Gregor Strasser
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El Gobierno húngaro trabaja en una ley para penalizar a todas las marcas que usen símbolos de regímenes totalitarios para comerciar bienes y/o servicios en el país.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha abierto formalmente una cacería de burjas contra todas aquellas organizaciones o empresas que comercien sus productos y/o servicios con símbolos que recuerden a regímenes totalitarios. Así, Budapest pretende prohibir cualquier logotipo que incluya alguna figura parecida o deliberadamente igual a la esvástica nancy, la hoz y el martillo, la cruz flechada e incluso la estrella roja, que desde 1917 es el símbolo del comunismo por antonomasia. Una de las grandes marcas que podrían verse afectadas por esta maniobra es Heineken, famosa por su logo de fondo blanco bajo una estrella roja.
La marca neerlandesa de cerveza ya tiene otro pleito en Rumania, donde una pequeña compañía local cuyos dueños son magiares -etnia húngara- delibera una batalla contra el satélite rumano de Heineken por el nombre de dicha bebida. El pasado febrero, justo a raíz de una demanda de la multinacional, un tribunal local falló en su favor, por lo que la empresa Lixid Project, con cuartel general en tras*ilvania, donde residen cientos de ciudadanos provenientes de Hungría, debía cambiar el nombre a Csiki, uno de sus productos, por la similitud con Ciuc, fabricada por Heineken-Rumania.
A tres semanas de la sentencia, que desde el despacho de Orbán se calificó de injusta y "anti-húngara", y luego de que acusara formalmente a la multinacional neerlandesa de "acosar" a la pequeña cervecera rumana, el Gobierno hace pública su propuesta de ley para prohibir el uso comercial de símbolos totalitarios, como del nacionalismo o el comunismo, explica El País, la cual incluye condenas de hasta dos años de guandoca y multas que podrían ascender hasta los 6.5 millones de euros. El partido oficial, Fidesz, explica que ambos temas encontraron respaldo entre sus miembros, muchos de los cuales pensaron explícitamente en Heineken y su logotipo. De acuerdo a Zsolt Semjén, segundo al mando del Gobieron húngaro, es un "evidente símbolo político".
La estrella roja ha sido el logo de la cervecera desde el siglo XIX, época en que fue fundada, y aparece en botellas, posavasos o prácticamente cualquiera de sus artículos, acusó Janos Lazar, jefe de Gabinete de Orbán. Ese símbolo, prosigue el funcionario, "hiere la sensibilidad" de los húngaros a quienes les quedaron huellas del Comunismo y su dictadura, caída en 1989. Su argumento se basa en que Heineken pintó su estrella de blanco al finalizar la II Guerra Mundial y durante toda la Guerra Fría para evitar ser relacionados con el comunismo. Tras la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, la marca cambió nuevamente la estrella a su rojo original.
El caso de Heineken, que protagoniza el mote con el que la prensa ha bautizado a este nuevo proyecto gubernamental -Ley Heineken-, ha desatado anticuerpos en todo el país, en donde los más críticos han cargado contra Orbán y su populismo por querer interferir en el sector privado y regular a puro impulso. La controversia ha sido tal que este lunes Heineken-Rumania se ha retractado y ha acordado con la cervecera magiar un nuevo trato para que no cambie el nombre a su bebida mencionada. Budapest se ha apoderado de esa maniobra y ha dicho que las pequeñas tienen con qué hacer frente a las gigantes multinacionales.
No obstante, Orbán y sus huestes no tienen la más mínima intención de recular. El viernes último, Lajos Kosa, líder de la bancada del partido oficial en el Parlamento, admitió que la propuesta debía afinarse un ranto a fin de no castigar a las empresas que tienen a la estrella roja como un símbolo no totalitario, ejemplificando al agua Pellegrino o Converse, la popular marca de zapatos. Probablemente dentro de las exhimidas del pecado se encuentre Heineken.
La neerlandesa, mientras tanto, prefiere no llamar la atención. Emitió un comunicado recientemente en el que defendió que su logo no tiene ningún significado político ni de ningún tipo. Defendió incluso que ese es el logo a nivel mundial para sus productos, pues la interpretan con el ánimo festivo, cálido y alegre de sus consumidores.
