Himmler contra hitler sobre el cristianismo.

Anti-Islam

Forero Paco Demier
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8 Mar 2024
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Durante décadas se ha debatido ampliamente sobre cuáles eran exactamente las diferencias de postura con respecto al cristianismo entre las personalidades más fácilmente identificables del Tercer Reich: Adolf Hitler y Heinrich Himmler. Tanto Hitler como Himmler fueron criados como devotos católicos romanos. Sin embargo, hay pruebas sólidas que sugieren que Hitler nunca abandonó por completo su fe cristiana a favor de reemplazar el cristianismo como lo hizo Himmler.
En el libro de Albert Speer Inside the Third Reich , el autor cita los sentimientos de Hitler sobre el neopaganismo de Himmler:
¡Qué tontería! Por fin hemos llegado a una época que ha dejado atrás todo ese misticismo y ahora quiere empezar de nuevo desde cero. Hubiéramos podido quedarnos con la Iglesia... Himmler ha pronunciado otro discurso en el que llama a Carlomagno el «carnicero» de los sajones. apiolar a todos esos sajones no fue un crimen histórico, como piensa Himmler. Carlomagno hizo algo bueno al subyugar a Widukind y apiolar a los sajones sin más. De ese modo hizo posible el imperio de los francos y la entrada de la cultura occidental en lo que hoy es Alemania. (Speer 2015)
Los comentarios de Hitler a veces parecen inconsistentes, aunque este autor cree que realmente tenía fuertes sentimientos cristianos porque tuvo el poder y la oportunidad de apoyar plenamente a Himmler y Alfred Rosenberg en su cruzada anticristiana, pero no lo hizo. Speer nos ilumina sobre todos estos puntos:
“Entre sus asociados políticos en Berlín”, escribe, “Hitler hizo pronunciamientos duros contra la Iglesia, pero en presencia de las mujeres adoptó un tono más suave, uno de los casos en que adaptó sus comentarios a su entorno”.
Esto es lo mismo que hace cualquier político exitoso. Pero este escritor honestamente pensaría que su preponderancia de declaraciones pro-cristianas en general indica una fe cristiana fuerte, aunque poco ortodoxa. Hitler observa además:
La Iglesia es ciertamente necesaria para el pueblo. Es un elemento fuerte y conservador”.
Albert Speer afirma que Hitler dijo esto repetidamente dentro de su círculo más íntimo. Speer continúa:
“Él concebía a la iglesia como un instrumento que podría serle útil. ‘Si Reibi [así llamaban al obispo del Reich Ludwig Mueller] tuviera algún tipo de prestigio… estaría encantado de brindarle todo mi apoyo. Piensen en todo lo que podría hacer con eso. A través de mí, la Iglesia Evangélica [Luterana] podría ser una iglesia establecida, como [la Iglesia Anglicana] lo es en Inglaterra’. Incluso después de 1942, Hitler siguió sosteniendo que consideraba a la iglesia como indispensable en la vida política… si algún día apareciera un clérigo prominente que fuera apto para dirigir una de las iglesias, o si era posible, las iglesias católica y protestante unidas”. (Speer 2015)
Podemos ver que quizás el principal impulso de Hitler para seguir siendo cristiano es que ha unido a la civilización occidental y podría a su vez hacer lo mismo con la civilización germánica nacionalsocialista.
El 12 de abril de 1922, en un discurso dirigido al conde Lechenfeld, quien se oponía al “antisemitismo” como un “sentimiento anticristiano”, Hitler aclaró sus propias convicciones jovenlandesales:
Mi sentimiento de cristiano me lleva a mi Señor y Salvador como luchador. Me lleva al hombre que una vez, en la soledad, rodeado de unos pocos seguidores, reconoció a estos judíos por lo que eran y convocó a hombres para luchar contra ellos y que, la verdad de Dios, fue más grande no como sufriente sino como luchador. En amor sin límites. Como cristiano y como hombre. Leí el pasaje que nos cuenta cómo el Señor finalmente se levantó con su poder y tomó el azote para expulsar del templo a la generación de víboras y áspides. ¡Qué terrible fue su lucha contra el veneno judío! Hoy, después de 2.000 años, con la más profunda emoción reconozco más profundamente que nunca el hecho de que fue por esto que tuvo que derramar su sangre en la cruz. Como cristiano no tengo el deber de permitir que me engañen, pero tengo el deber de ser un luchador por la verdad y la justicia... Y si hay algo que podría demostrar que estamos actuando correctamente, es la angustia que crece día a día. Como cristiano, también tengo un deber hacia mi pueblo. Y cuando miro a mi pueblo, lo veo trabajar y trabajar y esforzarse y laborar, y al final de la semana solo tienen como salario miseria y miseria. Cuando salgo por la mañana y veo a esos hombres en fila y miro sus rostros demacrados, creo que no sería cristiano, sino un verdadero diablo, si no sintiera compasión por ellos, si no me volviera, como hizo nuestro Señor hace 2.000 años, contra aquellos por quienes hoy este pobre pueblo es saqueado y expuesto. ( www.scienceblogs.com )
Con esta cita, Hitler identifica el ideal de rescatar a los pobres y oprimidos como un acto no en sí mismo, sino como un acto jovenlandesal contra el opresor, al que identifica como el judío. La verdad es que Hitler nunca fue a misa durante su liderazgo del Reich, pero sus opiniones estuvieron siempre vinculadas al catolicismo romano. Sería justo decir que era un Martín Lutero, a quien a menudo llamaba el primer nacionalsocialista. Los propios símbolos y rituales del nacionalsocialismo tienen sus raíces en la Iglesia católica. La procesión del 9 de noviembre en Múnich para honrar a los 16 inmortales, o mártires del putsch de la Cervecería, era muy similar al vía crucis. La esvástica en sí se inspiró en la esvástica blasonada en la de derechasda de la Iglesia católica romana de Hitler, a la que asistía como niño del coro. Una vez planeó convertirse en sacerdote.
Hitler también consideró que las guerras fratricidas que Europa había librado por diferencias en la fe cristiana eran una lacra para la raza aria. En Mein Kampf escribe:
Los católicos y los protestantes están luchando entre sí... mientras el enemigo de la humanidad aria y de toda la cristiandad se ríe bajo la manga”.1
La expresión de fe de Hitler fue clara:
La fe es más difícil de quebrantar que el conocimiento. El amor sucumbe menos al cambio que el respeto. El repruebo es más duradero que la aversión. Y el impulso que ha impulsado las más grandes convulsiones de esta Tierra ha consistido siempre menos en un conocimiento científico que dominaba a las masas que en un fanatismo que las inspiraba y, a veces, en una histeria que las impulsaba a avanzar.
Creo que los cristianos del siglo III d. C. estarían de acuerdo con este punto de vista. Los primeros cristianos eran fanáticos. Este fanatismo inspiró a Constantino y Teodosio a aferrarse a él como el último y desesperado intento de Roma por salvarse.

