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Será en Octubre
Iris, 31 años: «Sobreviví a que me dejaran dos meses después de casarnos en la boda más bonita del mundo»
«Hasta el momento en el que me dejó, él estuvo reservando los billetes para irnos de luna de miel y los dos queríamos ser padres», asegura la joven, que dice que es posible superar «el gran tortazo» con tiempo, terapia y el amor de familia y amigos
27 oct 2024. Actualizado a las 05:00 h.Comentar · 7
«La boda más bonita del mundo», como todavía la define Iris, acabó por ser también una de las experiencias más traumáticas de su vida. Solo dos meses después de pasar por el altar, su marido la dejó de forma abrupta. Tanto que se casó con 29 años y a los 30 ya estaba formal y legalmente divorciada. La separación no fue producto de una boda kamikaze entre dos jóvenes que tomaron una decisión precipitada. Ambos crecieron juntos y su historia empezó a los 13 años. «Pero en la adolescencia tienes idas y venidas», indica Iris, que añade que llevaban cinco años viviendo juntos antes de dar el paso de casarse. «Era una relación normal, en la que conocíamos a las familias y teníamos planes de futuro juntos. De hecho, hasta el mismo mes en que me dejó, íbamos a irnos de luna de miel. Él lo tenía planeado y había reservado todo, pero por suerte, aún no teníamos nada comprado. Y hasta el último momento, también queríamos ser padres». Incluso habían adquirido un coche cuya entrega se retrasó considerablemente por la escasez de microchips, lo que les permitió anular la operación.
Nunca se imaginó que acabaría así con la persona que la vio crecer. «Aunque quede cursi decirlo, fue mi primer amor. Nuestros caminos se separaron porque nos fuimos a la universidad, conocimos gente... Pero siempre nos teníamos ahí». Pasada esa etapa, todo encajó y decidieron dar el paso de tener una relación seria. Se fueron a vivir juntos, pero al año empezaron los problemas. «Tuvimos un problema de una infidelidad por su parte, pero trabajamos los dos para poder solucionarlo yendo a terapia. Decidí perdonarlo y apostamos por la relación», indica Iris, que asegura que ambos siempre abogaron por ir a terapia, tanto por separado como juntos. Un hábito que le ayudó a enfrentar lo que ella define como «el gran tortazo».
Cuando decidieron casarse, asegura Iris que lo hicieron convencidos. Tanto que ambos organizaron juntos una boda «muy bonita y muy emotiva. En la ceremonia, como tenemos amigos músicos, tocaron canciones de amor que nos representaban a nosotros; amigos y familia nos leyeron poemas». Precisamente sus familias se implicaron especialmente en el enlace, tanto a nivel emocional como económico, ayudándolos a costearlo. «Lo celebramos en una masía en la que trabajaba un amigo nuestro, alquilamos el material e hicimos nosotros la decoración. Todo fue muy pensado y muy bonito. Los centros de las mesas los hicimos a mano, y los nombres que llevaban también, que eran de montañas que habíamos subido».
La boda fue el 23 de julio del 2022 y, como siempre les gustó tanto la montaña, dejaron la luna de miel para el invierno. El plan era hacer una ruta por los Alpes y por Europa, pero su matrimonio no duró lo suficiente como para poder emprender el viaje.
COMPORTAMIENTOS EXTRAÑOS
La ruptura fue brusca, pero lo cierto es que ya había mar de fondo. Unos meses antes de la boda, Iris había notado algo raro en la manera de actuar de su pareja con una compañera, pero él se lo negaba. «Esta persona vino a la boda, y en la misma boda él y yo ya tuvimos una minidiscusión, porque le dije que cada vez que me acercaba a la mesa en la que estaba esta chica, ella me miraba mal y se iba. Digamos que no estaba muy simpática conmigo». Él negaba una y otra vez que tuvieran algo. De haberlo sabido, asegura, no se hubiera casado. «Quieres confiar, porque es alguien que conoces de hace tantos años y que te está diciendo que no hay nada...».
Dos meses después de la ceremonia, a finales de septiembre, Iris y su exmarido tuvieron una discusión centrada en esa tercera persona. «Esta chica le dijo a él que había dejado a su pareja, y me dice: ‘Mira lo que le ha pasado’. Entonces, yo le respondí: ‘Ella ha dejado a su pareja y tú ahora me dejarás a mí’. Pero él lo seguía negando, aunque después ya empezó a decir que no sabía si podía seguir con la relación», recuerda Iris, que acordó acudir a un terapeuta: «Nos dijo que nos veía superenfriados y muy distantes, que pensáramos qué queríamos hacer, porque o se arreglaba o era para separarnos. Pero el que estaba desapegado de mí era él».
