Clavisto
Será en Octubre
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Jajaja...¡Qué cara tenía! Fue como si no sólo quisiera matarme sino estrangularme, hacerme picadillo y echarme a los cerdos. Jajaja...Claro que en aquellos días yo todavía era menor de edad y él tendría...echemos cuentas: su hijo mayor, mi compadre, acaba de decirme que está a punto de cumplir 68...digamos ¿36? jorobar, la progenitora que me parió. Estoy a punto de cumplir 50 y casi no lo entiendo.
El caso fue que le quité las llaves del coche a mi padre y al salir de la cochera le di un golpe al suyo aparcado en la calle con la mala fortuna de que él estaba dentro. Y salió tras de mi echándome bocinazos y las largas aún con el veraniego sol en casi todo su esplendor.
Era un acoso, yo era un chico, me asusté y me eché a un lado antes de llegar al final de la calle. Pero cuando le vi bajar con tan mala leche me vine arriba. ¿Quizá esperaba que yo fuese mi padre para liarse a palos? No recuerdo mucho más. Le dije quien era por si no lo tenía claro y volví a casa, dejé las llaves y me fui por ahí.
Pero lo mejor de todo era que sus dos hijos adolescentes eran amigos nuestros y siempre andábamos de casa en casa. Qué cruz ser padre. Qué cruz. Ellos no se podían ver y sus hijos éramos colegas de heavy metal, drojaporro y todo eso.
Pasaron todos los años sin verle nunca por nuestro bar.
Y un día, hará año y medio, o lo que sea, ya con mi padre muerto y remuerto desde hace seis inviernos, apareció en compañía de uno de sus hijos. Estaba demacradísimo; dolía mirarle: evidentemente, cáncer. La quimio arrasa. Lo vi en mi padre.
No lo negaré: me tenté el ánimo. ¡Y no por mi, sino por él! Yo, sin saberlo, intuía lo que había habido entre ellos. Eran muy diferentes, mucho...Mi viejo era de una manera y él de otra. Pero sus hijos habían sido amigos desde siempre.
Y poco a poco, sesión tras sesión, al principio en compañía de uno de sus hijos y poco después ya él solo, de la manera en la que los cancerígenos ya lo tienen más claro que el agua...hemos hecho tanta amistad que viene al bar a desayunar le toque o no lo toque.
Son las ocho de la mañana y el bar ya lleva un buen rato abierto.
- Kufisto
- Juan...¿Qué te apetece hoy?
Todavía no ha llegado el panadero; tenemos tiempo para hablar de cualquier cosa.
Le encantan los coches. Han sido su vida, su trabajo, su pasión, su sueño. Escucho. Pregunto.
Ayer no estuvo en el bar. Lo extrañé.
Un ictus mientras comía con uno de sus hijos, mi compadre.
Ánimo.
¡Ánimo, jorobar!
El caso fue que le quité las llaves del coche a mi padre y al salir de la cochera le di un golpe al suyo aparcado en la calle con la mala fortuna de que él estaba dentro. Y salió tras de mi echándome bocinazos y las largas aún con el veraniego sol en casi todo su esplendor.
Era un acoso, yo era un chico, me asusté y me eché a un lado antes de llegar al final de la calle. Pero cuando le vi bajar con tan mala leche me vine arriba. ¿Quizá esperaba que yo fuese mi padre para liarse a palos? No recuerdo mucho más. Le dije quien era por si no lo tenía claro y volví a casa, dejé las llaves y me fui por ahí.
Pero lo mejor de todo era que sus dos hijos adolescentes eran amigos nuestros y siempre andábamos de casa en casa. Qué cruz ser padre. Qué cruz. Ellos no se podían ver y sus hijos éramos colegas de heavy metal, drojaporro y todo eso.
Pasaron todos los años sin verle nunca por nuestro bar.
Y un día, hará año y medio, o lo que sea, ya con mi padre muerto y remuerto desde hace seis inviernos, apareció en compañía de uno de sus hijos. Estaba demacradísimo; dolía mirarle: evidentemente, cáncer. La quimio arrasa. Lo vi en mi padre.
No lo negaré: me tenté el ánimo. ¡Y no por mi, sino por él! Yo, sin saberlo, intuía lo que había habido entre ellos. Eran muy diferentes, mucho...Mi viejo era de una manera y él de otra. Pero sus hijos habían sido amigos desde siempre.
Y poco a poco, sesión tras sesión, al principio en compañía de uno de sus hijos y poco después ya él solo, de la manera en la que los cancerígenos ya lo tienen más claro que el agua...hemos hecho tanta amistad que viene al bar a desayunar le toque o no lo toque.
Son las ocho de la mañana y el bar ya lleva un buen rato abierto.
- Kufisto
- Juan...¿Qué te apetece hoy?
Todavía no ha llegado el panadero; tenemos tiempo para hablar de cualquier cosa.
Le encantan los coches. Han sido su vida, su trabajo, su pasión, su sueño. Escucho. Pregunto.
Ayer no estuvo en el bar. Lo extrañé.
Un ictus mientras comía con uno de sus hijos, mi compadre.
Ánimo.
¡Ánimo, jorobar!