La fe de Himmler​

Pero ¿qué hay de la fe de Himmler? La visión que Himmler tenía del catolicismo, y del cristianismo en general, se extinguió por completo en la edad adulta. La visión de Himmler se resumió en el siguiente discurso:
Tenemos que afrontar el cristianismo de una manera más dura que hasta ahora. Tenemos que ajustar cuentas con este cristianismo, con esta mayor plaga que nos ha podido sobrevenir en nuestra historia, que nos ha debilitado en todos los conflictos. Si nuestra generación no lo hace, creo que se prolongará mucho tiempo. Tenemos que superarlo en nosotros mismos. Hoy, en el funeral de Heydrich, expresé en mi discurso intencionadamente, desde mi más profunda convicción, una creencia en Dios, una creencia en el destino, en el Antiguo, como lo llamé, es decir, con la antigua palabra germánica: Wralda.
Debemos encontrar una nueva escala de valores para nuestro pueblo: la escala del macrocosmos y del microcosmos, el cielo estrellado sobre nosotros y el mundo dentro de nosotros, el mundo que vemos en el microscopio. La esencia de estos megalómanos, estos cristianos que hablan de hombres que gobiernan este mundo, debe detenerse y ser puesta de nuevo en su justa proporción. El hombre no es nada especial en absoluto. Es una parte insignificante de esta Tierra. Si llega una gran tormenta, no puede hacer nada al respecto. Ni siquiera puede predecirla. No tiene idea de cómo está hecha una mosca -por desagradable que sea, es un milagro- o cómo está hecha una flor. Debe volver a mirar con profunda reverencia a este mundo. Entonces adquirirá el sentido correcto de la proporción sobre lo que está sobre nosotros, sobre cómo estamos entretejidos en este ciclo.
Luego, en un plano diferente, debe ocurrir algo más: debemos volver a arraigarnos en nuestros antepasados y nuestra posteridad, en esta cadena eterna y en esta secuencia eterna. Al arraigar a nuestro pueblo en una profunda conciencia ideológica de los antepasados y los nietos, debemos persuadirlo una vez más de que debe tener hijos e hijas.
Podemos hacer muchísimo, pero todo lo que hagamos debe ser justificable ante nuestra familia, nuestro clan. Si no aseguramos este fundamento jovenlandesal, que es el más profundo y el mejor porque es el más natural, no podremos superar el cristianismo en este plano y crear el Reich germánico, que será una bendición para la Tierra. Esa es nuestra misión como nación en esta Tierra. Durante miles de años, la misión de esta raza de cabellos rubios ha sido gobernar la Tierra y, una y otra vez, traerle felicidad y cultura. ( www.worldfuturefund.org )
Tanto Hitler como Himmler creían en el ideal del clan o tribu, y se regocijaban en el ideal de “los antiguos”. Durante la Primera Guerra Mundial, Hitler escribió un poema sobre Odín y los antiguos dioses teutónicos, pero escribió esos versos y sostuvo esas creencias en términos de culto a los antepasados, como un sacerdote podría idolatrar a un santo católico. No cabe duda de que Hitler había perdido la fe en un cristianismo convencional, pero creía firmemente en el ideal de la fe cristiana y sus contribuciones a la civilización occidental. Amonestó a Himmler por sus planes neopoliteístas, y el inicio del “Movimiento de la Fe Alemana” fue emblemático de su renuencia a abandonar 2.000 años de tradición cristiana aria.
La idea más importante que Hitler captó fue la confirmación de que Jesús no era judío. No lo era. María, su progenitora, era galilea, y los galileos descendían de los galos, una nación celta. El marido de la progenitora de Jesús, José, puede haber descendido del rey David, pero José no era el padre biológico de Jesús; lo era Dios. Este punto fue mencionado en el libro de Houston Stewart Chamberlain Foundations of the Nineteenth Century .
Pero en cualquier caso, la Identidad Cristiana ha identificado a los judíos como un pueblo completamente separado, y mantiene que la verdadera raza israelita o adánica era pura estirpe nórdica y que los verdaderos hebreos eran arios. La evidencia de esta creencia no es algo que este autor desee analizar aquí. Pero muchos grupos han demostrado que lo más probable es que Jesús fuera un Cristo ario. La visión de Hitler del Santo Grial como el receptáculo de la sangre aria derramada en la cruz, un símbolo del autosacrificio ario, nunca tocó el corazón pagano de Himmler. Himmler pretendía sustituir el simbolismo y el ritual cristianos por un ritual neopagano basado en la ideología nacionalsocialista. A Hitler le irritaba esta idea y la dependencia de Himmler de la astrología y el misticismo.
