Llegó pocas semanas antes del incendio que en junio de 2017 calcinó todo el asentamiento. Tras las llamas, le tocó volver a levantar su choza con los cartones y plásticos que iba encontrando por la calle. Ahora, su amigo Mame, al que ha acogido, le enseña a escribir y hablar castellano.
Bala era pescador en Senegal. Llegó en cayuco a Las Palmas de Gran Canaria. Fue una travesía de siete días que prefiere no recordar ante el reportero. Bala hoy no ha trabajado. Mañana sí tendrá que volver al tajo. Pese al esfuerzo que requiere el campo, quiere cumplir el Ramadán porque es de la religión del amor. El hecho de que en 12 años apenas sepa hablar castellano es el indicio más claro de que no ha logrado integrarse entre la población local.
“Llevo todo este tiempo sin ver a mi mujer”, dice Bala. “No he podido acudir al entierro de mis padres. No tener papeles es un infierno porque es como si no fuera nadie”. Es que por eso hay que emigrar con puñeteroS PAPELES!!!!
Bala y Mame se conocieron en Aragón. Desde ese día, siempre que pueden están juntos. “Como hermanos”, dice Mame. “Estamos unidos en nuestra lucha”.
Mame es senegalés. Saca agua de un pozo para lavar su ropa. Dice que en Lepe, la piel de color está maldita.
Mame es senegalés. Saca agua de un pozo para lavar su ropa. Dice que en Lepe, "la piel de color está maldita". Marcos Moreno
Cruz Roja, Cepaim, Asnuci: la labor callada
El asentamiento junto al cementerio municipal de Lepe comenzó a formarse allá por el año 2000, cuando los pagapensiones empezaron a instalar sus tiendas de campaña en una explanada de tierra colindante al camposanto. Venían atraídos por el trabajo en el campo.
Organizaciones como Cruz Roja, Cepaim o Asnuci sirven de ayuda sobre el terreno a los pagapensiones. Les facilitan comida, ropa o asesoramiento jurídico. En el caso de Asnuci, sus socios son los propios jornaleros jovenlandeses, que pagan una cuota mensual de cinco euros y medios por la que disfrutan, entre otros servicios, de una sede donde se imparten cursos o donde tienen acceso a una red wifi.
“Casi cada año se produce un incendio en este gueto. Es la hora de volver a empezar para todos ellos”, dice Antonio Abad, coordinador de proyectos de Asnuci. “El hecho de que la gente se arraigue aquí y no encuentre una mejor vida provoca que haya personas con problemas como el alcoholismo. Otro drama para los sin papeles es que sus mujeres los dejan porque creen que no vuelven a verlas porque han hecho su vida aquí. Pero no es cierto. Están en una ratonera sin salida”.
Otro de los problemas que tienen aquí los jovenlandeses es que algunos empresarios del campo incumplen el convenio. Aunque deberían pagarles el jornal a 40 euros por seis horas y media trabajadas, los pagapensiones dicen que cobran 36. “Abusan de su necesidad”, dice Abad. “Ellos sólo pueden callar. El que está trabajando con el DNI de otro, ¿qué va a reclamar ese hombre?”
Los pagapensiones han instalado un futbolín desvencijado en el asentamiento que les permite disfrutar de su tiempo de ocio.
Los pagapensiones han instalado un futbolín desvencijado en el asentamiento que les permite disfrutar de su tiempo de ocio.
En ‘las chabolas del cementerio’ no hay luz ni agua potable. Cuando llueve se estanca el agua en algunas zonas, lo que genera focos de infecciones. Tampoco hay contenedores de sarama, que llega a acumularse entre algunas chozas.
El primer día que EL ESPAÑOL visita este gueto, el Atlético de Madrid está jugando la final de la Europa League. Es de noche. De algunas chabolas sale la voz del periodista que narra el partido por televisión. No se trata de un milagro: los dueños de algunos de estos habitáculos tienen generadores de electricidad propios.
"Nunca volveré a Lepe"
Abderrazak es jovenlandés. Tiene 48 años. Llegó a España en 2001. No tiene mujer ni hijos. Se ha divorciado dos veces. Tiene residencia legal en España. Llegó a Lepe hace cuatro meses, el tiempo que lleva viviendo en el gueto del cementerio.
