Hacia la derrota final

M

morgan

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Aznar lo hizo y Aznar lo deshizo, sembrando, al final de su segunda legislatura, la simiente de la explosión que parece estar a punto de producirse en el Partido Popular, listo el pastiche para saltar por los aires, presta a explotar la solución antidemocrática que el divino dedazo de Franquito implantó por decreto con Mariano Rajoy. Queda Valencia y Madrid como fortines. El primero parece seguro, de momento. En el segundo, valor simbólico como rompeolas de las Españas, Zapatero -tan mal presidente como perfecto conspirador- se ha propuesto acabar con la mayoría popular en el centro de España. Es su gran objetivo de esta legislatura. Barrer a Esperanza Aguirre de la Comunidad de Madrid. Le ayuda en la tarea la indolencia de un Rajoy en quien parecen haber dejado de confiar hasta sus íntimos, y la estulta soberbia de una Aguirre y Gil de Biedma poco leída y peor acompañada por una recua de mediocres ambiciosos, cuya conducta no hace sino alejar a los más sensatos de ese triste invento llamado “la España de las Autonomías”.

La clave de la voladura incontrolada del PP que se avecina no es Caja Madrid, sino la sucesión de Mariano. El sillón vacío de Mariano. Ante la fin súbita electoral que se aproxima -primer envite, 1 de marzo- quienes dan por muerto al gallego y aspiran al liderazgo intentan asestar puñalada mortal al enemigo. Aguirre contra Gallardón; Gallardón contra Aguirre. Caja Madrid es el instrumento, la palanca financiera -mira, Rita, te daré ese crédito que necesitas para Valencia, pero a cambio me tendrás que apoyar en el Congreso que se convoque para elegir sucesor- capaz de situar a quien la controle en la silla gestatoria de Génova. Solo así se entiende la decisión de Aguirre de cambiar la Ley de Cajas madrileña porque la vigente no servía a sus planes de defenestrar a Miguel Blesa. ¿Qué la Ley no me conviene? La cambio. La traca final de la implosión del PP en mil pedazos estaba servida. Esto suena a fin de fiesta, a despedida y cierre de la derecha política heredera de Aznar. Y tal vez sea mejor así porque este PP, con sus adherencias franquistas, no sirve para la tarea de regenerar nuestra democracia y encabezar las reformas de fondo que reclama el bienestar de las futuras generaciones de españoles.

Y decretadas las hostilidades, antes incluso de cambiada la Ley, las partes enfrentadas en hispánico y mortal garrotazo a lo Goya piden el apoyo del Gobierno y del PSOE, de Moncloa y de Ferraz al tiempo. Y Blesa acude a la primera reunión de banqueros en presidencia del Gobierno y, casi en las despedidas, consigue un fugaz aparte con ZP, presidente, tenemos que hablar de Caja Madrid, me tienes que ayudar, Aguirre amenaza con cambiar la ley con el objetivo de hacerse con la Caja e impedir mi reelección… y Zapatero, con una media sonrisa, le pide calma, ya hablaremos, Miguel, pero no olvides que una Ley Autonómica se cambia con un Decreto Ley. Blesa se ha entrevistado también con José Blanco en la sede de Ferraz, para conocer la posición socialista en torno al conflicto y pedir apoyo a cambio de las oportunas contraprestaciones.

También la otra parte ha pedido el apoyo del vicesecretario general socialista. No está claro si los contactos han sido personales o telefónicos. Hay quien sostiene que Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, ha visitado el despacho de Blanco en Ferraz en un par de ocasiones. El aludido lo niega (“yo no he ido a Ferraz, pero puedo asegurar que Blesa sí”). El caso de que, para asombro de Blanco -que es asombro compartido por la mayor parte del PP-, Nacho González se postula como futuro presidente de Caja Madrid, mediante un gran pacto con el PSOE gracias al cual los socialistas ocuparían una vicepresidencia, la dirección ejecutiva de Cibeles y el acceso inmediato a la Comisión Ejecutiva, de la que hoy están excluidos. Y hay quien sostiene también que, para engrasar el pacto, González ha contado con los buenos oficios de Eduardo Zaplana y Javier de Paz, los dos hombres de Telefónica que parecen conformar el lobby más poderoso que jamás haya pisado la piel de toro. Zaplana niega cualquier participación. “Está circulando mucha porquería. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que Nacho González necesite a Zaplana para ir a ver a Pepe Blanco? Yo no he pisado jamás la sede de Ferraz”.

Es seguro que, tras la reunión del Consejo de la Caja celebrada el lunes 12, que ordenó al presidente de la Comisión de Control, Pablo Abejas, un fiel de Aguirre, la convocatoria de una reunión del organismo con el único punto en el orden del día de debatir su defenestración como tal, Nacho González dio por bueno la existencia del pacto con el PSOE, porque, para sorpresa de casi todos, Abejas decidió darle gusto a Blesa convocando a la Comisión de Control para el viernes 16. Aquella mañana, alguien sensato alertó a Abejas.

