Cazarr
Madmaxista
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Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
La primera vez que leí estos versos fue en el instituto, en el libro de lengua castellana. Pero me impactaron de tal modo que cada mucho tiempo los recordaba.
La primera vez que los oí fue en la serie Isabel, de TVE. La serie la vi por primera vez hace un par de años, quizá tres. Hubo cosas que me gustaron y muchas que no, pero para ser un producto de entretenimiento televisivo me pareció que tenía una calidad aceptable. Pero la escena en la que Isabel, interpretada por Michelle Jenner, relata estos versos me engatusó. Estaba yo amuermado, casi deseando que acabara el capítulo, cuando reconocí al instante la elegía tan solo oír las primeras palabras. La música que la acompaña no podía evocarla mejor.
La nostalgia siempre me ha acompañado en la intimidad. La gente dice que tengo buena memoria pero más que memoria es nostalgia. Nostalgia que yo oculto porque, ¿quién quiere oír cosas tristes? Nadie quiere un cenizo cerca.
Ahora las circunstancias me dejan poco margen para detenerme a contemplar el tiempo —lo cual por cierto acentúa la sensación de tempus fugit—. Pero de vez en cuando lo hago y siempre me inunda la melancolía.
Lo he hecho estos días y hoy me he parado a escuchar estos versos. He recordado los años cercanos a 2010, la cantidad de personas queridas fallecidas, la huella que dejaron dentro, lo mucho que cambia la vida en tan pocos años y me ha venido un soplo de tristeza pensando en cuántos más se marcharán en los próximos años...
Cuando has visto demasiada fin a tu alrededor, sobre todo con experiencias traumáticas por medio, sólo quieres que pare la cacería porque necesitas un poco de sosiego. Pero sabes que por más que lo desees no tienes ningún control sobre el devenir de las cosas. El tiempo pasará, enterrarás a quienes te criaron, echarás de menos a los ancianos y un día una generación un poco más joven relevará a los viejos de hoy a la hora de contar batallitas, a sabiendas de que a cada generación tendrá menos alicientes que contar. Y tendrás que enfrentarte a la vida solo. Completamente solo. Nadie más comprenderá de dónde vienes, nadie más sabrá cómo eras de pequeño. Nadie sabrá la cara de inocencia y de felicidad que ponías cuando el niño que abría los regalos de Reyes eras tú.
El tiempo pasa demasiado deprisa. ¿Hay alguna virtud, algo de provecho, algo valeroso, en la nostalgia y la melancolía? ¿O sólo es una enfermiza debilidad?
Feliz 2024, burbujos. Once años llevo con vosotros.
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