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Madmaxista
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Habla el presunto hacker de TV3: "Me trataron como a un terrorista"
El acusado de filtrar 2.000 salarios de TV3 dice ser la cabeza de turco que salva a un dirigente de la cadena.
“La trama es un castillo de naipes que no hay por dónde coger. Es un tema político para salvarle el ojo ciego a Duart. Se equivocó con el botón de enviar y mira la que han montado”. El que habla es G.C. –prefiere desvelar tan solo sus iniciales-, el único acusado por la revelación de un documento confidencial sobre los salarios de los empleados de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), órgano que engloba los medios de comunicación públicos TV3 y Catalunya Radio. Él asegura ser inocente: nada más que un cabeza de turco acusado para proteger a Brauli Duart, dirigente de la institución, en un escándalo que ha sacado a la luz los salarios de más de 2.000 personas de la casa.
Los hechos se remontan al verano de 2012. Entonces, la dirección de la CCMA denunció que un hacker había accedido a las cuentas de correo electrónico de Duart y otros altos cargos. La compañía aseguró que el supuesto pirata informático robó una hoja de Excel donde constaban los salarios de la mayoría de los más de 2.000 trabajadores del ente, así como un estudio que calculaba los costes de las indemnizaciones por despido. La filtración, que llegó a manos de decenas de empleados, provocó una enorme indignación en la plantilla en un contexto de fuertes recortes en el sector público y rumores sobre la ejecución de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que poco después se llevó a cabo. El caso, todavía pendiente de juicio, está plagado de dudas e incongruencias.
El 10 de octubre de 2013, un año después de la denuncia, empezó el calvario para G.C. Los mossos llamaron a la puerta de su domicilio con una orden judicial por el asunto de la filtración. Revolvieron todo su hogar y se llevaron discos duros, ordenadores y equipos multimedia. “Tenía todo tipo de dispositivos electrónicos porque soy un friki de la informática. Con eso encontraron la cabeza de turco adecuada”, afirma indignado. El acusado, que ha recibido tratamiento psicológico a raíz del suceso, aclara que “hay cientos de técnicos en TV3 con más conocimientos que yo. Realmente, ni soy informático. Es otra bola más del caso”. Ciertamente, es ingeniero de telecomunicaciones y trabajaba en el departamento de posproducción de la casa.
G.C. fue conducido por un coche de la policía secreta a los estudios de la televisión autonómica. Le hicieron “peregrinar” por todo el edificio, mientras requisaban ordenadores de distintos departamentos. Tras ello, le confirmaron que estaba detenido: “Estuve dos días en un calabozo de mala fin, con una letrina en el suelo”. Le desnudaron, le negaron visita médica y le dieron de comer bocadillos congelados. “Me trataron como a un terrorista, fue un abuso total. Pretendían machacarme”, agrega tembloroso.
TINTES POLÍTICOS
El acusado sospecha que su imputación tiene tintes políticos: “Salí en libertad el 12 de octubre, día de la Hispanidad. Sin venir a cuento, un mosso me tatareaba el himno de la República de Riego”, detalla. Otro elemento alimenta su tesis: en el sumario del caso –al que tuvo acceso EL ESPAÑOL-, consta que el 11 de setiembre de 2013, en plena Diada nacional de Catalunya, se libró el informe en que se le inculpa a “un desconocido”. “Me hace pensar que es un tema político. ¿A quién se le ha dado este informe cuando todavía estaba en secreto de sumario?”, se pregunta a sí mismo mientras hurga en una gran carpeta de color plagada de documentos.
El acusado de filtrar 2.000 salarios de TV3 dice ser la cabeza de turco que salva a un dirigente de la cadena.
“La trama es un castillo de naipes que no hay por dónde coger. Es un tema político para salvarle el ojo ciego a Duart. Se equivocó con el botón de enviar y mira la que han montado”. El que habla es G.C. –prefiere desvelar tan solo sus iniciales-, el único acusado por la revelación de un documento confidencial sobre los salarios de los empleados de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), órgano que engloba los medios de comunicación públicos TV3 y Catalunya Radio. Él asegura ser inocente: nada más que un cabeza de turco acusado para proteger a Brauli Duart, dirigente de la institución, en un escándalo que ha sacado a la luz los salarios de más de 2.000 personas de la casa.
Los hechos se remontan al verano de 2012. Entonces, la dirección de la CCMA denunció que un hacker había accedido a las cuentas de correo electrónico de Duart y otros altos cargos. La compañía aseguró que el supuesto pirata informático robó una hoja de Excel donde constaban los salarios de la mayoría de los más de 2.000 trabajadores del ente, así como un estudio que calculaba los costes de las indemnizaciones por despido. La filtración, que llegó a manos de decenas de empleados, provocó una enorme indignación en la plantilla en un contexto de fuertes recortes en el sector público y rumores sobre la ejecución de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que poco después se llevó a cabo. El caso, todavía pendiente de juicio, está plagado de dudas e incongruencias.
El 10 de octubre de 2013, un año después de la denuncia, empezó el calvario para G.C. Los mossos llamaron a la puerta de su domicilio con una orden judicial por el asunto de la filtración. Revolvieron todo su hogar y se llevaron discos duros, ordenadores y equipos multimedia. “Tenía todo tipo de dispositivos electrónicos porque soy un friki de la informática. Con eso encontraron la cabeza de turco adecuada”, afirma indignado. El acusado, que ha recibido tratamiento psicológico a raíz del suceso, aclara que “hay cientos de técnicos en TV3 con más conocimientos que yo. Realmente, ni soy informático. Es otra bola más del caso”. Ciertamente, es ingeniero de telecomunicaciones y trabajaba en el departamento de posproducción de la casa.
G.C. fue conducido por un coche de la policía secreta a los estudios de la televisión autonómica. Le hicieron “peregrinar” por todo el edificio, mientras requisaban ordenadores de distintos departamentos. Tras ello, le confirmaron que estaba detenido: “Estuve dos días en un calabozo de mala fin, con una letrina en el suelo”. Le desnudaron, le negaron visita médica y le dieron de comer bocadillos congelados. “Me trataron como a un terrorista, fue un abuso total. Pretendían machacarme”, agrega tembloroso.
TINTES POLÍTICOS
El acusado sospecha que su imputación tiene tintes políticos: “Salí en libertad el 12 de octubre, día de la Hispanidad. Sin venir a cuento, un mosso me tatareaba el himno de la República de Riego”, detalla. Otro elemento alimenta su tesis: en el sumario del caso –al que tuvo acceso EL ESPAÑOL-, consta que el 11 de setiembre de 2013, en plena Diada nacional de Catalunya, se libró el informe en que se le inculpa a “un desconocido”. “Me hace pensar que es un tema político. ¿A quién se le ha dado este informe cuando todavía estaba en secreto de sumario?”, se pregunta a sí mismo mientras hurga en una gran carpeta de color plagada de documentos.