Lord Yavestruc
Técnico del servidor de querido líder.
En la madrugada del 11 de enero de 1933, un grupo de campesinos afiliados a la CNT iniciaron una insurrección al gobierno republicano en la localidad gaditana de Casas Viejas.
Por la mañana el grupo de anarquistas andaluces rodearon, armados con escopetas y algunas pistolas, el cuartel de la Guardia Civil de Casas Viejas (hoy Benalup-Casas Viejas). Allí se encontraban tres guardias y un sargento. Se produjo un intercambio de disparos y el sargento y un guardia resultaron gravemente heridos.
Un grupo de guardia civiles acudieron al auxilio de sus compañeros, liberaron a los que quedaban en el cuartel y ocuparon el pueblo. Temiendo las represalias, muchos vecinos huyeron y otros se encerraron en sus casas.
Por la noche, llegó a Casas Viejas una unidad de guardias de asalto, que había recibido la orden del gobierno de Madrid, para que acabara con la insurrección, abriendo fuego "sin piedad contra todos los que dispararan contra las tropas".
Y así hicieron, sitiaron la humilde choza de trabajo manual y barro del militante anarquista del pueblo, Francisco Cruz Gutiérrez apodado "Seisdedos", luego la rociaron de gasolina y le prendieron fuego. "Seisdedos" murió calcinado junto a otras personas dentro de la casa.
Conocidos los hechos en el resto de España, se produjo un gran escándalo periodístico y parlamentario que conmocionó a la sociedad española. Los sucesos de Casas Viejas se convirtieron en un grave problema político para el gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña, que tuvo que aguantar el acoso tanto desde la izquierda como desde la derecha.
Los sucesos de Casas Viejas, como así se le denominó a este alzamiento anarquista en plena II República, encontraron una dura reacción por parte del gobierno presidido por Manuel Azaña.
Diecinueve hombres, dos mujeres y un niño murieron. Tres guardias corrieron la misma suerte. Se procedió a realizar una serie de juicios sumarísimos, y se fusiló a los sospechosos de haber participado en los hechos.
Fueron catorce los asesinatos por los que, en mayo de 1934, el responsable directo, capitán Rojas, fue enjuiciado y condenado a pena de 21 años de prisión, mientras que el director General de Seguridad del Estado, fue absuelto.
Por la mañana el grupo de anarquistas andaluces rodearon, armados con escopetas y algunas pistolas, el cuartel de la Guardia Civil de Casas Viejas (hoy Benalup-Casas Viejas). Allí se encontraban tres guardias y un sargento. Se produjo un intercambio de disparos y el sargento y un guardia resultaron gravemente heridos.
Un grupo de guardia civiles acudieron al auxilio de sus compañeros, liberaron a los que quedaban en el cuartel y ocuparon el pueblo. Temiendo las represalias, muchos vecinos huyeron y otros se encerraron en sus casas.
Por la noche, llegó a Casas Viejas una unidad de guardias de asalto, que había recibido la orden del gobierno de Madrid, para que acabara con la insurrección, abriendo fuego "sin piedad contra todos los que dispararan contra las tropas".
Y así hicieron, sitiaron la humilde choza de trabajo manual y barro del militante anarquista del pueblo, Francisco Cruz Gutiérrez apodado "Seisdedos", luego la rociaron de gasolina y le prendieron fuego. "Seisdedos" murió calcinado junto a otras personas dentro de la casa.
Conocidos los hechos en el resto de España, se produjo un gran escándalo periodístico y parlamentario que conmocionó a la sociedad española. Los sucesos de Casas Viejas se convirtieron en un grave problema político para el gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña, que tuvo que aguantar el acoso tanto desde la izquierda como desde la derecha.
Los sucesos de Casas Viejas, como así se le denominó a este alzamiento anarquista en plena II República, encontraron una dura reacción por parte del gobierno presidido por Manuel Azaña.
Diecinueve hombres, dos mujeres y un niño murieron. Tres guardias corrieron la misma suerte. Se procedió a realizar una serie de juicios sumarísimos, y se fusiló a los sospechosos de haber participado en los hechos.
Fueron catorce los asesinatos por los que, en mayo de 1934, el responsable directo, capitán Rojas, fue enjuiciado y condenado a pena de 21 años de prisión, mientras que el director General de Seguridad del Estado, fue absuelto.