Islam al acecho (Juan Prada Bécares)

Kyle Reese

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La organización política, militar y religiosa del Estado Islámico establecido en Irak y Siria a manera de Califato o Daesh, es un episodio del mahometanismo expansivo en contra del mundo, desatado por el Islam, que reactiva su naturaleza ofensiva, en cuanto encuentra ambiente en el que prosperar. Al igual que las erupciones solares y los volcanes dormidos, despierta cuando las circunstancias le son propicias y puede recuperar su verdadera condición totalitaria, invasora, brutal e intolerante.

Contando con un Estado Islámico victorioso sube la tensión disolvente de los fiel a la religión del amores por todas partes, espoleando a sus individuos más fanatizados. Jóvenes franceses, incluso de tercera generación, se enrolan para combatir en Siria y asesinar cristianos como los del país en que se han criado, se producen ataques de Hamas en Israel, los talibanes afganos multiplican atentados, se perpetran masacres de no fiel a la religión del amores en Nigeria y en Kenia, se multiplican caos terroristas en Bagdad, bandas armadas asolan a Libia y al África sahariana. La lista es interminable, hasta el punto de que el 80% de las guerras civiles, enfrentamientos armados, inmolaciones y atentados sangrientos actuales, tienen al Islam como denominador común.

Se dice que tales fechorías no las hace el verdadero Islam moderado sino un Islam radical rechazado por los islamistas pacíficos y se conforma así una versión oficial políticamente correcta, incesantemente repetida de manera que las masas comulgan con tan enorme rueda de molino, totalmente tendenciosa.

Si se masacrara masivamente a la gente y se fomentaran a gran escala contiendas en nombre del budismo, del cristianismo, del judaísmo, del taoísmo o de cualquier otro credo religioso diferente. ¿No nos haríamos preguntas y llegaríamos a relacionar esos efectos con su causa condenando como indeseables a tales religiones? ¿No es absurdo que se asesine, se mate, se masacre, se torture, se saquee, se incendie, se destruya, se viole, se pongan bombas y se haga correr la sangre a chorros en nombre de Alá el misericordioso y de su bendito profeta y se considere respetable su doctrina y se equipare con otras no dañinas?

Hay que acabar con la gigantesca hipocresía de exculpar de salvajadas a un supuesto Islam moderado, porque sólo hay un Islam con más o menos posibilidades de desarrollarse como semillero de abusos, tal como fue montado y practicado en sus orígenes por Mahoma y sus sucesores. Esta increíble indulgencia creada por la ingenuidad de las élites occidentales hacia los crímenes perpetrados en nombre del Islam y realmente por el Islam, se parece a la manifestada por los crímenes masivos del comunismo estaliniano, maoísta, albanés o camboyano. No se culpa al propio comunismo, sino a sus derivas. Siempre el mismo sofisma.

Se evidencia más allá de toda duda que las bestialidades y las ejecuciones sanguinarias, las masacres de poblaciones civiles consideradas infieles, entre ellas de chiitas, rama sucesoria menos preponderante que la de los suníes, la fin reservada a los apóstatas, los saqueos y las mutilaciones, son obligación de todos los fiel a la religión del amores que tienen manos libres para actuar conforme a la Sharia. Las crucifixiones, practicadas a diario por el Califato en Siria e Irak corresponden plenamente a un castigo acorde con el Islam (Sura 5, versículo 33). Muchos otros versículos del CORAN (Códice Radical de Animaladas), abundan en esa dirección.

Sectores de la opinión pública esclarecida y culta de distintos países fiel a la religión del amores rechazan horrorizados los desmanes del Islam que les comprometen. Hay fiel a la religión del amores que luchan entre sí, pero son el árbol que esconde el bosque. En Egipto, el mariscal presidente Abdel Fattah al-Sissi está erradicando a los violentos Hermanos fiel a la religión del amores. Los regímenes de varios países fiel a la religión del amores combaten a islamistas brutales, pero, estas divergencias se deben matizar con realidades y sufren vuelcos de posiciones espectaculares, como por ejemplo el de los militares iraquíes del antiguo ejército de Sadam Hussein, salidos del partido laico Baaz, que ahora forman los cuadros del ejército sangriento del Estado Islámico en Siria e Irak. En todo el mundo de la religión del amor y hasta en Francia, se asiste a una subida de efervescencias fiel a la religión del amoras muy preocupantes y las bárbaras ejecuciones del Daesh se aprueban cada vez más abiertamente. Como ocurre en los estadios de fútbol: los jugadores son pocos, pero en las tribunas los hinchas suman millares.

