dabuti
Nutriéndome con lágrimas de de derechas....
Homenajeado un "amigo" que abusó de cientos de menores..............BAJO LA SUPERVISIÓN DEL ARZOBISPO.....
DISFRUTEN LO FACHEADO, CRSITOFASCISTAS...................
:bla:
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Ya no sorprende de lo que está gente es capaz de hacer y de lo que es capaz de tapar por no comprometer su negocio convirtiéndose en cómplices, lo que no se entiende es que siga habieno padres que dejen a sus hijos en semejantes manos.
Estos del obispado son gente con gran humanidad: esperaron a que tuviera problemas con la próstata para suspenderlo.........................
DISFRUTEN LO FACHEADO, CRSITOFASCISTAS...................
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http://politica.elpais.com/politica/2017/01/31/actualidad/1485884546_160298.htmlJosé Manuel Ramos Gordón fue el cura de Tábara (Zamora) durante 26 años. Hasta el pasado 1 de julio, cuando el Obispado de Astorga (León) le aplicó “la privación del oficio de párroco” tras un proceso canónico en el que el sacerdote admitió haber abusado de varios niños hace tres décadas, cuando era docente del Seminario Menor de La Bañeza (León). El obispo Juan Antonio Menéndez, sin embargo, mantuvo la condena en secreto y permitió que Ramos Gordón fuera homenajeado el pasado 17 de octubre por todo el pueblo de Tábara.
Ampliar foto José Manuel Ramos, durante su homenaje en la parroquia de Tábara (León), el pasado mes de octubre. En la iglesia, llena de fieles y autoridades que desconocían los hechos, el sacerdote ofició una misa junto a su sucesor. Recibió un pergamino en agradecimiento por los servicios prestados y luego se fueron todos a celebrarlo con un banquete. “Ha manchado el nombre del pueblo. Es como si nos hubiera convertido en cómplices de unos hechos da repelúsntes”, exclama indignada con el obispo una vecina del municipio.
Astorga, La Bañeza y Tábara, a caballo entre las provincias de León y Zamora, son los tres vértices de un triángulo sacudido desde el pasado domingo por la noticia de los abusos, adelantada por el diario La Opinión de Zamora. Hasta entonces, salvo el obispo y unos pocos colaboradores, nadie conocía en la zona el sórdido pasado de Ramos Gordón. Solo una de las víctimas, que en 2014 remitió una carta al Papa Francisco relatando los horrores ocurridos en el seminario en el curso 1988-1989, era conocedor de la investigación.
Una víctima remitió una carta al Papa Francisco relatando los abusos que había sufrido en el seminario en 1998
La carta detalla como el denunciante, su hermano y dos niños más, que entonces tenían 13 y 14 años, recibían en sus habitaciones las visitas de quien entonces era el tutor de 7º de EGB. “Las noches se habían convertido en miedo”, relata la víctima, que hoy tiene 41 años y sufre secuelas psicológicas por los abusos sufridos. Ayer declinó hablar con EL PAÍS. Según personas de su entorno, “está muy afectado y prefiere guardar silencio”.
“Más de una vez encontré a mi hermano escondido en los baños, con el rostro desencajado, los ojos llorosos y temblando. Recuerdo decirle: ‘Vamos a la cama’. Y él, con los labios tiritando’ responder: ‘No, sé que él va a venir”, denunció al Pontífice la víctima, que extiende sus acusaciones a otros prelados de Astorga por “encubrir los hechos”.
Los chavales reunieron fuerzas dos veces para alertar de lo que estaba ocurriendo, aunque no sirvió de nada. La primera fue aproximadamente tres meses de empezar los abusos. Hablaron con el rector del Seminario, Gregorio Rodríguez (hoy fallecido). “Pensamos que sería el fin del calvario, nada más lejos de la realidad. Nadie hizo nada”, lamenta la víctima en su carta al Papa. Los abusos siguieron y los dos hermanos fueron a hablar con el tutor de sexto curso, Francisco Javier Redondo (hoy vicario episcopal de Ponferrada). “Parecía que por fin alguien haría algo por nosotros, pero no hizo nada. Por segunda vez nos ignoraron, dejándonos a merced de los caprichos sensuales de don José Manuel”, concluye la misiva.
"Las noches se habían convertido en miedo", relata una de las victimas que ahora tiene 41 años
Las denuncias de las víctimas quizá sí tuvieron consecuencias, aunque el Obispado de Astorga se niega a hablar de ello. Meses después de acabar el curso, Ramos Gordón abandonó el seminario y la docencia para siempre y pasó a ser el nuevo cura de Tábara.
