otroyomismo
Madmaxista
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A veces, algunas noticias aun me dan esperanza sobre la gente. Voy a ser ingenuo y me lo voy a creer todo:
Cuándo empezó a inventar?
De niño creaba mis propios juguetes: a un robot hecho con cartón le ponía el mecanismo de un coche a pilas.
Un robot teledirigido.
Sí. A los 18 años conseguí con material reciclado que mi habitación fuese domótica. A las ocho de la mañana se encendía mi calefactor y me despertaba música heavy.
Dormilón.
Incluso quise construir un robot que me sacara el edredón. Luego trabajé para comprarme una impresora 3D y con ella hice mi trabajo de fin de carrera, un dron que no chocaba contra nada para poder operar en salvamento en edificios derruidos.
¿Cómo esa vida de robots cristaliza en Ayúdame3D?
Hace poco que me han diagnosticado de TDA y ahora entiendo por qué no podía estudiar, concentrarme en leer una página. Me ataba a la silla para estudiar. Sufrí mucho, pero quería acabar la carrera.
Uf.
Pero me di un superpremio: un viaje a Kenia para colaborar en un orfanato. Les dije que si había niños que les faltara una mano o algún dedo yo les podía ayudar, y me mandaron cinco fotos de adultos a los que les faltaba un brazo por encima del codo.
¿Creó esas prótesis personalizadas?
Sí, en mi impresora 3D; los mecanismos son hilos de pesca y gomas que hacen que al mover el hombro la persona pueda abrir y cerrar la mano y agarrar objetos de hasta 3 kilos.
¿Cómo fue la reacción de los amputados?
Fue precioso. Un profesor me dijo: “Por fin voy a poder coger un libro y una tiza a la vez ”. Y ahí pensé: “Nadie hace lo que yo hago, así que no puedo parar de hacerlo”.
¿Y cómo lo hizo?
Utilicé las redes para decirle a la gente: “Hola, soy Guille, hago brazos. ¿Necesitas un brazo? Te lo regalo”. Y fueron surgiendo pedidos. Yo me ganaba la vida haciendo juguetes.
Y se lo gastaba haciendo brazos.
Sí, mi vida era trabajar en un sueño que era hacer juguetes y en el sueño de ayudar, pero acabé dejando los juguetes y centrándome en la oenegé Ayúdame3D. Busqué modelos de negocios sostenibles y escalables y creé programas educativos para colegios.
¿Les enseña a operar con las impresoras?
Sí, y que emprendan socialmente. También lo hacemos con empresas y por esos eventos cobramos. Así pasamos de regalar brazos en Kenia a estar en 65 países, y el 33 % lo entregamos en España, sobre todo a niños y a personas mayores porque nuestras prótesis son muy ligeras.
Pero los niños crecen.
Les acompañamos en su crecimiento, y si les gusta un superhéroe en concreto les hacemos un brazo de ese superhéroe, y otras prótesis brillan en la oscuridad o lanzan discos.
Los niños deben de estar encantados.
Las personalizamos mucho y eso hace que ese niño o esa niña vea su brazo de manera más amigable. Se convierten en superniños.
¿Qué otras ideas ha puesto en marcha?
Las cajitas chemobox que cubren la bolsa de tratamiento de quimioterapia. Un padre explicó en Twitter que a su hijo le daba náuseas ver esa bolsa amarilla, y diseñamos unas cajas con el símbolo de Spiderman, su superhéroe preferido.
Preciosa idea.
Estamos haciendo miles de cajas personalizadas: “Superpoderes para Sofía”, y es la princesa de Frozen la que le está pasando sus superpoderes. El personal sanitario nos dice que les reduce la ansiedad y la tristeza. También lo hacemos para personas mayores con la imagen de su mascota o de su familia.
¿Cuántos son ustedes?
Somos 12 y trabajamos con unos cien voluntariado expertos en 3D, enviamos las prótesis y en los países colaboramos con entidades que saben colocarlas.
Y crean centros de 3D por el mundo.
Los 3Dlabs. Volví al orfanato de Kenia con dos impresoras 3D para formar a dos estudiantes del orfanato, les enseñé a diseñar y resolver los problemas que pudieran surgir y lo hacen de maravilla. Lo hemos replicado.
¿Cuál es ahora su nuevo reto?
Seguir creando. Mi abuelo falleció el año pasado y mi progenitora estaba muy triste, así que cogí una camisa del abuelo que a ella le encantaba y la compacté hasta crear una gema.
¡…!
Era una camisa a rayas rojas y blancas y en la gema las puedes ver. Cuando le di a mi progenitora una pulsera de plata con esa gema engarzada inmediatamente dijo: “Esta es la camisa del yayo”. Le hizo tanta ilusión que creamos la empresa Eternus.
¿Funciona?
Sí, hay mucha gente que quiere recordar a sus seres queridos, nos dan algo que se lo recuerde, creamos la gema y lo llevas contigo. Yo llevo este anillo de patitos de goma que mi abuelo me compraba cuando íbamos de vacaciones a Benidorm.
Tengo 30 años. Madrileño. Vivo con un compañero de piso. Estoy graduado en Ingeniería de Organización Industrial y tengo dos empresas, una con mi progenitora. Tengo un espíritu activista, intento aportar soluciones ante las injusticias que veo. No tengo creencias espirituales.