Abderrazak se está preparando la cena en lo que se asemeja a una diminuta cocina.Sobre una madera tiene las especias. En otra, el aceite. En la de más allá, cuatro o cinco velas blancas que aún no ha encendido. Ha puesto a hervir varias verduras dentro de una olla. En este gueto, para guisar hay que usar bombonas de butano.
- ¿Volverás a Lepe?
- No, no. Nunca. La última vez.
- ¿En tu país conocías esto?
No, qué va. Esto no existe en jovenlandia. Un amigo me habló de las chabolas de aquí. Pero yo no sabía el significado de la palabra. Ahora ya lo sé (risas). Y se rie el ilegal :: Pues vuelvete jorobar!!!
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los pagapensiones es el acceso al alquiler de viviendas cuando llega la temporada de recogida de la fresa. Nos ha estropeado y el resto de mortales hijos de pilinguis ::
LLORAD VAIS A LLORAR :´( :´( :´(
Dios dan ganas de quemar el puñetero pais por los puñeteros mass cosas estos
En el gueto de la fresa de Lepe (aunque parezca Níger): "Ni en África vivimos así"
EL ESPAÑOL recorre el mayor asentamiento de jornaleros jovenlandeses de Huelva. Alrededor de 600 personas residen en unas 200 chozas de plásticos, maderas y cartones. "En mis sueños más locos, nunca había imaginado vivir así", dice Mame, un senegalés que ha llegado este año por primera vez.
De jornaleras a esclavas sensuales en Huelva
23 mayo, 2018 02:30
Lepe África Senegal Agricultura
Andros Lozano Marcos Moreno
Mame saca agua de un pozo que hay debajo de un árbol. Está rodeado de abejas y el suelo embarrado, pero él parece ajeno a todo ello. Mame tira con fuerza de la cuerda varias veces, hasta ver aparecer un rebosante cubo de plástico blanco. El agua que consigue la emplea para lavar su ropa.
El asentamiento se encuentra dentro del casco urbano de Lepe (Huelva).
El asentamiento se encuentra dentro del casco urbano de Lepe (Huelva). Marcos Moreno
Mame nació en Senegal hace 44 años. Lleva una década en España trabajando como temporero del campo. Llegó a Madrid procedente de Dakar con un visado. Hoy tiene la documentación en regla. En todo este tiempo apenas le ha faltado el trabajo: ha recogido melocotones en Lérida, uva en Logroño, aceitunas en Jaén o naranjas en Valencia.
Ahora, Mame lleva dos meses en Lepe (Huelva). Es la temporada de la fresa. Está instalado en el mayor gueto de jornaleros jovenlandeses que hay en toda la provincia onubense: alrededor de 600 personas viven distribuidas en unas 200 chabolas de plástico, maderas y cartones que hay justo al lado del cementerio municipal del pueblo. A menos de 50 metros hay un McDonald’s y una tienda de Decathlon. Dos mundos separados por una carretera.
“En mis sueños más locos, nunca había imaginado vivir así”, dice Mame en un meritorio castellano. Cuando aún vivía en Dakar, estudió español durante cuatro años. “Esto de aquí yo no lo conocía. En mi país no existe nada igual. Estamos en un gueto de morenos. Ni en África vivimos así. Existen mejor condiciones en los barrios más pobres”.
Dos de los trabajadores juegan al futbolín entre las chavolas
Las chozas están levantadas con los plásticos, cartones y maderas que los pagapensiones encuentran en los invernaderos y en la calle.
Mame, senegalés, vive junto a un compatriota que conoció en Aragón.
Mame enseña a escribir y a leer en castellano a su amigo Bala. Se ayuda de esta libreta.
En el asentamiento no hay contenedores de sarama, que se acumula entre las chozas generando focos de infección.
Los asentamientos chabolistas están copados por jovenlandeses, a quienes la población local les limita el acceso al mercado del alquiler de viviendas.
Antonio Abad (derecha) junto a un jornalero africano en la puerta de Asnuci, una asociación de la que es coordinador de proyectos.
En el gueto de Lepe predominan los pagapensiones marroquíes, argelinos, malienses, costamarfileños y senegaleses.
En el gueto de Lepe predominan los pagapensiones marroquíes, argelinos, malienses, costamarfileños y senegaleses.