-Pero, Pablo, no reúnas a la Comisión, hombre, no lo hagas, por qué vas a correr ese riesgo, no ves que Beteta [Antonio] te ha facilitado la tarea con el fax que acaba de mandar inhabilitando a Serrano.

-Nada, nada, no te preocupes: me ha llamado Nacho diciéndome que palante, que vamos a ganar la votación. Pepiño Blanco le ha asegurado que los dos vocales del PSOE, además del de UGT, van a votar contra Blesa. ¡Se van a enterar!

Pero fueron Abejas, González y la propia Aguirre, al corriente del supuesto pacto con Blanco, quienes se enteraron. La Comisión, por siete votos contra seis, aprobó la destitución de Abejas y el nombramiento de Fernando Serrano, afín a Gallardón, como sustituto. Y ello gracias a que Francisco Pérez, consejero socialista, votó a favor de Blesa y en contra de las órdenes de su partido, pero en coherencia con la posición defendida por el PSOE y por él mismo en diciembre, cuando pidió por escrito la destitución de Abejas.


José Blanco, genial estratega


El hombre que acababa de hacerse tan grotesco harakiri en directo no salía de su asombro, pero cómo puede ser tan cabrón el tío este, si antes de entrar he hablado con los dos y me han prometido, faltaría más, votar contra Blesa. ¿Traición a la disciplina de partido o gesto de honestidad? Tal vez ni una cosa ni otra. Porque detrás de lo que algún predicador mediático ha calificado de “nuevo tamayazo” podría esconderse algo más. Resulta que Paco Pérez y Pepe Blanco son amigos de antiguo. Abejas explicaba después lo sucedido afirmando que “Pérez está muy cabreado con Blanco, porque lo ha utilizado en muchas operaciones y al final siempre lo deja con el ojo ciego al aire; por eso ha votado contra el PSOE”. Para ayudar a tragar esa píldora, Ferraz hizo saber que había abierto expediente a Pérez.

Las risas todavía resuenan por el oeste madrileño, con Moncloa y la calle Ferraz como epicentro de las carcajadas. Que Nacho González, y por ende Esperanza Aguirre, hayan podido llegar a creerse que Rodríguez Zapatero y José Blanco les iban a apoyar en esta guerra es de aurora boreal. Y ahí está el gran Pepe Blanco, genial estratega, prometiendo apoyo a ambos bandos y negándoselo en el momento oportuno, arremangado ahora y en traje de faena, arrojando sudoroso leña a las calderas de dos trenes, en cuyas máquinas viajan Aguirre y Gallardón, que circulan por vía única y en direcciones opuestas. Marchan ya a gran velocidad y sin frenos, porque Rajoy está a punto de caer cual fruta madura, de modo que el choque permite adivinar la desintegración de un partido en el que han dejado de creer las clases más dinámicas y liberales de este país, un partido apesebrado en la idea de la alternancia, de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas, y el usufructo de un Régimen de corrupción que se cae a pedazos. Como dijo ayer Rosa Díez, la crisis nos coge “con el peor Gobierno y la peor oposición”.

Ejemplo de esa corrupción es la historia de espías surgida en la Real Casa de Correos, donde tiene su despacho la presidenta Aguirre. Cutre Watergate a la madrileña. Que en la Comunidad no hayan rodado todavía cabezas explica bien el grado de postración al que han llegado nuestras instituciones. Lo cuenta un alto cargo policial en activo: “esto no tiene mayor historia: Paco Granados contra Nacho González, dos tíos que se odian desde siempre. Y solo a un tipo como Granados se le ocurre fichar a un grupo de policías y guardias civiles apolillados y ponerlos a jugar a los espías. Lo que ha salido es pura chapuza. Más interesante sería saber si alguien ha trincado algún cabo suelto de corrupción, que la hay y a lo grande”.

En esta historia pierde Aguirre, una mujer a la que en los últimos tiempos parecen estar aconsejando sus peores enemigos. Y pierde también Mariano Rajoy, víctima de esa pereza de siglos de que habla Primo Levi en su maravillosa Trilogía de Auschwitz (“la virtud que, en todos los climas, es más necesaria para la conquista del Poder, es el amor al Poder”). Tras los sacos terreros del antiguo edificio de Correos en Cibeles aguarda agazapado Gallardón, éste sí sediento de Poder, un tipo que hace a pelo y a pluma, preocupante figura para cualquier auténtico demócrata. Gana el PSOE, que seguramente estará en condiciones de nombrar presidente de Caja Madrid después del verano. Y gana Zapatero, que puede empezar a soñar con recuperar Madrid para el socialismo. Esperancita se lo está poniendo a huevo.

Hacia la derrota final - elConfidencial.com
 
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