arriondas
Será en Octubre
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Muy fanático de la obra y de Meier. La última, en ópera en 2007 en la Scala, tiene un efecto impactante; le mana un chorro de sangre por la frente, hasta que se desploma. Es curioso porque en el interesante libro de Barenboim y Chearau, los directores musical y artístico, del proceso creativo de esta versión, en el que vienen a psicoanalizar la obra y sus personajes, no mencionan este efecto que aparte de novedoso es como digo impactante por el momento, el famoso liebestod con que termina.
Para mí la mejor ópera de Wagner, que ya es decir; al menos es la que más me gusta. No tiene un libreto a la altura del Anillo o de Parsifal, pero se acerca más a su concepto de Gesamtkunstwerk, su obra de arte total. Y musicalmente supone un antes y un después en la historia de la música. Llevó la tonalidad a sus límites, con la melodía infinita, el cromatismo, las armonías rompedoras, y los acordes no resueltos como bandera. La música es protagonista absoluta; no es una obra tan escénica como lo suelen ser otras óperas, y las voces de los cantantes están perfectamente fusionadas con la orquesta, conformando un todo. Tristán e Isolda es más sinfónica de lo que parece, va más allá de lo que se entiende por una ópera.
La primera versión que escuché fue la Carlos Kleiber, muy peculiar ella. Con Margaret Price como Isolde, un papel que nunca había interpretado antes (Price era una soprano lírica cuya especialidad era Mozart y la ópera italiana); una apuesta arriesgada de Kleiber, pero que salió bien.
Otra de las óperas que más se acerca al concepto de Gesamtkunstwerk no es de Wagner, sino del francés Debussy. Se trata de Pelléas y Mélisande:
Wagner influyó lo suyo en la obra de Debussy, aunque el francés tenía sentimientos encontrados hacia la música del alemán... y hacia su persona.