A Hitler se le ha acusado muchas veces de ateo por sus referencias a la “evolución”. Hitler creía firmemente en un credo “evolucionista” de avance biológico ario y de supervivencia del más apto, como expresión de espiritualismo en el sentido más estricto. En esta visión difería mucho de sus raíces católicas romanas de la infancia. Pero Hitler nunca creyó que no tuviéramos un Creador divino, ni aceptó la idea de que los humanos evolucionaran a partir de animales inferiores. Si los alemanes hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial, el sucesor de Hitler, fuera Himmler o no, habría zanjado la discusión de una vez por todas.
Himmler consideraba que el cristianismo era la peor plaga que jamás había asolado al pueblo alemán, pero Hitler, sin duda, creía que era una fuente de poder que, si se aprovechaba, podía conducir a la victoria.
Las únicas declaraciones anticristianas de Hitler fueron grabadas por Albert Speer. (Hay que recordar que Speer estaba tratando de distanciarse de mostrar la verdad sobre Hitler y de ganar mucho dinero apelando a la prensa dominada por los judíos). Speer dijo:
Hitler había quedado muy impresionado por un fragmento de historia que había aprendido de una delegación de distinguidos árabes. Cuando los fiel a la religión del amores intentaron penetrar más allá de Francia en Europa central durante el siglo VIII, sus visitantes le habían dicho que habían sido rechazados en la batalla de Tours. Si los árabes hubieran ganado esta batalla, el mundo sería de la religión del amor hoy. Porque su religión era la de difundir la fe por la espada y subyugar a todas las naciones a esa fe. Los pueblos germánicos se habrían convertido en herederos de esa religión. Semejante credo se adaptaba perfectamente al temperamento germánico. Hitler dijo que los árabes conquistadores, debido a su raza, a la larga habrían sido incapaces de luchar contra el clima y las condiciones más frías del país. No habrían podido dominar a los nativos más vigorosos, de modo que en última instancia, no los árabes sino los alemanes islamizados podrían haber estado a la cabeza de un gran imperio de la religión del amor.
Hitler concluyó: "Ya veis, ha sido nuestra desgracia tener la religión equivocada. ¿Por qué no tuvimos la religión de los japoneses, que consideran el sacrificio por la patria como el bien supremo? La religión fiel a la religión del amora también habría sido mucho más compatible con nosotros que el cristianismo” (Speer 2015).
Como autor, este podría haber sido un momento frustrado de fantasía especulativa. En general, su historial de apoyo al cristianismo ha sido impecable. Sin embargo, digamos que en un esfuerzo por apoyar a nuestros hermanos odinistas, se mantuvo firme en esta cuestión del cristianismo frente al poder de los antiguos dioses. Himmler, por otra parte, estaría de acuerdo con Heinrich Heine al menos en un punto:
Los viejos dioses despertarán de su sueño olvidado y se quitarán el polvo de mil años de los ojos, y Thor, saltando a la vida, con su martillo gigante aplastará las catedrales góticas.
Hitler pintó esas catedrales con gran admiración, así que dudo que deseara que Thor, Alá o cualquier dios las aplastaran, y las catedrales góticas se encuentran entre los logros más hermosos de la raza aria. Aunque algunos pesimistas dicen que el cristianismo no es más que un peón y una creación de los judíos, muchas de las obras de arte y logros sociales más gloriosos de nuestro pueblo ario se han hecho en nombre del cristianismo. Así que si algunos conspiradores de alto nivel con mentalidad talmúdica pretendían utilizar el cristianismo para destruirnos, les salió el tiro por la culata en un sentido dramático: despertó nuestra fortaleza artística y jovenlandesal. Y Hitler lo vio como una fuerza que podría seguir impulsando y haciendo posible los dones de nuestro pueblo. Le daremos a Hitler la última palabra:
He seguido a la Iglesia en la tarea de dar a nuestro programa de partido el carácter de una finalidad inalterable, como el credo. La Iglesia nunca ha permitido que se interfiriera en el credo. Han pasado 1.500 años desde que se formuló, pero toda sugerencia de enmienda, toda crítica lógica o ataque al mismo, ha sido rechazada. La Iglesia se ha dado cuenta de que cualquier cosa y todo puede construirse sobre un documento de ese tipo, no importa cuán contradictorio o irreconciliable sea con él. Los fieles lo aceptarán sin reservas, siempre y cuando nunca se permita que se aplique el razonamiento lógico. ( www.scienceblogs.com )