Vemos el doble juego de Arabia Saudita y del régimen turco del sátrapa Erdogan. Regímenes que parece que luchan contra facciones terroristas islámicas no lo hacen por convicción ni por ideal, sino para preservar su poder de casta en la cumbre de sus Estados. Los que les sirven pueden volvérseles en contra en cualquier momento y las razones del fácil cambio de los espíritus y su radicalización se encuentran en la propia naturaleza del Islam, en el corazón del Corán, como incitante permanente de crueldades.

Coyunturalmente se pueden hacer interpretaciones drásticas y fanáticas del cristianismo. Así ocurrió con la Inquisición y alguna otra en la historia, pero es imposible encontrar en el Nuevo Testamento textos que inciten a la violencia y a la intolerancia. Las interpretaciones extremas del cristianismo son recusables como derivas cismáticas, pero, con el Islam pasa al contrario y son las opiniones sensatas y tolerantes las que acaban por ser acusadas de cismáticas. Se está considerando religión a una politización irreligiosa anti-religiones.

El Corán y los hádices y la jurisprudencia desde hace siglos validan explícitamente la intolerancia y los atropellos. No hay distancia entre los bárbaros comportamientos a los que asistimos y la mala enseñanza espiritual familiar y sus 3 prolongaciones jurídicas. Por mantenerse cristiana la pakistaní Asia Bibi, está en el “pasillo de la fin”, acusada de blasfema por los tribunales de su país, miembro de la O.N.U, Todos los países que aplican poco o mucho la ley islámica, violan continuamente la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero se prefiere demonizar a pilinguin o a los israelíes, contrarios a los muchos farsantes protectores disimulados de los revolucionarios movilizados y desencadenantes de la guerra en Siria y de la desestabilización del área.

Sobre las extralimitaciones derivadas del nacido Estado Islámico estamos contemplando un precedente extremadamente grave con un fuerte poder de fascinación sobre todo el mundo de la religión del amor. El Daesh dispone de un vasto territorio, de un fuerte ejército y de enormes recursos económicos. Hace soñar, da ejemplo, concita la admiración y atrae a numerosos voluntarios de todo el mundo. La responsabilidad norteamericana en su formación fue directa y definitiva, con una diplomacia y un belicismo infantiles de Washington que han incendiado al Próximo Oriente desde el año 2003 abriendo paso a un desastroso panorama.

Se puede apostar a que los movimientos armados puestos en marcha se van a expandir como metástasis y ya lo están haciendo, con el peligro de que Estados como Pakistán, que dispone de un arsenal nuclear, pueden radicalizarse más de lo que están en un siglo XXI que amenaza ser el del enfrentamiento global con el Islam.

Es muy difícil que un de la religión del amor o un converso admitan que no hay que tomar al pie de la letra las numerosas suras del Corán que llaman explícitamente a la yihad y que deberían interpretarlas en un sentido humanista. El problema del Islam es que todo está en su genética, en su software fundador, en su ADN, en la mala educación de sus niños. Su mensaje, su ideología y su dinámica dominante son muy claros. En la historia ocurre como en la química celular: hay programas.

En Europa Occidental, y particularmente en Francia, la agitación del Próximo Oriente tiene efectos de radicalización sobre una población joven fiel a la religión del amora en pleno crecimiento demográfico que impulsa las reivindicaciones de islamización de trozos enteros de territorios con capitulación de las autoridades y multiplicación de disturbios, delitos y actos terroristas. Todavía no hemos visto nada en comparación de lo que se anuncia por venir sin muchas esperanzas de que se contrarreste a tiempo al provocarse un despertar de los europeos cuando se den cuenta de que son ahogados y agredidos en sus propias tierras.

