anonimo123
Madmaxista
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Abro el hilo como consecuencia de las calumnias y manipulaciones de la historia que están intentando llevar a cabo los políticos. Y quiero centrarme en la figura de Jose Antonio Primo de Rivera, un hombre que buscaba la reconciliación nacional entre burgueses y comunistas y murió fusilado por los súbditos de Stalin. Les dejo este artículo que honra su figura:
"Hace hoy 80 años que ejecutaron en el patio de la guandoca de Alicante a un hombre que sigue siendo un enigma para una mayoría de españoles. Y lo es porque su figura, cuando no ha sido deformada por los planes de estudio y los historiadores, es ignorada. Sus biografías son, o bien hagiografías en las que se presenta como un salvador de España o bien demonologías en las que se presenta como responsable de sus males y envenenador de pozos. Hay algunas honrosas excepciones, pero la mayoría de la tinta vertida cae en esos campos. Aunque poco importa porque ya a los niños no se les da en el colegio más que una leve pincelada, y las calles y plazas dedicadas a su memoria son cambiadas de nombre en virtud de la Ley de Memoria Histórica (curiosa memoria aquélla que quita los recordatorios).
Empecemos por el principio: José Antonio Primo de Rivera nació en una familia militar, la del posterior general y dictador Miguel Primo de Rivera, en 1903. Eran años posteriores al Desastre de 1898, con los rifeños en el Protectorado de jovenlandia en revuelta, y Miguel desanimó a su primogénito de que tomara la carrera de las armas. Estudió el Bachillerato y el primer año de carrera autodidacta, lo cual se revelará luego como la fuente de su vasta cultura. Porque José Antonio resultó ser un hombre culto y de una sensibilidad inusual entre la gente de su clase social por el destino de los menos afortunados que él (“justicia social” como la llamaban).
Cuando cae la dictadura de su padre (que José Antonio considera como “una oportunidad perdida” para arreglar muchos males de España, en particular las injusticias y la pobreza en el campo y los barrios obreros) y al poco lo hace también la monarquía de Alfonso XIII, la República que se instituye, de raíz burguesa y masónica, no le gusta un pelo. Era la época de los fascismos, que parecían ser una solución a los problemas que engendran las democracias parlamentarias (problemas que hoy vemos en algunos casos repetidos). Y José Antonio, junto con otra gente de similares inclinaciones, funda un partido, Falange Española. Los puntos iniciales están disponibles en multitud de libros y en internet. Pongo algunos de muestra para que me digan si realmente estaba tan desencaminado:
Al poco la Falange se fundiría con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (JONS) de Ramiro Ledesma (discípulo aventajado de José Ortega y Gasset, también autodidacta y que merecería artículo propio) y Onésimo Redondo. En el discurso fundacional se puede ver qué pensaban y defendían. Recordemos que se trataba de personas rondando los 30 años de edad, a ver qué “recién licenciado” de hoy día tiene un léxico así.
Ramiro Ledesma: “Sólo los ricos se pueden permitir el lujo de no tener patria”
Hay que tener en cuenta lo que era la Europa de entonces, y en particular esa España. Un país empobrecido en el que la mitad de la población vivía en el campo y del campo, con un analfabetismo del 32% (estimado, seguramente incluso mayor). Las tentaciones eran grandes, por parte de unos para que todo se quedase como estaba, y por parte de otros para que cambiase a su favor. Y bajo las riñas políticas, el currito de a pie se debatía entre tentaciones socialistas (incluyendo el comunismo) o fascistas. La República lo tenía estropeado para sobrevivir, y más en el momento en que decidió buscarse un enemigo en la Iglesia católica cuando ya le sobraban entre los monárquicos alfonsinos, las clases pudientes, los carlistas, los socialistas, los militares degradados (en España había sobredosis de generales y falta de oficiales subalternos, “mucho jefe y poco indio”)… Si llegó al 36 fue porque a pesar de los golpes de Estado continuos (monárquicos, socialistas, independentistas catalanes) al menos se consideraba que quien llegaba al Parlamento podía expresar sus ideas sin que lo mataran. Todo ello se fue al guano el 13 de julio de 1936, cuando mataron a alopécico Sotelo y montones de personas “de derechas” vieron que era o luchar o ser llevados al matadero. Que matasen a un pintor por colgar carteles de un periódico era la “normalidad” de esa República que cierta izquierda nos quiere vender como idílica.