NOTA FINAL:
1 http://scienceblogs.com/pharyngula/2006/08/23/list-of-hitler-quotes-he-was-q/ .
Bibliografía:
Speer, Albert. Inside the Third Reich. , 2015. Recurso de Internet.
http://scienceblogs.com/pharyngula/2006/08/23/list-of-hitler-quotes-he-was-q/ .
The Twisted Dream. Alexandria, VA: Time-Life Books, 1990. Impreso.
http://www.worldfuturefund.org/wffmaster/Reading/Germany/himmler.religion.htm .
 
«Los únicos a los que considero dignos de confianza son los fiel a la religión del amores» Adolf Hitler

«Estoy convencido de que los pueblos gobernados por el Islam estarán siempre más próximos a nosotros que, por ejemplo, Francia, no obstante la familiaridad de la sangre que corre por nuestras venas». Adolf Hitler

«Es tan solo en el Imperio universal romano que podemos decir que la cultura fue un factor (en términos de Estado). También el gobierno de los árabes en España fue algo infinitamente distinguido: los más grandes científicos, pensadores, astrónomos, matemáticos, una de las épocas mas humanas, al mismo tiempo que una caballería colosal. Cuando mas tarde hizo su aparición el cristianismo, entonces sí podemos decir: los bárbaros. La caballería que nació en los castellanos fue en realidad una herencia de los árabes. Habría sido mejor que Charles Martel no hubiera vencido en Poitiers, ya que nuestra Europa, totalmente subyugada por los judíos, había convertido el cristianismo en algo tan insípido que hubiese sido preferible la victoria del Islam. La religión islámica recompensa al guerrero con la entrada al séptimo cielo. Con esta religión habríamos recuperado de nuevo el espíritu guerrero que nos había arrebatado el cristianismo y hubiéramos vuelto a conquistar el mundo». Adolf Hitler

«Basémonos siempre en esta verdad histórica: el legislador de los fiel a la religión del amores, hombre poderoso y terrible, establece sus dogmas con el coraje de sus armas, aún y la indulgencia y tolerancia de su religión. El legislador divino del cristianismo, viviendo en la humildad y la paz, y predicando el perdón de las ofensas, su santa y dulce religión se convirtió para nuestra ira, en la más intolerante y bárbara de todas». Adolf Hitler