Repartiendo alegría
A los 22 años fundó el proyecto Ayúdame3D, cuya finalidad es ayudar a toda personas del mundo que lo necesite fabricándole un brazo personalizado realizado con impresora 3D y totalmente gratis, hoy ya llega a 65 países y tiene una organización que le permite que gente nativa los coloque e incluso los fabriquen en sus 3Dlabs. Su trabajo y solidaridad han sido reconocidos con premios como el Princesa de Girona o el Innovation Award. Para ganarse la vida y poder seguir creciendo, imparte programas en colegios y empresas en los que enseña impresión 3D con valor social. Es un hiperactivo que lleva tatuados un sombrero, la palabra e mpatía y una galleta de dinosaurio. Ha inaugurado la 10.ª edición del Congreso para jóvenes Lo Que De Verdad Importa (LQDVI). “Nuestro lema es: ‘Ayudar es demasiado fácil como para no hacerlo’”.Cuándo empezó a inventar?
De niño creaba mis propios juguetes: a un robot hecho con cartón le ponía el mecanismo de un coche a pilas.
Un robot teledirigido.
Sí. A los 18 años conseguí con material reciclado que mi habitación fuese domótica. A las ocho de la mañana se encendía mi calefactor y me despertaba música heavy.
Dormilón.
Incluso quise construir un robot que me sacara el edredón. Luego trabajé para comprarme una impresora 3D y con ella hice mi trabajo de fin de carrera, un dron que no chocaba contra nada para poder operar en salvamento en edificios derruidos.
¿Cómo esa vida de robots cristaliza en Ayúdame3D?
Hace poco que me han diagnosticado de TDA y ahora entiendo por qué no podía estudiar, concentrarme en leer una página. Me ataba a la silla para estudiar. Sufrí mucho, pero quería acabar la carrera.
Uf.
Pero me di un superpremio: un viaje a Kenia para colaborar en un orfanato. Les dije que si había niños que les faltara una mano o algún dedo yo les podía ayudar, y me mandaron cinco fotos de adultos a los que les faltaba un brazo por encima del codo.
¿Creó esas prótesis personalizadas?
Sí, en mi impresora 3D; los mecanismos son hilos de pesca y gomas que hacen que al mover el hombro la persona pueda abrir y cerrar la mano y agarrar objetos de hasta 3 kilos.
¿Cómo fue la reacción de los amputados?
Fue precioso. Un profesor me dijo: “Por fin voy a poder coger un libro y una tiza a la vez ”. Y ahí pensé: “Nadie hace lo que yo hago, así que no puedo parar de hacerlo”.
¿Y cómo lo hizo?
Utilicé las redes para decirle a la gente: “Hola, soy Guille, hago brazos. ¿Necesitas un brazo? Te lo regalo”. Y fueron surgiendo pedidos. Yo me ganaba la vida haciendo juguetes.
Y se lo gastaba haciendo brazos.
Sí, mi vida era trabajar en un sueño que era hacer juguetes y en el sueño de ayudar, pero acabé dejando los juguetes y centrándome en la oenegé Ayúdame3D. Busqué modelos de negocios sostenibles y escalables y creé programas educativos para colegios.
¿Les enseña a operar con las impresoras?
Sí, y que emprendan socialmente. También lo hacemos con empresas y por esos eventos cobramos. Así pasamos de regalar brazos en Kenia a estar en 65 países, y el 33 % lo entregamos en España, sobre todo a niños y a personas mayores porque nuestras prótesis son muy ligeras.
Pero los niños crecen.
Les acompañamos en su crecimiento, y si les gusta un superhéroe en concreto les hacemos un brazo de ese superhéroe, y otras prótesis brillan en la oscuridad o lanzan discos.
Los niños deben de estar encantados.
Las personalizamos mucho y eso hace que ese niño o esa niña vea su brazo de manera más amigable. Se convierten en superniños.
¿Qué otras ideas ha puesto en marcha?
Las cajitas chemobox que cubren la bolsa de tratamiento de quimioterapia. Un padre explicó en Twitter que a su hijo le daba náuseas ver esa bolsa amarilla, y diseñamos unas cajas con el símbolo de Spiderman, su superhéroe preferido.
Preciosa idea.
Estamos haciendo miles de cajas personalizadas: “Superpoderes para Sofía”, y es la princesa de Frozen la que le está pasando sus superpoderes. El personal sanitario nos dice que les reduce la ansiedad y la tristeza. También lo hacemos para personas mayores con la imagen de su mascota o de su familia.
¿Cuántos son ustedes?
Somos 12 y trabajamos con unos cien voluntariado expertos en 3D, enviamos las prótesis y en los países colaboramos con entidades que saben colocarlas.
Y crean centros de 3D por el mundo.
Los 3Dlabs. Volví al orfanato de Kenia con dos impresoras 3D para formar a dos estudiantes del orfanato, les enseñé a diseñar y resolver los problemas que pudieran surgir y lo hacen de maravilla. Lo hemos replicado.
¿Cuál es ahora su nuevo reto?
Seguir creando. Mi abuelo falleció el año pasado y mi progenitora estaba muy triste, así que cogí una camisa del abuelo que a ella le encantaba y la compacté hasta crear una gema.
¡…!
Era una camisa a rayas rojas y blancas y en la gema las puedes ver. Cuando le di a mi progenitora una pulsera de plata con esa gema engarzada inmediatamente dijo: “Esta es la camisa del yayo”. Le hizo tanta ilusión que creamos la empresa Eternus.
¿Funciona?
Sí, hay mucha gente que quiere recordar a sus seres queridos, nos dan algo que se lo recuerde, creamos la gema y lo llevas contigo. Yo llevo este anillo de patitos de goma que mi abuelo me compraba cuando íbamos de vacaciones a Benidorm.