abdecker
Madmaxista
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Recuerdo de pequeño ir mucho allí con mis abuelos, que eran gente de toda la vida de Chamberí, pero cruzaban siempre a comprar al legendario mercado Maravillas de Cuatro Caminos.
Llevaba sin ir posiblemente desde el año 2002, cuando un amigo de mi abuelo cerró un puesto de ultramarinos que tenía dentro del mercado.
Cuándo entré pensaba que había cruzado un portal de Star Trek a Guayaquil, porque parecía que estaba en latinilandia. Si no habían más de 10000 hermanos cobrizos de Vox amontonados en los 500 metros cuadrados del mercado no había ni uno. Hablo tanto de clientes merodeando como hormigas por todas partes como los que llevaban los puestos. Todo lleno de locales donde venden su muy desagradable comida, y puestos de frutas exóticas.
Luego me critican cuando digo que hay que negociar con jovenlandia y otros países del Magreb para abrir las fronteras de forma masiva. Actualmente solo los magrebíes pueden contrarrestar y anular la nefasta influencia latinita en España. Los fiel a la religión del amores del Magreb con los que he tratado detestan profundamente a la latininada y estarían dispuestos a echarnos una mano para sacarlos a patadas de aquí.
Llevaba sin ir posiblemente desde el año 2002, cuando un amigo de mi abuelo cerró un puesto de ultramarinos que tenía dentro del mercado.
Cuándo entré pensaba que había cruzado un portal de Star Trek a Guayaquil, porque parecía que estaba en latinilandia. Si no habían más de 10000 hermanos cobrizos de Vox amontonados en los 500 metros cuadrados del mercado no había ni uno. Hablo tanto de clientes merodeando como hormigas por todas partes como los que llevaban los puestos. Todo lleno de locales donde venden su muy desagradable comida, y puestos de frutas exóticas.
Luego me critican cuando digo que hay que negociar con jovenlandia y otros países del Magreb para abrir las fronteras de forma masiva. Actualmente solo los magrebíes pueden contrarrestar y anular la nefasta influencia latinita en España. Los fiel a la religión del amores del Magreb con los que he tratado detestan profundamente a la latininada y estarían dispuestos a echarnos una mano para sacarlos a patadas de aquí.