Otro argumento extendido entre dichos neomilitantes es acusar al Islam de ser una «religión falsa» o «anti-europea» por no tener imágenes, cuando los atlantes, los pelasgos, los persas mazdeístas, los indoarios de la primera edad védica o los propios romanos durante los dos primeros siglos, tampoco representaron a sus divinidades. El Canciller alemán tampoco nunca objetó nada al respecto, sino que nuevamente lo consideró un rasgo superior de su religión:

«Por desgracia para la iglesia, ella ha delimitado el misterio al explicarlo de manera precisa… No tenemos ninguna luz sobre el misterio cuando aprendemos que los sacerdotes se asemejan a Dios bajo lo rasgos vulgares de un hombre. Los discípulos de Mahoma, en este aspecto, son muy superiores, ya que no necesitan representarse físicamente a Allah. […] El mayor peligro en que ha caído el cristianismo es que su representación de la otra vida sometida a un cambio eterno, ha sido ligada a tantas pequeñas cosas terrestres, que si una vez éstas se rompen, los hombres estarán maduros para el retorno del materialismo marxista. Es lo angustiante, pues con ello el hombre pierde toda restricción, y se imagina el amo de la naturaleza, y entonces es cuando todo termina». Adolf Hitler

Léon Degrelle explica dicha admiración del Führer por el Islam:

«Hitler tenia una debilidad indiscutible por la religión islámica. Él, que era de origen católico y de pequeño había cantado en el coro de su parroquia, manifestó siempre un gran respeto por el Islam y su civilización». Léon Degrelle

El ex general belga también relata cómo Hitler ordenó fabricar collares con un diminuto Corán abierto, que colgaba personalmente a los cuellos de los soldados voluntarios fiel a la religión del amores. Cabe recordar la efusiva amistad que mantuvo siempre Degrelle con el Gran Mufti y con sus hijos, quienes en los años 70 fueron a visitarle personalmente a Cartagena durante sus años de exilio en España.

Pero en absoluto el filoislamismo era una idea personal de Hitler, sino una convicción compartida por casi toda la cúpula dirigente del Reich. Nadie ignora el interés y respeto que Himmler sentía por la religión islámica, cuya cosmovisión valoraba como «la más cercana al nacionalsocialismo», o que el Corán fuera uno de sus libros de cabecera, del que se valían sus suntuosos discursos y ovaciones a las tropas fiel a la religión del amoras. Ludwig Heiden, oficial de los Servicios Centrales de Seguridad del Reich, se hizo célebre por haber traducido el 'Mein Kampf' al árabe y haber editado una versión al mismo idioma de 'Los Protocolos de los Sabios de Sión', además de convertirse al islamismo con el nombre Al Hadj. El ilustre antropólogo Dr. Ludwig Ferdinand Klauss, importante teorizante de estudios raciales del NSDAP y gran entusiasta de alianzas con el mundo islámico, también se hizo adepto de la religión del amor. Oskar Ritter von Niedermayer, conocido por sus antiguas hazañas en la primera guerra mundial, en las que medió con Afganistán para liberar a la India de las colonias británicas, fue otro convertido al islamismo. Niedermayer tuvo uno reconocida labor durante el Reich como general de unidades de legionarios turcomanos y otros pueblos del este, así como de voluntarios afganos e iraníes. El también experto alemán en cuestión judía y alto rango del NSDAP, el Dr. Johannes von Leers, dirigió los servicios de propaganda antisionista del gobierno de Egipto y abrazó la fe islámica bajo el apelativo de Omar Amin. El celo de la religión del amor y ahínco con el que von Leers exhortaba la adhesión de los europeos a la religión islámica dejaría hoy líbido a más de uno.

No exageramos al decir que las declaraciones tras*critas a continuación del secretario de Goebbles son las más diplomáticas que hemos encontrado:

«El mundo está en deuda eterna con la religión islámica. Con la conquista de Arabia, los fiel a la religión del amores consiguieron frenar la peligrosa incursión de los judíos en esas tierras, y en lugar de las terribles enseñanzas del Jehová del judaísmo, trajeron a los pueblos conquistados la noble religión islámica, que desde ese instante abrió las puertas de una cultura superior a muchos pueblos».Johannes Von Leers

«Me he convertido voluntariamente al Islam y he cambiado mi nombre original por el doble nombre árabe de Omar Amin. El primero, por nobleza y respeto al gran Califa Omar, quien fue el mayor luchador contra los judíos, y el segundo, en honor de mi venerable amigo, el Gran Mufti Hajj Amin el Husseini». Johann Von Leers