Entonces, ambos decidieron darse dos semanas para pensar. «Él me comunica que se lo ha pensado y que no, que no quiere que lo intentemos más y que quiere que todo se acabe. Yo me quedé en shock». Iris no supo ni cómo reaccionar. Estaban en pleno proceso de reforma del piso de la abuela de ella, adonde iban a mudarse. «Aun así, él fue muy facilitador y muy drástico. Quiso cerrar las cuentas y repartir el dinero. Yo seguía pensando que lo podíamos arreglar, porque nos acabábamos de casar y estaba preparando la luna de miel. Fue muy de sopetón».
Decírselo a las familias fue otro trago muy duro. Iris mantiene que él quiso decirle a la suya que había sido de mutuo acuerdo —«imagino que por vergüenza», señala—. No obstante, intentó recuperarlo, a pesar de que cada vez lo sentía más lejos. Hasta que llegó el mes de enero y, con él, los papeles del divorcio. «Justo el día que murió mi abuela. Yo le informé de que había fallecido, y la fecha que figura en los documentos es esa. En abril ya firmamos el divorcio».
A partir de ese momento, Iris recayó en una depresión que ya había sufrido el año anterior, dice que por los altibajos que tenía su relación. «Estuve medicada y él fue bastante desagradable conmigo. No era la persona de la que yo había estado enamorada».
Otro mazazo para ella fue descubrir, meses después, que su exmarido y aquella chica de la que sospechaba estaban juntos. «Lo descubrí por casualidad, porque un familiar suyo que yo todavía tenía en WhatsApp colgó en el estado un selfi de una comida familiar en la que estaban todos, y esta chica estaba sentada al lado de él. Yo no estaba tan loca como él me hizo pensar».
La última vez que hablaron fue en marzo de este año, cuando la llamaron de la aseguradora de su moto por una multa que le habían puesto a él. Ella se lo recriminó enfadada, mientras que su exmarido le respondió, dice, de nuevo en un tono seco y escueto. «Al poco, me bloqueó de WhatsApp».
Antes sí le escribió, sin embargo, para pedirle que saliese de la cuenta familiar de Spotify, «y esto ya era un espóiler de lo que se avecinaba, porque estaban la chica y su hermana, entonces necesitaba que yo les dejara espacio». Fue entonces cuando aprovechó la ocasión para decirle que sabía que estaban juntos. «Él ni lo negó ni lo afirmó, simplemente obvió el comentario y ya».
VOLVER A LIGAR A LOS 31
La recuperación no fue fácil. Dos años después, para Iris el daño sigue siendo reciente. «Para salir de esto tuve a mi lado a mi familia, que estuvo cien por cien volcada en mí, y a mis amigas», indica la joven, que aunque ha conocido a gente, todavía no se ha sentido preparada para mantener una relación. «Me apetecería estar con alguien, pero no ha surgido nada serio. Noto que la gente va a lo que va. Solo tengo 31 años, pero es diferente ligar a esta edad, porque ya hay gente separada o con hijos, con un estilo de vida distinto al mío. Y es difícil ver cómo todo mi entorno se está comprometiendo mientras que yo ya estoy divorciada».
Para Iris el duelo fue doble, porque también tuvo que llorarle a su instinto maternal. «Soy educadora infantil, y queríamos ser papás el siguiente año. Ya teníamos hasta los nombres pensados, y siempre fuimos muy niñeros los dos. Para mí fue el duelo por perder a mi pareja y, por otra parte, el duelo de saber que no iba a ser mamá. Yo tenía el instinto maternal por las nubes, y ahora ya pienso que si quiero serlo y no tengo con quién, seré progenitora soltera», asegura.
Cada día está más cerca de estar bien. Recuerda a su exmarido, pero no con tanto dolor. Hoy es capaz de ir a una boda y disfrutarla, y hasta está abierta al amor. «Me pregunté mil veces qué pasó, por qué se casó, y si estaba con esta chica ya de antes o si empezó después de dejarme, pero llegó un momento en el que antepuse mi paz mental», zanja. Iris triunfa ahora en redes contando, con mucho sentido del humor, cómo sobrevivió a que la dejaran dos meses después de su boda. «Si te quedas hecha un ovillo en el sofá, de ahí no saldrás», señala ella, que recibe muchos mensajes de gente a la que le pasó lo mismo. «También te puede caer hate (repruebo) , sí, pero como yo no hice nada mal, la gente está supervolcada», dice. Y ella, en superarlo.