Es curioso cómo se suele acusar a los falangistas y al “fascismo” (en España se suelen usar indistintamente, por parte tanto de la izquierda como de la derecha) de crímenes como el asesinato de Lorca. Sin embargo los asesinos de Lorca eran gente de la CEDA (la derecha “republicana”) que lo sacaron de la casa donde se escondía: la de los hermanos Rosales… de Falange. El propio José Antonio era amigo de Lorca. El uniforme del grupo de teatro itinerante La Barraca de Lorca se inspiraba en el de la Falange (camisa azul y pantalón de tergal, inspirados en la ropa de trabajo de los mecánicos como Manuel Hedilla, sucesor de José Antonio al frente de Falange), al ser el encargado de decorados y atrezzo el falangista Alfonso Ponce de León.
Aquí ya se han cortocircuitado los cerebros de muchos. ¿Cómo, el fascista más grande que ha dado España, amigo de un notorio gays? Sí, y un enorme poeta. A José Antonio le gustaba la poesía, era como ya dijimos un hombre culto, y entre los fundadores de Falange hay poetas como Agustín de Foxá (si les gusta la poesía, léanlo, merece mucho la pena). Si se despoja uno de anteojeras ideológicas, el Cara al Sol es un hermoso canto de amor y esperanza (en este blog somos disidentes, no fascistas: igualmente consideramos que las canciones soviéticas de Aleksándrov o la Séptima Sinfonía “Leningrado” de Shostakóvich son obras cumbre). Ramiro Ledesma fue divulgador de la Teoría de la Relatividad einsteniana (en el falangismo primigenio no hay apenas antisemitismo racista como sí hubo en los nazis: el nacionalismo que defendían era de índole cultural). Y el propio José Antonio en sus últimas cartas citaba a Spengler de memoria (no tenía los libros a mano en el penal de Alicante donde estaba encarcelado). Esto era compatible con el origen humilde de muchos “camisas viejas”, una curiosa amalgama, que en el artículo sobre Foxá que enlazamos llaman “esa extraña mezcla que fue la Falange Española primigenia, de sueños imperiales y obrerismos, de catolicismo sindicalista, de ardor guerrero y comprensión hacia el pobre rojo engañado por intereses antiespañoles”.
A diferencia de muchos movimientos, de entonces y de ahora, que defienden poner en España un modelo totalmente ajeno porque “en Dinamarca/Venezuela/la URSS/los EEUU funciona”, José Antonio conocía lo suficiente de Historia para saber que cada pueblo tiene unas características propias y que, si los principios pueden ser universales, los sistemas siempre tienen que adaptarse a las circunstancias locales. Se le tacha de fascista, y sí, es cierto que compartía cosas con el fascismo. Pero veamos su propia opinión al respecto:
De hecho el propio José Antonio defendía la democracia como un ideal al que aspirar (¡!), una gran diferencia con Mussolini:
Tenemos a nuestro alcance gracias a internet toda la obra de montones de autores, libre y gratis para verla, conocerla y juzgarla por nosotros mismos. Los planes educativos no han hecho su deber: explicar por qué de entre los cientos de grupos participantes en la Guerra Civil española, el bando vencedor eligió la simbología de dos en concreto (Falange y el carlismo, hoy que además este año coinciden la festividad de Cristo Rey y el 20 de noviembre). Enlazo con la biblioteca digital donde se pueden encontrar todos los escritos de José Antonio, y que ha supuesto una fuente inestimable para redactar este artículo.
Una manía personal del autor es que, al reconocerme como un patético cobardica, valoro mucho la gallardía de las personas ante la fin. José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia la enfrentó con decencia y mirando a la cara. Fue difícil reconstruir su fin debido a que los principales testigos en su mayoría negaron haber visto o participado en nada, pero por lo que parece más probable lo mataron, junto a otros cuatro hombres, disparando a las piernas para que sufrieran y chillaran. No resultó. Sus últimas palabras fueron “¡Viva España!”. Es congruente con lo que dejó escrito en su testamento.
Esto es un breve esbozo para tratar de describir la que fue una personalidad rica y compleja, bastante más interesante que la de muchos contemporáneos suyos. En otras ciscunstancias habríamos tenido un gran letrado y tal vez un excelente mecenas de las artes y las ciencias (lo fue en la medida que pudo), pero no resultó. Su fin resultó muy conveniente a la izquierda y a la derecha (hay quien sostiene que Franco no hizo lo posible por salvarlo para que precisamente los republicanos le hicieran el favor de matarlo). Su olvido resulta aún más conveniente.
http://****************/quien-fue-jose-antonio-primo-rivera/
Recordemos su figura como una persona conciliadora dentro de una España dividida (entre burgueses y comunistas, catalanes y resto de España...), violenta (en el siglo XIX hubo decenas de golpes de estado) e ignorante. Por todo ello digamos con orgullo:
Jose Antonio, ¡Presente!
