Los marinos que iban a las Indias en los siglos XVII, XVIII, usaban un rollo de telas bastas con forma y tamaño similar a una almohada grande para dormir abrazados a ellos en las hamacas y así ir enjugando el sudor, porque en esos barcos y en los trópicos se sudaba muchísimo.
Con lo de dormir abrazados y ese tamaño y forma, en un viaje de meses, a veces a ese rollo se le practivaban orificios y se usaba para quitarse de encima el exceso de otros fluidos.
Con el tiempo, el que se podía permitir un rollo de tela con detalles antropomorfos más finos y femeninos y con telas más suaves, como la seda, en los puntos estratégicos, pues se lo permitía.
Así que en el XIX a esos instrumentos los ingleses los llamaban "las amantes holandesas". No he encontrado nada en google para documentarlo. Si busco "amante holandesa" me salen otras cosas.
La única referencia fácil de encontrar es indirecta. Hay una novela de Fritz Leiber, escritor americano del XX de ciencia ficción, policíaco y fantasía (recomiendo especialmente sus obras sobre "El Gran Tiempo", una guerra entre viajeros del tiempo, y "Fafhrd y el Ratonero Gris", una pareja de espadachines aventureros en un mundo de espada y brujería tipo Conan) que se llama "Nuestra Señora de la Oscuridad" (o de las Tinieblas) que relata el descenso a los infiernos de un escritor alcohólico e incipientemente psicótico, trasunto del propio Leiber. Este personaje tiene una cama llena de cosa, botillas vacías y colillas de cigarros (le falta el PC portátil para ser un protoforero) y, en ella, una enorme masa de revistas y libros arrumbados con una forma levemente humanoide, a la que el prota, en broma, denomina "La amante del erudito".
Un escritor muy recomendable, por cierto. Mucho.