Hubo muchos otros oficiales alemanes y altos rangos del estado mayor y de la RSHA que se convirtieron voluntariamente al Islam. La mayoría emigraron tras la guerra a tierras de Egipto, Siria e incluso Arabia Saudí. Algunos estuvieron desempeñando labores de propaganda contra el sionismo y en favor de la autodeterminación de los pueblos fiel a la religión del amores. Otros trabajaron en los ministerios de defensa e instruyeron militarmente a las Fuerzas de Liberación de Palestina (PLO), entre cuyas operaciones logísticas y suministro de armas habrían contado con la ayuda del propio Otto Skorzeny. He aquí un elenco de sus nombres: Gerd Von Nimzek (Ben Ali), Bernhardt Bender (Béchir Ben Salah), Leopold Gleim (Al Nashar), Walter Balmann (Ali ben Khader), Hans Appler (Saleh Shafar), Seipel (Imad Zuher), Heinrich Sellman (Hassan Suleiman),Wilhelm Boerner (Ali Ben Keshir), Ulrik Klaus (Muhammad Akbar), Gruber (Aradji), Dr. Heribert Heim (Tarek Hussein Farid), Werner Birgel (Al-Gamin), Aloïs Brunner (Ali Mohammed), Ludwig Zind (Muhammad Saleh), Wilhelm Boeckler (Abd el-Karim), Joachim Daümling (Ibrahim Mustapha), Franz Bartel (Al-Hussein), Aehim Dieter Peschnik (Al-Saïd), Baumann (Ali Ben Khader), Heinrich Willermann (Naim Fahum), Albert Thiemann (Amman Kader), Wilhelm Hintersatz (Harun-al-Raschid Bey), Erich Altern (Ali Bella), Friedrich Buble (Ben Amman), Karl Luder, Dr. Wilhelm Beissner, Oskar Dirlewanger, Barón von Harder, Franz Hithofer, Fritz Bayerlein, Wilhelm Farmbacher, Franz Bünsch, Dr. Hans Eisele, Erich Bunzel, Hans Becher, Eugen Fichberger, Gerhard Mertins, Schmalstich, Rudolf Midner, Alois Moser, Oskar Münzel, Franz Rademacher, Walter Rauff, Erich Weinmann, Otto Ernst Remer...

Durante la guerra, las alianzas entre Alemania y los pueblos árabes e islámicos, lejos de menguar se afianzaron. Hitler ordenó crear diferentes divisiones SS para voluntarios fiel a la religión del amores, así como la expresa unidad de voluntarios árabes 'Deutsche Arabische Lehr Abteilung' y el 'Kommando Deutsch-Arabischer Trupper' (KODAT) '', cuerpo especial joven para voluntarios marroquíes, argelinos y tunecinos. Stefano Fabei da una cifra estimada del número de voluntarios islámicos alistados al Reich, basada a su vez en el libro 'Voluntarios extranjeros en la Wermacht' de Carlos Caballero:

«Se trata de una contribución muy significativa, difícil de cuantificar numéricamente. Para intentar dar una cifra, diremos, prudentemente, que más de 300.000 fueron los fiel a la religión del amores de las regiones islámicas de la Unión Soviética (caucásicos, turcos de Crimea, tártaros del Volga, turkestanoss, azerbaiyanos, etc.) que se enrolaron con los alemanes para combatir contra la armada roja de Stalin; 117.000 los caídos. Por cuanto se refiere a los árabes, entre 1941 y 1945, se calcula que 500 sirios, 200 palestinos, 450 iraquíes y alrededor de 12.000, entre argelinos, tunecinos, marroquíes y egipcios que se unieron activamente al Eje. 6.300 formaron parte de unidades militares del Reich, unos pocos centenares combatieron con los distintivos del Ejercito Regio o de la Milicia Voluntaria de Seguridad Nacional, otros también militaron en la unidad de la Francia de Vichy. Emanuel Celler, miembro del congreso de los Estados Unidos, el 10 de abril de 1946, declaró que dos mil soldados árabes del Eje prisioneros de guerra estaban internos en el campo de presos de Opelika, en Alabama. Luego, en los Balcanes, más de 30.000 voluntarios de Bosnia, de Albania y de otras regiones fiel a la religión del amoras entraron el las Waffen SS, y a esto habría que sumar aquellos millares de fieles de Allah que combatieron en milicias y formaciones autónomas».