"Hace hoy 80 años que ejecutaron en el patio de la guandoca de Alicante a un hombre que sigue siendo un enigma para una mayoría de españoles. Y lo es porque su figura, cuando no ha sido deformada por los planes de estudio y los historiadores, es ignorada. Sus biografías son, o bien hagiografías en las que se presenta como un salvador de España o bien demonologías en las que se presenta como responsable de sus males y envenenador de pozos. Hay algunas honrosas excepciones, pero la mayoría de la tinta vertida cae en esos campos. Aunque poco importa porque ya a los niños no se les da en el colegio más que una leve pincelada, y las calles y plazas dedicadas a su memoria son cambiadas de nombre en virtud de la Ley de Memoria Histórica (curiosa memoria aquélla que quita los recordatorios).
Empecemos por el principio: José Antonio Primo de Rivera nació en una familia militar, la del posterior general y dictador Miguel Primo de Rivera, en 1903. Eran años posteriores al Desastre de 1898, con los rifeños en el Protectorado de jovenlandia en revuelta, y Miguel desanimó a su primogénito de que tomara la carrera de las armas. Estudió el Bachillerato y el primer año de carrera autodidacta, lo cual se revelará luego como la fuente de su vasta cultura. Porque José Antonio resultó ser un hombre culto y de una sensibilidad inusual entre la gente de su clase social por el destino de los menos afortunados que él (“justicia social” como la llamaban).
Cuando cae la dictadura de su padre (que José Antonio considera como “una oportunidad perdida” para arreglar muchos males de España, en particular las injusticias y la pobreza en el campo y los barrios obreros) y al poco lo hace también la monarquía de Alfonso XIII, la República que se instituye, de raíz burguesa y masónica, no le gusta un pelo. Era la época de los fascismos, que parecían ser una solución a los problemas que engendran las democracias parlamentarias (problemas que hoy vemos en algunos casos repetidos). Y José Antonio, junto con otra gente de similares inclinaciones, funda un partido, Falange Española. Los puntos iniciales están disponibles en multitud de libros y en internet. Pongo algunos de muestra para que me digan si realmente estaba tan desencaminado:
Al poco la Falange se fundiría con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (JONS) de Ramiro Ledesma (discípulo aventajado de José Ortega y Gasset, también autodidacta y que merecería artículo propio) y Onésimo Redondo. En el discurso fundacional se puede ver qué pensaban y defendían. Recordemos que se trataba de personas rondando los 30 años de edad, a ver qué “recién licenciado” de hoy día tiene un léxico así.
Ramiro Ledesma: “Sólo los ricos se pueden permitir el lujo de no tener patria”
Hay que tener en cuenta lo que era la Europa de entonces, y en particular esa España. Un país empobrecido en el que la mitad de la población vivía en el campo y del campo, con un analfabetismo del 32% (estimado, seguramente incluso mayor). Las tentaciones eran grandes, por parte de unos para que todo se quedase como estaba, y por parte de otros para que cambiase a su favor. Y bajo las riñas políticas, el currito de a pie se debatía entre tentaciones socialistas (incluyendo el comunismo) o fascistas. La República lo tenía estropeado para sobrevivir, y más en el momento en que decidió buscarse un enemigo en la Iglesia católica cuando ya le sobraban entre los monárquicos alfonsinos, las clases pudientes, los carlistas, los socialistas, los militares degradados (en España había sobredosis de generales y falta de oficiales subalternos, “mucho jefe y poco indio”)… Si llegó al 36 fue porque a pesar de los golpes de Estado continuos (monárquicos, socialistas, independentistas catalanes) al menos se consideraba que quien llegaba al Parlamento podía expresar sus ideas sin que lo mataran. Todo ello se fue al guano el 13 de julio de 1936, cuando mataron a alopécico Sotelo y montones de personas “de derechas” vieron que era o luchar o ser llevados al matadero. Que matasen a un pintor por colgar carteles de un periódico era la “normalidad” de esa República que cierta izquierda nos quiere vender como idílica.
