¿Habrá una IV República en España?¿de qué tipo?Breve explicación de las tres anteriores.

¿Aceptarías una IV República?

  • Sí, federal

    Votos: 12 16,9%
  • Sí, como la tercera,es decir comunista

    Votos: 2 2,8%
  • Sí, muy parecida a la segunda

    Votos: 3 4,2%
  • Sí, solo si es más centralista que la C78

    Votos: 20 28,2%
  • No,soy monárquico

    Votos: 10 14,1%
  • No, solo quiero un Estado neofascista

    Votos: 20 28,2%
  • No, me gusta la C78

    Votos: 4 5,6%

  • Total de votantes
    71

El Gran Cid

Madmaxista
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La Primera República española (11 de febrero de 1873-4 de 1874)

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En septiembre de 1868 se inicia un agitado período en la historia del siglo XIX español, con el Sexenio revolucionario (1868-1874), a raíz de un pronunciamiento militar que destrona a Isabel II, establece un régimen provisional, la Constitución de 1869, la regencia del general Serrano, la monarquía democrática de Amadeo de Saboya y tras su abdicación, la I República.

El 11 de febrero de 1873, las Cortes proclaman la República como forma de gobierno mediante una votación -258 votos a favor y 32 en contra- ante la descomposición de la monarquía de Isabel II (1833-1868) y el inoperante intento de la monarquía parlamentaria de Amadeo de Saboya (1870-1873). En este contexto, la República surge como una fórmula inédita para aplicar los postulados de la Revolución de 1868. El Partido Radical y el Partido Republicano Federal eran los dos grupos políticos mayoritarios en las Cortes, con intereses contrapuestos: los radicales, que anteriormente habían sido monárquicos, defendían una república unitaria mientras que los republicanos eran partidarios de un modelo territorial federal.

El 11 de junio, las Cortes proclaman la República federal y de forma inmediata los grupos federalistas provinciales, junto a los anarquistas, forman minúsculas repúblicas autónomas, los «cantones», principalmente en Andalucía y la costa mediterránea. El movimiento cantonalista alcanza una gran violencia en algunas zonas como Alcoy y Cartagena.

La heterogeneidad de las fuerzas republicanas se concreta en distintos modelos republicanos: indefinido, federal, social, cantonal y la república del orden. En once meses, la República tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. La República de febrero de 1873 responde a un modelo indefinido, resultado de un pacto entre republicanos y radicales. En junio, surge la república federal y reformista y al mismo tiempo, desde unas posturas extremistas, la república cantonal; frente a esto, la conflictividad social en las ciudades y el campo da lugar a la república social. Como respuesta a esta diversidad, la llegada de Salmerón a la presidencia, en julio, establece la república del orden. Los dos últimos presidentes, Salmerón y Castelar, representan una reacción conservadora que, con el apoyo del Ejército, pretende restablecer el orden, la autoridad y el gobierno frente al movimiento cantonalista.

La breve experiencia de la I República concluía en la madrugada del 4 de enero de 1874 cuando el general Pavía disuelve las Cortes, con la fuerza de las armas, ante el «desorden» general.

La efímera y agitada república, que tras la abdicación de Amadeo de Saboya, había pretendido cubrir un vacío de poder, no tuvo las necesarias bases políticas, sociales y económicas que la sustentaran. El carácter reformista y el proyecto de estructura federal del Estado no pudieron consolidar un nuevo régimen político que fue engullido por sus propias tensiones internas entre centralistas y federales, los problemas económicos, la sublevación cantonalista y las guerras carlista y cubana.

El Golpe de Pavía elimina la República federal y da lugar al régimen del general Serrano, una etapa de tras*ición hacia la restauración monárquica cuando, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclama al hijo de Isabel II, Alfonso XII, como rey.

Segunda República Española: 14 de abril de 1931 hasta el 18 de julio de 1936. NO ERA FEDERAL

Madrid, Palacio Real, once de la mañana del lunes 13 de abril de 1931. Alfonso XIII entra al salón del Consejo con la cara más larga que de costumbre. Allí le aguarda el Gobierno de España, presidido por el almirante Juan Bautista Aznar. El ambiente es glacial y desolador. Su Alteza, el presidente y sus diez bigotudos ministros –seis de los cuales poseen títulos nobiliarios– se enfrentan abrumados a los dolorosos resultados de las elecciones municipalesque han tenido lugar el día anterior. No están todas las cifras y las que hay son provisionales, pero no hace falta ser un gran matemático para comprender la magnitud aplastante de la derrota.