El Papa recibió la carta en noviembre de 2014 y ordenó al Obispado de Astorga la apertura de un proceso pese a que los hechos ya están prescritos, tanto en vía penal como canónica. Ramos Gordón admitió los abusos, de los que se mostró “arrepentido”, y el obispo Juan Antonio Menéndez acordó trasladar al párroco, medida aplicada en julio. La gestión del caso, sin embargo, ha disgustado a casi todos en la zona, al denunciante en primer lugar, que no duda en calificar la condena impuesta de “burla”.
Esta prevé la “privación del oficio de párroco durante un periodo no inferior a un año, en el que tendrá un seguimiento tutelado por un sacerdote, realizará ejercicios espirituales un mes y desarrollará labores asistenciales en favor de sacerdotes ancianos”. El nuevo destino de Ramos Gordón es una residencia para exsacerdotes en Astorga, a tiro de piedra de la catedral, en la que este martes no quisieron atender a este diario.
“Más de una vez encontré a mi hermano escondido en los baños, con el rostro desencajado, los ojos llorosos y temblando"
El obispo también remitió una carta al denunciante en la que le pide “humildemente perdón” en nombre de la Iglesia y muestra su “profundo dolor” por unos abusos “tan deplorables y que han causado tanto sufrimiento a usted y a otros alumnos”. El Obispado, sin embargo, guarda silencio sobre las razones que le llevaron a amparar el homenaje, promovido por una cofradía de Tábara.
Ramos Gordón era una figura apreciada en este municipio de apenas 700 habitantes. “Ha sido una persona siempre amable y un gran dinamizador para el pueblo y toda la comarca”, afirma el alcalde José Ramos San Primitivo (PP). “Pero lo que ha pasado es imperdonable y mucha gente está indignada con razón”, admite el regidor. El mensaje entre la veintena de vecinos consultados es casi unánime: Ramos Gordón fue un buen cura y el pueblo tenía motivos para estar agradecido con él, pero si se sabía que había abusado de unos niños, el homenaje celebrado en octubre estaba fuera de lugar. “Fue algo innecesario. Es incomprensible que el obispo lo permitiera”, sentencia Santiago Andrés, juez de paz de Tábara.
En La Bañeza la noticia también ha removido muchas conciencias, sobre todo porque los abusos no sucedieron en los oscuros años del franquismo, sino en la España democrática de 1989. El Seminario Menor, hoy reconvertido en residencia, fue durante décadas una de las instituciones más importantes de la localidad. “Era de lo mejor de la provincia por la calidad de la educación”, explica un exalumno, que pide el anonimato y que en el momento de los hechos cursaba COU en Astorga. “Aquí estudiaban en régimen de internado muchos niños de la comarca. La disciplina era muy estricta, incluso cuando el resto de la sociedad se había modernizado y relajado en muchos aspectos”, añade este hombre. “Por lo que dicen ahora, el sacerdote era muy selectivo con sus víctimas. A todos nos da escalofríos pensar en lo que pasaron estos niños porque, aunque nunca viera nada de abusos, todos sabemos lo opresor que podía ser el ambiente ahí dentro si tenías a los curas en contra”, concluye.
Las réplicas del terremoto causado por la noticia de los abusos también han llegado hasta Puebla de Sanabria, donde Ramos Gordón dio clases en el colegio Juan XXIII (hoy cerrado) antes de llegar a La Bañeza. Exalumnos del centro han empezado a movilizarse por las redes sociales en los últimos tres días para alertar de comportamientos sospechosos, por ahora imposibles de confirmar, del expárroco de Tábara.
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Ya no sorprende de lo que está gente es capaz de hacer y de lo que es capaz de tapar por no comprometer su negocio convirtiéndose en cómplices, lo que no se entiende es que siga habieno padres que dejen a sus hijos en semejantes manos.