Hay pagapensiones que, fruto de la situación que viven, caen en adicciones como el alcoholismo.
Abderrazak cocinando en su chabola.
Los pagapensiones tienen que lavar los platos y los cubiertos en cubos de plástico. Nos ha estropeado que quieren LAVAPLATOS!!!! SI ESTAN EN EL puñetero CAMPO!!! ::
El único punto de acceso a agua potable que disponen cerca los pagapensiones es una tubería que procede del cementerio de Lepe.
En 'las chabolas del cementerio’, como se conoce al asentamiento, predominan los marroquíes, los argelinos, los senegaleses, los costamarfileños y los malienses. En la actualidad, hay tres mujeres viviendo entre sus calles de tierra. Cuando llega la época de recogida de la fresa, miles de jornaleros jovenlandeses llegan a Lepe y a otras localidades vecinas como Cartaya, Rociana o Almonte para trabajar en el campo.
Pero los jornaleros jovenlandeses tienen un problema de acceso a la vivienda: los vecinos del pueblo no les alquilan sus casas, como sí dice Mame que ocurre en otros puntos de España en los que él ha estado. Sucede pese a que el Ayuntamiento de Lepe realiza bonificaciones en los impuestos locales de urbanismo a quienes arrienden sus residencias a los pagapensiones.
"La piel de color está maldita"
“Aquí, en estas tierras, la piel de color está maldita. La gente debería darse cuenta de que tenemos sueños y un corazón como todo el mundo”. A Mame se le enrojecen los ojos cuando reflexiona acerca de su vida aquí. Sabe que quiere volver a Senegal, pero es consciente de que no es el momento. Ha de seguir mandando dinero a Dakar para su mujer y sus dos hijas, de cuatro y nueve años. En la última década, sólo ha pisado su país en cuatro ocasiones. En ese tiempo ha perdido a sus dos padres.
“Deberían ayudar a integrarnos”, dice Mame mientras nos conduce a su chabola. “Yo no quiero vivir aquí, pero tampoco se me da otra opción”. SOROS PAGA claro ::
Los propios pagapensiones han levantado sus pequeños habitáculos con maderas, plásticos y cartones que encuentran en la calle. En junio de 2017 se produjo un incendio que arrasó el asentamiento. A los pocos días, los jornaleros volvieron a rehacer sus casas.
Los propios pagapensiones han levantado sus pequeños habitáculos con maderas, plásticos y cartones que encuentran en la calle. En junio de 2017 se produjo un incendio que arrasó el asentamiento. A los pocos días, los jornaleros volvieron a rehacer sus casas. Marcos Moreno
En la chabola de Bala
Mame vive junto a otro senegalés amigo suyo. Se llama Bala. Cuando Mame llegó a Lepe, Bala le ofreció instalarse en su chabola durante el tiempo que necesitara. El compatriota de Mame no tiene papeles. Sin embargo, como a él, no le falta el trabajo en el campo.
En este gueto, los subsaharianos con los papeles en regla les prestan sus documentos de identidad a los irregulares cuando una empresa temporal los quiere contratar para ir al campo. Como es una fotocopia en blanco y neցro de un hombre de piel de color, el engaño es sencillo.
“A veces se nos pide 50 euros. Otras, 100. Es lógico, es la única forma de trabajar”, dice Bala, que tiene 35 años. Bala lleva 12 años en España. No tiene papeles. En Lepe reside algo más de un año. Llegó pocas semanas antes del incendio que en junio de 2017 calcinó todo el asentamiento. Tras las llamas, le tocó volver a levantar su choza con los cartones y plásticos que iba encontrando por la calle. Ahora, su amigo Mame, al que ha acogido, le enseña a escribir y hablar castellano.
Bala era pescador en Senegal. Llegó en cayuco a Las Palmas de Gran Canaria. Fue una travesía de siete días que prefiere no recordar ante el reportero. Bala hoy no ha trabajado. Mañana sí tendrá que volver al tajo. Pese al esfuerzo que requiere el campo, quiere cumplir el Ramadán porque es de la religión del amor. El hecho de que en 12 años apenas sepa hablar castellano es el indicio más claro de que no ha logrado integrarse entre la población local.
