Irlanda: menos derechos y más pobres

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Irlanda despedirá a 24.750 funcionarios dentro de un duro plan de ajuste · ELPAÍS.com

El Gobierno irlandés ha anunciado hoy el plan de ajuste con el que prevé ahorrar 15.000 millones hasta 2014 con drásticas medidas de recorte que afectarán negativamente a su nivel de vida a corto plazo para recibir el rescate de sus socios. Entre las actuaciones más duras, reducirá la plantilla de funcionarios en 24.750 personas, lo que supone un 7% del total. También bajará las pensiones mientras, sobre los ingresos, subirá el IVA hasta el 23% de aquí a 2014 y aumentará los impuestos sobre la renta. Sin embargo, no tocará el de sociedades, muy por debajo del resto de sus socios del euro con un 12,5% y criticado por Bruselas.

La cifra de funcionarios que finalmente dejarán su puesto supera las previsiones, ya que se esperaba que fueran 20.000. Pese a la envergadura del tijeretazo, hay que recordar el destacado incremento en la contratación de personal público que ha tenido lugar durante los últimos años. Con datos a cierre de septiembre, había 361.000 empleados a cargo de la Administración en un país de 4,5 millones de habitantes.

En un documento de 140 páginas, el Ejecutivo de Brian Cowen, que está presentando las medidas en una comparecencia en la sede del Gobierno, explica cómo espera reducir el abultado déficit del Gobierno durante los próximos cuatro años hasta el límite del 3% para acceder a la multimillonaria ayuda de la UE y el FMI. En este periodo, calcula que ahorrará 15.000 millones de euros, el equivalente al 10% del PIB. De ellos, 10.000 millones corresponden a actuaciones por el lado del gasto y los 5.000 restantes al aumento de los ingresos que espera tras realizar algunos cambios en el sistema impositivo. A cambio, según ha explicado esta mañana el primer ministro, recibirá unos 85.000 millones para sanear al debilitado sistema financiero irlandés y garantizar la solvencia de su deuda frente a la presión de los mercados. Aunque esta cifra aún no está cerrada, significa que los bancos necesitan 35.000 millones más de lo esperado.

Bajada de sueldos

Dentro de las actuaciones que, a buen seguro, más rechazo generarán del lado de los gastos, el Gobierno ha anunciado que se va a elevará la edad de jubilación a los 66 años en 2014, a los 67 en 2021 y a los 68 en 2028. Asimismo, reducirá las pensiones de los nuevos jubilados, que cobrarán un 10% menos. Pero esta no es el único cambio que sufrirán los pensionistas, ya que también verán reducidas algunas de sus deducciones fiscales. Las que ya existen no variarán, salvo las que superen los 12.000 euros.

En total, Dublín confía en reducir el gasto corriente gracias a las medidas de ajuste en 7.000 millones de euros hasta 2014 con un recorte de los sueldos públicos, que aún no ha cifrado. En este apartado, el gasto social se verá recortado entre 2.800 a 3.000 millones a lo largo del periodo. Incluso va a aumentar las tasas que pagan los estudiantes por ir a la universidad, que se encarecerán en 500 euros hasta los 2.000 euros anuales.

Además, tal y como se esperaba, el salario mínimo interprofesional baja en un 10%, con lo que ahora será de 7,65 euros por hora, un euro menos. Al mes, supone dejar este mínimo en unos 1.300 euros frente a los 1.500 que cobran actualmente. Cowen también ha adelantado que se va a reformar el sistema de bienestar para eliminar anomalías en los subsidios de desempleo, que ahora paga 200 euros por semana para toda la vida a sus desempleados.

Subida del IVA

Del lado de los ingresos y a cambio de no tocar el impuesto sociedades, el Gobierno subirá el impuesto sobre la renta para recaudar 1.900 millones más después de reducir en 2006 el tipo máximo del 48% al 41% y el tipo medio del 26% al 20%. Al mismo tiempo, introducirá nuevos tributos, como al consumo de agua, y aumentará el IVA del 21% al 22% en 2013, y al 23% en 2014. También incrementa el impuesto sobre el capital para mejorar los ingresos en 145 millones. El laxo sistema impositivo irlandés es la pieza clave que explica el fulgurante crecimiento registrado por Irlanda hasta que la crisis financiera internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria dieron al traste con el milagro del otrora conocido como Tigre Celta.