La candidatura monárquica apenas ha logrado vencer en 9 capitales de provincia. La republicana, en 41. En Barcelona, la victoria de los republicanos supera el 80%. En Guadalajara, y para sonrojo de uno de los presentes, Romanones, los quintuplicaban. Incluso en Murcia, feudo tradicional del ministro De la Cierva, habían ganado los republicanos. Tras la lectura de los datos parciales, se hizo un silencio ominoso en la sala. Finalmente, el monarca lo rompió dirigiéndose a sus ministros con una pregunta angustiosa: “Y bien, señores, ¿qué hacemos ahora?”.


El gabinete estaba compuesto en exclusiva por personalidades monárquicas de los ámbitos políticos, militares e industriales, pero había entre ellas dos corrientes. La más irreductible era encabezada por Juan de la Cierva y Peñafiel, padre del inventor del autogiro y ministro de Gobernación durante la Semana Trágica de Barcelona. De la Cierva propuso resistir enérgicamente apoyándose en el Ejército y la Guardia Civil; al fin y al cabo, recordó, las elecciones solo eran municipales. Se sondeó la posibilidad de actuar así, pero los capitanes generales respondieron mayoritariamente con dudas y circunloquios y el director general de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, afirmó que no podía garantizar el apoyo del cuerpo.

García Prieto, marqués de Alhucemas, propuso una resistencia moderada, un tira y afloja para restaurar la popularidad de la monarquía: una entelequia. Era propio de su carácter, pero nunca le había dado resultado. Finalmente tomó la palabra Joan Ventosa, ministro de Hacienda catalanista y próximo a Cambó, que hizo un resumen tan lúcido como sucinto de la situación. O se tomaba el camino de la fuerza, para el que advirtió que no se contara con él, o se empezaba a negociar inmediatamente con los vencedores de las elecciones. Esta segunda opción fue la que se adoptó con la opinión favorable del monarca, que de ninguna manera quería pasar a la historia como el origen de un enfrentamiento armado.


Cuenta Josep Pla que Alfonso XIII, al despedir a Ventosa, le susurró: “Podría resistir, pero la fuerza material no puede utilizarse cuando falta la fuerza jovenlandesal”. Eso era exactamente lo que ocurría. Al monarca le faltaba fuerza jovenlandesal porque había equivocado por completo la forma de presentarse ante el pueblo. Practicando la tradicional campechanía borbónica, buscando la simpatía populista, la política de Alfonso había derivado hacia la frivolidad. En definitiva, la preocupación del rey por el mantenimiento de su dinastía había obtenido el resultado contrario: ahora se hacía necesario ocuparse de su seguridad física. El final del zar Nicolás de Rusia trece años antes estaba siempre presente en sus pesadillas y Alfonso XIII exigía garantías de que él y su familia podrían salir de España sin dificultades.


El 14 de abril de 1931, con Alfonso XIII ya camino del exilio, una muchedumbre entusiasmada se reunía en la madrileña Puerta del Sol para celebrar la proclamación de la Segunda República, encabezada por políticos de un amplio espectro político. Comenzaba uno de los mayores cambios para la España del siglo XX.

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PD: No se hizo federal por el rotundo fracaso de la I República.

Tercera República Española(19 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939)

Una de las pocas cosas en que franquistas, comunistas y poumistas (que no solían coincidir en nada) estuvieron de acuerdo después de 1939 es en que la República de la guerra (la «Tercera República») había sido una «república popular» de corte comunista. La propaganda franquista no dejaba de machacar con ello y, años más tarde, en 1961, el líder del POUM Julián Gorkin publicó un libro titulado España, primer ensayo de democracia popular en el que, muy convenientemente, pasaba por alto el desdichado precedente de Mongolia. Por su parte, los comunistas españoles siempre lo creyeron así. En un largo discurso que pronunció el 5 de marzo de 1937 su secretario general, José Díaz, afirmó que la República se había convertido en una «República democrática y parlamentaria de nuevo tipo y de un profundo contenido social»; y Dolores Ibárruri, la predilecta de Stalin entre los comunistas españoles, escribiría en su ortodoxa autobiografía que «la República democrática burguesa se tras*formó en una República popular, la primera en la historia de las revoluciones democráticas burguesas», y que mientras el pueblo ruso había creado los primeros sóviets revolucionarios en 1905, el español, «durante la guerra revolucionaria» había creado «la democracia popular, que después de la Segunda Guerra Mundial ha sido en algunos países una de las formas de tras*ición pacífica hacia el socialismo»[90]. En 1947, cuando los regímenes en Europa Oriental estaban todavía en proceso de construcción, la revista mensual Nuestra Bandera[91], principal órgano del partido, publicó un artículo de Félix Montiel, veterano propagandista del PCE (y más tarde ardiente anticomunista), bajo el título «España fue una República Popular y volverá a serlo».
 
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