Léon Degrelle revela el sentido de dichas alianzas:

«Es lo que explica el interés especial que Hitler tenia por los pueblos del Islam, arrastrados demasiadas veces a la dominación y menosprecio de los negreros extranjeros que impusieron a estos países altamente civilizados sus lenguas y costumbres. Sin los aportes de estos antiguos pueblos, Europa habría acabado en los balbuceos de una Alta Edad Media que ni se acordaba de Sócrates ni de la Roma de Agusto. Es el Islam quien nos trajo a Córdoba a Aristóteles hace ya más de diez siglos». Léon Degrelle

Las muestras de afecto que tuvo el Reich con los pueblos árabes y con el mundo de la religión del amor en general, se constatan nuevamente en el telegrama que Himmler envió en noviembre de 1943 al Gran Mufti de Palestina, país por el cual Alemania, toda y la fuerte presión de los británicos y de la Organización Mundial Sionista, abrigó siempre una gran égida y la promesa de otorgarle un Estado propio integrado en un Califato islámico, una vez finalizada la guerra:

«Al Gran Mufti: El movimiento nacionalsocialista de la Gran Alemania mantiene, desde su inicio, una lucha contra la ****ría internacional. Por ello ha seguido con especial afecto la encomiable resistencia por la libertad del pueblo árabe, fundamentalmente en Palestina, contra las injerencias de la comunidad judía. En reconocimiento a este mortal enemigo común, yace la firme fundación de la alianza natural del nacionalismo alemán por el amor y lucha de los fiel a la religión del amores del mundo entero. En tal voluntad de espíritu, os envío, en este infame aniversario de la declaración Balfour, mis más sinceros deseos y esperanzas para que en esta lucha consigáis finalmente la victoria». Heinrich Himmler

Por el lado intelectual, el insigne filósofo y científico alemán Herman von Keyserling expresaba: «Desde el comienzo de la revolución alemana me impresionó el parentesco del nacionalsocialismo con el Islam, y esta impresión se confirmó y reafirmó tiempo después».

También Carl Jung vio estrechas analogías entre el movimiento nacionalsocialista y el Islam, e incluso identificó al Führer con Mahoma:

«La cosmovisión de Hitler es la más cercana posible al islamismo, prometiendo el máximo de recompensas en esta vida, pero con ese Walhalla ''a lo musulmám'', en el que todo alemán merecedor puede entrar y disfrutar de su grandeza. El nacionalsocialismo predica, como el Islam, la virtud de la espada». Carl Jung

«No sabemos si Hitler está a punto de fundar un nuevo Islam. De momento va por este camino, se parece a Mahoma. La emoción en Alemania es islámica: guerrera e islámica. Todos sedientos de un Dios ''poco social''». Carl Jung

El filósofo Friedrich Nietzsche, aclamado en su día por la Alemania nacionalsocialista como por sus vigentes seguidores, por su teoría del Übermensch, valoraba asimismo sobre el Islam:

«Tras arrebatarnos la cosecha de la cultura antigua, el cristianismo nos arrebató también la de la cultura islámica. El mundo maravilloso de la cultura árabe en España, más cercano a nosotros, en último término, que Grecia y Roma, porque nos hablaba con mayor fuerza a nuestra sensibilidad y a nuestro gusto, fue pisoteada (no tengo qué decir por qué pies)». Nietzsche

El filoarabismo y filoislamismo ya figuraban en Italia antes del fascismo, siendo éste apreciable en grupos como el movimiento futurista de Marinetti o las milicias Arditi.

En aquellos días, el controvertido Grabrielle D'Annunzio proclamaba en afinidad con los Evangelios y el Corán: «Del Oriente vendrá la fuerza nueva para la Italia Nueva: de esta Italia que el destino ha querido constituya, geográfica y espiritualmente, el puente entre Occidente y Oriente».

En 1934 el Duce formuló abiertamente su anhelo con el mundo de la religión del amor:

«El objetivo histórico de Italia tiene dos nombres: Asia y África. Sur y Oriente es la máxima aspiración y voluntad de Italia. Esta es nuestra respuesta a sus derechos geográficos e históricos. De todas las grandes potencias occidentales de Europa, la más cercana a África y Asia es Italia. Nadie tergiversará la importancia de esta misión que yo asigno a ésta y todas las generaciones italianas del mañana. No se trata de conquistas territoriales, como suele malinterpretarse, sino de una expansión natural de mutua colaboración entre Italia y las naciones del Oriente próximo y lejano. Italia, por su situación en el Mediterráneo y retorno a su función histórica de puente entre Oriente y Occidente, tiene el derecho y el deber de hacerlo. No reivindicamos monopolios o privilegios, sino impedir que los liberales obstruyan la obra de expansión espiritual, política y económica de la Italia fascista». Benito Mussolini