“Llevo todo este tiempo sin ver a mi mujer”, dice Bala. “No he podido acudir al entierro de mis padres. No tener papeles es un infierno porque es como si no fuera nadie”. Es que por eso hay que emigrar con puñeteroS PAPELES!!!!
Bala y Mame se conocieron en Aragón. Desde ese día, siempre que pueden están juntos. “Como hermanos”, dice Mame. “Estamos unidos en nuestra lucha”.
Mame es senegalés. Saca agua de un pozo para lavar su ropa. Dice que en Lepe, la piel de color está maldita.
Mame es senegalés. Saca agua de un pozo para lavar su ropa. Dice que en Lepe, "la piel de color está maldita". Marcos Moreno
Cruz Roja, Cepaim, Asnuci: la labor callada
El asentamiento junto al cementerio municipal de Lepe comenzó a formarse allá por el año 2000, cuando los pagapensiones empezaron a instalar sus tiendas de campaña en una explanada de tierra colindante al camposanto. Venían atraídos por el trabajo en el campo.
Organizaciones como Cruz Roja, Cepaim o Asnuci sirven de ayuda sobre el terreno a los pagapensiones. Les facilitan comida, ropa o asesoramiento jurídico. En el caso de Asnuci, sus socios son los propios jornaleros jovenlandeses, que pagan una cuota mensual de cinco euros y medios por la que disfrutan, entre otros servicios, de una sede donde se imparten cursos o donde tienen acceso a una red wifi.
“Casi cada año se produce un incendio en este gueto. Es la hora de volver a empezar para todos ellos”, dice Antonio Abad, coordinador de proyectos de Asnuci. “El hecho de que la gente se arraigue aquí y no encuentre una mejor vida provoca que haya personas con problemas como el alcoholismo. Otro drama para los sin papeles es que sus mujeres los dejan porque creen que no vuelven a verlas porque han hecho su vida aquí. Pero no es cierto. Están en una ratonera sin salida”.
Otro de los problemas que tienen aquí los jovenlandeses es que algunos empresarios del campo incumplen el convenio. Aunque deberían pagarles el jornal a 40 euros por seis horas y media trabajadas, los pagapensiones dicen que cobran 36. “Abusan de su necesidad”, dice Abad. “Ellos sólo pueden callar. El que está trabajando con el DNI de otro, ¿qué va a reclamar ese hombre?”
Los pagapensiones han instalado un futbolín desvencijado en el asentamiento que les permite disfrutar de su tiempo de ocio.
Los pagapensiones han instalado un futbolín desvencijado en el asentamiento que les permite disfrutar de su tiempo de ocio.
En ‘las chabolas del cementerio’ no hay luz ni agua potable. Cuando llueve se estanca el agua en algunas zonas, lo que genera focos de infecciones. Tampoco hay contenedores de sarama, que llega a acumularse entre algunas chozas.
El primer día que EL ESPAÑOL visita este gueto, el Atlético de Madrid está jugando la final de la Europa League. Es de noche. De algunas chabolas sale la voz del periodista que narra el partido por televisión. No se trata de un milagro: los dueños de algunos de estos habitáculos tienen generadores de electricidad propios.
"Nunca volveré a Lepe"
Abderrazak es jovenlandés. Tiene 48 años. Llegó a España en 2001. No tiene mujer ni hijos. Se ha divorciado dos veces. Tiene residencia legal en España. Llegó a Lepe hace cuatro meses, el tiempo que lleva viviendo en el gueto del cementerio.
Abderrazak se está preparando la cena en lo que se asemeja a una diminuta cocina.Sobre una madera tiene las especias. En otra, el aceite. En la de más allá, cuatro o cinco velas blancas que aún no ha encendido. Ha puesto a hervir varias verduras dentro de una olla. En este gueto, para guisar hay que usar bombonas de butano.
- ¿Volverás a Lepe?
- No, no. Nunca. La última vez.
- ¿En tu país conocías esto?
No, qué va. Esto no existe en jovenlandia. Un amigo me habló de las chabolas de aquí. Pero yo no sabía el significado de la palabra. Ahora ya lo sé (risas). Y se rie el ilegal :: Pues vuelvete jorobar!!!
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los pagapensiones es el acceso al alquiler de viviendas cuando llega la temporada de recogida de la fresa. Nos ha estropeado y el resto de mortales hijos de pilinguis ::