Brighid
Cuñado nija
La verdad es que no quería tratar este tema, porque artículos como estos me restan mucho tiempo y normalmente debo atender montones de comentarios hostiles. Pero, como en estos días ya no se participa tanto en los comentarios como hace años, creo que puedo dedicar cierto tiempo a este asunto. Vaya dicho de paso que no voy a tolerar esta vez, porque estamos en guerra, comentarios que hagan apología del enemigo. Es la primera vez en esta página web que tengo que tomar esta decisión, pero me ampara tanto el derecho constitucional, así como la tradición bélica en la cual ciertas libertades se suspenden. Así que si tu intención es venir aquí para hacer apología de pilinguin, te ahorro el tiempo: serás permanentemente baneado de esta página. Aquí se defienden los valores liberales, atlánticos, y los intereses financieros que tenemos los occidentales. Si te molesta que EEUU goce de supremacía comercial, militar (elementos que han mantenido la paz durante décadas y ha evitado el horror de que Europa vuelva a ser militarmente independiente, bajo el dictado de ALEMANIA), entonces deberías replantearte si perteneces al mundo liberal que yo defiendo. Si no perteneces a ese mundo, no pasa nada: gracias al liberalismo, tienes otras opciones, pero ésta no es una de ellas. Bien, aclarada la normativa que se impondrá a partir de ahora, procedo a comentar sobre la gravedad del crimen de guerra internacional que tiene como culpable y protagonista un país que se llama RUSIA. Y, añado: sus aliados en Occidente. Últimamente, la extrema derecha, así como la extrema izquierda, ambos grupos de indeseables perdedores, han querido hacer apología de pilinguin.
Hay una frase muy conocida que pronunció Lenin: «Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas». Esta frase ha estado siendo compartida millones de veces en Twitter esta semana, y no es de extrañar. La respuesta colectiva a la crisis de Ucrania por parte de los Estados Unidos y sus socios europeos y otros ha sido impresionante en su fuerza y decisión. Pero, no es suficiente desde mi punto de vista, y quiero ver más acción. En resumen: una guerra será necesaria para asegurar, lo voy a decir sin pelos en la lengua, la supremacía comercial de EEUU y los intereses atlánticos sobre Europa y sus peligrosas intenciones de querer ser independiente de la OTAN. Los populistas perdedores nos llaman a los que defendemos esto “globalistas”. También nos acusan de ser los “enemigos” de las naciones, las tradiciones, y las fronteras. Aunque yo reconozco que hay no pocos personajes que defienden la OTAN y también son todas esas cosas, mi intención simplemente es la seguridad comercial y, por qué no ser franco, nuestros bolsillos.
¿Por dónde empezar? Desde la congelación de divisas del Banco Central ruso, hasta la decisión alemana (por una vez hacen algo correcto en política internacional) de enviar aviones de combate europeos a Ucrania, estos últimos días han sido latigazo tras latigazo de medidas efectivas y políticas contra Rusia que hasta hace nada, eran impensables. Cuando Suiza, ¡SUIZA! está también sancionando a Rusia, ya puedes imaginarte lo gravísimo que es este asunto. Hemos visto además manifestaciones masivas a favor de nuestros aliados en Ucrania, desde Sydney, hasta la Plaza de Wenceslao en Praga, y gestos de apoyo a restaurantes ucranianos en Nueva York. Hacía décadas que los occidentales no se unían de esta manera sobre un tema político, y son buenos momentos para los que, como yo, siempre hemos dicho que LA INTERVENCIÓN MILITAR ES NECESARIA PARA CAMBIAR A CIERTOS REGÍMENES. Ahora todos aquellos que me acusaron de ser “neocon” e intervencionista, van a tener que tragarse sus palabras. ¿Por qué? PORQUE EL RÉGIMEN SÍ IMPORTA Y MUCHO. Nunca pedí perdón por la intervención en Irak, y tampoco pediré perdón por pedir una escalada militar en el caso de Ucrania.
Sin embargo, estoy preocupado porque, aunque ahora mismo hay mucha unidad, si no se toma la decisión YA, no sé hasta cuando durará esa unión occidental. Del mismo modo que se ha demostrado que pilinguin no calculó bien la toma de Ucrania, porque pensó que la toma sería rápida y relativamente barata, sería también un error suponer que la resolución y unanimidad de la opinión pública occidental actual garantizarán una solución rápida a esta crisis geopolítica.
La idea de que la ruina financiera contra Rusia es inminente y que las medidas precipitarán la caída de pilinguin, mediante un levantamiento popular o un golpe palaciego, es una ilusión infantil. Ahora solo hay eso: esperanza. Pero yo no tengo esperanza, yo tengo aspiraciones…y mi aspiración es una intervención militar más sonada. En vez de esperar a “ver qué pasa”, como está haciendo el inútil Biden, Occidente necesita una estrategia que se extienda más allá de días o semanas y opere bajo ciertas suposiciones muy desfavorables: 1) el régimen de pilinguin no va a caer y 2) Rusia tiene suficientes recursos para prolongar esta guerra, y además la resolución de pilinguin es duradera para sostener un período prolongado de conflicto y ocupación ilegítima
Hay otros hechos desalentadores: por un lado, una vez que la “ira” de la opinión pública occidental desaparezca, la guerra en Ucrania dará paso a otras noticias. Y cuanto más se extienda el conflicto, más difícil será para el público centrarse en lo importante y justificar el precio de las políticas que seguirán causando daño en Rusia. También, no olvidemos, pilinguin está corriendo contrarreloj: la creciente frustración por la lentitud del progreso militar ruso ya ha provocado una escalada de violencia indiscriminada que tiene como víctimas centros civiles, incluido una posible utilización de bombas térmicas que causaron tantísimo daño en Siria.