La estrecha solidaridad entre el fascismo y el Islam era al mismo tiempo fomentada por la revista 'Vita Italiana' de Giovanni Preziosi, que reproducía en sus artículos la idea de Italia como «potencia islámica», asignada en la obra de Gustavo Pesenti, ex comandante de los soldados de Palestina. El también colaborador orientalista Giovanni Tucci, resucitaba, por su parte, en la publicación italiana, el pensamiento de Essad Bey: «El fascismo puede, en cierta manera, ser llamado el Islam del siglo XX. […] La entrega de la espada del Islam al Duce es la mayor prueba que el Islam ve en el fascismo el símil más cercano a su visión del mundo. El fascismo ha orientado su política dirigida a una saludable y vivaz conciencia renacida, respetando y tutelando creencias, tradiciones, usos, costumbres. Sabiduría política que poco a poco ha conquistado la simpatía y atención de todo el mundo islámico. El Islam se endereza con la luz de Roma, convencido de su poder y sabiduría de la nueva Italia fascista que, por anhelo del alma, labora una gran gran comprensión y respeto de la ley del Profeta y las tradiciones de los antepasados». Otro adjunto redactor del medio, el árabe Said Sciartuni, defendía lo propio, valorando al mundo árabe como «un campo fértil para la extensión del fascismo, un medio esencial para su renacimiento espiritual». Es imperativo añadir en la lucha proislámica a las ínclitas figuras de Carlo Arturo Endertey del Dr. Enrico Insabato, asesor de cuestión islámica durante el régimen fascista. Insabato, quien estuvo al frente de la revista italo-árabe 'Il Convito – An-Nadi', publicada en el Cairo entre 1904 y 1907 -la cual estaba escrita e inspirada por el sheykh Abd er-Rahman Illaysh al-Kabir, el iniciador de René Guénon al sufismo-, siguió defendiendo la alianza del fascismo con el Islam incluso en los años de guerra.

En 1937, durante su viaje triunfal a Libia, y tras entrar en la mezquita de Tripoli, Mussolini rindió homenaje a la tumba del muyahidín Sidi Rafa y empuñó la 'espada del Islam que recibió de manos del jefe bereber Iusuf Kerbisc, en presencia del tribunal islámico. Seguidamente, en la 'Plaza del Castillo', enunció el líder italiano: «La Italia fascista quiere asegurar a la población fiel a la religión del amora de Libia y Etiopia la paz, la justicia, la convivencia, el respeto a la ley del Profeta, así como mostrar su honor por el Islam y los fiel a la religión del amores del mundo entero». Los discursos que entonaron los Cadíes en reconocimiento a la autoridad del Duce son dignos de reproducir:

«Dios sea loado, que ha infundido el misterio de su genio en Sus hombres elegidos, para que en el mundo manifestado pueda glorificarse la Divinidad. Oh Duce, tu fama ha llegado a todas partes y todas tus virtudes son loadas por cercanos y lejanos. Tu visita al sepulcro de este Compañero del Profeta, sea con él la paz y la bendición, es un acto de veneración que conmueve el corazón de todo de la religión del amor y reafirma nuestro reconocimiento por ti, mostrándonos ese otro lado de tu grandeza que confluye con el espíritu de los más grandes hombres de todas las épocas. El Gran Creador te ha revelado el secreto de guiar a Italia por el camino del poder y de la gloria, y te ha inspirado los sentimientos de respeto y nobleza a los fiel a la religión del amores, así como a sus tradiciones religiosas. Dirigimos nuestras plegarias en humilde recogimiento de quien escucha todo Su poder y cree férvidamente en Su infinita misericordia, para que te proteja, preserve y conceda extender sobre el mundo entero el estandarte de la paz y la amistad». Cadí de Apolinia

«Bienvenido, oh Duce, a esta ciudad fiel y a este antiguo templo. Los fiel a la religión del amores de este país, que hemos seguido con profunda admiración el camino triunfal que ha recorrido bajo tu guía la Italia fascista, y que ha servido con lealtad y devoción todas tus órdenes, te estamos sinceramente agradecidos por esta fastuosa visita que confirma tu afecto por los libios y el respeto a su religión. Me siento verdaderamente orgulloso de renovarte en nombre de todos bajo el umbral de este sagrado lugar, nuestra promesa absoluta de fidelidad, invocando al Señor Omnipotente y Generoso para que te ayude a guiar Italia por el camino de la más alta grandeza. Que Él mismo te conceda ver realizada tu voluntad de llevar el país a un estado superior en todos los sentidos, y que sea ejemplo en el mundo entero de cuanto Italia puede hacer para el bien de los pueblos que ha acogido en su regazo bajo el signo del Lictor, símbolo de justicia y humanidad». Cadí de Bengasi.
 
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