Es curioso cómo se suele acusar a los falangistas y al “fascismo” (en España se suelen usar indistintamente, por parte tanto de la izquierda como de la derecha) de crímenes como el asesinato de Lorca. Sin embargo los asesinos de Lorca eran gente de la CEDA (la derecha “republicana”) que lo sacaron de la casa donde se escondía: la de los hermanos Rosales… de Falange. El propio José Antonio era amigo de Lorca. El uniforme del grupo de teatro itinerante La Barraca de Lorca se inspiraba en el de la Falange (camisa azul y pantalón de tergal, inspirados en la ropa de trabajo de los mecánicos como Manuel Hedilla, sucesor de José Antonio al frente de Falange), al ser el encargado de decorados y atrezzo el falangista Alfonso Ponce de León.
Aquí ya se han cortocircuitado los cerebros de muchos. ¿Cómo, el fascista más grande que ha dado España, amigo de un notorio gays? Sí, y un enorme poeta. A José Antonio le gustaba la poesía, era como ya dijimos un hombre culto, y entre los fundadores de Falange hay poetas como Agustín de Foxá (si les gusta la poesía, léanlo, merece mucho la pena). Si se despoja uno de anteojeras ideológicas, el Cara al Sol es un hermoso canto de amor y esperanza (en este blog somos disidentes, no fascistas: igualmente consideramos que las canciones soviéticas de Aleksándrov o la Séptima Sinfonía “Leningrado” de Shostakóvich son obras cumbre). Ramiro Ledesma fue divulgador de la Teoría de la Relatividad einsteniana (en el falangismo primigenio no hay apenas antisemitismo racista como sí hubo en los nazis: el nacionalismo que defendían era de índole cultural). Y el propio José Antonio en sus últimas cartas citaba a Spengler de memoria (no tenía los libros a mano en el penal de Alicante donde estaba encarcelado). Esto era compatible con el origen humilde de muchos “camisas viejas”, una curiosa amalgama, que en el artículo sobre Foxá que enlazamos llaman “esa extraña mezcla que fue la Falange Española primigenia, de sueños imperiales y obrerismos, de catolicismo sindicalista, de ardor guerrero y comprensión hacia el pobre rojo engañado por intereses antiespañoles”.
A diferencia de muchos movimientos, de entonces y de ahora, que defienden poner en España un modelo totalmente ajeno porque “en Dinamarca/Venezuela/la URSS/los EEUU funciona”, José Antonio conocía lo suficiente de Historia para saber que cada pueblo tiene unas características propias y que, si los principios pueden ser universales, los sistemas siempre tienen que adaptarse a las circunstancias locales. Se le tacha de fascista, y sí, es cierto que compartía cosas con el fascismo. Pero veamos su propia opinión al respecto:
De hecho el propio José Antonio defendía la democracia como un ideal al que aspirar (¡!), una gran diferencia con Mussolini:
Tenemos a nuestro alcance gracias a internet toda la obra de montones de autores, libre y gratis para verla, conocerla y juzgarla por nosotros mismos. Los planes educativos no han hecho su deber: explicar por qué de entre los cientos de grupos participantes en la Guerra Civil española, el bando vencedor eligió la simbología de dos en concreto (Falange y el carlismo, hoy que además este año coinciden la festividad de Cristo Rey y el 20 de noviembre). Enlazo con la biblioteca digital donde se pueden encontrar todos los escritos de José Antonio, y que ha supuesto una fuente inestimable para redactar este artículo.
Una manía personal del autor es que, al reconocerme como un patético cobardica, valoro mucho la gallardía de las personas ante la fin. José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia la enfrentó con decencia y mirando a la cara. Fue difícil reconstruir su fin debido a que los principales testigos en su mayoría negaron haber visto o participado en nada, pero por lo que parece más probable lo mataron, junto a otros cuatro hombres, disparando a las piernas para que sufrieran y chillaran. No resultó. Sus últimas palabras fueron “¡Viva España!”. Es congruente con lo que dejó escrito en su testamento.
Esto es un breve esbozo para tratar de describir la que fue una personalidad rica y compleja, bastante más interesante que la de muchos contemporáneos suyos. En otras ciscunstancias habríamos tenido un gran letrado y tal vez un excelente mecenas de las artes y las ciencias (lo fue en la medida que pudo), pero no resultó. Su fin resultó muy conveniente a la izquierda y a la derecha (hay quien sostiene que Franco no hizo lo posible por salvarlo para que precisamente los republicanos le hicieran el favor de matarlo). Su olvido resulta aún más conveniente.
http://****************/quien-fue-jose-antonio-primo-rivera/
Recordemos su figura como una persona conciliadora dentro de una España dividida (entre burgueses y comunistas, catalanes y resto de España...), violenta (en el siglo XIX hubo decenas de golpes de estado) e ignorante. Por todo ello digamos con orgullo:
Jose Antonio, ¡Presente!
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