Junto al plan de ajuste, Dublín ha presentado su cuadro macro para el periodo. Al igual que ha sucedido con los planes de austeridad presentados por los países del euro, su principal punto flaco está en unas previsiones que pecan de optimistas. Así, mientras los expertos advierten del riesgo de recaer en la recesión, el Ejecutivo espera crecer una media del 2,5% hasta 2014. A su vez, confía en que este avance le permita reducir la tasa de paro desde el 13,5% al 10% durante los próximos cuatro años.

Mientras Cowen concretaba las medidas, varios centenares de personas se han concentrado ante el Parlamento, algunos de ellos antes incluso de empezar a conocer las medidas, para protestar contra los ajustes y reclamar la cabeza del primer ministro, también codiciada por la oposición . Los sindicatos han convocado una manifestación para el sábado que, ante el calado de los recortes anunciados, se espera masiva. "Los bárbaros ya están llamando a la puerta", ha advertido el líder del Congreso Irlandés de Sindicatos, David Begg.

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Dublín acelera la nacionalización de la banca para detener la crisis del euro

El Ejecutivo irlandés planea nacionalizar definitivamente las principales entidades en un plazo de 72 horas, según fuentes del Gobierno citadas por Bloomberg y el Irish Independetent. Eso supone tomar la mayoría del AIB y del Bank of Ireland, ya parcialmente nacionalizados, para tratar de cerrar ese boquete en el barco irlandés, plagado de agujeros.

Para atajar la presión de los mercados, lo más urgente, según los analistas, es taponar el boquete en el sector financiero para detener el contagio de la crisis del euro, que golpea con fuerza a España y Portugal. AIB y Bank of Irelanda perdieron ayer en torno al 30% en Bolsa y necesitan una inyección de inmediato para no caer. Si eso sucediera, la crisis financiera irlandesa podría arrastrar a otros bancos de la eurozona, muy expuestos a la banca irlandesa en el caso del sistema financiero británico, el alemán y, en menor medida, el belga. El problema es que los irlandeses identifican -con razón- los sacrificios del tijeretazo del Gobierno con las ayudas a los bancos. Los sindicatos planean una movilización masiva para el sábado. El tiempo acompaña: Dublín lleva dos días bajo un sol radiante, algo extraño por estos lares. Aunque en los mercados caen chuzos de punta.

Siguiendo con las malas noticias, Standard & Poor's siguió ayer con la larga tradición de las agencias de calificación de empeorar las cosas cuando más negras están y rebajó dos escalones la nota crediticia de Irlanda, hasta A, una suerte de notable bajo o aprobado alto. Eso significa que el Estado y las empresas se verán obligados a financiarse más caro aún. S&P añadió presión: podría haber nuevas rebajas en breve si el Ejecutivo no cierra el acuerdo con el FMI y la eurozona para sacar adelante el plan de rescate. "El Gobierno va a incurrir en costes adicionales por el grave problema de sus bancos, que necesitan más inyecciones de liquidez", explicó Frank Gili, analista de S&P.
 
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Comerse a los irlandeses

PAUL KRUGMAN 28/11/2010

Lo que necesitamos ahora es otro Jonathan Swift. La mayoría de la gente conoce a Swift por ser el autor de Los viajes de Gulliver. Pero los últimos acontecimientos me han hecho pensar en su ensayo de 1729, Una humilde propuesta, en el cual comentaba la extrema pobreza de los irlandeses y proponía una solución: vender los niños como alimento. "Reconozco que este alimento puede salir un tanto caro", admitía, pero esto lo haría "muy apropiado para los terratenientes, quienes, como ya han devorado a la mayoría de los padres, parecen ser los que más derecho tienen a los hijos".

Vale, ahora no son los terratenientes, sino los banqueros (y solamente están empobreciendo a la plebe, no comiéndosela). Pero solamente un escritor satírico -y con una pluma muy despiadada- podría hacer justicia a lo que está pasando en Irlanda actualmente.

La historia irlandesa empezó con un auténtico milagro económico. Pero al final este dio paso a una fiebre especuladora impulsada por bancos y promotores inmobiliarios fuera de control, todos en connivencia con los principales políticos. La fiebre se financió con enormes préstamos adquiridos por los bancos irlandeses, en su mayoría de bancos de otros países europeos.