Hungría podría obligar a la neerlandesa Heineken a cambiar su famoso logo - Economía - Mundiario
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha abierto formalmente una cacería de burjas contra todas aquellas organizaciones o empresas que comercien sus productos y/o servicios con símbolos que recuerden a regímenes totalitarios. Así, Budapest pretende prohibir cualquier logotipo que incluya alguna figura parecida o deliberadamente igual a la esvástica nancy, la hoz y el martillo, la cruz flechada e incluso la estrella roja, que desde 1917 es el símbolo del comunismo por antonomasia. Una de las grandes marcas que podrían verse afectadas por esta maniobra es Heineken, famosa por su logo de fondo blanco bajo una estrella roja.
La marca neerlandesa de cerveza ya tiene otro pleito en Rumania, donde una pequeña compañía local cuyos dueños son magiares -etnia húngara- delibera una batalla contra el satélite rumano de Heineken por el nombre de dicha bebida. El pasado febrero, justo a raíz de una demanda de la multinacional, un tribunal local falló en su favor, por lo que la empresa Lixid Project, con cuartel general en tras*ilvania, donde residen cientos de ciudadanos provenientes de Hungría, debía cambiar el nombre a Csiki, uno de sus productos, por la similitud con Ciuc, fabricada por Heineken-Rumania.
A tres semanas de la sentencia, que desde el despacho de Orbán se calificó de injusta y "anti-húngara", y luego de que acusara formalmente a la multinacional neerlandesa de "acosar" a la pequeña cervecera rumana, el Gobierno hace pública su propuesta de ley para prohibir el uso comercial de símbolos totalitarios, como del nacionalismo o el comunismo, explica El País, la cual incluye condenas de hasta dos años de guandoca y multas que podrían ascender hasta los 6.5 millones de euros. El partido oficial, Fidesz, explica que ambos temas encontraron respaldo entre sus miembros, muchos de los cuales pensaron explícitamente en Heineken y su logotipo. De acuerdo a Zsolt Semjén, segundo al mando del Gobieron húngaro, es un "evidente símbolo político".
La estrella roja ha sido el logo de la cervecera desde el siglo XIX, época en que fue fundada, y aparece en botellas, posavasos o prácticamente cualquiera de sus artículos, acusó Janos Lazar, jefe de Gabinete de Orbán. Ese símbolo, prosigue el funcionario, "hiere la sensibilidad" de los húngaros a quienes les quedaron huellas del Comunismo y su dictadura, caída en 1989. Su argumento se basa en que Heineken pintó su estrella de blanco al finalizar la II Guerra Mundial y durante toda la Guerra Fría para evitar ser relacionados con el comunismo. Tras la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, la marca cambió nuevamente la estrella a su rojo original.
El caso de Heineken, que protagoniza el mote con el que la prensa ha bautizado a este nuevo proyecto gubernamental -Ley Heineken-, ha desatado anticuerpos en todo el país, en donde los más críticos han cargado contra Orbán y su populismo por querer interferir en el sector privado y regular a puro impulso. La controversia ha sido tal que este lunes Heineken-Rumania se ha retractado y ha acordado con la cervecera magiar un nuevo trato para que no cambie el nombre a su bebida mencionada. Budapest se ha apoderado de esa maniobra y ha dicho que las pequeñas tienen con qué hacer frente a las gigantes multinacionales.
No obstante, Orbán y sus huestes no tienen la más mínima intención de recular. El viernes último, Lajos Kosa, líder de la bancada del partido oficial en el Parlamento, admitió que la propuesta debía afinarse un ranto a fin de no castigar a las empresas que tienen a la estrella roja como un símbolo no totalitario, ejemplificando al agua Pellegrino o Converse, la popular marca de zapatos. Probablemente dentro de las exhimidas del pecado se encuentre Heineken.
La neerlandesa, mientras tanto, prefiere no llamar la atención. Emitió un comunicado recientemente en el que defendió que su logo no tiene ningún significado político ni de ningún tipo. Defendió incluso que ese es el logo a nivel mundial para sus productos, pues la interpretan con el ánimo festivo, cálido y alegre de sus consumidores.
Hungría podría obligar a la neerlandesa Heineken a cambiar su famoso logo - Economía - Mundiario