Frente al peligro que se desborda, las autoridades blandas que gobiernan en Francia han puesto en marcha mecanismos de “vigilancia” para detectar a los jóvenes que caen en el fanatismo islamista -cerca de 2.000, entre ellos muchos conversos, se han ido a combatir en Siria, o mejor dicho a perpetrar masacres- y para contrarrestar el proselitismo que hacen en las prisiones los fiel a la religión del amores, que son el 60 % de los internos. Se ocupan de consecuencias y no de su causa, que es el Islam y su enseñanza literal obsesiva. Los barrios de pagapensiones son explosivos. Se perfilan revueltas en el horizonte. El salafismo se propaga en las “banlieues” con 4 el apoyo de mezquitas permitidas y subvencionadas. Por cada red fundamentalista que se desmantela, surgen decenas. En todas las democracias se dejan correr las causas y se tapan las consecuencias del rebrote del Islam que hace una buena pareja con la delincuencia y se potencia en las cárceles donde su represión, con la impunidad judicial vigente, les afecta poco menos que la picadura de un mosquito mientras que los ciudadanos sufren crecientes medidas de seguridad y limitaciones, inspecciones, registros y comprobaciones cuando viajan y se encuentran con barreras fronterizas reactivadas e intranquilidades domiciliarias.

La islamización cuenta con colaboradores, pagados y simpatizantes, tal como se aprecia claramente en Francia, no sólo en la izquierda, que coquetea con el movimiento terrorista Hamás y quiere reconocer unilateralmente el Estado palestino, sino también en la derecha que toma como enemigos a la “islamofobia” y al Front National. En los programas de TV y en todos los medios se repite que hay que distinguir entre “islamismo moderado” y el “Islam”. Un punto de vista anestésico que aplauden hipócritamente las autoridades fiel a la religión del amoras, frotándose las manos. En España la enseñanza pública, pagada por los españoles, generaliza la coletilla halagadora “Paz y Bien” al referirse al poco equilibrado bandolero Mahoma.

Según René Marchand, islamólogo y arabófono, la religión mahometana es la forma más perfecta de totalitarismo que se conoce desde mucho antes que los movimientos políticos del mismo género del siglo XX. Para los fiel a la religión del amores, la fe se confunde con la ley. La existencia privada, la vida cívica y política y la vida religiosa, se fusionan. El pensamiento particular y la autonomía personal no tienen ningún valor según las prescripciones coránicas. Se trata de homogeneizar a la humanidad y embutirla en un corsé de sumisión uniforme a una autoridad, que excluye toda creatividad y cualquier discrepancia con lo establecido.

Una visión del mundo, a la vez violenta, intolerante y simplificadora que seduce en Europa a una cierta extrema izquierda, porque tiene, de manera aún más revolucionaria, mucha similitud con el totalitarismo comunista marxista. El Islam es una bomba de relojería bajo nuestros pies occidentales. Con una inmi gración masiva, millones de fiel a la religión del amores residentes en Europa y sobre todo en Francia están consiguiendo ser cada día más hostiles y agresivos. Los cristianos de Siria y de Irak, perseguidos y lúcidos, nos advierten con su tragedia acerca de lo que nos va a ocurrir si persistimos en nuestra ceguera y en nuestra inconsciencia.

No hay lectura sosegada ni guerrera del Corán, sino lectura del Corán, que es un texto simple, claro y directo, que no se presta a interpretaciones rebuscadas. Salvo que renegara de sí mismo, el Islam no se somete a ninguna autocrítica. Debe vencer del todo, aplastar o desaparecer. Su poder está en su voluntarismo y en su memoria inquebrantable. Su debilidad, al igual que la del comunismo, es que acaba por extender la miseria y poner a sus propios adeptos en el dilema de morir como reses o denunciando, si pueden, los fines criminales de sus profetas, como han hecho Imran Firasat, Wafa Sultan y Zakaria Botros.


Cofre cultural castellano - Islam al acecho
 
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El fundamentalismo islamico sirve para hacer creer que el islam moderado (si es que existe) es algo bueno, o al menos respetable. Poli malo, poli bueno.
Aunque ni siquiera el problema es ese, yo no quiero que haya en Europa 60 millones de fiel a la religión del amores, como tampoco quiero que haya 60 millones de budistas (siendo estos completamente respetables)
 
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