El riesgo es que, justo cuando se intensifique la brutalidad rusa, la determinación actual de Occidente se reduzca a una creciente resignación, si no a una indiferencia. Sí, continuaremos armando a las fuerzas de defensa de Ucrania (o a los rebeldes ucranianos, si el país cae bajo la ocupación rusa). Sí, incluso podríamos cortarnos por completo los suministros de petróleo y gas rusos. Sin embargo, es posible que no podamos evitar que la fuerza bruta de pilinguin arrase con uno de los países más grandes de Europa. Peor aún, una vez que una o ambas partes pidan la paz, podemos volver a caer en la trampa de Minsk al instar a los ucranianos a ser «razonables» y hacer concesiones a Rusia, tal vez ceder Luhansk y Donetsk o reconocer una Crimea rusa...
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Hay una frase muy conocida que pronunció Lenin: «Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas». Esta frase ha estado siendo compartida millones de veces en Twitter esta semana, y no es de extrañar. La respuesta colectiva a la crisis de Ucrania por parte de los Estados Unidos y sus socios europeos y otros ha sido impresionante en su fuerza y decisión. Pero, no es suficiente desde mi punto de vista, y quiero ver más acción. En resumen: una guerra será necesaria para asegurar, lo voy a decir sin pelos en la lengua, la supremacía comercial de EEUU y los intereses atlánticos sobre Europa y sus peligrosas intenciones de querer ser independiente de la OTAN. Los populistas perdedores nos llaman a los que defendemos esto “globalistas”. También nos acusan de ser los “enemigos” de las naciones, las tradiciones, y las fronteras. Aunque yo reconozco que hay no pocos personajes que defienden la OTAN y también son todas esas cosas, mi intención simplemente es la seguridad comercial y, por qué no ser franco, nuestros bolsillos.
¿Por dónde empezar? Desde la congelación de divisas del Banco Central ruso, hasta la decisión alemana (por una vez hacen algo correcto en política internacional) de enviar aviones de combate europeos a Ucrania, estos últimos días han sido latigazo tras latigazo de medidas efectivas y políticas contra Rusia que hasta hace nada, eran impensables. Cuando Suiza, ¡SUIZA! está también sancionando a Rusia, ya puedes imaginarte lo gravísimo que es este asunto. Hemos visto además manifestaciones masivas a favor de nuestros aliados en Ucrania, desde Sydney, hasta la Plaza de Wenceslao en Praga, y gestos de apoyo a restaurantes ucranianos en Nueva York. Hacía décadas que los occidentales no se unían de esta manera sobre un tema político, y son buenos momentos para los que, como yo, siempre hemos dicho que LA INTERVENCIÓN MILITAR ES NECESARIA PARA CAMBIAR A CIERTOS REGÍMENES. Ahora todos aquellos que me acusaron de ser “neocon” e intervencionista, van a tener que tragarse sus palabras. ¿Por qué? PORQUE EL RÉGIMEN SÍ IMPORTA Y MUCHO. Nunca pedí perdón por la intervención en Irak, y tampoco pediré perdón por pedir una escalada militar en el caso de Ucrania.
Sin embargo, estoy preocupado porque, aunque ahora mismo hay mucha unidad, si no se toma la decisión YA, no sé hasta cuando durará esa unión occidental. Del mismo modo que se ha demostrado que pilinguin no calculó bien la toma de Ucrania, porque pensó que la toma sería rápida y relativamente barata, sería también un error suponer que la resolución y unanimidad de la opinión pública occidental actual garantizarán una solución rápida a esta crisis geopolítica.
La idea de que la ruina financiera contra Rusia es inminente y que las medidas precipitarán la caída de pilinguin, mediante un levantamiento popular o un golpe palaciego, es una ilusión infantil. Ahora solo hay eso: esperanza. Pero yo no tengo esperanza, yo tengo aspiraciones…y mi aspiración es una intervención militar más sonada. En vez de esperar a “ver qué pasa”, como está haciendo el inútil Biden, Occidente necesita una estrategia que se extienda más allá de días o semanas y opere bajo ciertas suposiciones muy desfavorables: 1) el régimen de pilinguin no va a caer y 2) Rusia tiene suficientes recursos para prolongar esta guerra, y además la resolución de pilinguin es duradera para sostener un período prolongado de conflicto y ocupación ilegítima
Hay otros hechos desalentadores: por un lado, una vez que la “ira” de la opinión pública occidental desaparezca, la guerra en Ucrania dará paso a otras noticias. Y cuanto más se extienda el conflicto, más difícil será para el público centrarse en lo importante y justificar el precio de las políticas que seguirán causando daño en Rusia. También, no olvidemos, pilinguin está corriendo contrarreloj: la creciente frustración por la lentitud del progreso militar ruso ya ha provocado una escalada de violencia indiscriminada que tiene como víctimas centros civiles, incluido una posible utilización de bombas térmicas que causaron tantísimo daño en Siria.
El riesgo es que, justo cuando se intensifique la brutalidad rusa, la determinación actual de Occidente se reduzca a una creciente resignación, si no a una indiferencia. Sí, continuaremos armando a las fuerzas de defensa de Ucrania (o a los rebeldes ucranianos, si el país cae bajo la ocupación rusa). Sí, incluso podríamos cortarnos por completo los suministros de petróleo y gas rusos. Sin embargo, es posible que no podamos evitar que la fuerza bruta de pilinguin arrase con uno de los países más grandes de Europa. Peor aún, una vez que una o ambas partes pidan la paz, podemos volver a caer en la trampa de Minsk al instar a los ucranianos a ser «razonables» y hacer concesiones a Rusia, tal vez ceder Luhansk y Donetsk o reconocer una Crimea rusa...
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