Estos del obispado son gente con gran humanidad: esperaron a que tuviera problemas con la próstata para suspenderlo.........................
http://www.laopiniondezamora.es/comarcas/2017/01/30/nadie-hizo-evitarlo/981103.htmlHabla la víctima de abusos sensuales: "Nadie hizo nada por evitarlo"
El exseminarista extiende su denuncia a quienes "supieron y no actuaron" | El primer destino del *******asta fue el antiguo Colegio Diocesano de Puebla de Sanabria | En La Bañeza, las víctimas pidieron auxilio a Francisco Javier Redondo, actual vicario de Pastoral en Astorga
irene gómez 01.02.2017 | 11:01
El sacerdote leonés José Manuel Ramos Gordón, retirado de las labores parroquiales por una acusación (admitida) de abusos sensuales a menores durante la época en que era profesor en el Seminario Menor de La Bañeza, tuvo como primer destino el ya desaparecido Colegio Diocesano Juan XXIII de Puebla de Sanabria, donde impartió formación después de ser ordenado sacerdote en el año 1978. La exclusiva de LA OPINIÓN-EL CORREO conmocionó también ayer a Puebla y a los exalumnos del centro, los cuales no descartan que puedan salir a la luz casos similares tras la denuncia de F. L.
Al salir de la comarca zamorana, Ramos Gordón continuó como docente en La Bañeza, donde está admitido por él mismo que cometió los abusos sensuales contra "varios alumnos", entre ellos dos hermanos gemelos. La denuncia de uno de ellos ha llevado al obispo de Astorga, con el acuerdo de la Santa Sede a decretar la privación del oficio de párroco durante "un periodo no inferior a un año".
Pese a que las víctimas contaron a sus superiores lo que les estaba pasando, Ramos Gordón continuó en La Bañeza un curso más hasta que en septiembre de 1990 se hizo cargo de la parroquia de Tábara y después de otros pueblos de la comarca, donde permaneció hasta julio de 2016, cuando fue apartado.
Aunque Ramos Gordón ha sido el único encausado en estos hechos, la denuncia de F. L. ante el papa Francisco se extiende también a los "encubridores", a "quienes supieron y no actuaron" en aquellos años, cuando estaba al frente del obispado de Astorga Antonio Briva Mirabent.
Tal y como relata en la primera carta al pontífice, aproximadamente a los tres meses de comenzar los abusos, dos de los chicos decidieron contárselo al rector del Seminario de La Bañeza, el alistano Gregorio Rodríguez Fernández (natural de Riofrío y fallecido en 2014). En aquel curso 1988-1989 estaban como tutores, y así aparece en la misiva, Juan Herminio Rodríguez, Francisco Javier Redondo y el "castigado" José Manuel Ramos Gordón.
"Pensábamos que (la revelación al rector) sería el fin de aquel calvario, nada más lejos de la realidad. Como si de una simple chiquillada se tratara, nadie hizo nada. El silencio por respuesta. Lo único que conseguimos fue entrar en un círculo de castigos. Nos castigaban con ir a dormir a la sala de peluquería y él venía a despertarnos a cada hora, el trato tampoco mejoró en misa. Se acercaba y cogiéndonos del brazo, nos susurraba con ira al oído "¡cantad!, ¡quiero ver cómo se mueven vuestros labios!, ¡vais a dejar aquí la piel!"".
Cuenta la víctima que "pasaron los meses sin que nadie frenara los abusos, las noches se habían convertido en miedo". "Más de una vez encontré a mi hermano, bien entrada la noche, escondido en los baños, con el rostro desencajado, los ojos llorosos y temblando. La impotencia de no poder hacer nada. Recuerdo decirle: "vamos a la cama" y él, con los labios tiritando responde "no, sé que él va a venir"".
Con acuse de recibo. F. L.ha relatado todos los hechos en las dos cartas remitidas al papa Francisco, la primera el 30 de 11 de 2014 que dio origen a la investigación. La segunda, datada el 4 de noviembre de 2016, describe la decepción de ex seminarista con la «ridícula» pena impuesta a Ramos Gordón
Una situación tan insoportable que llevó de nuevo a los menores atacados a "pedir auxilio", en esa ocasión al tutor de 6º, Francisco Javier Redondo, nombrado el pasado mes de enero vicario episcopal de Ponferrada y del sector de Pastoral Social. "Dejadlo en mis manos" les contestó. Redondo es uno de los sacerdotes que ha declarado ante Julio Alonso, vicario judicial e instructor en el proceso canónico. "Parecería que por fin alguien haría algo por nosotros, pero no hizo nada. Por segunda vez nos ignoraron, dejándonos a merced de los caprichos sensuales de D. José Manuel".
Así lo ratificó el denunciante en su declaración ante el instructor cuando éste le pregunta: "¿Qué medidas tomaron los superiores cuando tuvieron conocimiento de los sucedido?".