Luego la burbuja estalló, y esos bancos tuvieron que hacer frente a unas pérdidas enormes. Se podría haber esperado que quienes prestaron dinero a los bancos compartiesen las pérdidas. Después de todo, eran adultos que actuaban por propia voluntad y, si no eran capaces de comprender los riesgos que estaban asumiendo, eso no era culpa de nadie más que de ellos. Pero no, el Gobierno irlandés dio un paso al frente para garantizar la deuda de los bancos, con lo que convirtió las pérdidas privadas en obligaciones públicas.

Antes de la crisis bancaria, Irlanda tenía poca deuda pública. Pero con los contribuyentes metidos de repente en un lío por culpa de las gigantescas pérdidas de los bancos, al tiempo que los ingresos caían en picado, la solvencia del país se puso en tela de juicio. De modo que Irlanda intentó tranquilizar a los mercados con un estricto programa de recortes del gasto.

Párense un momento a pensar en ello. Se incurrió en esas deudas no para financiar programas públicos, sino a chanchulleros que solo buscaban su propio beneficio. Sin embargo, son los ciudadanos de a pie irlandeses los que ahora soportan la carga de esas deudas.

O, para ser más exactos, soportan una carga mucho mayor que la deuda; porque esos recortes del gasto han provocado una grave recesión, de manera que, además de asumir las deudas de los bancos, los irlandeses padecen el hundimiento de los ingresos y el paro elevado. Pero no hay alternativa, afirma la gente seria: todo esto es necesario para recuperar la confianza.

Sin embargo, por extraño que parezca, la confianza no mejora. Por el contrario, los inversores se han dado cuenta de que todas esas medidas de austeridad están deprimiendo la economía irlandesa, y están huyendo de la deuda irlandesa a causa de esa debilidad económica.

¿Y ahora qué? El fin de semana pasado, Irlanda y sus vecinos improvisaron lo que en general se ha descrito como un "rescate". Pero lo que realmente pasó fue que el Gobierno irlandés prometió infligir aún más dolor a cambio de una línea de crédito, una línea de crédito que supuestamente le dará más tiempo a Irlanda para, esto..., recuperar la confianza. Esto no ha impresionado mucho a los mercados, lo cual es comprensible: los tipos de interés de los bonos irlandeses han subido todavía más.

¿Realmente tiene que ser así? A principios de 2009 circulaba por ahí un chiste que decía: "¿Cuál es la diferencia entre Islandia e Irlanda? Respuesta: dos letras y unos seis meses". Se suponía que esto era humor neցro. Por mala que fuese la situación de Irlanda, no podía compararse con el desastre absoluto de Islandia.

Pero en estos momentos parece que a Islandia, en todo caso, le está yendo mejor que a su casi tocaya. Su crisis económica no ha sido más profunda que la de Irlanda, sus pérdidas de empleo han sido menos graves y parece estar mejor situada con vistas a la recuperación. De hecho, ahora los inversores parecen considerar la deuda de Islandia más segura que la de Irlanda. ¿Cómo es posible?

Parte de la respuesta es que Islandia permitió que las entidades crediticias extranjeras que habían prestado dinero a sus bancos díscolos pagasen el precio de su error, en vez de poner a sus contribuyentes en peligro para garantizar deudas privadas de mala calidad. Como señala el Fondo Monetario Internacional -¡con aprobación!-, "las quiebras del sector privado han conducido a una marcada reducción de la deuda externa". Mientras tanto, Islandia contribuyó a evitar en parte el pánico financiero imponiendo controles de capitales temporales, es decir, restringiendo la capacidad de los residentes para sacar fondos del país.

Y a Islandia también le ha beneficiado el hecho de que, a diferencia de Irlanda, sigue teniendo su propia moneda; la devaluación de la corona, que ha hecho que las exportaciones de Islandia sean más competitivas, ha sido un factor importante a la hora de limitar la gravedad de la crisis islandesa.

Ninguna de estas opciones heterodoxas es viable en el caso de Irlanda, según dice la gente sabia. Afirman que Irlanda debe seguir infligiendo dolor a sus ciudadanos, porque cualquier otra cosa minaría mortalmente la confianza.

Pero Irlanda se encuentra ahora en su tercer año de austeridad y la confianza sigue disipándose. Y hay que preguntarse qué tiene que pasar para que la gente seria se dé cuenta de que castigar al pueblo por los pecados de los banqueros es peor que un crimen; es un error.

Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times News Service. Traducción de News Clips.
 
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