La empresa de mercenarios Blackwater intentó apoderarse de la industria militar ucraniana - mpr21
Erik Prince, el dueño de la empresa de mercenarios Blackwater, quería contratar a veteranos ucranianos para su industria. También quería apoderarse de una gran parte de la tajada del complejo militar-industrial de Ucrania, incluidas las fábricas de motores para aviones de combate y helicópteros...
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Los documentos describen una serie de empresas que darían a Prince un papel central en la industria militar de Ucrania y en la Guerra del Donbas, que se ha cobrado más de 14.000 vidas desde que comenzó en 2014.
La matanza de Blackwater en Bagdad
Entre los socios de Prince en Ucrania estaba Artemenko, un cabildero ucraniano que trabajó con Prince en el sector de la carga aérea durante al menos seis años, tras*portando desde armas hasta banderillas por todo el mundo. En los mensajes de texto se refiere a Prince como “el jefe”.
Su relación comenzó poco después de la salida de Prince del escándalo de Blackwater en 2007. Ese otoño, un grupo de soldados de Prince disparó en una plaza de Bagdad llena de gente, matando a 17 civiles e hiriendo a otros 20. Varios de los pistoleros fueron condenados a décadas en cárceles estadounidenses por su papel en la masacre. Trump indultó a cuatro de ellos en sus últimas semanas de mandato. El testimonio de Prince ante el Congreso sobre el incidente provocó un debate nacional sobre la privatización de la guerra, convirtiéndolo, a sus 38 años, en el rostro desafiante del mercenario moderno.
Como consecuencia de los asesinatos, Blackwater perdió un contrato de 1.000 millones de dólares para proteger a diplomáticos y funcionarios estadounidenses en Irak. Pero la empresa cambió de nombre (ahora Academy) y siguió prosperando. El gobierno de Obama le concedió grandes contratos para proporcionar seguridad en zonas de guerra.
35 millones anuales en sobornos
Las “ofertas de participación” enumeradas en el documento son un eufemismo para referirse a los sobornos y sumaban unos 35 millones de dólares al año si el plan se llevaba a cabo. Los documentos no especifican quién recibiría el dinero. Novikov, que negoció con Prince y estudió el plan de cerca mientras era asesor presidencial, dice que lo entendió como una oferta para sobornar a los miembros del gobierno.
Paul Pelletier, antiguo fiscal federal de Estados Unidos, coincidió en que la referencia a las “ofertas de participación” suena sospechosa. Probablemente haría saltar las alarmas en el Departamento de Justicia. “A primera vista, el lenguaje sugiere algún tipo de soborno a los funcionarios de contratación del gobierno”, dijo.