"No sé qué medidas tomaron o si hablaron entre ellos, o lo comunicaron a los superiores, pero el hecho es que los abusos continuaron hasta el final de curso y nadie hizo nada para evitarlo".
Terminado aquel curso de terror, el último en el Seminario Menor, los gemelos continuaron el Bachillerato en el Seminario Mayor "La Inmaculada" de Astorga "con la esperanza de que sería diferente. Pero si en La Bañeza sufrimos acoso sensual, en Astorga fue maltrato psicológico" cuenta el denunciante.
Fueron dos años, 1º y 2º de BUP de 1989 a 1991, con Julián Barrio, actual arzobispo de Santiago de Compostela, como rector y tutores "D. Máximo, D. Paco, D. Jerónimo, D. Blas y D. Aquilino". Cuando los hermanos llegaron a Astorga, "de alguna manera la historia de los gemelos había trascendido, se sabía, era un secreto a voces", relata F. L. "Lo destacable en este seminario fueron los gritos, los castigos inconmensurables, las terribles bofetadas que nos daban. ¡Fue muy duro! Como duras eran las palabras de Máximo, nuestro tutor, que no escatimaba en vejaciones a la hora de hablar con nuestros padres? Estaba cegado con nosotros, querían deshacerse de los gemelos".
La "persecución" llegó al extremo de que al finalizar 1º de BUP los gemelos no recibieron en casa las matrículas para el siguiente curso, como era lo habitual para el alumnado. "Mis padres, extrañados, bajaron a Astorga para pedir explicaciones al rector, D. Julián Barrio Barrio". Éste fue receptor también de las quejas del padre sobre los castigos que recibían los gemelos; le llegó a reprochar que a uno de ellos le hicieran correr solo por la carretera, "¡Qué pasa si le llega a pillar un coche!, pero él callaba claro" expresó el padre del ex seminarista durante el proceso.
El relato de F. L. evoca episodios muy concretos de un trato que relaciona con la osadía de denunciar los abusos sensuales en La Bañeza. "En una ocasión, por la mañana en laudes, estábamos sentados en silencio con la mirada en las páginas del libro que todos teníamos abierto por la misma página. Yo levantaba la mirada buscando a ambos lados a mi hermano, pero aún no había llegado. Pasaban los minutos y de repente el sonido de la aldaba de la puerta de la iglesia irrumpió. Allí apareció mi hermano, se había quedado dormido. Rápidamente ocupó su lugar y en aquel momento Máximo bajó del altar y le propinó una bofetada con todas sus fuerzas. Lleno de coraje y llorando por la impotencia, rompí mi libro de laudes. Si algo no les gustaba, el castigo era devastador. A mi hermano más de una vez le mandaba Máximo a correr 7 u 8 kilómetros fuera del seminario por una carretera, de madrugada. Él decía que le estaba vigilando desde su despacho con unos prismáticos. Supongo que lo decía para cerciorarse de que se cumplía su castigo".
Cuando, años después, los gemelos contaron todo a sus padres, éstos "comprendieron la magnitud de lo acontecido"; el progenitor "se puso en contacto con ciertos sacerdotes que para su asombro reconocieron los hechos? Pero ahí quedó todo, nadie hizo nada, solo echar tierra encima".
En su declaración ante el vicario judicial y el notario el 5 de octubre de 2015, el denunciante cita a los curas con los que habló el padre; "don Bernardo y don Hortensio" ya fallecidos, "don Prudencio, que le dijo que tuviese mucho cuidado con lo que decía, y con don Santiago Cadierno, que le dijo que ya estaba enterado".
F. L. y su hermano respiraron aliviados cuando terminó ese curso. "Solo Dios me ayudó en aquellos momentos de más debilidad, tan solo Jesús al que tantas noches supliqué "haz que todo esto acabe"".
Padre de un niño a punto de cumplir la edad que él tenía cuando sufrió los abusos y vejaciones, el exseminarista castellanoleonés confiesa que "la idea de que a él (su hijo) le pudieran hacer tan solo una milésima parte del daño que me hicieron a mí, me revuelve por dentro".
Con el pensamiento en tantos niños "que ayer fueron sodomizados, vejados y humillados como lo fuimos nosotros", el acusador reclama al papa Francisco "tolerancia cero". "Espero que los que hemos estado callados, escondidos tras la vergüenza, con miedo, nos unamos y salgamos a decirlo bien alto".